Periódico Gato Negro (Argentina)
A pocos días de la primavera, en el sur de la Ciudad de Buenos Aires, una grupalidad llevó a cabo la reactivación de la Biblioteca Popular de Barracas, hasta entonces en estado de abandono. Jugaron a soñar con los ojos abiertos y se animaron a desafiar los límites del poder y sus bienes materiales.
En el transcurso de los primeros días se activaron tareas de limpieza y acondicionamiento del espacio hasta que detonó el conflicto, dando inicio a las hostilidades: una consigna policial en la puerta, con órdenes de limitar la circulación de personas y alimentos. Fue una semana de resistencia apostando a un proyecto, a contracorriente del clásico protocolo policial, de desgaste y hostigamiento; corte de luz, corte de gas y amenazas en varios formatos.
A pocos días de la primavera, en el sur de la Ciudad de Buenos Aires, una grupalidad llevó a cabo la reactivación de la Biblioteca Popular de Barracas, hasta entonces en estado de abandono. Jugaron a soñar con los ojos abiertos y se animaron a desafiar los límites del poder y sus bienes materiales.
En el transcurso de los primeros días se activaron tareas de limpieza y acondicionamiento del espacio hasta que detonó el conflicto, dando inicio a las hostilidades: una consigna policial en la puerta, con órdenes de limitar la circulación de personas y alimentos. Fue una semana de resistencia apostando a un proyecto, a contracorriente del clásico protocolo policial, de desgaste y hostigamiento; corte de luz, corte de gas y amenazas en varios formatos.
Mientras tanto, en la vereda de enfrente, el apañe no tardaría en organizarse, con carácter espontáneo y movilizadxs por el apoyo a la regeneración del espacio; realizaron un festival solidario en el que hubo música en vivo, circo, perfos, olla popular y colectas de comida y abrigo. Luego de estos eventos, ante la falta de una posibilidad real de encauzar el proyecto deseado, el grupo decidió emprender la retirada.
No existe otro mundo, hay simplemente otra manera de vivir
En el último tiempo se han perdido muchos lugares de encuentro y organización, a causa de las políticas represivas, el apaciguamiento del activismo político apartidario y la despolitización de los espacios “culturales”. Sabemos que no somos lxs únicxs con la necesidad de espacios libres de verticalismos, autónomos y que contengan encuentros que nos potencien y se encaucen en acciones transformadoras de lo existente. Necesitamos espacios donde poder llevar a cabo nuestras actividades, donde la tradición heteronormada no nos violente con su discurso de la inclusión y la jerarquía de la antigüedad no cobre derecho de piso.
En el contexto territorial en el cual nos situamos sobran los espacios institucionales, dependendientes de las políticas estatales. Nos faltan lugares donde conversar desde y hacia la horizontalidad, donde compartir y generar otras formas de vida, entrando en contacto con potencias políticas por medio del encuentro donde se compartan oficios, talleres y charlas en función de la autogestión. Organizar y crear nuestra autonomía cuestionando lo existente.
En este espacio se proyectó materializar una biblioteca de carácter indigienista, anarquista, libertaria, transfeminista, antiespecista y otras temáticas que cuestionan las estructuras que sostienen el orden establecido. Se intencionó un lugar donde sea posible colectivizar las problemáticas e iniciativas concernientes a la salud, a la subsistencia económica y el intercambio de saberes. Se propuso albergar múltiples proyectos que puedan convivir, solidarizarse y retroalimentarse críticamente, dando lugar a un espacio interseccional.
En la práctica, nos encontramos con la materialización de una gran red de poderes operando en este espacio físico que se encontraba en un “aparente” abandono. Si bien la Biblioteca estaba cerrada, con sus libros polvorientos y encajonados en un baño, el aparataje burocrático estaba bastante pendiente y demuestra cómo el amiguismo y la corrupción orquestaron el desenlace.
Apostamos a exponernos, para reconocer y compartir lo que nos queda de esto. Replantearnos qué dinámicas se dan dentro de las grupalidades. ¿Qué pasa cuando accionamos? ¿Qué aprendizajes generamos a partir de nuestros encuentros y desencuentros en espacios de resistencias? Nos dimos cuenta de que en situaciones grupales generamos roles especificos y de poder, que a veces se torna difícil rolar. ¿Cómo hacemos que ninguna presencia sea indispensable? Generamos la crítica y la creemos vital para las construcciones colectivas. Más allá de nuestros accionares de sabotaje, de tomar espacios, de quemar y levantar barricadas, comprendemos que el construir amistades es la alquimia que genera nuestra empatía.
Nos encontraremos en nuevas conspiraciones y solidaridades
[Tomado de https://periodicogatonegro.wordpress.com/2019/12/16/abajo-los-muros-de-las-bibliotecas.]
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