El salario en Venezuela es extremadamente bajo y a duras penas da para la adquisición de los bienes y servicios más elementales. La mayoría de la población activa percibe el salario mínimo, por debajo de la cesta básica y la alimentaria. Según cifras del CENDA sólo cubre la mitad de la alimentaria y la cuarta parte de la básica. Como se aprecia, la estructura salarial en nuestro país no alcanza para acceder a las condiciones primarias de un ser humano para vivir aceptablemente.
Si a la anterior circunstancia se le añade el desempleo y la economía informal encontramos una considerable cantidad de personas en situación de crisis personal para adquirir elementos fundamentales de su supervivencia. Es una verdadera derrota en el combate a la pobreza, maquillada por el Estado mediante cifras insostenibles al ser sumamente coyunturales. Por ejemplo, considerar trabajo a contratos temporales propuestos por los ministerios y empresas estatales es ficticio.
Los aumentos decretados por el gobierno son exiguos porque no permiten entrar en el rango del poder adquisitivo amén del castigo inherente a la inflación expresado en los guarismos del Banco Central de Venezuela. Son incrementos irrisorios tragados por la pérdida de valor de nuestro signo monetario y en consecuencia hay una disminución del salario real.
Asimismo, la poca posibilidad de comprar alimentos y medicinas, segmentos donde la inflación hace estragos se acentúa más en la inteligencia de los trabajadores cuando se conoce la existencia de muchas toneladas de alimentos en estado de descomposición por la incuria del sector público. Es realmente impactante escuchar del primer magistrado que se trata de un porcentaje mínimo de las importaciones y de la presidente de PDVAL decir que el exceso de importación es la causa del descuido.
Otro factor a considerar como generador de paro laboral es la recesión atravesada por nuestra nación no obstante estar alto el precio del crudo en un país monoproductor y rentista. El sector productivo, el mayor empleador, se encuentra en un estado lamentable de liquidación por razones de dicterios de quienes deciden el destino de la humanidad, las cúpulas establecidas en Estados Unidos, Europa y Japón. Y obviamente, los obreros y empleados del área industrial son personas excluidas del aparato económico.
El anterior panorama genera perturbaciones sociales porque la gente está angustiada ante tantas precariedades. Las movilizaciones sociales, lejos de ser atendidas, son reprimidas y se les aplica sanciones penales inéditas en el país. Es el fenómeno conocido como la criminalización de la protesta para impedir el disentimiento e intimidar a quienes lo pretendan hacer. Es el esquema cubano que ha permitido la estabilidad de una dictadura, no del proletariado, sino de un caudillo, un buró político, un comité central, unos militares y unos policías acompañada de una mano de obra esclava al no existir el derecho a huelga, la contratación colectiva ni organismos reformistas sindicales.
Humberto Decarli
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