Humberto Decarli
La pandemia ha demolido muchos mitos en el mundo porque ha demostrado la debilidad de los esquemas económicos, políticos y financieros frente a un virus causado por un modelo civilizatorio antihumano. Un lugar común indica que el mundo después de esta hecatombe cambiará mas no se indica nada sobre la regresión seguramente a cumplirse en muchos órdenessignificante de una transformación no perfectible sino degradable. La tendencia conservadora señala el sentido del progreso de la modernidad cuando preconiza el mejoramiento en múltiples rubros aunque los pensadores postmodernos ya sostenían la crisis del avance y se había perdido la esperanza en un mundo mejor.
La pandemia ha demolido muchos mitos en el mundo porque ha demostrado la debilidad de los esquemas económicos, políticos y financieros frente a un virus causado por un modelo civilizatorio antihumano. Un lugar común indica que el mundo después de esta hecatombe cambiará mas no se indica nada sobre la regresión seguramente a cumplirse en muchos órdenessignificante de una transformación no perfectible sino degradable. La tendencia conservadora señala el sentido del progreso de la modernidad cuando preconiza el mejoramiento en múltiples rubros aunque los pensadores postmodernos ya sostenían la crisis del avance y se había perdido la esperanza en un mundo mejor.
Efectivamente, la tecnología creció exponencialmente y así se adelantó hacia la Cuarta Revolución Industrial con la inteligencia artificial, la robótica, los algoritmos informáticos, el desarrollo satelital, las comunicaciones facilitadora de las operaciones mercantiles a través del teléfono, la tecnología 5-G en materia de telecomunicaciones y servicios afines, la nanotecnología, la ingeniería genética, la biotecnología y muchas actividades encuadradas en la magia del adelanto cualitativo. Hasta aquí todo marcha bien y nadie en su sano juicio podía formular críticas o cuestionamientos a toda esta avalancha de saltos de calidad. Solo un fanático religioso o un creyente en teorías conspirativas podían hacerlo.
El crecimiento desmedido de la tecnología logró presentar dígitos impresionantes en la producción de bienes y servicios. Pero concomitante a este movimiento se subestimó a la Tierra como planeta, se despreció la vida humana y alter humana, se intensificó el poder disciplinario sobre la gente, el racismo, la intolerancia y la exclusión social. Ante estos óbices la resultante no podía ser otra que la tragedia presenciada con el Covid-19.
La naturaleza se resiente
La explotación desordenada de la industria ha dejado terribles secuelas sobre el planeta. El único telos de la barbarie productiva es obtener la mayor ganancia así sea a costa de lo que fuera. Han creído en la fortaleza de nuestro astro como si fuera indestructible. Esa escisión entre cultura y naturaleza profundizada en el Topus Urano o el mundo de las ideas platónicas y el fenomenológico ha producido esta separación como compartimientos estancos. Uno, es sublime (las ideas) y el otro es el tangible (la experiencia sensorial). Pero jamás el primero puede ser propietario del otro porque forman una unidad.
Las secuelas de tan aberrante conducta han ocasionado severos daños a la naturaleza. Primero, fue el incremento de la capa de ozonopor el empleo de los gases freones en los aerosoles; segundo, la aceleración de la Entropía como forma de disipar la energía cumpliendo la segunda ley de la Termodinámica generada desde la época de las chimeneas en el desarrollo fabril; tercero, la producción excesiva de los gases invernaderos provocando el llamado efecto invernadero cuyo gran engendro fue el incremento de la temperatura produciendo el deshielo de los casquetes polares; cuarto, ese cambio climático ocasionó los grandes incendios en la Amazonía suramericana, en la región oriental de la República Democrática del Congo y los arrases del fuego en Australia. Sin omitir el desastre de Chernóbil y el de Fukushima.
Los perjuicios causados han sido objeto de diferentes conferencias y acuerdos internacionales. El Protocolo de Kyoto, la conferencia de Copenhague, la de Río de Janeiro y el Tratado de París. Los países más responsables de estas atrocidades, China y Estados Unidos, se niegan a suscribirlo so pena de disminuir la rentabilidad de sus economías. Estas agresiones al planeta son desconocidas por presidentes como Donald Trump y Jair Bolsonaro, quienes ex profeso lo niegan para justificar las equivocadas políticas aplicadas.
La distribución de la riqueza
Se estima que, antes del coronavirus, se estaba produciendo más de un 120% de lo requerido por la sociedad pero había pobreza en muchísimas partes del mundo. La mayor economía del mundo, Estados Unidos, presenta un nivel inferior para los afroamericanos y los latinos, quienes están en niveles bajos de alimentación, oportunidades, desprecio y exclusión lo cual se vio reflejado en el virus por ser los más afectados dadas sus precarias condiciones.
América Latina tiene a su población en medio de una gran pobreza y desigualdad. Ocho de los diez países con mayor desigualdad están en la región. El ejemplo neoliberal sobre Chile está desnudado porque la gente ha protestado vehementemente mientras muestran ciertas números macroeconómicos de crecimiento pero con aumento considerable de la gente al margen de la alimentación, educación, salud y servicios. México y Brasil, economías enormes demuestran ser una fábrica de pobres. Venezuela, Haití y Cuba presentan PIB muy bajos, rayanos en el hambre y la miseria.
Esta circunstancia se extrapolaba a las naciones. Hay naciones ricas porque su economía se basa en las industrias del futuro, en el conocimiento y la inteligencia, en la educación y sus inversiones tienen alto valor agregado. Estados Unidos, Japón, Alemania, China, Corea del Sur, Taiwán, Finlandia, Austria, los Países Bajos, los escandinavos, Francia, la India, Estonia, Singapur y el Reino Unido, son entre otros, los ubicados en este estadio.
Por el contrario, los países rezagados son los productores de conmodities como la minería, las fuentes energéticas fósiles y producen y exportan mercancías con poco valor agregado. La inmensa mayoría de los países africanos, los del Oriente Próximo, Corea del Norte, Afganistán, Myanmar, los de América Latina como Venezuela, Cuba, Nicaragua, Ecuador, Chile, Perú, Argentina, Paraguay, los centroamericanos y del Caribe, son quienes militan en este espacio de atraso y pobreza.
El poder disciplinario sobre la gente
Las medidas más inmediatas para combatir el coronavirus ha sido el aislamiento. Es una decisión que obviamente violenta la libertad de tránsito y han sido criticadas desde dos ámbitos: uno, la limitación de la economía por la paralización de actividades redundando en detener el aparato productivo; dos, porque lesiona el derecho a desplazarse libremente en el territorio de un país determinado.
Sin embargo, lo más relevante es el efecto aprovechado por el Estado para mantener a la gente aislada y sin capacidad de manifestar pacíficamente. Esta medida le ha venido a la perfección en el caso venezolano porque el gobierno a través de sus órganos represivos y las fuerzas armadas, mantienen a raya a los deseos de los pobladores ante la hiperinflación, el desempleo, la economía informal, la pobreza y la depresión. Quien proteste se le enjuicia penalmente. El gobierno de Piñera en Chile también ha usado este dispositivo para inhibir a los hombres y mujeres en una nación donde la desigualdad ha llegado a límites demenciales.
Cada gestión gubernamental actúa discrecionalmente porque tiene las armas y la violencia inherente al sector público. A los afectados les espera la represión que puede herirlos, matarlos o privarlos de libertad y en algunas experiencias ocurre la desaparición y la tortura, ora por participar en las movilizaciones callejeras, ora a los comunicadores sociales por publicar una noticia expresando la veracidad de los hechos. Es la forma de garantizar la gobernabilidad mediante la coercibilidad y la coacción, el poder disciplinario foucaultiano.
Desnudos de realidades lanzadas al ostracismo
Uno de los grandes efectos del Covid-19 es haber destapado ciertos aspectos habitualmente soslayados. Nos referimos a la debilidad de la infraestructura de salud de algunas naciones con economías grandes. Estados Unidos encabeza este triste ranking de contagiados y fallecidos con un porcentaje del 25% de los finados aunque solo tiene el 4% de la población mundial, amén de los infinitos errores cometidos por el presidente Trump cuya reelección está asaz comprometida. Su tecnología no está en dudas pero es empleada para otros fines, como los militares. Ha sido impresionante la precisión en el asesinato del general iraní comandante de la fuerza Quds, QasemSoleimaní, junto al líder de las milicias proiraní de Irak. Fue una operación milimétrica capaz de demostrarle al mundo el avance en este aspecto, al igual que la de la muerte de Osama Bin Laden, su hijo y los líderes de Al Qaeda en Yemen.
El Reino Unido, Francia, Italia, España, Rusia, Bélgica y la India, también muestran niveles económicos altos pero son incapaces de vencer a la pandemia. Además, Irán, Brasil, México, Perú, Ecuador, Colombia, Chile y Argentina llevan la voz cantante en estadísticas de muertes y contagiados pero son naciones del tercer mundo. Todas las estadísticas son llevadas por la Universidad Johns Hopkins de los Estados Unidos. Esa apariencia de empuje económico no se refleja en uno de los derechos básicos del ser humano, la salud, por la sencilla razón que no entra dentro de la rentabilidad del capital.
Ordalía en las economías y las finanzas mundiales
El efecto inhibidor económico de la pandemia es indubitable. Caídas de los PIB, el empleo, las bolsas, las empresas y la necesidad de acudir al uso de fondos públicos para recuperar el ingreso y la actividad productiva y comercial. El aspecto más estrangulados es el factor trabajo. Una de las características del capitalismo contemporáneo es la disminución radical del empleo reemplazado por la tecnología y los procesos de reingeniería. Cuando Karl Marx hablaba del desempleo lo catalogaba como un ejército de reserva debido a la dinámica de la rotación de los trabajadores en relación al empleador. En la actualidad cuando un laborante sale del aparato productivo probablemente no vuelva a él acudiendo a la economía informal como fórmula de solución a los ingresos necesarios para la subsistencia. Una economía avanzada presenta como característica la reducción sostenida de los puestos de trabajo.
La tendencia de los gobiernos y los medios oficiales y conservadores insisten en atribuir la responsabilidad del auge de la pandemia a los hombres y las mujeres por no acatar estrictamente las medidas de cuarentena. Es obvio que el aislamiento incide en mejorar la lucha contra el virus pero cuando esas personas viven al día por militar en la economía informal deben salir a la calle para no morirse de hambre, la otra opción de resistencia ante un orden establecido inicuo. Hay un caso particular, Argentina, donde el gobierno ha flexibilizado la cuarentena a pesar de no dar resultado.
La ola de bancarrotas se ha hecho presente. La empresa tedescaWirecard quebró escandalosamente incluyendo falsificación de sus balances y fue suspendida por el ÍndiceDax de la Bolsa de Franckfur del Meno. Las aerolíneas colombiana Avianca y la chilena brasileña LATAM también cayeron en la cesación de pagos. Lufthansa negoció con el Estado teutón y obtuvo una ayuda garantizada con el 25% de sus acciones. Y así habría una enumeración indefinida de compañías. Es una crisis recesiva pero del sector de la oferta y no de la demanda como usualmente se manifiesta la contracción.
La Unión Europea mostrando su peor faz
El viejo continente da luces de su decadencia cuando sus integrantes decidieron cerrar sus fronteras y dar una respuesta individual de cada nación frente a la crisis del virus. La demostración de tierra arrasada se cumplió con Italia y España y luego Francia y el Reino Unido. Se encuentran entre los diez primeros países de fallecimiento por el Covid-19 lo cual es mucho decir. La situación fiscal y financiera de España e Italia es deplorable y con fundamento en ese hecho solicitaron ayuda a la Comisión Europea y al Consejo Europeo.
El otorgamiento de fondos para recuperar a las dos naciones del sur fue una discusión y polémica en cuanto al concepto de las transferencias. Los llamados paísesfrugales (Países Bajos, Suecia, Finlandia, Dinamarca y Austria) proponían dar dinero en préstamos mientras que los afectados hablaban de subsidios, esto es, donaciones. Además, la administración de esas finanzas era otro punto de divergencia porque los del norte señalaban la conveniencia que fuera la Comisión Europea (presidida por la alemana Úrsula Von Des Layen) quien lo administrara y no los beneficiarios.
Luego de largas conversaciones se llegó a un avenimiento: una cuota aproximada a la mitad era dada en préstamo mientras la otra restante era subsidio y la gestión es cogestionada entre los organismos ejecutivos de la Unión y los gobiernos de los lesionados por la pandemia con un mecanismo de frenado al solo denunciar un Estado miembro del mal funcionamiento. Hubo mediación de Ángela Merkel como encargada del Consejo Europeo y de Francia para alcanzar el arreglo.
La crisis por esta decisión, considerada como la mayor en la historia de la Unión Europea, se produce porque ha habido un desplazamiento del poder de influencia (Alemania y Francia) hacia los frugales. Ya había ocurrido un acontecimiento precedente e inesperado cuando los del norte eligieron al irlandés PaschalDonahuey derrotaron a la candidata de Pedro Sánchez, la española Nadia Calviño en el Eurogrupo, gracias al lobby de los Estados con economías sólidas.
Europa está muy fraccionada y la locomotora (Alemania) está cediendo el paso a los del norte con economías estables y fuertes y alto nivel de vida de sus moradores. Hay otros Estados con cierta capacidad de progreso como Irlanda, Eslovenia, Chequia y Estonia, mientras el resto, incluyendo Grecia, España y Portugal, es furgón de cola de la organización.
Panorama sombrío
Una visión panorámica sobre la coyuntura internacional nos da para esperar noticias sombrías sobre el futuro de la humanidad. La respuesta a la pandemia va a estar en manos de quienes fracasaron en su tratamiento, China como ente generador, Estados Unidos por sus fallas palmarias, la Unión Europea con una trayectoria decadente, Rusia, Japón, Corea del Sur, Taiwán y la India, con sus respectivas estelas de frustraciones. Existen otros con un nivel alto de vida, poca pobreza, desigualdad y solidez económica, como los escandinavos, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, pero representan un porcentaje pequeño del género humano. El resto del orbe, integrado por Asia, África y América Latina se encuentra en un estado de precariedad y sin ninguna aptitud para progresar.
Debe haber inversión en salud, educación y en los servicios haciendo abstracción de su rentabilidad. La seguridad social debe ser fundamental para la convivencia popular y el establecimiento de una Renta Básica Universal para otorgarle a los seres humanos la posibilidad de cubrir las erogaciones mínimas como persona. Los recortes presupuestarios, muchos de ellos cumplidos en Europa occidental en el pasado en materias muy humanas, han de ser ahora en los gastos militares, en la generación de las energías fósiles, en la reducción de los gases generadores del efecto invernadero incluyendo la reducción radical de una de sus causas, la ganadería, en las industrias lesivas al ambiente, el extractivismo responsable de daños irreversibles al planeta y áreas no indispensable para el índice de desarrollo humano. Sí hay medidas a ser aplicadas para reformular el devenir histórico y no volver a reeditar los pasos que causaron esta tragedia.
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