Ruben Hernández
La actual emergencia sanitaria por la pandemia de COVID-19 y la consecuente semiparalización económica global derivada en gran medida del confinamiento forzado, ha dejado hasta ahora un saldo de centenares de miles de empresas pequeñas y medianas quebradas sólo en el hemisferio occidental, aparatos productivos estatales cuasidestruidos, enormes endeudamientos externos, reducción acelerada de la ya antes escasa inversión social, crecientes recortes salariales y laborales, millones y millones de desempleados y mucha más pobreza y miseria en todos los rincones del orbe. Como respuesta parcial de los gobiernos en muchas naciones, se comenzó a dar bonos y auxilios monetarios para “compensar” de cierta manera a los numerosos ciudadanos comunes perjudicados por la pandemia (en algunos países se han estado dando bonos desde antes de la presente emergencia)
1.- Aumentar el gasto público para tratar de que crezca el consumo en un periodo caracterizado por una fuerte contracción económica. Para los Estados y quienes los dirigen es prioritario preservar el Statu Quo, y a la vez maquillar sus estadísticas económicas.
2.-Reducir gastos generales en cuanto a sueldos y prestaciones, mediante la entrega de “ayudas” monetarias a un número limitado de personas,en vez de aumentar o al menos preservar los salarios y ciertos beneficios laborales en plena crisis socioeconómica.
3.- Hacer creer a los necesitados que las élites están conformadas por individuos benevolentes, que se preocupan por la gentes de abajo en épocas de emergencia como la actual. Y que crean, además, que no son personajes egoístas, ególatras, fríos, codiciosos, inmorales e injustos, sino constructores de un orden mundial neoliberal-benefactor necesario para garantizar el bienestar, la prosperidad y la protección de toda la humanidad en lo sucesivo, sin distingo socioeconómico.
Entonces los bonos estatales lejos de ayudar realmente a los necesitados durante una crisis como la actual, no son más que ‘limosnas’ o colaboraciones monetarias escasas y ocasionales, que de ninguna manera contribuyen a solucionar el problema de la pobreza y miseria de forma estructural. Y no lo solucionan, simple y sencillamente porque al Estado y el Capital no les interesa el bien económico de la mayoría por medio de una distribución más o menos justa de la riqueza vía salarios y prestaciones; el capitalismo per se genera pobres y miserables en cantidades masivas y continuass, en especial el neoliberalismo que pretende consolidarse en el planeta, mediante un nuevo orden corporocrático-totalitario. Por lo tanto la entrega de bonos y de otras “compensaciones” por parte de los estados, caracterizados también por ser asistencialistas, no es más que una medida superficial que en nada perjudica al Statu Quo. Es dar el pescado de forma limitada al humilde, en vez de enseñarle y permitirle pescar.
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