Por Frank Mintz
Los jefes de Estado de muchos países (del Primer Mundo y del Tercero) y sus medias oficiales nos quieren lavar el cerebro con el burdo intento de razonamiento de que la muerte de diez mil personas en las Torres Gemelas de Nueva York está vengada con la muerte de Bien Laden. Digo de paso a propósito del 11 de septiembre de 2001 que atacarse a gente desarmada como supuestos responsables de la política militar de sus dirigentes es pura demencia, como la de los desalmadxs que se alegraron de esas muertes.
Los jefes de Estado de muchos países (del Primer Mundo y del Tercero) y sus medias oficiales nos quieren lavar el cerebro con el burdo intento de razonamiento de que la muerte de diez mil personas en las Torres Gemelas de Nueva York está vengada con la muerte de Bien Laden. Digo de paso a propósito del 11 de septiembre de 2001 que atacarse a gente desarmada como supuestos responsables de la política militar de sus dirigentes es pura demencia, como la de los desalmadxs que se alegraron de esas muertes.
Obama y sus admiradores están reapuntalando la justicia caciquil, nazi y bolchevique de matar por el color de las ideas, del origen social y étnico, por mucho que lo nieguen. La prueba es que prescinden de abogados, fiscales y jueces para ocultar sus objetivos de manipulación de las masas.
Me parece que los medios actuales sofisticados del contraespionaje (luces cegadoras y balas y bombas paralizantes) permitían detener a Bin Laden, como se hizo con Eichman en Argentina. En los juicios de Núremberg con los dignitarios nazis, en Jerusalén con Eichman hubo abogados, sencillamente porque los imputados no tenían coartada decente.
Bin Laden, al contrario, fue formateado por la CIA en Afganistán para entrenar a guerrilleros y luchar con ellos contra los invasores soviéticos. Éstos pretendían aportar la reforma agraria y la emancipación femenina: la misma farsa revolucionaria de Napoleón para justificar sus guerras de conquistas en la península italiana, los países de lengua alemana y Rusia.
Bin Laden en el banquillo y con abogados era un enemigo imposible de silenciar, por eso fue asesinado.
De aceptar nosotros, los ciudadanos de a pie, este razonamiento, hay consecuencias sociales interesantes en el día a día.
Los banqueros responsables de la crisis de 2008, con el balance de millones de desocupados, millares de empresas quebradas, una multitud de familias estresadas de por vida, ¿acaso no merecen desde ya un tiro en el vientre y otro en el ojo?
Los directivos de los grandes laboratorios farmacéuticos que fabrican fármacos que vencen el sida, y no los quieren vender a precios baratos para los millones de africanos afectados, ¿acaso no merecen la misma muerte que Bin Laden?
Y para los responsables políticos de Francia, por ejemplo los dos últimos presidentes de la República (el difunto Mitterand y Chirac) y el actual Sarkozy y sus principales asesores, simplemente por su política africana de apoyos a multinacionales chupa sangre y a dictaduras, ¿acaso no buscan desde hace lustros que los liquiden por crimen de lesa humanidad?
Los 25 nenes que se mueren al día de hambre y por carencia de medicamentos básicos (en realidad un centenar), como lo reconocen los propios partidarios del Modelo Kirchner, este total de 9.125 niños al año -desde el 2004-, ¿acaso no es igualmente un crimen de lesa humanidad que se debe expiar con tiros en la cabeza de la presidente de la República argentina y sus secuaces más próximos?
Es interminable la lista que habría que continuar. Y de hecho, este concepto de justicia caciquil, nazi y bolchevique es absurdo e inaplicable.
¿Por qué?
Si hubiera que aplicar la ley del origen clasista al pie de la letra, habría pocos marxistas leninistas empezando por Marx, Engels, Lenin y Trotsky (Stalin sí era de familia proletaria) como muchísimos cuadros obreros del Partido (en parte liquidados por desviacionismo burgués). Y tampoco contaríamos con muchos anarquistas, fuera de Proudhon y Makhno y una multitud de campesinos y obreros.
De haber vencido Bin Laden, es indudable que su sociedad islámica (ignorante del islam tolerante ibérico durante siglos) habría aplicado la justicia a lo Obama, a lo Lenin y a lo Hitler.
Pero la vida no es ni blanca ni negra, ni muy bien ni muy mala. Existen individuos en parte ingenuos, bipolares y medio desequilibrados, otros con el cerebro lavado (como en las sectas ateas o religiosas), bastantes cobardes y sedientos de poder cualquiera sea la ideología, etc. Y todos ellos no se pueden equiparar con personalidades que usan su inteligencia única y certeramente para la maldad y el sadismo.
Por eso considero que los médicos, psicólogos, abogados, jueces cumplen una función social imprescindible cuando son humanos y honrados. Dan una oportunidad de recuperación y aplican lisa y llanamente la constatación popular de que el error es humano.
Y la sociedad que tratamos de edificar es para todos y no para liquidar a los supuestos disolventes y gente con hábitos “disueltos” (como lo hicieron los súper ecologistas que fueron los nazis).
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