Redacción
A poco más de un año de que se detectaran los primeros casos de COVID-19 en Venezuela, la cantidad de contagios que el Estado reconoce continúa siendo una de las más bajas de América Latina, con unas 145.000 personas afectadas por la enfermedad, que ha causado poco más de 1.400 muertes, según datos oficiales.
Esas estadísticas son puestas en duda por voceros de los gremios de profesionales de la salud e investigadores que han intentado verificarlas, quienes denuncian una aplicación de pruebas a conveniencia en un sistema sanitario en grave crisis y aplicando una errática cuarentena cada siete días y suspendida en fechas de celebración, como Navidad y Carnavales.
Desde el inicio de la pandemia, las autoridades sanitarias gubernamentales dicen haber realizado alrededor de tres millones de pruebas para diagn+ostico del Covid-19, cifra ciertamente deficitaria en una población de aproximadamente 25-26 millones de habitantes. Los voceros de la dictadura no precisan nunca si se trata de pruebas de diagnóstico rápidas o la PCR, pero según la Academia Nacional de Medicina y la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, los test que más se realizan son los de diagnóstico inmediato, de dudosa fiabilidad por su alto porcentaje de error. En opinión de esas y otras vocerías no comprometidas con el oficialismo, el bajo número de pruebas evita que exista un dato certero acerca de la cifra real de contagiados, por lo que se aseguran hay un “subregistro altísimo” de la cantidad de casos.
Pero una farsa de esa magnitud no se sostiene demasiado tiempo, así que al día de hoy empezamos a oir y ver nerviosos voceros oficiales que ante el desborde de la pandemia que ya sobrepasa la menguada capacidad de atención hospitalaria, no hacen mas que clamar pidendo "responsabilidad a la ciudadanía" y "compromiso ante la emergencia de los profesionales de la salud", pues según su desvergonzada explicación sería de esos otros de quienes depende superar la crisis ya que el "gobierno revolucionbario" está haciendo lo que le toca y más para superar la situación. Como coletilla final, vale anotar que esos voceros que ahora balbucean llamadas al esfuerzo común ya no son las figuras estelares del alto gobierno, como Maduro y el duo de los hermanos Rodríguez, sino figurantes del siguiente escalón burocrático de grisas ministros y viceministros, ya que los magnos cabecillas no quieren aparecer haciendo esas peticiones despúes que por tantos meses vociferaron en torno a los exitos alcanzados en contener la pandemia,
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