Datos extraídos de El Anarquismo en Cuba de Frank Fernández
Tras décadas de organización sindical, decidida lucha social y enfrentamiento contra la dictadura de Batista, el castrismo triunfante, más temprano que tarde, arremete contra la influencia libertaria en las organizaciones obreras. En enero de 1959, con la excusa de purgar a la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) de afectos a Batista, se expulsa a los anarcosindicalistas de los sectores gastronómicos, transportes, construcción y plantas eléctricas. Tratando de neutralizar los cuestionamientos del anarquismo internacional, en 1960 el gobierno invita al libertario alemán Agustín Souchy (conocido por su amplio conocimiento acerca de los Kibbuts), para que escribiera sobre los adelantos de la Reforma Agraria. Tras viajar por toda la isla, escribe un informe titulado “Testimonios sobre la Revolución Cubana”, publicado sin pasar por la censura oficial.. Tres días después de marcharse, la edición total –debido a sus críticas sobre el centralismo soviético que se implementaba- fue destruida. En agosto de 1960, el Secretario General del Partido Comunista Blas Roca, acusaba por medio de la publicación Hoy a los integrantes de la Asociación Libertaria de Cuba (ALC) de ser “agentes del Departamento de Estado Yanki”. Tras el artículo, los anarquistas debieron pasar a la lucha clandestina. Se inician los crímenes de Estado contra destacados militantes libertarios: Augusto Sánchez, prisionero y asesinado; Rolando Tamargo y Ventura Suárez, fusilados; Sebastián Aguilar hijo, asesinado a balazos; Eusebio Otero, muerto en su habitación; Raúl Negrín, quemado vivo. Detenidos y condenados a penas de prisión: Casto Moscú, Modesto Piñeiro, Floreal Barrera, Suria Linsuaín, Manuel González, José Aceña, Isidro Moscú, Norberto Torres, Sicinio Torres, José Mandado Marcos, Plácido Méndez y Luis Linsuaín. Algunos compañeros no resistieron las torturas infligidas en prisión: Francisco Aguirre, muerto en la celda; Victoriano Hernández, enfermo y ciego por los maltratos, se suicida; y José Álvarez Micheltorena, fallecido a las pocas semanas de salir del cautiverio.
Tras la invasión fallida de Bahía de Cochinos por la CIA, la represión contra la disidencia interna se agudiza. Desde las esferas del poder se trama un documento titulado “Una aclaración y una declaración de los libertarios cubanos”, por intermedio de Manuel Gaona Sousa, un viejo militante libertario que pasado al gobierno, intenta convencer al anarquismo internacional que los ácratas cubanos estaban con Castro. La gran mayoría de los militantes se negaron a estampar su firma, siendo posteriormente allanados y detenidos por un Gaona convertido en delator policial. Los menos pudieron salvar sus vidas rumbo al exilio, los más, se pudrieron en las mazmorras castristas.
Tras décadas de organización sindical, decidida lucha social y enfrentamiento contra la dictadura de Batista, el castrismo triunfante, más temprano que tarde, arremete contra la influencia libertaria en las organizaciones obreras. En enero de 1959, con la excusa de purgar a la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) de afectos a Batista, se expulsa a los anarcosindicalistas de los sectores gastronómicos, transportes, construcción y plantas eléctricas. Tratando de neutralizar los cuestionamientos del anarquismo internacional, en 1960 el gobierno invita al libertario alemán Agustín Souchy (conocido por su amplio conocimiento acerca de los Kibbuts), para que escribiera sobre los adelantos de la Reforma Agraria. Tras viajar por toda la isla, escribe un informe titulado “Testimonios sobre la Revolución Cubana”, publicado sin pasar por la censura oficial.. Tres días después de marcharse, la edición total –debido a sus críticas sobre el centralismo soviético que se implementaba- fue destruida. En agosto de 1960, el Secretario General del Partido Comunista Blas Roca, acusaba por medio de la publicación Hoy a los integrantes de la Asociación Libertaria de Cuba (ALC) de ser “agentes del Departamento de Estado Yanki”. Tras el artículo, los anarquistas debieron pasar a la lucha clandestina. Se inician los crímenes de Estado contra destacados militantes libertarios: Augusto Sánchez, prisionero y asesinado; Rolando Tamargo y Ventura Suárez, fusilados; Sebastián Aguilar hijo, asesinado a balazos; Eusebio Otero, muerto en su habitación; Raúl Negrín, quemado vivo. Detenidos y condenados a penas de prisión: Casto Moscú, Modesto Piñeiro, Floreal Barrera, Suria Linsuaín, Manuel González, José Aceña, Isidro Moscú, Norberto Torres, Sicinio Torres, José Mandado Marcos, Plácido Méndez y Luis Linsuaín. Algunos compañeros no resistieron las torturas infligidas en prisión: Francisco Aguirre, muerto en la celda; Victoriano Hernández, enfermo y ciego por los maltratos, se suicida; y José Álvarez Micheltorena, fallecido a las pocas semanas de salir del cautiverio.
Tras la invasión fallida de Bahía de Cochinos por la CIA, la represión contra la disidencia interna se agudiza. Desde las esferas del poder se trama un documento titulado “Una aclaración y una declaración de los libertarios cubanos”, por intermedio de Manuel Gaona Sousa, un viejo militante libertario que pasado al gobierno, intenta convencer al anarquismo internacional que los ácratas cubanos estaban con Castro. La gran mayoría de los militantes se negaron a estampar su firma, siendo posteriormente allanados y detenidos por un Gaona convertido en delator policial. Los menos pudieron salvar sus vidas rumbo al exilio, los más, se pudrieron en las mazmorras castristas.
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