Desde el poder no se pueden hacer
revoluciones y hablamos del poder vertical, el que se ejerce a nombre de un
ESTADO que permanentemente reproduce la lógica de la dominación, un ESTADO que
tiende hacer de hombres y mujeres, un instrumento al servicio de sus intereses,
intereses que se manifiestan en los que controlan ese ESTADO, olvidando ese
ESTADO de manera intencional, que la sociedad, el colectivo por su condición
humana, aspira y lucha por su libertad, de allí que ese ESTADO, se manifiesta
profundamente contrario al ser humano. Es un ESTADO, que promueve las
diferencias de clase y por lo tanto establece relaciones de poder de forma
vertical, desde la presidencia de la república, hasta un simple alcalde de
pueblo, expresan en el ejercicio de ese poder, niveles de superioridad frente
a los súbditos que dicen gobernar, pues
a nombre de ese ESTADO se convierten en reyezuelos, manejando cada quien su
cuota de poder a nivel individual a nombre del ESTADO y de una democracia
amputada, que sólo ha servido para acentuar las diferencias entre ricos y
pobres y llenar de privilegios a una clase política y económica que se
enriquece a consta del hambre y las necesidades de la población.
Un ESTADO que promueve instituciones, unos a
nombre del socialismo real y otros a nombre del capitalismo, que sólo han
servido para cercenar la libertad de pensar, decidir, actuar, escoger, opinar,
soñar, porque se valen de la necesidad que tienen los pueblos, al trabajo, la
alimentación, la vivienda, la educación, la salud - entre otras variables
necesarias para la conservación de la vida humana- para generar dependencia de las migajas que
reparten a los pobres del campo y la ciudad. Es aquí donde se manifiesta la
esclavitud y alienación salarial, las jerarquías como principio generadora de
una “autoridad” y un “liderazgo” impuesto y perverso, expresado en ese poder
que da el ESTADO que chantajea y aplasta la dignidad de los pueblos.
Ese poder, que se adquiere a través de esa
figura cruel y tramposa llamada ESTADO, genera de manera alienante el llamado
poder pastoral, yo soy el pastor, ustedes son mi rebaño, yo soy el rey y
ustedes son mis súbditos, yo soy el amo y ustedes mis esclavos, yo soy el dueño
y ustedes mis empleados, yo soy el presidente y ustedes mis gobernados, yo soy
el que hago la ley y ustedes me obedecen y semejante perversidad la ha venido
asumiendo la humanidad en forma sumisa, resignada, alienada, pues la misma cotidianidad
no les ha permitido ver a los pueblos, que se desenvuelve en la lógica del
dominado, cuestión que no le permite ver la sumisión en que lo han sumergido,
porque para ese pueblo, todo se enmarca en el panorama de la “legalidad” y
“normalidad”, ya que nacieron , crecieron, se desarrollaron y viven en este
mundo que nos inventaron desde la colonia hasta nuestros días. Se actúa y se
muere en la lógica del dominado.
Ese poder pastoral del cual nos habla Michel Foucault, es un poder que
establece diferencias entre las clases sociales, donde unos mandan y otros
obedecen, se manifiesta en todos los
renglones de nuestra sociedad, llámese capitalismo o socialismo real, se puede
ejemplificar en la escuela, cuando el niño, el adolescente, el estudiante
universitario, ve en el maestro su “superior”, y al mismo tiempo éste ve en el
supervisor su “superior” y así sucesivamente se sigue la cadena de mando, de
superioridad por el lugar que se ocupa, que se ejerce, cada uno de ellos
expresa la “verdad” que da el poder, lo
mismo pasa en cualquier ministerio, alcaldía, fuerza armada etc., se reproduce
cada instante la ideología y la lógica
del que tiene el poder. Aquí no hay posibilidad de tomar decisiones en
colectivo, del dialogo, de la solidaridad y menos cuando se trata del camino
que han de seguir los pueblos para mejorar el bienestar social de las naciones.
Es el poder vertical, que promueven las clases dominantes, para mantenerse en
la cresta de la ola y desde allí controlarlo todo y el que se atreva a romper
esa lógica del dominado, es subversivo, peligroso, terrorista-entre otros
calificativos- y por lo tanto hay que salir de él, a través de leyes que ellos
mismos hacen y de esta manera aplicar la “justicia” que a veces implica el asesinato por encargo
por revelarse ante el orden establecido. Todo esto bajo la ilusión, el
espejismo de que la democracia y la libertad existe, es parte de la retorica
del que domina frente al dominado, en otras palabras esa “libertades” civiles
hay que combinarlas con la “seguridad pública” y para ello, el que se salga de
las normas hay que reprimirlo, con todo el peso y el poder que da el ESTADO. De
esta manera se entrampa a la población para que viva resignado, sometido y
alienado, bajo la influencia de un contradiscurso libertario, que lleva como
intención desarmar a las muchedumbres de las ideas que lo puedan conducir a
procesos emancipadores de sus respectivos pueblos.
DEMOCRACIA,
PODER Y LIBERTAD
Hoy
más que nunca, los nuevos paradigmas de la economía, llámese globalización o mundialización,
requieren de un mundo, donde el capital imponga el sendero con su doctrina
neoliberal, de manera que el planeta y todo lo que en él se encuentre,
incluyendo la vida humana y el propio ecosistema, se convierta en simple
mercancía.
Para tales fines, impone modelos sociales, políticos y económicos, que le hagan ver a los pueblos que se vive en plena libertad y que la misma se traduce en “democracia”, “democracia” que permite que “el pueblo elija su propio destino y sus propios gobernantes”.
Semejante falacia, se repite tanto en formas publicitarias, que le hacen creer al pueblo que la “democracia” en que vivimos, permite el disfrute pleno de la libertad y más cuando se le dice a la población que los procesos electorales tal y como los organizan las clases dominantes que participan del mismo, es un reflejo de la libertad y democracia que para el capitalismo es representativa y para el llamado socialismo participativa y protagónica.
Desde luego, que la democracia que ellos pregonan, debe estar dirigida por sus instituciones, entre los cuales se encuentran los partidos políticos y donde los partidos llamados de “izquierda” electoral juegan su papel celestino a cambio de cuotas que le permiten gozar al igual que la derecha, de las mieles que da ese poder, además de contribuir a legalizar el sistema. Partidos políticos que sólo reflejan la antidemocracia, donde se imponen líneas, conductas, normas, que regulan, controlan el comportamiento y el pensamiento de los que allí militan y el que las viola es sometido a un proceso de “justicia” que termina con su respectiva expulsión. Partidos políticos en los cuales se obliga a la gente a militar y que le roban los espacios a la organización social del pueblo. Partidos políticos, que en cada elección sus clases dominantes se reparten el poder a espaldas de la población. Partidos políticos que invitan a votar, pero no a elegir, pues ellos son los que imponen y eligen los candidatos.
Ese “poder”, esa “democracia” y esa “libertad”, que dicen darle al pueblo, no es otra cosa que un espacio panóptico, donde se vigila a la población: ¿dónde vive?, ¿qué hace?, ¿dónde milita?, ¿dónde trabaja?, ¿dónde estudia?, ¿cuál es su número telefónico?, ¿casado o soltero?, ¿cuál es su cedula de identidad?, ¿cuál es su No de RIF?, ¿está registrado en el CNE?, ¿dónde vota?, -entre otras cosas- a las cuales nos han acostumbrado y que vemos “normalmente” y en el fondo sólo van dirigidas a mantener una vigilancia sobre la población, que según el ESTADO, es para mantener el orden institucional y evitar el delito. Es una sociedad controlada a las que se le impone reglas de juego, leyes, normas, reglamentos que hacen que hombres y mujeres regulen su conducta y comportamiento, tal y como lo dictamine el ESTADO y sus clases dominantes.
En el socialismo real y en el capitalismo: ¿dónde queda el poder del pueblo, su democracia y su libertad? No olvidemos, que todo aquello que no surja y nazca de la libertad de elección de los seres humanos, no pertenece a él, a su verdadero ser, de allí que todo lo impuesto directa o indirectamente, es ajeno a su condición de hombres y mujeres libres y por lo tanto ajeno a su naturaleza humana y auténtica.
Estamos ante un proceso y modelos civilizatorios (capitalismo-socialismo) deshumanizados, que sólo buscan el control absoluto de la población y que trata de quebrar la moral de los pueblos, deshumanización que en el inconsciente de las naciones, alimentan la desesperanza, para poder aplastar la capacidad de soñar, reír, conversar, discutir acerca del futuro, recitar, amar, jugar, imaginar y pensar con rostro propio, para poder aplastar cualquier rebelión que labre el camino hacia la utopía-entendiendo esta- como expresión subversiva frente al orden establecido por las clases dominantes, donde se busque cambios radicales, que pasan necesariamente por una verdadera y autentica emancipación, que nos pueda llevar a construir en colectivo un nuevo proyecto civilizatorio, que sea alternativo frente al socialismo real y el capitalismo, pues hasta el momento estos modelos sólo han demostrado que a medida que avanzan esclavizan a la humanidad, negando toda posibilidad a una verdadera justicia social.
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