Por: Miguel
Angel Hernández (*)
En diversos
momentos de la historia universal y de nuestro país, los trabajadores y demás
sectores populares han tenido que enfrentarse con los más variopintos partidos,
corrientes y dirigentes que se han proclamado progresistas, supuestos
representantes del progreso para los pobres y explotados. Las más de las veces,
ha sido un recurso discursivo para justificar acuerdos, frentes y alianzas de
fuerzas que se reclaman de izquierda con representantes de la clase capitalista
y organizaciones de la derecha tradicional.
Para darle
cierto soporte a la maniobra, se han usado y se vuelven a poner de moda en
nuestro país, las trilladas tesis de conciliación de clases. Bajo el manto
romántico de un interés nacional que incluiría a explotadores y explotados por
igual, se busca esconder el engaño político al pueblo trabajador y
subordinarlos a sus enemigos históricos. Se trata de un recurso manoseado tanto
por dictadores reaccionarios como por antiguos revolucionarios que reducen su
programa a tal nivel de "mínimos" que les permita coincidir con los
representantes políticos de la burguesía.
En nuestra
historia reciente, han sido reivindicadas las tesis pantanosas del progresismo
para sostener alianzas de respaldo a Rafael Caldera, supuestamente para
“superar el puntofijismo” llevando en hombros a uno de sus fundadores; o
alrededor de Chávez para “refundar la República”, no importaba que se tratara de una
coalición de políticos del bipartidismo reciclados bajo el liderazgo de un
militar nacionalista; y ahora se levanta el discurso del progreso para aglutinar
a una plataforma electoral contraria a Chávez, no importa que ello signifique
devolver el control del Estado a la derecha tradicional, sin asomar siquiera un
debate acerca de cómo resolver los graves problemas que vivimos las mayorías
populares. De hecho, el único punto programático que proclaman con claridad los
"progresistas" de la
Mesa de la
Unidad es la defensa de la empresa privada.
Se enarbola
el progresismo de manera pomposa como la "unidad superior para salvar a la
patria", pero no se levantan propuestas programáticas de fondo. Un sector
proveniente de la izquierda y que integra la MUD se coloca así a la zaga ideológica de la
derecha, detrás de una incontable lista de lugares comunes, generalidades y
declaraciones de buena fe. Cuando más, se suma al estribillo capitalista de la
defensa de la propiedad empresarial, alguna otra consigna como la lucha contra
la ineficiencia, la denuncia de la corrupción y la defensa de libertades
democráticas formales.
En
resumidas cuentas, el “progresismo” no tiene nada qué decirle a los centenares
de miles de trabajadores que se han movilizado este año en defensa de sus
derechos, nada qué decirle a los habitantes de los barrios populares que luchan
por vivienda digna y acceso a servicios públicos gratuitos y de calidad en
salud y educación. El "progresismo" no es más que un discurso para
vaciar de contenido el debate acerca de cómo dar respuesta a las inmensas
expectativas de justicia social de las mayorías populares. La "unidad
superior" es una alianza con empresarios y políticos corruptos del
bipartidismo, que nada tienen para ofrecer a la población que se decepciona de
la estafa chavista. Para la MUD,
la solución a los problemas del país parte de defender los intereses de la
empresa privada y esconder con alguna fraseología nacionalista su orientación
al servicio de la pequeña minoría burguesa. Cualquier coincidencia con el
chavismo no es mera casualidad, pues más allá de sus diferencias tanto el Psuv
como la MUD
representan los intereses de camarillas burguesas que se disputan la renta
petrolera.
La visión
de este "progresismo" acerca de la salida a la crisis que vivimos, es
de carácter neoliberal, privatizadora, repite los métodos del asistencialismo,
plantea que la pobreza se supera con “programas sociales”. La verdad es que el
empobrecimiento de nuestro pueblo es producto del acumulado histórico de la
“cuarta” y de la “quinta”. Los trabajadores reclaman transformaciones
estructurales y verdaderamente revolucionarias de nuestra sociedad, para
liquidar el desempleo, el subempleo, el caos de los servicios públicos, el
déficit de vivienda, y los demás problemas que nos agobian.
Para
avanzar hacia un auténtico cambio social, es fundamental desechar cualquier
tipo de expectativa en esta trampa cazabobos del progresismo, contraponiéndole
un planteamiento auténticamente socialista. Reafirmando que efectivamente es
necesaria una alternativa al chavismo, pero que no serán precisamente los
empresarios y sus políticos quienes darán respuesta a los reclamos del pueblo
trabajador.
No es
verdad que, como dicen los voceros de la
MUD, "todos somos venezolanos y por lo tanto no debemos
debatir acerca del modelo político y social que debemos impulsar". Todo lo
contrario, ahora es cuando los trabajadores debemos batallar con más fuerza por
nuestra independencia de clase y por nuestro objetivo histórico de organizar la
fuerza política capaz de luchar por una sociedad sin explotación y sin
desigualdad social. 40 años de bipartidismo y 12 años de chavismo nos han
permitido ver que dentro del marco capitalista no habrá satisfacción para las
necesidades y aspiraciones de las mayorías populares. Hoy como ayer, nuestros
derechos y conquistas dependen de la movilización y la lucha, no de componendas
o negociados burocráticos a la espera de la gracia de los explotadores, que son
los únicos beneficiarios del adormecimiento de la capacidad combativa de la
clase obrera, de los jóvenes y demás sectores populares.
Pese a los
llamados a la conciliación y a las declaratorias del "fin de las
ideologías" que venimos oyendo cada cierto tiempo, la realidad es que cada
día crece la lucha, cada día son más los sectores de trabajadores y del pueblo
que combaten por hacer valer sus derechos y aprenden en la calle que sólo la
unidad de la clase y su disposición a pelear son garantía de la defensa de sus
intereses. Esto evidencia que los trabajadores tenemos el reto de construir un
fuerte partido revolucionario capaz de orientar políticamente las luchas y
dotarlas de una perspectiva estratégica, la del verdadero socialismo sin
boliburgueses ni explotadores de ningún tipo, una sociedad gobernada por los
trabajadores para garantizar la plena satisfacción de las necesidades del
conjunto de la sociedad.
Desde la Unidad Socialista
de Izquierda, llamamos a sumar voluntades por el fortalecimiento de un referente
unitario de izquierda y de los trabajadores, que se deslinde claramente de
ambos polos burgueses, que se disfrazan uno de socialista y el otro de
progresista. La unidad que requieren los trabajadores y el pueblo en lucha no
es precisamente la unidad con empresarios, banqueros, y politiquieros
reciclados; la unidad que necesitamos es la de los que luchan, para fortalecer
la autonomía del movimiento obrero y popular y avanzar en la construcción del
partido revolucionario que se postule como alternativa al chavismo y a la MUD.
(*): Miembro de la Unidad Socialista de Izquierda
(*): Miembro de la Unidad Socialista de Izquierda
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.