En pocos días serán esos comicios, sobre los cuales desde El Libertario www.nodo50.org/ellibertario hemos expresado una clara posición de rechazo. Las razones para ello se exponen detalladamente en nuestro # 60, de donde tomamos estos dos textos sobre el tema.
> Tiempo de elegir
En la rutina anual de una democracia ya muy vacía los venezolanos van a elegir una vez más. La cosa, como es habitual, se presenta como de vida o muerte, algo de lo poco en que coinciden oficialistas y oposición aunque por distintas razones. Bueno, esto es un decir, porque los oficialistas siempre coinciden en lo que les mandan coincidir y se oponen a lo que les mandan oponerse, mientras que la oposición es una abstracción obtenida de una mezcla de veteranos conocedores de todas las marramuncias políticas (no mucho más que eso) y un puñado de jóvenes con un yo-centrismo que no cabe ni en el ego de un argentino, aunque de política parecen desconocer hasta las lecciones de Pocaterra acerca de los venezolanos de la decadencia. Pero olvidemos tales melodramas personales, porque de eso estamos hasta la coronilla. Vamos a tratar de aportar algo desde otra perspectiva a la reflexión sobre qué se va a elegir y qué nos ofrecen.
El ser humano vive distendido en el tiempo, vive en el presente con un pasado en el morral que lo trajo hasta aquí y con vista a un futuro que va conformando con sus acciones. Esta temporalidad extendida es lo que nos hace seres humanos, es la que nos da identidad, conformada por lo que fuimos, lo que somos y lo que queremos ser, en lo personal y en lo grupal. En el presente viven los dioses, porque para muchos así se entiende la eternidad, como un siempre presente y también los animales que no saben de su muerte futura. En el futuro pueden vivir los pocos a los que se los mantiene en el presente. Pero lo propio de lo humano es existir en esta temporalidad compleja siendo conscientes que, como decía el filósofo, el pasado está preñado de futuro y lo que sembremos hoy será lo que cosechemos mañana. Como ejemplo, si se siembra un militar fracasado, sin palabra de honor, mentiroso, económicamente irresponsable por haber sido mantenido por años y poco instruido en otras artes, no se espere cosechar un estadista que traiga felicidad, prosperidad y bienestar porque esto es lo mismo que sembrar yuca esperando cosechar pollos.
Pues bien, las próximas elecciones tienen que ver con el tiempo, tienen que ver con que ambos bandos pretenden cortarnos el tiempo, cercenarlo y, en consecuencia, amputar nuestra libertad, nuestra autodeterminación, nuestra vida. Porque para las próximas elecciones lo que tenemos por delante es votar por un futuro sin presente, o votar por un presente sin futuro.
Aclarando el asunto
Esteban “Dido” (como lo llaman Laureano-Caballero) ha logrado que buena parte de la población viva en su personal delirio futurocentrista, exaltando un vicio que nos achacan a los latinoamericanos: que a los líderes no les pedimos hechos, les pedimos promesas. Todo gira alrededor de lo que se va a hacer y, como esos carteles que dicen Hoy no se fía, mañana sí, hoy nada se hace, dentro de 5 años si. Esteban ha logrado que esta revolución sea como Moisés, quien caminó 40 años en el desierto pero nunca llegó a la tierra prometida. Si algo caracteriza al gobernante del proceso es que nunca ha dejado de ser candidato y, como todo candidato, sólo conjuga los verbos en tiempo futuro. Para la revolución el presente no existe y el pasado es una fantasía futurista en permanente reconstrucción, donde un día Cristo resultará marxista-leninista, Bolívar un proletario explotado por un empresario gringo y Boves uno de los Amos del Valle. Cuando se escuchan las peroratas del susodicho parece alguien entreteniendo a niños con esos anillos por donde se soplan pompas de agua jabonosa que flotan un instante y desaparecen. No hace falta enumerar las pompas de jabón con que ha embelesado durante 10 años a buena parte de un país millonario para mantener pobres a sus habitantes. Digo habitantes porque hace tiempo que dejamos de ser ciudadanos.
La oferta oficialista es un futuro sin presente en qué apoyarse ni pasado que sirva de plataforma porque cambia tanto como el futuro de fantasía. En los asuntos que preocupan a la gente este gobierno es como en una puerta giratoria, que da vueltas mirando a todos lados pero siempre está en el mismo lugar mientras todo en derredor se derrumba. En lo único que se avanza es en la riqueza de los privilegiados boliburgueses. Cuando algo hace falta, como nuevos ricos, lo arreglan comprando, aunque después se pudra. En esto se ha llegado al colmo de comprar el anacrónico paquete político fidelista. Y los Castro, 50 años chuleando internacionalmente, alquilando soldados, médicos, deportistas al mejor postor, perderán el pelo, la agilidad, la salud, pero no las mañas y encontraron al p… que todos los días sale a la calle y vendieron caro. En lo económico, el proceso es simple: Patria, Monopolio (en manos del holding HRCF C.A.) o Muerte. La manera en que Esteban dispone de los bienes y ganancias petroleras de una empresa que no le pertenece, resultado de precios generados por el mercado que nada tienen que ver con costos de producción o la retribución socialista a los trabajadores, es la envidia de los salvajes capitalistas rusos, yankis y chinos con los que hace negocios. Pocos de ellos se atreverían a despedir a la mitad de los empleados de su empresa y, de hacerlo, nadie esperaría ser aplaudido por ello, como pasó con el mentado.
¿Del otro lado es diferente?
En la oposición electorera lo que tenemos es presente pero sin futuro y con un pasado que mejor barrerlo bajo la alfombra. Los discursos hablan de lo que no hay, lo que no se ha hecho, lo que se prometió en falso. Con eso hay para horas, días, meses denunciando todo lo que fue prometido y no se ha cumplido. Pero del futuro no dicen nada, pues se desconoce qué dirección pretenden tomar más allá de la cantinela de la democracia que ni siquiera sabemos cuál es (pero viendo cómo algunos se comportan se parece mucho a lo que tenemos ahora). No hay programa, no hay propuestas sobre la justicia, no hay leyes en carpeta que sigan una orientación definida, no hay planes de cambio en la economía, nada de la concepción social, no se discute la educación ni se define un proyecto de salud. Ni siquiera pareciera haber un afán de poder a largo plazo. El problema de hoy, que lo es, es levantar la basura, la falta de agua, los cortes de electricidad y de eso hablan todo el tiempo, pero nada más allá. Y es por ese más allá que no se levanta, o se levanta, la basura, se impulsa o no la educación, se hacen o no se hacen hospitales. Pero ese más allá no lo sabemos, ni en partes ni en conjunto. Si llegaran al poder saldrán de carrera a comprar un paquete político, como hizo Esteban con los Castro, para que les diga que deben hacer, ¡pero ni siquiera sabemos dónde irán a buscarlo!
Es bueno tener presente que no podemos ir a ninguna parte con quienes amputan nuestro tiempo porque así se elimina nuestra autodeterminación. Definitivamente el quehacer político necesita una renovación, necesitamos fijar el calendario de una marcha colectiva que recoja nuestro pasado para hacer un presente que nos proyecte a un futuro mejor. Pero que sea nuestro tiempo. El oficialismo nos regala un futuro de pompa de jabón y se queda con nuestro presente; la oposición promete resolver el presente pero se reserva el futuro. Ambos pretenden someternos recortando un trozo de nuestra temporalidad, lo cual no debemos permitir si aspiramos resolver nuestros problemas. Recuperar la temporalidad es el verdadero acontecimiento político que tenemos que hacer todos para salvar nuestro poder de decisión. Poco podemos hacer si nos resignamos a correr tras burbujas sin saber dónde estamos parados o cuando no tenemos idea de qué estamos sembrando hoy para cosechar mañana.
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> El juego parlamentario
El parlamento es una invención de la revolución democrático burguesa. Se trata de un dispositivo para equilibrar el poder nacido en las revoluciones capitalistas, la holandesa, las dos inglesas y la francesa. La intención de separar sus funciones fue una creación de todo el movimiento ideológico de la Ilustración para atenuar los efectos de la dominación. Hamilton, Rousseau, Locke y Montesquieu fueron quienes analizaron este aspecto. La Revolución Gloriosa inglesa pudo afinar la institucionalidad característica de la era moderna. Estableció un modelo donde las competencias se centraban en el ente legislador y contralor en medio de una monarquía constitucional. Era el esquema óptimo para la eficacia de la estructura de opresión.
El movimiento socialista europeo del siglo XIX se dividió en cuanto a la apreciación de la estructura de poder estatal. El marxismo asumió la necesidad de tomarla para ejercer la dictadura del proletariado bajo la premisa de una posterior evolución hacia el socialismo lo cual ha sufrido un mentís en la experiencia concreta. Los ácratas pensaron otra cosa: había que destruirla para alcanzar la libertad con igualdad. La socialdemocracia nace al calor de la Segunda Internacional y se orienta hacia la participación en la institucionalidad burguesa para buscar reformas destinadas a mejorar el modelo. Uno de los rasgos de esta iniciativa era capturar el gobierno y a falta de ello, obtener cuotas de poder para ser parte del establecimiento. Ejemplo de ello fueron los partidos socialdemócratas del viejo continente y los partidos comunistas italiano y francés, que tuvieron amplia participación en el reparto de las influencias en sus respectivos países llegando a conquistar lugares importantes dentro de la gobernabilidad pero siempre sin poner en discusión la legitimidad del esquema de opresión estatal.
En América Latina se dieron numerosos casos de formaciones marxistas incluso muy radicales que terminaron en el juego de negociaciones para integrarse al modelo estatista de dominio. En general, podemos aseverar que en estos países, luego del fracaso del vanguardismo guerrillero, la izquierda se propuso ocupar niveles dentro de la democracia populista y obtener cuotas de beneficios; incluso ha logrado manejar algunos gobiernos sin diferencias esenciales con las administraciones de la derecha, porque la estructura no permite otra conducta.
El caso venezolano
Aquí no ha sido diferente al resto de la región. Desde la caída de la dictadura perezjimenista se puede apreciar la frustración del sector izquierdista. El éxito de la revolución cubana determinó que se orientasen hacia una insurrección guerrillera con una obvia derrota anunciada y a aventuras castrenses como el porteñazo y el carupanazo. Posterior a la derrota militar vino la política y moral. Los anteriores radicales ahora eran defensores de la democracia representativa. Siempre los renegados deben probar su fe ante sus mentores. El MAS devino en la representación del eurocomunismo, el MIR desapareció, la Causa R simbolizó el pragmatismo, el PCV siguió siendo un apéndice de la embajada soviética y formaciones menores de izquierda daban tumbos entre la lucha armada y su incorporación a la legalidad.
La actitud casi unánime de la izquierda marxista fue buscar espacios de poder y en el Congreso efectuar los negocios propios de ese cuerpo: clientelismo, reparto de resortes de control y otras funciones inherentes a esta viciada institucionalidad, evidenciando la conciencia de su inserción en el populismo imperante. Así, cuando se produce la asonada del 4-F los dirigentes del MAS y la Causa R fueron los primeros en condenarla en nombre de la democracia. Con el advenimiento del período chavista, esos sectores supuestamente contestatarios se alinearon con el gobierno y con la oposición. En ambos casos fueron a la cola de los principales actores. Chávez hace lo que desea en su gobierno y el antichavismo tradicional es más de lo mismo. Los comodines de izquierda están para reforzar.
La naturaleza del parlamento
Las instituciones del poder están destinadas a conservar el statu quo. Todos los escenarios del panóptico buscan su preservación y lo concretizan como acertadamente lo señalaba Foucault al describir sus rasgos en el régimen disciplinario del capitalismo. Las fuerzas armadas, las cárceles, las fábricas, los sindicatos, las policías, el gobierno, la administración pública, el parlamento y los tribunales, son ejemplos del nivel básico de la dominación. El ente legislativo cumple unas funciones del Estado y desde allí no puede hacerse otra cosa que reiterar y confirmar su cometido. La actividad a desplegar entra dentro del juego de negociaciones en ese espacio y nada más. Pensar en otra finalidad es hacerse falsas ilusiones o participar en el andamiaje del sistema.
La oposición venezolana piensa en triunfar en las elecciones del próximo 26 de septiembre y en el peor de los supuestos, en obtener prebendas dentro del cuerpo a elegir. Chávez se encuentra en una situación delicada por su mal gobierno, pero con adversarios como los del puntofijismo tiene una gran ventaja. De todas maneras, perdiendo tal acto comicial queda la posibilidad de las transacciones propias del parlamentarismo y no serían descartables, a pesar del sectarismo chavista, arreglos en la Asamblea Nacional para seguir con la experiencia militarista.
Con base en las apreciaciones precedentes es impensable participar en una elección como las de septiembre. Si se quiere eliminar las relaciones de poder no tiene ningún sentido llegar a la Asamblea Nacional porque sería inútil para un proyecto de transformación. El parlamentarismo otorga concesiones del poder para su ejercicio a esa escala y muchos creen en esa posibilidad porque realmente la buscan. En esta panorámica la abstención como sanción a la democracia populista es un sendero para la promoción del rechazo a la ineficacia del Estado venezolano.
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