Pelao Carvallo
Todo está en debate, todo está en entredicho. Del poder, la
pornografía: esa permanente performance del machismo actualizado en el uso de
los cuerpos para afirmar el vano intento de domesticar el deseo.. incluso en la
pornografía hay escapes, fugas, situaciones ridículas que dejan ver otras
cosas, otros deseos, otras posibilidades para los cuerpos y los deseos. Este
texto trata de como hemos ido construyendo una erótica resistente en la fuga de
la presión constante del patriarcado machista paraguayo.
El Congreso Nacional es la situación política patriarcal de
dirección machista que tiene por objeto amoldar la cultura paraguaya, en todas
sus circunstancias. Creado como un conjunto de cámaras masculinizantes, donde
los gallos menean sus colas, baten sus alas y despliegan sus cacareos,
esperando encantar a sus pares, en la consecución del estado masturbatorio
permanente, su función consiste en recrear la sumisión política a la
masculinidad machista paraguaya y el direccionamiento de toda la cultura en ese
sentido.
En función de ese cometido han desplegado un ritual, una
simbólica reafirmante e intervenciones urbanas para fortalecer esas funciones.
Podemos citar dos de esas intervenciones que son complementarias y
concordantes: la primera fue girar en 180° dos cañones que apuntaban desde el
costado al edificio del Congreso. Se trataba de eliminar una imagen que podía
interpretarse como un "dar por culo" al Congreso desde la asociación
fálica que los cañones permiten. Con el giro es el Congreso quien parece mear
por encima de la Chacarita
desplegando su poderío masculino genitalizante. El segundo fue la instalación
de un monumento en forma de tronco trunco vertical en medio de la plaza frente
al Congreso magnificando un falo erecto como muestra de poderío congresal.
Los rituales sociales
afirman la función patriarcal del tipo de poder machista que construye el
Congreso. Una ingeniosa jugada político-simbólica permitió eliminar el edificio
del poder ejecutivo como lugar de recepción del reclamo social, así el Palacio
de los López dejo de ser competencia simbólica en las referencias sociales de
poder en cuanto se prohibió manifestarse ante él, en una fundamental afirmación de poder del congreso
en la construcción de la república parlamentaria que el golpe de estado
(parlamentario también) del 22 de junio de 2012 vino a sancionar. El Congreso
se fue construyendo como el lugar de la demanda social, el lugar que
concentraba el poder real y práctico y al que había que acudir para lograr
algo. Las multitudes manifestándose ante el Congreso multiplicaban el poder de
este, en tanto le exigían solución a sus demandas. Las miles de gentes
acudiendo a pedir algo frente al Congreso, dando la espalda al Ejecutivo,
fueron construyendo simbólicamente un poder parlamentario amplificado. En tanto
hubo coincidencia de masculinidades con el Ejecutivo la disputa por más poder
quedó disimulada.
La entrada de Lugo al poder no sólo fue la entrada de un
nuevo sector social y etáreo a los pasillos del poder, fue también la entrada
de un tipo de masculinidad distinta, compleja y conflictiva al relacionamiento
con un par de cámaras densamente machistas en su autoconstrucción de imagen
patriarcal. Lugo representaba la entrada al ejecutivo de una masculinidad
venida a menos en tanto era un hombre de "polleras", vestido con
túnicas como faldas, con un tono discursivo menos agresivo, menos gritón, un
cacareo suave frente a la gallera del Congreso. Una masculinidad que
sexualmente solo podía mostrarse a escondidas, fecundando hijos en el secreto.
Un presidente que mostraba una práctica política que difería radicalmente de
las prácticas masculinas de las élites paraguayas: la duda, el silencio, la
reflexión interminable, el poco interés en controlar la acción de sus
subalternos, el entregar parcelas de poder a los ministros como feudos y sobre
todo el convertir en sagrados los espacios ministeriales de las mujeres, fueron
prácticas que rompieron el entendimiento cultural con la élite paraguaya del
poder, especialmente con el Congreso Nacional. Este rompimiento permitió al
Congreso Nacional ir pensándose, colectivamente, como la encarnación de la
república paraguaya, asumiendo cada vez más los roles simbólicos y políticos
del Ejecutivo.
La relación con la gente, en tanto manifestantes y
demandantes, es un asunto extremadamente complejo para el Congreso Nacional.
Reafirma su poder por un lado, pero por otro hace eco a todos los fantasmas
cívicos de las élites paraguayas tales como el miedo a las hordas, a las
venganzas populares, a ser asaltados por una masa enfurecida. Para sostener esa
construcción imaginaria de poder es que, por otro lado, se han hecho unas
cuantas obras urbanas que han ayudado en este aspecto, tales como el cierre de las
plazas uruguaya e italia y el desalojo del barrio chino-chacarita. Se
disminuyeron los espacios de manifestación, forzando a la gente a reubicar los
espacios sociales de hacer política en la ciudad. Todo fuerza a ir a
manifestarse frente al Congreso Nacional.
La ciudad que crece pone en entredicho las formas habituales
de construir la domesticación patriarcal. El juego político por tanto se ve
obligado a adaptar esas transformaciones. La represión e inmovilismo de los
movimientos populares que trajo consigo el gobierno Lugo recién fue puesto en
duda en 2011. Desde agosto de 2008 los sectores populares se resignaron a no
inquietar las aguas y a depender de sus mediadores ahora instalados en los
espacios ministeriales y de las peticiones al Congreso Nacional. La intención
de aumentar el costo del pasaje del transporte urbano en Asunción vino a
movilizar de un modo distinto a una parte de la ciudad que se fue haciendo
pueblo en esa lucha, en la que los cuerpos dieron la tónica de la forma de
lograr transformaciones sin hacer referencias al Congreso Nacional. Cuerpos
movilizados pararon a los colectivos y lograron frenar el alza del pasaje,
hasta hoy. La forma asamblearia recuperó espacio y escenario, pese a los
intentos de los partidos políticos de controlarla y destruirla, pese a los
intentos también de deslegitimar y/o usurpar las autoconvocatorias. Esta forma
asamblearia de acción directa fue instalando una cierta erótica de la
resistencia en los usos sociales de la protesta. Diversas experiencias de protesta
a lo largo de 2011 y 2012 vinieron a hacer más palpable esta erótica.
Una erótica resistente que reside en la palabra no
centralizada, la escucha desobediente, la confrontación cotidiana con los
patrones machistas de organización, el confirmar la acción como espacio
preferente de la pedagogía política, la participación como práctica y no como
simple lema, la risa y la inventiva en lugares principales. Cierto que en cada
asamblea hay serios intentos de destruir su despliegue erótico, llenándolas de liderazgos
fallidos, de apelación a la autoridad y de eco de las dirigencias, pero en
general hasta hoy han permitido que las voces se entrecrucen y que las acciones
se realicen, salvo en los momentos en que se ha forzado a las asambleas a ser
permanentes, quitándoles con ello el sentido de la oportunidad y
convirtiéndolas en un instrumento domesticado.
Esta erótica burlona, risueña, libre estuvo de algún modo
presente en las manifestaciones que más inquietaron al Congreso Nacional: las
protestas contra las listas sábanas y contra el traspaso de fondos al Tribunal
Superior de Justicia Electoral. Le inquietaron porque esas manifestaciones no
sólo demandaban al congreso una solución sino que instituían definitivamente al
congreso como el problema o parte fundamental de él. El cuestionamiento caló
hondo en el congreso, que atenazado por el temor a la mítica del terror de la
élite vio en esa muchedumbre la encarnación (risueña, contradictoriamente) de
sus miedos a la horda. Y huyó. Huyó desesperada por caminos no habilitados, no
concluidos, por la ribera del río. Y esa imagen, la de la caravana despavorida
que huía en terror pánico, debemos recordarla siempre, para vergüenza y oprobio
de esos machos y machizadas que intentan someternos. Esa huida implicó desarmar
en ese momento toda la construcción de masculinidad heroica, machista y
falocéntrica con todos sus componentes de valor, virilidad, gallardía, orden y
templanza que el congreso despliega para sí y para toda la cultura paraguaya.
Desde ahí el Congreso Nacional desarrolló una frenética
actividad para ocultar esa imagen y revertir ese momento, intentando
restablecer la masculinidad machista puesta en jaque. Contra toda opinión
legitimaron medidas impopulares como el bloqueo del desbloqueo. Luego llegaron
a la masacre de Curuguaty, originada en una demanda del Congreso. Y
aprovecharon esa masacre para dar un golpe que acabase de una vez por todas con
la república presidencial hasta entonces conocida y pasaron, solución de
continuidad, derechamente a la república parlamentaria, dejando al ejecutivo en
una función ornamental, digamos, como un florero.
La respuesta popular desde ese 15 de junio ha estado signada
por esta erótica nueva de la resistencia. Contra el miedo que impuso la matanza
de Marina Cue, contra el autogolpe que se dio Lugo colocando a Candia Amarilla
en el ministerio del interior ese 16 de junio, contra la paralización por
incertidumbre de las dirigencias políticas de la izquierda esos días, el pueblo
se encontró, habló y manifestó su pesar y repudió a la masacre y toda su
irrestricta solidaridad con la lucha por la tierra y con las comunidades
agredidas. Se encontró en el habla y en la calle, contra el frío y el dolor, y
con unas cuantas velas encendidas significó toda su irritación por el intento
derechista de colocar al pueblo, especialmente al pueblo campesino, en el lugar
de la víctima y el victimario.
Zarpado, el congreso aprovechó la oportunidad mediática y
política para ajustar las cuentas a su favor. Para ello destituyó un presidente
que cuestionó el tipo de masculinidad hegemónica involuntariamente, y desde ahí
en más está ejerciendo el poder ejecutivo sin desmedro de sus funciones
legislativas. Ha alineado a la policía y fuerzas armadas e intenta alinear a
toda organización civil, con la complicidad de los poderes económicos
nacionales y trasnacionales.
La erótica de la resistencia ha surgido espontánea en
respuesta a la dictadura parlamentaria. La TVPública fue, en sus primeros momentos una orgía
del habla, tal cual fue una orgía del encuentro la manifestación contra el
juicio político ... frente al congreso. La gente, siendo pueblo, en esa plaza
pasó de todo y se concentró en hablar, abrazarse, reconocerse. Todo este
tiempo, contra la censura, contra el miedo, contra la amenaza, contra el
terrorismo mediático de la derecha periodística, contra los despidos y los
cortes de recursos, la resistencia ha puesto el cuerpo, el pecho, la risa, la
burla, el goce, el placer. Ha sido original y audaz y ha ido más allá de lo que
las propias limitaciones parecen imponer. La resistencia es un juego de
corporalidades que ponen en entredicho la construcción patriarcal machista que
esta dictadura quiere de nosotros: orden, normalidad, tranquilidad, silencio,
patriotismo, soberanía, negocios, dinero. La resistencia se ha alzado gratuita,
bulliciosa, impertinente, irruptiva. Y será más potente en tanto se le deje ser
y no se restrinja la capacidad de originalidad e inventiva. Todo lo contrario,
la resistencia será más efectiva en tanto más elementos y herramientas se
acerquen gratuitamente al pueblo para que este haga, porque de hacer se trata,
resistencia.
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