Por Federación Ibérica de Juventudes Libertarias
Libia, Egipto, Bahrein, Costa de Marfil, México, Colombia...pero también Italia, Grecia, Francia o España. En todos estos países el ejército ha tenido y tiene un papel fundamental en el desarrollo de la historia y en todos ellos vuelve a asomar su función principal: luchar por los intereses económicos y políticos de unos pocos privilegiados. Asesinatos, violaciones, vejaciones de todo tipo, son las técnicas utilizadas por los cuerpos armados de los Estados, pero en “tiempos de paz” son capaces de “integrarse” en la sociedad y aparentar unas funciones civiles que no les corresponden, por mucho que las legislaciones actuales se las otorguen. La creación de la Unidad Militar de Emergencias en 2005 y la amplia campaña de propaganda derivada de la profesionalización del ejército, son dos ejemplos de cómo el Estado español está tratando de maquillar sus funciones y vistiendo a mercenarios asesinos de bondadosos voluntarios de ONG´s.
Libia, Egipto, Bahrein, Costa de Marfil, México, Colombia...pero también Italia, Grecia, Francia o España. En todos estos países el ejército ha tenido y tiene un papel fundamental en el desarrollo de la historia y en todos ellos vuelve a asomar su función principal: luchar por los intereses económicos y políticos de unos pocos privilegiados. Asesinatos, violaciones, vejaciones de todo tipo, son las técnicas utilizadas por los cuerpos armados de los Estados, pero en “tiempos de paz” son capaces de “integrarse” en la sociedad y aparentar unas funciones civiles que no les corresponden, por mucho que las legislaciones actuales se las otorguen. La creación de la Unidad Militar de Emergencias en 2005 y la amplia campaña de propaganda derivada de la profesionalización del ejército, son dos ejemplos de cómo el Estado español está tratando de maquillar sus funciones y vistiendo a mercenarios asesinos de bondadosos voluntarios de ONG´s.
La historia de los ejércitos en tan vieja
como la de la propia dominación del hombre por el hombre. Su evolución y
perfeccionamiento ha ido acorde a los adelantos técnicos del desarrollo
industrial (no en vano los progresos tecnológicos son primero militares y
después civiles), pero hay una característica que permanece a lo largo de los
tiempos: el grueso de sus filas está formado por personas de capas bajas de la
sociedad. Los ricos y poderosos no están en los ejércitos, ni van a morir para
defender sus países, ni para defender sus intereses económicos más allá de sus
fronteras. Ese papel siempre lo cumplirán las mismas personas, de manera
voluntaria u obligada.
Sobre este tema se ha escrito mucho y
seguramente mucho mejor, desde autores clásicos, como Rudolf Rocker, Bakunin,
hasta colectivos antimilitaristas como A.A.-M.O.C., pasando por grupos de
federaciones anarquistas, como F.A.I. o F.I.J.L. Por tanto, trataremos de hacer
un barrido por toda la historia de los ejércitos hasta llegar a la actualidad,
momento en el que quizá las técnicas de “onegeizar” los ejércitos están más
adelantadas que nunca. Esperamos contribuir con este texto a afianzar y
potenciar la lucha contra los ejércitos y a reflexionar sobre las estrategias a
seguir de aquí en adelante.
(Breve) Historia del militarismo
Considerando que el papel principal de los
ejércitos es, como decimos siempre, defender los intereses económicos y
políticos de una determinada clase social en cada época, que siempre es la más
pudiente, los cuerpos armados debieron formarse cuando hubo necesidad por parte
de algunos que se atribuían la posesión de las cosas necesarias para la vida de
las otras personas, a defender esas posesiones. La compra de mercenarios tenía
dos funciones: evitar que les quitaran esas propiedades y hacerse con nuevas
tierras, materiales, etc. El militarismo primitivo debió comenzar en el mismo
momento en el que surgió el concepto de Propiedad, ya que era necesario
defenderla y buscar otras mejores.
Siguiendo con la idea de ejército como
salvaguarda de intereses privados, los grandes imperios eran los que
necesitaban ejércitos más numerosos y efectivos, para defender sus cada vez más
abundantes posesiones. Todo imperialismo tiene una característica común y es
que hay una figura dominante, aunque sólo sea hombre o mujer de paja. Así
mismo, todo imperialismo es reemplazado por otro que tiene mayores ansias de
poder y mejor preparación militar. A través de la historia de Egipto veremos
cómo el cambio de fronteras y de poseedores de las riquezas de un determinado
territorio siempre surge tras la invasión militar de otro imperio en auge.
Egipto, uno de los Estados que vive ahora
mismo sumido en revueltas populares por la mejora en las condiciones de vida de
la clase popular, ha visto como parte de su territorio ha sufrido los cambios
en el poder con el paso de diferentes ejércitos (se ha quitado imperialistas).
El Imperio Egipcio, que se mantuvo y modificó desde el años 3000 a.C. hasta el
500 a.C. en manos de los propios faraones y reyes egipcios (hasta donde
sabemos), fue derrotado primero por el Imperio Persa, para más tarde pasar a
manos de Alejandro Magno. El ejército de Alejandro se “despistó” tras su muerte
y esto fue aprovechado por el Imperio Romano para hacerse con el control de la
zona, en busca de sus materias primas y mano de obra. Toda la zona Mediterránea
sufría cambios bruscos en las relaciones entre poderes. El Imperio Persa vuelve
a hacerse con el poder en la zona egipcia introduciendo el Islam, cuestión que
produjo grandes enfrentamientos con los cruzados cristianos. Ya en 1500 d.C. se
instaló en el territorio el poderoso Imperio Otomano, hasta la llegada de los
franceses en 1800, con el Imperio napoleónico. Después de cambios y tratados
entre gerifaltes europeos y egipcios, en 1936 Egipto alcanza su independencia,
o al menos eso quieren aparentar. Evidentemente con estas líneas descriptivas
de lo que ha sucedido a lo largo de la historia en esa zona del planeta que hoy
se llama Egipto, queremos hacer referencia a que los cambios en las fronteras,
en los mandatarios y en quién maneja las economías se dan muchas veces tras
invasiones y presiones militares. ¿Quién paga con su vida las ansias imperialistas
y conquistadoras de los imperios? La clase de siempre, la gente de abajo, la
gente que menos tenemos.
Para conquistar vastos territorios, los
emperadores se han valido desde siempre de grandes ejércitos, que han
evolucionado técnica, física e incluso psicológicamente. El Imperio Romano es
un ejemplo de cómo se adaptaba un cuerpo armado para resistir al paso de los
años. Desde sus orígenes allá por el 800 a.C. hasta su decadencia, sobre el 500
d.C., el ejército romano pasó por muchos cambios estructurales. En los
comienzos de este ejército las tropas estaban formadas por personas que hacían
el servicio militar. Los “enemigos” eran básicamente gente de las zonas
cercanas. Con la expansión del Imperio, el ejército se fue haciendo más
sofisticado y se recurrió a la “contratación” de soldados profesionales, que
provenían de las clases bajas. Más adelante, con un Imperio de grandes
dimensiones, tenían necesidad de fijar fronteras intermedias y contaron con la
ayuda de otro tipo de fuerzas mercenarias, que no siempre respondían como
deseaban.
La creación de los estados modernos vinculó
los ejércitos a la estructura estatal. El ejército siempre ha cumplido un papel
predominante en la gestión de los asuntos de los estados, unas veces siendo
protagonista en primer plano y otras veces en la sombra. Sólo tenemos que mirar
la historia de España para observar el papel de los cuerpos armados en la
política del país. La evolución de la estrategia militar en cuanto al
reclutamiento y las alianzas entre países ha sido muy variada a lo largo de la
historia.
Historia del antimilitarismo
Tan pronto como se crearon los primeros
ejércitos hubo respuesta popular ante éstos. Frente a todos los imperios
anteriormente señalados hubo respuesta popular en contra, ya que no era
precisamente el diálogo y el convencimiento mediante el ejemplo, el arma que se
usaba para someter a las gentes de los territorios invadidos. Un ejemplo, la
historia de los personajes histórico-legendarios Viriato y Espartaco suponen
símbolos de la lucha contra la opresión imperial romana. En España podemos
recordar la resistencia a los imperios, con la resistencia al Imperio de
Napoleón. Además, la historiografía oficial no cuenta si la población en el
territorio de la España del momento se opuso a uno de los imperios más grandes
de la historia, el imperio de los Austrias, pero es imposible que nadie tratase
de enfrentarse a los abusos y métodos represivos del imperialismo.
En el siglo XX en España, con la llegada de
la revolución industrial y el auge del movimiento obrero moderno, el rechazo a
que los jóvenes prestaran servicios en un ejército que los empleaba como carne
de cañón para las conquistas estatales, era muy fuerte. Tanto es así, que en
1909 tiene lugar uno de los episodios de antimilitarismo más evidentes de la
historia contemporánea de España. La Semana Trágica se desarrolló en un
contexto de fuertes movilizaciones obreras, que ante la llamada del Estado a
los reservistas para formar parte del contingente que asegurara el protectorado
de Marruecos, derivaron en una huelga general muy seguida en Cataluña y que
desencadenó en violentos enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los
obreros. Como dato relevante y que muestras las diferencias entre clases,
comentamos que se podía eludir el servicio militar con el pago de una cantidad
importante de dinero. El resultado, cientos de muertos en la guerra y muchos
muertos en la insurrección, además de varios ejecutados, entre ellos Francisco
Ferrer i Guardia.
El rechazo a la disciplina y estructura
militar se demuestra también durante la Revolución en España en 1936. Los
obreros que formaron las primeras milicias que se oponían al levantamiento en
armas del ejército nacional, no quisieron convertirse en una unidad más del
ejército republicano. La clase trabajadora no estaba preparada para luchar como
profesionales del asesinato, sino que pelaban por algo que creían justo. La
militarización de las milicias fue uno de los factores de la derrota de los
obreros y del fin de la Revolución Social.
Durante la etapa franquista, la resistencia
estaba formada en gran medida de anarquistas y anarcosindicalistas, que con
estrategias de guerrilla, se oponían a la fuerza del ejército y los cuerpos de
seguridad del Estado franquista, consiguiendo no sólo mantener viva la llama
anti-franquista, sino poner en aprietos al propio General.
Más adelante el protagonismo principal de
la lucha contra los ejércitos la asumió el movimiento por la objeción de
conciencia, que tuvo un gran auge en España a finales del siglo pasado.
Hablaremos de este punto más adelante.
Las fuerzas y cuerpos de seguridad del
Estado en España
Podríamos comenzar la macabra historia del
militarismo en el Estado español por el siglo XV, etapa del “descubrimiento” de
América y del inicio de la creación del Imperio de los Austrias. Para lograr la
sangrienta gesta militar de dominar territorios en todo lo ancho del planeta
hacía falta contar con un ejército muy poderoso. De nuevo la historiografía
actual (la de la educación formal estatal) nos muestra expediciones en busca de
nuevos territorios como exploradores pacíficos que se habían de enfrentar a los
violentos salvajes. La realidad es que un ejército de mercenarios se encargó de
asesinar a diestro y siniestro a todas las personas que no se sometían a su
voluntad, imponiéndoles religión, cultura y costumbres. El ejército español
contaba con muchos efectivos en ese momento (tanto voluntarios como obligados),
que libraban guerras en todas las partes del mundo, llegando incluso a atacar a
otros imperios, como el inglés. En esa campaña sufrieron una gran derrota, ya
fuera por las condiciones meteorológicas o por la fuerza del ejército inglés.
Más adelante, la superioridad militar española llegó a su fin con la pérdida de
los territorios en Cuba y Filipinas.
Ya en el siglo XX, con el movimiento obrero
en auge, sobre todo el anarcosindicalismo de la CNT, el ejército, apoyado por
la nobleza y clero españoles, fue la clave para acabar con esa conciencia
obrera que se despertaba y crecía. Tras algún intento fallido de Golpe de
Estado, el ejército finalmente consiguió que la sublevación de julio del 36
triunfara y que alzase al poder a los reaccionarios nacionales. El control de
la vida civil por parte del ejército fue total y el hostigamiento a la
población fue constante.
Actualmente, tras la derogación de la
obligación de realizar el servicio militar en 2001 (a pesar de que la
constitución aún lo contempla en su artículo 30), el ejército es totalmente
profesional. Eso no quiere decir que la gente se aliste totalmente de manera
voluntaria al ejército. Igual que en ejército estadounidense, que recluta a
jóvenes con menos recursos, afro-americanos principalmente, para que vayan a
asesinar y ser asesinados en todas las guerras que EEUU libra fuera de sus
fronteras, el ejército español se nutre de jóvenes que, sin ser en un principio
belicistas, entran a formar parte de estos escuadrones de la muerte para
“ganarse” la vida. Las campañas propagandísticas financiadas por el Estado y
premiadas hasta la saciedad, consiguen que jóvenes sin esperanzas de futuro
sirvan en el ejército, sin que realmente sepan lo que están haciendo. En el
momento que les toca salir a matar ya es tarde, porque ya no tienen cerebro
propio, sino que se ha moldeado al estilo militar. En los últimos años, el
ejército trata de sacudirse la caspa machista que le es caracteriza, para
tratar de atraer a las mujeres a sus filas. Parece que de momento lo consiguen.
Las Fuerzas de Seguridad del Estado,
cuerpos policiales estatales, autonómicos y locales, así como la Guardia Civil,
son otro ejemplo más del grado de belicidad que existe dentro de las fronteras
del país. El aumento en el número de efectivos nos da una muestra del estado de
alarma en el que se encuentra la administración del Estado.
La insumisión y el papel del anarquismo
Al calor de la agitación propia de un
futuro cambio de régimen político, se vivió en España en los años finales de la
dictadura y en los inicios de la democracia una etapa de rechazo total al
militarismo. Este alcanzaría diferentes grados en las diferentes etapas, pero
se podía ver de una manera muy clara el carácter netamente antibelicista de la
sociedad en España, que ha tenido mucha importancia por su calado social. La
lucha antibelicista del pueblo americano por la guerra en Vietnam sería la
experiencia más cercana en cuanto a grado de implicación de la población.
La objeción de conciencia, por motivos
religiosos o ideológicos, al servicio militar, tuvo consecuencias graves para
los objetores, que sufrían penas de cárcel y eran juzgados por tribunales
militares. El siguiente paso se dio a finales de los 80 y principios de los 90,
con la opción de la insumisión: ni mili ni prestación social sustitutoria,
elemento legal que se inventaron para que los jóvenes tuvieran que estar al
servicio del Estado obligatoriamente. La insumisión se llegó a considerar como
movimiento dada su implantación en la sociedad. La represión contra la
insumisión fue muy fuerte, pero a pesar de ello se resistió muchos años al pie
del cañón, hasta la llegada del “ejército profesional” y la campaña de lavado
de cara del mismo. Sobre este tema, remitimos a las lectoras al libro escrito
por Luis Sánchez, “Si pasó algo”, sobre el movimiento por la insumisión en
Zamora.
Lo que más nos interesa sobre este punto es
el papel que entendemos jugó el anarquismo y sobre todo el anarquismo
organizado en esta etapa y para tener una visión cercana, reproducimos las
palabras de un compañero que participó en esta lucha:
El movimiento de insumisión proponía, entre
otras estrategias, que los jóvenes se negaran a acudir al Servicio Militar
Obligatorio. Esta idea caló rápidamente en un amplio sector de la juventud y,
como consecuencia, la represión ni se hizo esperar ni escatimó en dureza. Por
todo ello, la respuesta libertaria fue lo que se conoció como Insumisión Total.
La Insumisión Total consistía en no ir a la mili ni aceptar la Prestación Total
Sustitutoria porque su finalidad era la de imponer un castigo al “joven
desobediente” y porque con ella se suplían puestos de trabajo que deberían ser
remunerados. Además se rechazaba acudir al juicio, puesto que no se reconocía
el delito imputado ni la autoridad de unos jueces que decidirían
arbitrariamente sobre sus vidas. Esta decisión conllevaba ser declarado en
rebeldía y la consecuencia era una orden inmediata de busca y captura. Muchos
jóvenes insumisos pasaron a la clandestinidad y todo el Movimiento Libertario
se coordinó para apoyarlos procurando dar la cobertura necesaria e intentando
garantizar la seguridad de estos compañeros. Así, ningún insumiso total acudió
voluntariamente a la cárcel, si querían encerrar a estos jóvenes tendrían que
hacerlo por la fuerza. Cuando el insumiso era encontrado y detenido ingresaba
directamente en prisión y, desde allí, era trasladado (a su debido momento) al
juicio, esposado y escoltado por la Guardia Civil.
La Insumisión Total iba directamente a la
raíz del problema. Directamente, cuestionaba el aparato militar (no solo la
obligatoriedad del Servicio Militar) e indirectamente, cuestionaba la totalidad
del Estado, ya que es el propio Estado (junto al Capital) el creador de las
desigualdades sociales y económicas que después son defendidas por el Ejército.
La Insumisión Total buscaba la concienciación social para poder conseguir la
desaparición del Estado y de cualquier sistema autoritario, lo que desembocaría
per se en la desaparición del Ejército. Sin un fin transformador la mera
desobediencia civil como ataque al militarismo no resultaría efectiva. Esto
sólo serviría para cambiar una Ley y así, poner fin a la conflictividad
surgida.
Un insumiso total escribió desde la
clandestinidad: “No podemos denunciar el aparato militar y social que nos
imponen y al mismo tiempo dejarnos someter por su aparato judicial y ejecutivo,
demostrando sumisión y aceptando con resignación que la sociedad democrática es
injusta, pero que asumimos su justicia y represión”.
La OTAN y sus alianzas
Todo lo que sucede en este planeta guarda
relación entre sí. Prueba de ello es que ese espíritu antimilitarista en España
era una respuesta no sólo al servicio militar obligatorio, sino al intento del
Estado de implantar el espíritu bélico en la población; la entrada en la OTAN
(Organización del Tratado del Atlántico Norte) era una buena prueba de ello.
La OTAN nace a finales de la década de los
40, como respuesta a la supuesta amenaza de la Unión Soviética (la Rusia y los
países del Este de Europa actuales) y al poderío militar de ésta. Como muestra
de la locura que supone este tipo de alianzas entre Estados, destacar que la
Constitución de Estados Unidos no permitía su entrada en la OTAN, motivo por el
cual fue reformada. En España la entrada en la OTAN se produjo también después
de la traición al pueblo, que estaba reclamando claramente el rechazo a la
entrada en la Alianza Atlántica.
Desde que los políticos vieron la
posibilidad de entrar a formar parte de la coalición de países occidentales, se
esforzaron en hacer toda la propaganda posible para que la entrada en la OTAN
fuera aplaudida por la gente en España. En 1978 las encuestas daban un 15% a
las personas que estaban a favor del “si” a la OTAN, para más tarde, en 1981,
obtener un aumento de las opiniones a favor hasta alcanzar el 43%. A pesar de
la fuerza propagandística del Estado, éste no pudo darle la vuelta a las
encuestas en tres años, lo cual da muestras de que se conservaba ese espíritu
antimilitarista en la gente afectada. ¿Cómo se perpetró esta traición a las
gentes pacíficas de España? Como se vienen dando todas las traiciones desde la
llegada de la democracia. Primero la derecha prepara el golpe. La UCD de
Leopoldo Calvo Sotelo solicita en ingreso en la Alianza Atlántica. El PSOE, con
Felipe González a la cabeza, en ese momento se oponía y encabezaba las muestras
de rechazo. Una vez encaramado al poder, cambio radical del discurso y
promoción de un referéndum para la permanencia en la OTAN, al contrario de lo
que había propuesto en su programa electoral. Lamentablemente, a día de hoy,
seguimos cayendo en la misma trampa una y otra vez.
La Organización del Tratado del Atlántico
Norte es una maquinaria de guerra en continuo movimiento. Actualmente está
presente, asesinando, destruyendo y controlando, en infinidad de países. El
último es Libia, donde dicen estar haciendo una labor de defensa de la
revolución para la transición democrática, pero están presentes en Afganistán,
Irak, Sudán, Kosovo o el mar Mediterráneo. En ninguna de estas zonas se les
recordará por su labor humanitaria, sino por los asesinatos y destrucciones que
llevan a cabo.
Actualmente 28 países forman la OTAN, pero
sólo unos pocos tienen el mando. España no es precisamente uno de ellos y por
eso tiene que dejar sus bases militares para que sean utilizadas por tropas
aliadas en la gran cantidad de guerras abiertas por todo el mundo. La Alianza
Atlántica no es más que una excusa para tener el control y el dominio sobre la
mayor parte del planeta. El último ejemplo, ceder la base militar de Rota,
prácticamente americana, para crear un escudo antimisiles, que tendrá la función
de vigilar de cerca a los enemigos de la Alianza.
La guerra en Irak y su continuidad en
Afganistán
La cuestión de la guerra iniciada por el
“trío de las Azores” (Inglaterra, España y Estados Unidos) en Irak en 2003,
tiene algunas particularidades que cabría destacar en este artículo
recordatorio. Irak es un territorio en conflicto constante, dada su situación
estratégica político-militar y también por su producción petrolífera. George
Bush Junior decidió atacar el país por la presencia de armas de destrucción
masiva, con el apoyo de Aznar y Tony Blair. Después se demostró que no existían
tales armas, con el consiguiente malestar popular. Más allá del por qué de esa
guerra y de todos los desastres de la guerra, tenemos que acordarnos, porque
parece que todo se nos olvida al día siguiente, de la situación política antes
y durante la masacre de Irak. El Partido Popular gobernaba en España al
comienzo de la Guerra. Las elecciones a la presidencia del Estado estaban cerca
y el partido Popular tenía crédito, aún con una mala imagen de su líder, para
poder mantenerse en el mandato. La guerra y los posteriores atentados
desgastaron al PP, a pesar de que había cambiado de líder (ahora mandaba
Mariano Rajoy). Finalmente hubo cambio de Gobierno, con la promesa de retirar
las tropas de Irak incluida. ¿Cómo fue el periodo entre el comienzo de la
guerra y la entrada del PSOE al gobierno?
Los “sociolistos” llevaron una estrategia
de desgaste sobre la figura de Aznar y por ende sobre el Partido Popular, que
consistió en una campaña muy similar a la que hubiera dirigido Felipe González
contra la entrada en la OTAN. Zapatero y la cúpula del PSOE hicieron gala de un
“antimilitarismo” interesado, participando y promoviendo las manifestaciones
del “No a la Guerra” junto a famosillos y famosillas, y anunciando la salida de
los soldados si ganaba las elecciones. Lamentablemente la historia se repitió y
Zapatero volvió a enviar la guerra al ejército, esta vez a territorio Afgano,
bajo el paraguas de las Naciones Unidas, cómplices en último término de todas
las masacres cometidas en el mundo desde su creación (recordemos la presencia y
asesinatos de los cascos azules en Haití y Honduras). Se ve que en este Estado
no aprendemos la lección.
Lo más lamentable de todos modos es no
saber si el aparente triunfo de las movilizaciones contra la guerra de Irak fue
fruto de un brote del antimilitarismo de la gente o simplemente fue una
victoria de las técnicas de control de la población que usan los políticos,
sacando y haciendo retroceder a la gente cuando les viene en gana.
Múltiples conflictos bélicos. ¿Es la guerra
mundial moderna?
Como comentábamos en la introducción de
este texto, a día de hoy tienen lugar infinidad de conflictos armados a lo
largo y ancho del planeta. En ellos participan coaliciones estatales de lo más
diverso: la OTAN, la ONU, la Liga Árabe, etc. Lo que podría diferenciar estas
guerras de los conflictos mundiales, es que un solo país es el que recibe el
ataque indiscriminado de otros estados. Así se consigue un efecto de cara a la
población externa, que es muy positivo a la hora de asimilar los conflictos
bélicos: esta manera de actuar se justifica como un castigo o una protección al
país atacado o a parte de sus habitantes.
Puede que nunca volvamos a oír hablar sobre
guerras mundiales, pero la realidad nos muestra una geografía bélica muy
similar. Puede que ya no existan dos bloques definidos debido a la victoria
aplastante del capitalismo, pero incluso en los bloques hay muchas tensiones
internas, ya que son muchos intereses los que están en juego. La prueba son los
vaivenes en la política de los países del Norte de África y del Golfo Pérsico,
que poseen en sus territorios materias primas vitales para el desarrollo
capitalista en occidente, incluso en su propio territorio, que tienen un
comportamiento errático en cuanto a sus políticas de relaciones con los países
mal llamados “avanzados”.
La guerra mundial nunca terminó. El planeta
entero está en guerra. Si no lo queremos ver es que estamos ciegos.
Actualidad del militarismo: ejército en
misiones de paz y en catástrofes naturales
La profesionalización del ejército ha
supuesto un golpe de efecto en la manera en que la gente percibe a las fuerzas
armadas. Parece que una persona con un arma, un tanque o un avión de combate
,desarrolla antes que nada labores humanitarias, tipo ONG, que son héroes
voluntarios, que salvan personas, animales y plantas de una muerte segura.
Desde la eliminación del servicio militar
obligatorio y de la prestación social sustitutoria todo ha ido rodado para el
ejército. Varios factores han influido en esta transformación.
Económicos: es evidente que España ha
avanzado en su transformación hacia un país dominado por el sector servicios.
Las reconversiones industriales, la marcha de las grandes empresas a otros
países, el desmantelamiento de sectores clave como el naval, la privatización
de otros sectores importantes como el transporte...han dejado tras de sí un
país especializado en la venta de productos y servicios, traídos de otras
partes, muy lejanas del mundo, para satisfacer las necesidades, ficticias y
reales, de la población. Esta situación, unida a la hiper-maquinización de la
producción que queda, nos deja en una situación de paro estable muy por encima
de lo que puede ser soportable para el país, en términos económicos, políticos
y humanos. Ante esta situación, personas jóvenes, sin conciencia
antimilitarista ni de ningún tipo, se aferran a ese trabajo “estable” para
poder seguir consumiendo, que no viviendo. No hay ningún grupo de gente que no
conozca al menos a una persona que está o que desea estar en el ejército, o en
en cualquier otro elemento del aparato represivo, como son la policía o la
guardia civil.
Propagandísticos: esta situación de
desesperación de la juventud se ha reconducido por parte del Gobierno y las
fuerzas armadas, hacia un cambio en la mentalidad de la gente, para hacer
borrón y cuenta nueva del papel del ejército y poder darle un nuevo contenido.
La propaganda del ejército no se dirige sólo a las personas que pueden formar
parte del mismo, sino que es a toda la población a la que se trata de convencer
de que los militares están para ayudar. En sus campañas publicitarias venden
esta “actividad” como una aventura, como un empleo con posibilidades de
ascenso, como una actividad deportiva...todo con tal de tapar su verdadera y
única misión: convertirse asesinos en serie de la humanidad. El sistema
educativo también colabora con el ejército en su introducción en la sociedad,
convalidando los “estudios” que se realizan en las academias militares con los
estudios en la vida civil. Como ejemplo, las personas que quieran acceder a la
carrera de medicina sin pagarla, pueden entrar a servir en el ejército unos
añitos y salir con la carrera hecha, pudiendo volver a la vida civil tras unos
años de servicio en el campo de batalla. La última de las estrategias para
introducir al ejército hasta en la sopa es meter a los militares en la vida
civil, a raíz de su participación en los dispositivos de emergencias. Emulando
el modelo francés, en el ejército español se ha creado la UME, Unidad Militar
de Emergencias, que en un futuro sustituirá al personal civil de actuación en
catástrofes. Esta nueva Unidad, que ha suscitado la polémica incluso entre los
mandos militares y civiles, por ver quién manda en cada situación de
emergencia, está escalando en su popularidad, debido a su presencia en los
medios de comunicación. Los cuerpos civiles de emergencias, incluidos los
voluntarios de Protección Civil, tienen los días contados, al menos tal y como
los conocemos hoy.
Ideológicos: la eliminación de las
ideologías contrarias al militarismo, a veces mediante estrategias como la
profesionalización del ejército, otras con métodos más expeditivos como la
represión y tortura sistemática a todo lo que se muestre en contra de resolver
los problemas a tiros, es un factor clave en el triunfo de las políticas
belicistas actuales. Al parecer casi todo el mundo acepta este tipo de acciones
de los Estados, bien porque no le toquen directamente, bien porque piensen que
son necesarias. La realidad es que la carencia de una conciencia diferente,
permite que este territorio esté tomado por el militarismo. La dictadura
franquista primero y la dictadura de democrática después, han hecho un gran
trabajo de “desideologización” de las masas.
No podemos acabar el repaso a la actualidad
del militarismo sin mencionar el papel que cumplen las mujeres en el ejército
de hoy. Los militares se encargan cada día de que veamos cómo adaptan a la vida
moderna, aceptando soldados femeninos en sus filas, a pesar del machismo propio
de la estructura castrense; recordamos, aunque no hace falta, el nombramiento
de una Ministra de Defensa, que incluso se permitió el lujo de estar embarazada
durante su mandato. Los medios de comunicación se encargan de que veamos cómo
trabajan por su patria estas super-mujeres y animan a las demás a ser como
ellas.
El papel actual del ejército no podría ser
más idílico: actuaciones en emergencias mediante la UME, misiones de paz por
todo el globo, transporte de alimentos y medicamentos allí donde se necesita,
protección para las poblaciones atacadas...Una parte importante de la humanidad
está cayendo en la trampa y está asimilando ese mensaje, dando legitimidad a su
propaganda.
Actualidad del antimilitarismo
Tras la eliminación de la “mili”
obligatoria y de la prestación social correspondiente, se inauguró una nueva
etapa en la lucha contra los ejércitos. En esta etapa, aunque parece que la
cosa va creciendo, la contestación a la maquinaria militar es casi nula. La
espantada general de la gente que luchaba por que sus hijos, hermanos o amigos
no formasen parte de los pelotones de asesinos que se creaban en los cuarteles,
ha conseguido que el movimiento antimilitarista tenga una presencia muy
discreta en el territorio español.
El grupo más destacado, además de las
organizaciones e individualidades anarquistas, es AA-MOC (Alternativa
Antimilitarista-Movimiento de Objeción de Conciencia). Después de la
implantación del ejército profesional, el MOC decidió repensar sus movimientos
y en 2002-2003 decidió que su lucha no era solo por la objeción de conciencia,
sino por la eliminación de los ejércitos y de todos los cuerpos de coacción del
Estado. Se basan en conceptos como autonomía y autogestión, no violencia y
desobediencia civil, etc, para desarrollar su acción.
En cuanto a las anarquistas, también
tenemos que hacer frente a una etapa muy dura, la de los comienzos, porque la
actual situación nos devuelve a épocas anteriores, en las que la conciencia
social no está para nada desarrollada, ya que ha sido aplastada por muchos años
de opresión militar, y ahora por propaganda bélica, que parece estar siendo muy
eficiente. Con tantos frentes abiertos, las organizaciones anarquistas estamos
dejando de lado la acción contra el aparato militar en España, pero no dejamos
de observar su evolución, aunque sea con el rabillo del ojo. Hace unos meses
vimos con preocupación como durante el mes de diciembre de 2010 se declaraba el
Estado de Alarma y estamos asistiendo a una nueva participación del ejército
español en otra guerra sangrienta, pero ni lo olvidamos ni dejamos de
rechazarlo. De todos modos no se trata de reafirmarnos en nuestro rechazo a la
violencia militar, ya que, en la medida de nuestras posibilidades, siempre
trabajaremos para crear conciencia contra los ejércitos.
La acciones que se están llevando a cabo
son muy variadas, pero destacan las que se están realizando todos los años en
los stand que colocan los empresarios en las Universidades y otros centros de
promoción, en los cuales tiene espacio el aparato militar, siempre mostrándonos
a los más bellos ejemplares de cada uno de los cuerpos de las fuerzas armadas,
como si de modelos se tratase. Estas acciones tratan no sólo de estropearles la
fiesta del reclutamiento, sino de mostrar la verdadera cara del monstruo armado
a las personas que se acercan. Otras acciones más intrépidas, como los asaltos
pacíficos a cuarteles militares, se siguen llevando a cabo, pero no tienen
mucho eco social. No obstante, se sigue intentando.
A pesar de este panorama tan desolador, no
podemos desesperar, por varios motivos. El primero es que la lucha contra los
ejércitos forma parte de una lucha aún más grande contra la opresión del ser
humano por el ser humano, contra toda autoridad, por la libertad. Esta lucha la
empezaron, como siempre, unas pocas personas a las que se les sumaron muchas
más después. El segundo motivo es que debemos intentar vivir acorde a lo que
pensamos y luchar contra la crueldad de los ejércitos es algo que tenemos que
hacer. Además, no todo es tan negativo en este panorama, ya que podemos decir
que las fuerzas armadas no han cubierto su cupo de mercenarios y que gran parte
de la gente que entra sale asustada por lo que ven; queda algo de humanidad en
la personas.
La guerra y la industria nuclear
La utilización de energía nuclear se
entendió en su momento como un avance científico sin precedentes, ya que la
energía que se producía en la fisión de los combustibles, nos decían y nos
siguen diciendo, era infinitamente superior a las capacidades de producción de
energía del momento. No obstante, esta no era, ni es, la finalidad principal de
la energía nuclear. Las investigaciones de Becquerel, Curie, Wolfgang,
Pauli...no estaban destinadas a facilitar la vida a la humanidad, sino a complicársela.
El inicio de la carrera bélico-nuclear,
según lo poco que conocemos, tuvo lugar en la Alemania Nazi, donde el
departamento de investigación armamentística del régimen nacionalsocialista
intentó desarrollar la primera bomba de energía nuclear. El proyecto fracasó,
en principio por la intervención en la coalición aliada de EEUU, que
curiosamente fue el primer Estado en usar la energía nuclear como armamento,
mediante las fatídicas bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki (Japón).
Más adelante, el uso que se le dio al
combustible nuclear, ya que la potencia de las bombas asustó incluso a sus
lanzadores, fue el de servir de propulsión a los buques, submarinos nucleares,
incluso aviones. Recordemos que algunos de estos atracan en nuestras costas,
debido a la amplia presencia de bases americanas e inglesas en el Estado. Sus
fines seguían siendo militares.
En los años 50-60 empezó a utilizarse este
tipo de energía para fines civiles, en la producción de energía eléctrica. No
vamos en este artículo a comentar los por qué de la peligrosidad, ineficiencia
y peligros de contaminación de este combustible. Simplemente vamos a explicar
por qué pensamos que éstas centrales no son más que excusas para fabricar
combustible nuclear con fines militares. Actualmente varios países poseen
armamento nuclear: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China, dentro
de los países firmante del Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares
(curiosa coincidencia con el Consejo de Seguridad de la ONU) y Pakistán,
Israel, Corea del Norte y la India fuera del mismo. Ninguno de estos países no
van a renunciar a su armamento nuclear. La excusa que existía en los tiempos de
la Europa de los bloques comunista-capitalista era que había tensiones bélicas
entre los países de uno y otro lado, pero en la actualidad ya no hay excusas,
más que el ansia de poder y de ganar potencial armamentístico. España, país que
intentó el desarrollo de armamento nuclear en un pacto con EEUU durante el
franquismo, tiene ubicadas en su territorio ocho centrales nucleares, sólo dos
de ellas en proceso de desmantelamiento. La eficiencia de este tipo de energía
es muy baja y su coste es elevadísimo, por lo que las centrales nucleares son
subvencionadas con dinero de todos; ¿por qué ese empeño en mantenerla? ¿Por su
bajo nivel de contaminación atmosférica? Para nada, simplemente es una excusa
para mantener viva la capacidad destructiva del combustible nuclear y poder
camuflarlo dándole usos civiles. La paranoia de los jefes de Estado de turno y
credulidad de la gente de a pie, ante la búsqueda de armas de destrucción
masiva por parte de Estados que poseen armamento nuclear, es una buena muestra
de que es la conservación del poder y la hegemonía lo que se busca con el uso
de la energía nuclear y de que nos creemos las mentiras que nos sueltan con
gran facilidad.
Conclusiones
La lucha contra el militarismo, contra las
fuerzas armadas y demás cuestiones bélicas, ha de englobarse en una lucha mucho
más amplia, que es la lucha por la libertad de la humanidad. Evidentemente la
pelea por la erradicación de los ejércitos nos llevará a enfrentarnos a uno de
los pilares sobre los que se sustenta el poder, que es la amenaza del uso de la
fuerza por parte de políticos, gobernantes y grandes capitalistas, por lo que
esa lucha tiene dos salidas naturales: dejarlo o ampliar el campo de batalla
hacia la eliminación de la dominación del ser humano por el ser humano. Es por
esto que quizá la propaganda y acciones contra el militarismo deban ser más
puntuales cuando se realizan en solitario y necesiten estar más arropadas por
la lucha global. La actualidad nos marca además, que la lucha contra los
ejércitos ha de ampliarse no solamente al resto de fuerzas de seguridad del
Estado, sino a los medios privados de defensa de la propiedad privada, por su
amplia expansión.
Una de las vías de acción en este tema
sería la propaganda contra los ejércitos, o más bien por la reflexión sobre su
papel en la actualidad. Las fuerzas armadas tienen una gran capacidad de
difusión y ésta se centra, desde hace mucho tiempo, en la educación y en las
etapas infantiles de la vida (que lamentablemente duran hoy hasta bien entrados
los treinta, o incluso más). Los ejércitos están presentes en ferias
educativas, en colegios, en institutos...por tanto la presencia de propaganda
antibelicista debe estar presente en todos los centros educativos (que no son
más que centros de reclusión finalmente). En esta tarea tiene una importante
misión las federaciones anarquistas, sobre todo las de jóvenes, que podrán
influir directamente en las personas más cercanas. Importante también es la
presencia de actos antimilitaristas en las ferias laborales que se celebran en
todo el territorio, en las cuales tienen presencia casi siempre las fuerzas y
cuerpos de seguridad del Estado.
Ante la capacidad propagandística del
ejército y del resto de fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, debemos
oponerle la propaganda por el hecho y la influencia en las personas del
entorno. La cercanía a vecinas, hermanos, progenitores...debe ser una clave a
la hora de hacer entender el papel real de las fuerzas armadas, ya que no vamos
a poder competir en capacidad de llegar a más lugares, sino que lo tendremos
que hacer en torno a la capacidad de reflexión que otorguemos a la gente,
planteando los por qué de nuestro rechazo a los ejércitos. En el trabajo, en clase,
en cualquier parte, debemos dar nuestro punto de vista sin que nos tiemble la
voz, pero con paciencia, ya que las cosas hoy día están muy complicadas y el
belicismo está muy enraizado en la sociedad.
A pesar de los momentos que atravesamos, en
los que parece que nadie apoya esta lucha ni ninguna otra, no podemos
desesperar. Pocas fueron las personas que se atrevieron en otros momentos a
empezar a organizarse para luchar contra todo tipo de injusticias y si bien
poca gente somos en la actualidad, no podemos desesperar, porque si entendemos
que lo que hacemos es lo correcto y somos capaces de transmitirlo a las demás,
la gente se unirá a la voces que clamamos por la erradicación de los ejércitos,
junto a todo signo de dominación entre personas.
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