Suhey Ochoa
La cuarentena impuesta a partir del Covid-19 ha profundizado las penurias del pueblo venezolano, en un país donde el salario mínimo equivale a 3 dólares mensuales. Sucre viene siendo escenario de protestas, a las de los pescadores de Araya hace días se suma ahora el estallido en Cumanacoa contra la especulación con los precios y la falta de comida. Hubo saqueos y movilización masiva a la alcaldía exigiendo repartición de bolsas de comida. Hay varios heridos, incluyendo de bala.
La cuarentena impuesta a partir del Covid-19 ha profundizado las penurias del pueblo venezolano, en un país donde el salario mínimo equivale a 3 dólares mensuales. Sucre viene siendo escenario de protestas, a las de los pescadores de Araya hace días se suma ahora el estallido en Cumanacoa contra la especulación con los precios y la falta de comida. Hubo saqueos y movilización masiva a la alcaldía exigiendo repartición de bolsas de comida. Hay varios heridos, incluyendo de bala.
Este miércoles 22 de abril, en medio de la cuarentena por el coronavirus, los habitantes de Cumanacoa protestaron en las puertas de la Alcaldía del municipio Montes, para exigir la distribución de los alimentos subsidiados. Al ver que las autoridades no respondían los sectores populares expresaron su hartazgo frente a la miseria y el hambre.
Desde tempranas horas del día, en las emisoras de radio locales se comentaban denuncias de las personas por la especulación con los precios. Antes del mediodía estallaron saqueos de polleras, carnicerías y abastos en el mercado de Cumanacoa, la ola se iba extendiendo hacia el centro de la Ciudad. Sin embargo, los comercios del centro fueron rápidamente cerrados.
Miles de personas, agobiadas por tantas penurias y la falta de alimentos y medicinas, emprendieron una marcha improvisada desde los barrios más pobres hasta la alcaldía bajo el grito “tenemos hambre”, exigiendo la distribución de cajas o bolsas de comida subsidiadas.
Como de costumbre, la brutal represión no se hizo esperar ante el desespero de familias enteras que no tienen cómo alimentarse. Diversas imágenes y videos circularon de los disparos contra la población, tanto perdigones como balas de plomo. Hasta los momentos se reportan siete personas heridas: tres hombres, dos mujeres y dos adolescentes. Los heridos incluyen fractura y uno de bala. Una de las personas fue herida de una puñalada por el dueño de uno de los comercios.
La policía y la Guardia Nacional fueron los encargados de la respuesta represiva. La saña se evidenció con la persecución y disparos a las personas en las propias calles de los barrios pobres, hasta prácticamente dentro de sus casas. Se comenta que varios heridos se niegan a ir a los hospitales por el temor a ser detenidos y encarcelados.
¿Y si se forman comités barriales para controlar la distribución de alimentos y los precios?
Amplias franjas del pueblo venezolano pueden verse las caras con la hambruna. Es una posibilidad real. Además del hambre que ya se pasa hace varios años, hoy la agudización de la crisis, por el desastre del Gobierno, más las sanciones impuestas por los EEUU y la cuarentena sin ningún tipo de garantías para el pueblo trabajador, ponen al borde de una situación más catastrófica.
¿Tiene el pueblo que dejarse morir de mengua? ¿Son las únicas opciones la resignación al hambre o los saqueos desesperados cuando ya no se aguanta más, a los que les sigue la represión y el probable saldo de asesinatos a manos de los cuerpos represivos? De ninguna manera esas son las únicas opciones: los trabajadores y las comunidades tienen todo el derecho a tomar en sus propias manos la distribución de los alimentos y el control de los precios.
Se trata de la vida del pueblo, de su alimentación. Estamos en una situación extraordinaria y grave. Las medidas adoptadas tienen que estar a la altura de esas necesidades. ¿Por qué la alimentación de las familias obreras y populares tiene que quedar en manos de los empresarios, grandes comerciantes, o el gobierno y los militares? Mientras esté en esas manos la alimentación del pueblo va a estar subordinada a las necesidades de ganancia, al lucro y a las corruptelas.
En cada barrio bien podría organizarse la comunidad y conformar democráticamente comités para exigir tomar en sus manos el control de la distribución de los alimentos y su centralización a nivel de ciudad. Con acceso irrestricto a toda la información relativa a los lugares de almacenamiento, cantidades de stock, centros de producción, cadenas de distribución y transporte, niveles de ganancias, etc. Y que sean esos comités los que fijen los precios y garanticen la distribución de alimentos. Con la determinación de la movilización masiva y popular se puede luchar por esta demanda. El control de las empresas productoras de alimentos e industrias afines por parte de los trabajadores se hace fundamental que en articulación con los comités barriales haciéndose efectiva la alianza obrera y popular.
[Tomado de http://www.laizquierdadiario.com.ve/Estalla-el-pueblo-de-Cumanacoa-por-falta-de-comida-y-exorbitantes-precios-Tenemos-hambre.]
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