Por: Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma
La unidad del movimiento sindical es una necesidad urgente
De manera bochornosa, el gobierno ha encabezado
recientemente el acto de lanzamiento de una parodia de central de trabajadores,
la CSBT, un
aparato burocrático y artificial cuyo manifiesto objetivo es colocarse al
servicio del gobierno y el PSUV. En
dicho acto, el presidente Chávez anunció que redactaría una nueva Ley Orgánica
del Trabajo por vía de la
Ley Habilitante, desconociendo de esa manera el derecho de
los trabajadores de participar en la elaboración del instrumento legal que regula
las relaciones laborales. Desde que hace tres años y medio el gobierno nacional
adoptara como política de Estado la aplicación de un plan de ajuste para
descargar sobre los hombros de los trabajadores todo el peso de la crisis
económica, los trabajadores hemos tenido que librar una lucha desigual contra
las patronales públicas y privadas, contra el aparato represivo estatal, contra
los tribunales que obedeciendo lineamientos gubernamentales criminalizan la
protesta, contra la injerencia del CNE en las elecciones sindicales; contra el
fenómeno del sicariato antiobrero, que se alimenta de la impunidad, y contra el
desconocimiento de la libertad sindical. Esta ofensiva antiobrera hemos tenido
que resistirla en un marco de dispersión, debido a la inexistencia de una
auténtica central obrera que permita unificar y centralizar la respuesta a
todos estos ataques que amenazan con liquidar conquistas históricas y llevarnos
a una situación de mayor explotación y barbarie en las relaciones laborales en
nuestro país.
Los sindicalistas que apoyan a los empresarios y al gobierno
obstaculizan las luchas de los trabajadores
Como corriente sindical autónoma, combativa y
revolucionaria, nuestra orientación siempre ha sido procurar la unidad de
acción de todas aquellas corrientes que se ubican del lado de las
reivindicaciones de los trabajadores. De manera consecuente, también hemos sido
contundentes en la denuncia contra aquellos dirigentes y corrientes que actúan
como correa de transmisión del gobierno y los empresarios en los conflictos. Es
indudable que el silencio cómplice o la colaboración directa de corrientes y
dirigentes vinculadas al gobierno ha sido un elemento fundamental para que se
hayan podido consumar ataques alevosos contra los derechos de los trabajadores,
tales como el encarcelamiento de Rubén González hasta marzo de este año, el
despido de más de 100 trabajadores en Mitsubishi, que hayan quedado impunes los
asesinatos de 8 dirigentes sindicales de la UNETE-Aragua, que
bandas armadas del PSUV ataquen impunemente a los trabajadores de Bauxilum y
otras empresas básicas, que no haya habido una respuesta unificada al aumento
del IVA y la devaluación monetaria del 100%, medidas que destruyeron los
ingresos de todos los asalariados; que el contrato marco de los empleados
públicos tenga 7 años congelado, que el 80% de la convención colectiva
petrolera sea irrespetada por PDVSA y las transnacionales, que las empresas
compradas por el gobierno estén en una crisis total y en ellas se desconozca la
libertad sindical, o que los aumentos anuales al salario mínimo sean
unilaterales y se ubiquen muy por debajo del índice inflacionario.
Evidentemente, desde que en el año 2007 el presidente Chávez
declaró que la autonomía sindical era un "veneno", no cabía esperar
otra cosa que no fuera un ataque brutal contra los trabajadores y una política
oficial cuyo objetivo es liquidar la más mínima expresión de independencia
sindical respecto del gobierno y sus empresarios aliados, conocidos
popularmente como "boliburgueses". A esta situación se suma la
política de la cúpula de la CTV
de apoyar el golpe de Estado de 2002, la cual terminó por vaciar a esa central
de la mayoría de sus sindicatos, convirtiéndola en un ente carente de
representatividad ante el conjunto del movimiento obrero. Análogamente a los
dirigentes sindicales de la FSBT
que crearon la nueva parodia de central, con su vergonzoso seguidismo a todo lo
que dice y hace el gobierno, hay dirigentes sindicales vinculados a la MUD que son partidarios de un
sindicalismo corporativo, basado en nociones como la paz laboral y la
colaboración entre patronos privados y sindicalistas. Por ello, unos y otros se
convierten en un freno para la movilización autónoma de los trabajadores y su
reorganización.
La Unete
despertó grandes expectativas pero fue liquidada por el gobierno
Entre el 2003 y 2006 se desarrolló una importante
experiencia organizativa con el nacimiento de la Unión Nacional de
Trabajadores. Una gran franja del movimiento obrero abrigaba en aquellos años
grandes expectativas en el gobierno, y había participado activamente en el
combate contra el golpe de Estado y el sabotaje petrolero. La corriente C-CURA
nace en ese proceso, producto de la decisión de un grupo de sindicalistas
clasistas y revolucionarios que ven la necesidad de acompañar esa experiencia
para dialogar con miles de trabajadores, planteándoles la necesidad de luchar
por una central autónoma y democrática. En el segundo Congreso de la UNETE, en 2006, los sectores
que apoyaban las posiciones autónomas y clasistas lograron una clara mayoría, y
aún después del boicot de las corrientes burocráticas, más del 75% de los
delegados adoptaron decisiones soberanas como la de ir a elecciones
democráticas por la base. Ante este logro de C-CURA, que derrotó todas las
maniobras y presiones oficiales, el gobierno ordenó a sus agentes directos
liquidar la naciente central, al quedar claro que no iba a ser un instrumento
dócil a su servicio, y hoy lo que queda es un cascarón vacío. Cuando en 2009 el
presidente Chávez le declaró la guerra a los trabajadores, instruyendo
públicamente a la DIM
y el SEBIN para que persiguieran a la dirigencia sindical de Guayana, y
formulando el aberrante planteamiento de que si el gobierno respetaba los
contratos colectivos supuestamente no podría pagar los programas sociales, los
voceros de la Unete
hicieron gala de un silencio cómplice. Posteriormente no defendieron a Rubén
González cuando fue encarcelado por encabezar una huelga en Ferrominera. Quedó
demostrado, para quien pudiera tener alguna duda, que esa central había sido
totalmente liquidada por los agentes sindicales del gobierno. Por su parte, la CSBT, que nace teledirigida
por el PSUV, no tiene la menor posibilidad de convertirse en una central
representativa del movimiento sindical venezolano.
El auge en las luchas y el surgimiento del Fadess
No obstante el rol que vienen cumpliendo la mayoría de las
direcciones sindicales, en Venezuela asistimos a un fenómeno que nos llena de
esperanza y optimismo a quienes creemos que con la movilización lograremos
doblar el brazo a las patronales e imponer el respeto a nuestros derechos como
clase. Y es que el país entero está siendo estremecido por luchas obreras.
Centenares de acciones como huelgas, marchas, cortes de vías, tomas de las
inspectorías del trabajo, cruzan toda la geografía nacional. De las más de 3000
protestas registradas en lo que va de año, la mayoría son conflictos cuyos
protagonistas son los dignos trabajadores venezolanos. Y este ímpetu combativo
que se expresa todos los días nos impone a las direcciones la obligación de
hacer esfuerzos por construir una central que permita centralizar las luchas y
fortalecernos para alcanzar importantes victorias contra los explotadores.
Creemos que la dinámica de la refundación del movimiento
sindical se ha abierto a partir del reagrupamiento de sectores sindicales
disidentes provenientes de la
Unete y de la
CTV en el Frente Autónomo en Defensa del Empleo, el Salario,
y el Sindicato (FADESS). Esta organización, plural en su composición política,
ha logrado movilizar con éxito a miles de trabajadores en actos de carácter
nacional, y se postula como una referencia para la reorganización de los
trabajadores. Sin duda es un importante avance luego de la destrucción de la Unete en su segundo congreso
por parte del gobierno. Pero creemos que para avanzar en el camino de la
construcción de una central obrera democrática, plural, clasista, autónoma, es
necesario incorporar a todos los sectores que hoy forman parte de la dinámica
de lucha y cuestionamiento de las medidas antiobreras que aplican el gobierno y
los empresarios.
Cuestionamientos desde las bases del chavismo sindical
En este sentido, hemos visto como un importante avance las
declaraciones brindadas por el Frente de Trabajadores Cementeros. En una
declaración de mayo de este año, los cementeros agrupados en este frente
explican que la crisis de las empresas cementeras obedece a una política de
Estado. "El presidente Chávez en una de sus alocuciones manifestó
claramente que él es el responsable de todo lo que pasa en el país, y que no
culpemos a quienes él designa en cargos, ya que éstas personas sólo cumplen
ordenes de él.
Dichas afirmaciones hicieron entender al trabajador
cementero que el único responsable del desastre en el cual está sumergida la
industria cementera nacional es el propio presidente
Chávez... En agosto del año 2008, a raíz de la
nacionalización de la industria cementera nacional, se generaron grandes
expectativas. Hoy la catalogamos como un gran fraude que hasta ahora nos ha
dejado miseria, la inflación se tragó el salario de los trabajadores del
cemento a todos sus niveles", explican los cementeros en su declaración.
También corrientes como El Topo Obrero empiezan a denunciar el carácter
capitalista y antiobrero de la política del gobierno. E incluso hemos leído con
mucha atención un artículo de Zuleika Matamoros, de Marea Socialista, quien
correctamente identifica a direcciones de la FSBT y de la propia UNETE como los "principales
obstáculos para construir la unidad orgánica que necesita la clase
trabajadora", y plantea que "la unidad de la clase obrera tiene que
construirse partiendo de una unidad en la acción en la que, independientemente
a la central o federación en la que hagan vida sectores de la clase, se avance
en las coincidencias programáticas. Debemos unirnos en el terreno de lo
concreto y sobre la realidad a través de un programa de lucha".
Indudablemente, la presión que genera una situación en la
que los trabajadores nos encontramos sitiados por las arremetidas de los
patronos y el gobierno, lleva a que avancemos hacia posiciones en las que
coincidimos corrientes sindicales, a pesar de nuestras profundas diferencias
políticas. En este sentido, consideramos que es fundamental que se generen
espacios desde los cuales podamos avanzar en la articulación y unidad de acción
con aquellos sectores sindicales que vienen realizando críticas a la política
gubernamental y que en los hechos empiezan a enfrentarse con los patronos
públicos y privados.
Por una central obrera democrática, plural, autónoma y
clasista
Si partimos de reconocer que las centrales existentes no
cumplen su rol de centralizar las luchas y dar respuesta a las necesidades
organizativas del movimiento obrero, y a la constatación de esta situación
sumamos el hecho de que todas las direcciones de esas centrales se encuentran
deslegitimadas, por no haber realizado procesos electorales, surge como una
conclusión necesaria e ineludible la necesidad de que todos los directivos de
esas centrales den un paso que permita avanzar hacia la refundación del
movimiento sindical, renunciando a sus cargos y apoyando la realización de un
congreso constituyente abierto a todas las corrientes sindicales. Allí debemos
discutir todos los aspectos relacionados con la central que requieren los
trabajadores venezolanos, desde sus siglas hasta sus estatutos.
El debate sobre la necesidad de refundar el movimiento
sindical y construir una central que responda a las necesidades organizativas
de la clase trabajadora, es un debate que debemos asumir todas las corrientes
sindicales. Elecciones convocadas burocráticamente en cualquiera de las
centrales existentes no resolverán el problema de la dispersión y falta de
representatividad de esas centrales. Como un paso importante que apunta en esta
dirección, vemos la resolución adoptada por una asamblea de 300 dirigentes
sindicales convocada por FADESS hace un mes en Caracas, en la que se resolvió
democráticamente y casi por unanimidad, emplazar a los directivos de la CTV y demás centrales a
renunciar a sus cargos, para facilitar la reorganización del movimiento. Es una
demostración importante de que las bases obreras entienden y asumen con
entusiasmo esa política hacia la reorganización sindical.
Nuestra corriente llama a todas las corrientes sindicales,
independientemente de la filiación partidista de sus dirigentes o la central a
la que estén adscritas, a dar un debate franco, democrático, acerca de cómo
visualizamos la cuestión de la reorganización en una central obrera. Nuestra
corriente defiende los principios de la más absoluta independencia respecto de
los patronos y sus partidos, así como del gobierno; la necesidad de que la
nueva central sea un instrumento al servicio de todas las luchas de los
trabajadores; la necesidad de aprobar por métodos democráticos unos estatutos
que contemplen la solidaridad de clase a nivel internacional, y que asuma en lo
inmediato tareas urgentes como la defensa de los derechos de los trabajadores
de las empresas básicas de Guayana, el combate al plan de ajuste gubernamental,
la lucha contra la tercerización y el empleo precario, la exigencia de un
salario mínimo igual a la canasta básica, y la lucha contra el sicariato
antiobrero.
Por una central al servicio de las luchas obreras
Un plan para enfrentar la crisis económica y social que
atraviesa el país
A través del debate democrático, la central debe abordar
desde una perspectiva de clase la grave crisis económica y social que padece el
país, planteando un plan de emergencia que aborde las más urgentes necesidades
de los trabajadores y el pueblo, como lo son empleo estable, salud, vivienda,
educación gratuita y de calidad, y salarios que como mínimo cubran el monto de
la canasta básica, y estén sujetos a una escala móvil para homologarse
periódicamente a la inflación. En este sentido, proponemos que este plan
incorpore la exigencia de recuperar la plena soberanía sobre el petróleo y
demás recursos estratégicos, así como una industria petrolera y unas empresas
básicas 100% estatales y bajo el control democrático de los trabajadores.
Autonomía
La central obrera, para cumplir su función como instrumento
al servicio de las luchas de los trabajadores, tiene que ser plenamente
autónoma con respecto al Estado y los empresarios, así como los partidos
políticos patronales. Para resguardar su independencia política, la central
debe ser totalmente independiente desde el punto de vista financiero,
dependiendo únicamente de los aportes que realicen sus afiliados, de las campañas
financieras que realice por acuerdo de su Congreso, y los ingresos por la firma
de contratos colectivos. No podemos admitir que el Estado siga entrometiéndose
en los procesos electorales sindicales.
Democracia obrera
La estructura de la central debe ser funcional a los
intereses de los trabajadores. Para ello debe establecerse que las máximas
instancias de poder de decisión sean el Congreso y las Asambleas de Base. En el
Congreso debe haber un mínimo de 80% de delegados elegidos directamente por las
bases obreras. Todo organismo deliberativo o de dirección será integrado por
representantes electos democráticamente, garantizando la representación
proporcional de las minorías. Hay que combatir resueltamente la representación
mayoritaria no proporcional, impulsada por este gobierno a través de la Ley Orgánica de
Procesos Electorales. Asimismo, debe contemplarse la revocatoria de los
mandatos de los representantes de la central, cuando así lo decidan las bases
mediante referendo o directamente en Asambleas de Base.
Identidad de clase
La razón de ser de una central obrera es articular y
centralizar las luchas que libran los trabajadores en defensa de sus derechos,
y por lo tanto debe partir de reconocer que los intereses de los trabajadores
se contraponen a los intereses de los patronos. Sólo con la organización y la
movilización independiente se pueden conseguir conquistas y preservar derechos
en el marco de una economía signada por la explotación de los trabajadores como
clase. Ninguna concesión al discurso de la paz laboral y el "diálogo
social" desmovilizador. La solidaridad de clase debe ser una práctica
permanente, no sólo ante todo conflicto que atraviese la clase trabajadora en
nuestro país, sino también frente a las luchas más importantes que libran los
trabajadores en América Latina y el mundo entero.
Por la dirección de C-CURA: Orlando Chirino, José Bodas,
Emilio Bastidas, Alexis Polanco, Iván Freites, Esperanza Hermida, Fran Luna,
Robert González
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