Colectivo Triplobit
El caso del Media Lab ha descubierto el vínculo entre el poder patriarcal y el mundo de la innovación digital. El prestigioso departamento de estudios digitales del MIT en Boston (Massachusetts Institute of Technology) recientemente admitió haber recibido fondos durante años del pedófilo multimillonario Jeffrey Epstein. En agosto, después de que un "topo" difundiera una serie de correos electrónicos internos, el director Joi Ito reveló que había recibido fondos de Epstein, quien recientemente se había suicidado en la cárcel, donde estaba esperando un juicio por delitos relacionados con la pedofilia y prostitución infantil.
El caso del Media Lab ha descubierto el vínculo entre el poder patriarcal y el mundo de la innovación digital. El prestigioso departamento de estudios digitales del MIT en Boston (Massachusetts Institute of Technology) recientemente admitió haber recibido fondos durante años del pedófilo multimillonario Jeffrey Epstein. En agosto, después de que un "topo" difundiera una serie de correos electrónicos internos, el director Joi Ito reveló que había recibido fondos de Epstein, quien recientemente se había suicidado en la cárcel, donde estaba esperando un juicio por delitos relacionados con la pedofilia y prostitución infantil.
Epstein había invertido millones de dólares no solo en el laboratorio, que está estrechamente relacionado con la ideología del capitalismo digital estadounidense, sino también en empresas privadas de Joi Ito. Este último conocía el pasado de Epstein, que ya había sido condenado por abuso infantil en 2008 y posteriormente incluso había visitado el MIT en compañía de niñas menores de edad. Pero Ito ha seguido aceptando donaciones durante años, consolidando el poder de Epstein para influir en la dirección de la investigación en el MIT.
Otros científicos e investigadores vinculados al Media Lab, como el fundador Nicholas Negroponte, el jurista Lawrence Lessig, el padre de los estudios de inteligencia artificial Marvin Minski y el famoso biotecnólogo de Harvard George Church también participaron o justificaron en público las decisiones. de Ito. Ni siquiera un tabú como la pedofilia se sostiene ante la financiación millonaria de donantes privados.
Finalmente, la presión pública obligó a Ito a renunciar y el MIT anunció una comisión de investigación para descubrir las ramificaciones de la influencia de Epstein en la universidad. El movimiento del software libre también estuvo involucrado en el ciclón Epstein. Uno de los fundadores del movimiento, y su rostro público más famoso, Richard Stallman, defendió a Joi Ito en público, atrayendo la ira de miles de usuarios, incluida la excomunión de su propia fundación, a la cual renunció. En resumen, la industria digital tiene un fuerte componente patriarcal, incluso en sus formas alternativas. Y cuando se conecta con el poder de los ingenieros y científicos que manejan el desarrollo de tecnologías digitales, y que por supuesto son en su mayoría hombres blancos, el patriarcado muestra su lado más brutal.
Pero por extremo que fuese el caso de Epstein no cuenta toda la historia. Las grandes universidades e industrias del capitalismo digital estadounidense también están profundamente influenciadas por el poder militar y policial. El mismo MIT siempre ha sido acusado por los fondos que recibe del Pentágono para el desarrollo de tecnologías militares. En la década de 1960, incluso el joven lingüista Noam Chomsky, más tarde pensador anarquista y crítico del capitalismo estadounidense, participó en investigaciones con fines militares y fue financiado por el Pentágono. Solo en los años de la protesta contra la guerra en Vietnam invitó a "resistir de cualquier manera posible a esta subversión del papel de la universidad". Pero más que una subversión temporal es una relación estable y duradera. En los últimos años, por ejemplo, el MIT se ha distinguido trágicamente por la investigación sobre drones y robots militares.
Después de todo, las computadoras modernas también nacieron gracias a las inversiones en tecnologías militares, en particular desde la Segunda Guerra Mundial en adelante. El propio Silicon Valley, que hoy representa la principal fuerza impulsora del capitalismo digital, nació gracias a las oleadas de inversiones militares para el desarrollo de sistemas de comunicación y cálculo. La llegada de compañías contemporáneas como Google o Amazon ciertamente no ha cortado este enlace. De hecho, en los últimos meses y años las relaciones entre las grandes compañías digitales y el poder militar y estatal se han multiplicado. Solo por citar un ejemplo, Amazon proporciona tecnologías de reconocimiento facial a la policía estadounidense y los sistemas de software utilizados por la agencia federal ICE para identificar y deportar a los migrantes. Google no es una excepción: su Proyecto Maven desarrolla el software utilizado por el Pentágono para analizar imágenes de video y decidir los objetivos que serán atacados con drones.
Tanto en su versión académica como en la empresarial, el capitalismo digital construye su fortuna en un vínculo bien establecido con el poder.
[Publicado originalmente en italiano en http://www.arivista.org/?nr=439&pag=19.htm. Traducido por la Redacción de El Libertario.]
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