Efecto Cocuyo
El Metro de Caracas se precipita hacia el colapso total. El sistema de transporte subterráneo dejó de ser la gran solución para la capital de Venezuela y se ha convertido en una permanente fuente de calamidades para las aproximadamente 3.000.000 de personas que diariamente transitan por sus instalaciones. A 36 años de su inauguración, la experiencia del usuario del Metro de Caracas degeneró en una odisea lenta e insegura, lo cual implica la vulnerabilidad de un servicio considerado estratégico y la violación de los derechos al transporte y a la ciudad.
El Metro de Caracas se precipita hacia el colapso total. El sistema de transporte subterráneo dejó de ser la gran solución para la capital de Venezuela y se ha convertido en una permanente fuente de calamidades para las aproximadamente 3.000.000 de personas que diariamente transitan por sus instalaciones. A 36 años de su inauguración, la experiencia del usuario del Metro de Caracas degeneró en una odisea lenta e insegura, lo cual implica la vulnerabilidad de un servicio considerado estratégico y la violación de los derechos al transporte y a la ciudad.
El Metro de Caracas es como un organismo vivo… Pero le falla el cerebro (el Centro de Control de Operaciones o CCO); le falta el oxígeno (la energía eléctrica); y su corazón (los empleados) late cada vez más lento. Ejemplo de ese desastre que inexorablemente se aproxima es el déficit de trenes con los que debería contar el servicio, que se calcula en 81,57 %.
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Lento, inseguro y angustiante. Así es el viaje de las aproximadamente 3.000.000 de personas que usan el Metro de Caracas a diario, por el precipitado deterioro del sistema de transporte subterráneo. Las fallas son exploradas al detalle en el reportaje multiplataforma “Metro Dirección COLAPSO”, elaborado por la Unidad de Investigación de Efecto Cocuyo.
Los trenes del Metro de Caracas han sido sometidos a una creciente canibalización que anula el principal objetivo del servicio: un viaje rápido. En la Línea 1 deberían funcionar 38 trenes, para que el tiempo de espera en el andén no exceda los 90 segundos, como era en los inicios del sistema inaugurado en 1983. Sin embargo, según datos aportados por fuentes expertas consultadas por separado, apenas están operativos unos 13 trenes, de modo que los usuarios están obligados a esperar aproximadamente 12 minutos. Pero el déficit puede aumentar: con 9 trenes, la espera se alarga a 15 minutos y con siete trenes llega hasta 18 minutos.
La travesía puede demorar mucho más si sobreviene alguna de las cinco fallas recurrentes que sacan a los trenes de circulación.
1️.- Fallas de propulsión, que ocurren porque los ventiladores que enfrían los motores tienen desperfectos y se paran, y en consecuencia para protegerse de un sobrecalentamiento el motor se apaga. Esto ocurre cuando se detienen los ventiladores que enfrían los motores CVS (Constant Volume Sampling o muestreo de volumen constante). Para evitar un recalentamiento, si los ventiladores fallan los CVS se apagan y con tres de ellos inoperativos el tren no puede moverse. Esta fue la falla que ocurrió el 12 de diciembre de 2019, cuando un tren se quedó varado entre las estaciones Colegio de Ingenieros y Plaza Venezuela, de acuerdo con lo que argumentó días después el presidente del Metro, César Vega.
2️.- Fallas de los acoples, es decir la estructura que empalma un vagón con otro. En el caso de los trenes de fabricación española incorporados al sistema en 2011, estas fallas pueden ser fácilmente percibidas por los usuarios por el ruido que producen las colisiones y porque los vagones de este tipo de trenes están unidos por una especie de acordeón. En noviembre de 2019 circuló un video en redes sociales donde se observa el desprendimiento parcial de esa zona del tren.
3️.- Fallas en las zapatas frotadoras, que son las piezas que permiten la transmisión de la energía desde el tercer riel (que está a lo largo de toda la vía férrea) a los motores y deberían ser cambiadas cada tres o cuatro meses.
4️.- Déficit de fusibles HT, los cuales regulan el amperaje de la energía que ingresa al tren. “No hay en stock actualmente”, aseguran fuentes extraoficiales.
5️.- Déficit de las pastillas de frenos imprescindibles para detener el tren.
Los trenes del Metro de Caracas han sido sometidos a una creciente canibalización que anula el principal objetivo del servicio: un viaje rápido. En la Línea 1 deberían funcionar 38 trenes, para que el tiempo de espera en el andén no exceda los 90 segundos, como era en los inicios del sistema inaugurado en 1983. Sin embargo, según datos aportados por fuentes expertas consultadas por separado, apenas están operativos unos 13 trenes, de modo que los usuarios están obligados a esperar aproximadamente 12 minutos. Pero el déficit puede aumentar: con 9 trenes, la espera se alarga a 15 minutos y con siete trenes llega hasta 18 minutos.
La travesía puede demorar mucho más si sobreviene alguna de las cinco fallas recurrentes que sacan a los trenes de circulación.
1️.- Fallas de propulsión, que ocurren porque los ventiladores que enfrían los motores tienen desperfectos y se paran, y en consecuencia para protegerse de un sobrecalentamiento el motor se apaga. Esto ocurre cuando se detienen los ventiladores que enfrían los motores CVS (Constant Volume Sampling o muestreo de volumen constante). Para evitar un recalentamiento, si los ventiladores fallan los CVS se apagan y con tres de ellos inoperativos el tren no puede moverse. Esta fue la falla que ocurrió el 12 de diciembre de 2019, cuando un tren se quedó varado entre las estaciones Colegio de Ingenieros y Plaza Venezuela, de acuerdo con lo que argumentó días después el presidente del Metro, César Vega.
2️.- Fallas de los acoples, es decir la estructura que empalma un vagón con otro. En el caso de los trenes de fabricación española incorporados al sistema en 2011, estas fallas pueden ser fácilmente percibidas por los usuarios por el ruido que producen las colisiones y porque los vagones de este tipo de trenes están unidos por una especie de acordeón. En noviembre de 2019 circuló un video en redes sociales donde se observa el desprendimiento parcial de esa zona del tren.
3️.- Fallas en las zapatas frotadoras, que son las piezas que permiten la transmisión de la energía desde el tercer riel (que está a lo largo de toda la vía férrea) a los motores y deberían ser cambiadas cada tres o cuatro meses.
4️.- Déficit de fusibles HT, los cuales regulan el amperaje de la energía que ingresa al tren. “No hay en stock actualmente”, aseguran fuentes extraoficiales.
5️.- Déficit de las pastillas de frenos imprescindibles para detener el tren.
Un organismo vivo en peligro de muerte
El Metro de Caracas puede entenderse como un organismo vivo, pero enfermo y en peligro de muerte. El “cerebro” (Centro de Control de Operaciones o CCO) no cuenta con los equipos y la tecnología que tuvo en las mejores épocas. Un personal mal pagado, que trabaja en condiciones deplorables y está tentado a renunciar constituye el “corazón” del sistema de transporte subterráneo. Y en tercer lugar, al Metro de Caracas le falta “oxígeno”, es decir la energía eléctrica que proviene de cuatro subestaciones de la Electricidad de Caracas y que luego es transformada en otras cuatro subestaciones de distribución y 47 de transformación. 72% de las fallas son atribuidas a deficiencias de suministro eléctrico.
El inminente colapso del Metro de Caracas se percibe a simple viste desde el ingreso a sus instalaciones, por el desorden del cobro de pasajes. Si nadie sabe con precisión cuánta gente está en el Metro, nadie puede garantizar un transporte efectivo, confortable y seguro. Sin control de acceso de usuarios no se puede construir y actualizar la llamada “matriz origen-destino”, que permite saber de dónde vienen y a dónde van los pasajeros y planificar el despacho de los trenes en las distintas líneas de acuerdo con la demanda.
Tal descontrol aumenta con la gratuidad del servicio por el colapso del sistema de cobro de pasajes derivado de las averías en los torniquetes y la falta de boletos que se fabricaban con insumos importados. Lo que pareciera una ventaja para el usuario puede resultar contraproducente, pues contribuye al caos.
Hay fallas que no son fácilmente advertidas por los usuarios. Efecto Cocuyo logró recorrer toda la Línea 1, desde Propatria hasta Petare, a bordo del llamado vagón líder del tren, al lado del operador. Las fallas de iluminación en los túneles y en los equipos instalados en las zonas de maniobra de las vías férreas disminuyen la velocidad de los trenes y aumentan los riesgos de accidentes.
Al parecer, ya nadie extraña los equipos contra incendios que estaban en cajetines metálicos, ahora convertidos en depósitos de basura. Fueron hurtados y nunca más fueron repuestos. Luego del descarrilamiento de un tren, en agosto de 2019, la seguridad en el Metro adquiere otra dimensión y acelera la precipitación al colapso del sistema.
[Tomado de https://efectococuyo.com/la-humanidad/deficit-de-trenes-del-metro-alcanza-8157-metrocolapsoccs.]
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