Keymer Ávila
Arrancó la campaña electoral, acertadamente el
Presidente abordó el tema de la seguridad con
la importancia que amerita, sin colocarlo por encima de las políticas sociales ni
de la redistribución de riqueza, sin subordinar un proyecto de país a las
necesidades securitarias, atendiendo el fenómeno en su justa dimensión política.
En contraste, pareciera que algunos
candidatos no tienen más propuestas para el país que la de ofrecer seguridad,
es decir, no les importa la política general (nacional e internacional), la
economía, ni el Estado visto en su conjunto. Este posicionamiento de la
inseguridad sobre los demás temas políticos es muestra de un discurso emotivo y
políticamente pobre, que busca cabalgar sobre los miedos de los electores. Con
esto no se está negando la gravedad del fenómeno, ni la delicada situación de los
homicidios que he señalado desde hace un tiempo. Lo que se requiere ahora
es analizar la situación de la manera más racional posible, sin
sobredimensionarla políticamente. Es por ello, que en este año electoral
debemos estar muy atentos a los discursos securitarios y a las promesas
electorales sobre esta materia, ya que las mismas terminan de una u otra manera
teniendo un impacto real sobre las políticas concretas (legislativas,
judiciales o ejecutivas), y
cuando éstas son producto de demandas irracionales, emotivas y electoreras de
“ley y orden”, “plomo al hampa” o “mano dura”, el remedio termina siendo peor
que la enfermedad y la inseguridad de todos se hace mayor. Todo esto lo analizo
en el contexto de la campaña presidencial del año 2006 en un trabajo titulado “La instrumentalización del
delito: política, empresas de comunicación e inseguridad. Sobre cómo la
inseguridad logró posicionarse en el primer lugar de la agenda pública en
Venezuela”, disponible en la web. En él se pueden apreciar las relaciones
entre las campañas electorales, los medios de comunicación y la inseguridad
ciudadana. Este año estaremos inmersos en un laboratorio en el que apreciaremos
claramente estas interacciones, donde se debatirán dos modelos de sociedad y en
el que los actores en ocasiones no son del todo congruentes con las doctrinas ideológicas
que dicen seguir. Estemos alertas para no sacrificar derechos en procura de
mayor seguridad.
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