Por Daniel
Santos Consuegra
1. Celebro el artículo de Haroldo Dilla
Alfonso sobre la nueva izquierda cubana, por sus preocupaciones motivadas en
torno a lo que él llama la emergencia o aparición de un “horizonte crítico de
izquierda en el escenario político cubano”. Especialmente por el reconocimiento
de las contribuciones de esa izquierda en múltiples áreas conectadas a la vida
cotidiana y la vida pública de la sociedad cubana y sobre determinadas
discusiones que se han centrado en las cuestiones centrales de la vida política
y económica de la nación.
2. Sin embargo, quisiera aclarar
algunas cuestiones que creo que puedan ser interesantes en el debate sobre la
izquierda cubana. Estas cuestiones son las siguientes: el dictum de la nueva
izquierda cubana, la emergencia de una nueva izquierda cubana, la cuestión del
emplazamiento y el posicionamiento crítico y, por último, la nueva izquierda
cubana y la cuestión de la alternativa política.
3. El título de este artículo apunta
básicamente a una interesante reflexión sobre {el discurso de} la nueva
izquierda cubana. No obstante creo que, conjuntamente con la
preocupación de Haroldo Dilla, debe aparecer otra cuestión que a mi juicio es
más urgente. Y es sobre la ausencia de una valoración de lo que se dice -y lo
que no se dice- en relación con el cómo se dice y el (desde) dónde se dice:
condicionantes que sostienen el nexo fundamental de toda enunciación, al tiempo
que desde aquí se articula y presupone también el para quién, contra quién y el
para qué.
4. La idea
misma de la emergencia de una nueva izquierda cubana en el escenario político
como un movimiento compacto, orgánico y capaz de emplazar un interlocutor
efectivamente definido es errática. Porque no existe en la sociedad cubana un
movimiento orgánicamente estructurado, unido en virtud de un consenso político
explícito entre los distintos proyectos y espacios, en cuanto a proyección
política en un espacio político de reconocimiento público y con capacidad de
emplazar al único actor político que sí se localiza explícitamente en el
escenario político cubano. La verdad es que no podríamos asegurar si eso
constituye ahora mismo un triunfo o una derrota; lo que si sabemos con plena
certeza es que tal izquierda “no existe”.
5. Si existe
una nueva izquierda cubana en Cuba –y sin dudas existe- esta es prácticamente
invisible, se organiza a través de espacios difusos con acciones y proyecciones
que no tienden a la unidad de acción sino en todo caso a la eventual en cuanto
posible unidad en la acción conjunta. De hecho, en la lectura de los artículos,
ensayos y la visualización de sus actividades así como el hecho de si se
contabiliza mínimamente su dispersión en el territorio cubano, caeremos en la
cuenta que tal izquierda no está emplazando de manera selectiva al equipo gubernamental
raulista como interlocutor político; sino que por la propia lógica de sus
acciones y de las situaciones concretas de la realidad social cubana, como
también por su proyección pensamental y su voluntad política está emplazando a
múltiples interlocutores, cuyo epicentro es la sociedad misma.
6. Desde
luego, quizás aquí se argumentaría con cierta razón: ¡la sociedad cubana no
existe para la izquierda!! Por esto, por aquello y por lo otro. Ok. El punto de
partida, sin embargo, es que esta –la sociedad- sí existe para la izquierda;
una vez que sus miembros forman parte de ella y existe una proyección
intencional frente a ella. Y este punto de partida no hay modo de
contabilizarlo políticamente dentro del esquema de quién existe y para quién se
existe. Por otro lado, el hecho de que el emplazamiento sea justamente respecto
a la sociedad cubana cambia por completo la lógica del dictum, del modus
operandi y del locus político de eso que se hemos denominado la nueva izquierda
cubana. Pero no sólo la de la izquierda sino también de casi cualquier
individuo, espacio, proyecto, grupo o agencia que se levante en el ahora cubano
con similar voluntad, proyección y visión, independientemente de las ideas
políticas que sean esbozadas y desarrolladas en cada uno de ellos.
7. No existe
tal posicionamiento crítico frente a una “actualización raulista”, y no existe
ninguna pretensión de suplantación política –al menos en lo que se quiere
nombrar con izquierda emergente. Eso es peor que una “utopía”: es una
invención. En realidad, se trata más bien de la actualización de prácticas y
universos simbólicos en vistas de ejercer una actividad coherente con respecto
a la realidad dura que nos ha tocado bien de cerca e insuflarle un nuevo
espíritu en el marco de una sociedad que intenta cambiar; y el posicionamiento
crítico es justamente el análisis y la creación de condiciones de posibilidad
frente al cuadro complejo, indeterminado e inminente de ese cambio.
8. Por
tanto, de acuerdo a las características de esa izquierda emergente es un error
suponer que la actitud y las reflexiones parciales o totales de un individuo
específico que actúa dentro de un grupo, sea capaz de determinar e incluso
identificar todo el acccionar, la proyección, el comportamiento y el
pensamiento del grupo completo e incluso de todas las posiciones de la
izquierda en una sociedad; especialmente cuando se habla de redes sociales con
actitudes y estrategias similares de los actuales movimientos sociales, y no de
los partidos políticos tradicionales. Donde también la idea del actuar dentro
del grupo se torna más flexible y no está enmarcada necesariamente por
programas preconcebidos, por militancias con carnet, por relaciones de
subordinación u obligación política, ni por otros esquemas parecidos a las políticas
de la militancia izquierdista tradicional.
9. La nueva
izquierda seguramente enfrenta varios problemas cruciales pero hay un problema
crucial que hay que redefinir en principio: la nueva izquierda cubana si
realmente existe, entonces sobre la base de tal existencia y su accionar no
debe programarse como alternativa política en la sociedad cubana. Por el
contrario, la nueva izquierda cubana, debe luchar con toda la efectividad de
sus acciones y su indubitable y necesaria contribución política y militancia
social, a que la sociedad cubana encuentre su propia alternativa política.
10. La inversión de este dictum sobre la
izquierda, sociedad y alternativa política no significa que la izquierda cubana
se esté jugando su piel y sus ideas en vano en las arenas movedizas y las aguas
turbias de un escenario político regido por el pensamiento dogmático y
totalitario, así como por la represión policial de baja o alta intensidad que
utiliza la nomenklatura estatal-policial del sistema político cubano. Significa
que la preocupación central de la izquierda cubana no entra en el juego de
tumbar un gobierno para poner otro; sino de transformar el mundo de la vida
cotidiana de toda una sociedad que ha vivido cerca de medio siglo bajo la
sombra omnipresente de una cultura política oficial estancada en una noción
estatista que expropia los contenidos y prácticas latentes y actuantes con
capacidad de resolución de miles de problemáticas que enfrentamos como
sociedad.
Extraído del Observatorio Crítico desde Cuba
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