Frank Mintz
Hoy en Rusia Kropotkin es un famoso científico y revolucionario ruso; entre los antropólogos contemporáneos la teoría del apoyo mutuo desarrollada por Kropotkin se sigue valorando contra las ideas de selección de los seres humanos de o atribuidas a Darwin; para los ecologistas Eliseo Reclus y Pedro [Piotr para algunos] Kropotkin son referentes. Y para los antiautoritarios y anarcosindicalistas, La Conquista del Pan, El Apoyo mutuo, Campos, fábricas y talleres, La Comuna de París, El Estado y su papel histórico, etc., son libros y folletos conocidos o leídos.
Dos características de Kropotkin son inseparables: su forma de vivir y sus aportes teóricos y existenciales.
El inicio de la vida de Kropotkin (1842-1921) fue singular. Por pertenecer su familia a la gran aristocracia rusa, fue admitido a los 15 años como paje del zar (o sea futuro custodio y oficial del emperador). Ya oficial a los 20 años, eligió hacer su periodo militar en Siberia para conocer esta parte de Rusia. Entre 1862 y 1867, cumplió Kropotkin tareas tanto militares como científicas: determinar la frontera entre el imperio ruso y China, o sea explorar y cartografiar zonas y cumbres desconocidas. Luego se estableció en la capital del país, Petrogrado (o San Petersburgo), para estudiar Matemática y Geografía. En 1871 elaboró un estudio teórico novedoso sobre la era glaciar en el Polo Norte. Parecía asegu-rada la futura carrera de catedrático de Kropotkin.
Pero en aquel momento en Rusia gran parte de la juventud de la aristocracia y la burguesía adinerada se mezclaba clandestinamente con los trabajadores del campo y de las ciudades para concienciarlos contra el zarismo y la explotación social. Kropotkin se lanzó de lleno en la tarea eligiendo un enfoque socialista bakuninista de organización social por colectivos autónomos y horizontales que se coordinan a escala regional y nacional. La policía zarista lo detuvo y estuvo dos años y medio en una fortaleza. Antes del juicio, planeó su fuga con compañeros y se escapó al extranjero en 1876, a los 32 años.
Se estableció en Europa occidental siendo famoso como científico y declarándose anarquista. En Francia fue condenado a cinco años de presidio por artículos de crítica social violenta publicados en un periódico del que era director. Solo cumplió dos años y medio gracias a presiones internacionales de científicos. Luego estuvo casi siempre en Gran Bretaña donde escribió muchos libros de propaganda anarquista y viviendo de reseñas de libros científicos para revistas inglesas.
Pasaron así lustros y decenios pero cada vez más se notaban artículos y declaraciones nacionalistas de Kropotkin a favorde la civilización inglesa y francesa supuestamente sinónimas de progreso social y en contra de la cultura alemana centralista y oscurantista. Simultáneamente, Kropotkin pretendía que era el derrotero a seguir para el anarquismo. Insensatez y ceguera total, ¿la Comuna de París cómo y quién la reprimió con sadismo? Fue la cultura francesa, católica y colonialista. La civilización inglesa fue igual o peor. Kropotkin borraba gran parte de su ideal libertario (entre parén-tesis el marxista Plejanov, creador del partido social demócrata ruso, compartía el análisis de Kropotkin).
Lógico con su nuevo compromiso, al co-nocer que el zarismo fue derrumbado porla acción espontánea de proletarios y demilitares revolucionarios (sin guías y sinorganizaciones anarquistas, marxistas ysocialistas revolucionarios), Kropotkin re-gresó a Rusia. Tenía 71 años, una salud frá-gil y tras 39 años de exilio iba con lacerteza de que los rusos seguían su idealde lucha, costara lo que costase, contra «elpeligro germánico».
A través de tantas vivencias y tantos contrastes, ¿qué aportes nos deja Kropotkin?
Primero. La cárcel no es una institución de reinserción social y redención moral. Es lo contrario pese a algunos parches. Solo es el socialismo, si de inmediato va a la igualdad social, puede reducir la delincuencia y convertir la sanción en resocialización.
Segundo. Es la vibración, el terremoto social y mental de la revolución: «Los indiferentes de hoy serán entonces partidarios convencidos de la nueva idea; así ha sido siempre el progreso de las ideas, y la gran Revolución Francesa nos puede servir de ejemplo» [1].
«Que tan sólo el pueblo tenga las manos libres y en ocho días el servicio de abastecimiento se hará con una regularidad admirable. ¡Es necesario no haber visto nunca al pueblo laborioso manos a la obra [...] para dudar de ello!» [2].
¿Optimismo exagerado sin concienciación previa? Kropotkin tomaba en cuenta la duración:«Estamos convencidos que para llevar a cabo la igualdad que hemos presentado, se necesitan todavía muchos años y muchas crisis limitadas, quizás aún generales» [3].
Tercero. En el mismo texto Kropotkin planteó con sensatez implacable el terror revolucionario, los atentados:
«La primera condición, de importancia vital, consiste en que los actos de un terrorista sean comprensibles para todos [...] En cada localidad hay individuos tan conocidos por sus acciones [...] que cualquier anuncio de un atentado contra ellos [...] revela su pasado y el acto terrorista aparece con absoluta claridad. Si para comprender un acto el hombre de la calle, que no es militante, se tiene que romper la cabeza, la influencia de ese acto resulta nula o incluso negativa».
Cuarto. El nacionalismo puede ir invadiendo la mente de la persona más equilibrada, oscurece su vista y la empuja a tolerar a su lado capitalistas, sacerdotes explotadores del trabajo y del pensamiento. Solo se supera al ver quiénes se aprovechan de las injusticias.
Quinto. Cuando se puso a vivir Kropot-kin con el pueblo trabajador en una ciudad pequeña tocó la realidad y vio de nuevo la necesidad de la «organización social por colectivos autónomos y horizontales». Escribió a Lenin sobre el hambre de los empleados de Correo de su ciudad: «Incluso si la dictadura de un partido fuera un medio eficaz para derribar el sistema capitalista –de lo que dudo mucho–, para el establecimiento del nuevo régimen socialista, resulta totalmente dañina. Es preciso, es imprescindible que la construcción se haga localmente con las fuerzas existentes en cada lugar, pero no sucede en absoluto» [4].
Estas son las principales enseñanzas, entre otras muchas, que nos da Kropotkin, con aciertos, fracasos y superaciones.
Notas:
[1] Kropotkin: Palabras de un rebelde, [Redactado en 1885], Barcelona, Centro Editorial Presa, [entre 1908 y 1915], p. 78.
[2] Kropotkin: La Conquista del pan, [Redactado en1892], Buenos Aires, Anarres, 2005, p. 71.
[3] «Acerca de los actos de protesta individual y colectiva», resolución adoptada en el Congreso anarcocomunista de octubre de 1906 en Londres; reproducida en Russkaya Revoliutsia Anarjizm,Londres, 1907, pp. 84-85.
[4] “Carta a Lenin”, 4 de marzo de 1920. Los subrayados son de Kropotkin.
[Publicado originalmente en el periódico Rojo y Negro # 353, Madrid, febrero 2021. Número completo accesible en http://rojoynegro.info/sites/default/files/rojoynegro%20353%20febrero.pdf.]
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