Nelson Méndez
Entre
el último tercio del siglo XIX y primeros decenios del siglo XX, va haciéndose
masiva la difusión e influencia del anarquismo en la Península Ibérica, lo que
es particularmente notorio en los medios obreros, de modo que en la medida que
se va perfilando la propuesta anarcosindicalista, adquiere allí singular
importancia. Esto se afianza al constituirse la CNT en Barcelona en 1910. Para
ese mismo periodo en España están logrando amplía penetración las diversas
perspectivas y aportes que relacionaban al anarquismo con temas de alimentación
tanto en el plano de las ideas como en los esfuerzos por concretarlas en hechos
y prácticas, así que fue ocurriendo un acercamiento entre el anarcosindicalismo
y lo gastronómico como cabía esperar.
Buscando
un indicador de la confluencia de ese entonces entre anarcosindicalismo y
gastronomía, veamos los pormenores que se han podido ubicar respecto a quiénes
participaban en los congresos de la CNT hasta 1936 [1]. En tal sentido la
información disponible señala que desde sus inicios, cuando la organización
estaba muy marcada por el predominio en su nómina de los afiliados radicados en
Cataluña, se hace sentir la presencia de trabajadores del área de la
alimentación y conexos, participando a través de sindicatos de base territorial
o de oficios varios, pero también en algunos sindicatos por ramo económico,
cuya constitución y desarrollo sería una tarea que los organizadores
anarcosindicalistas llevarían progresivamente a cabo; en tal sentido, en el
Congreso de Sants en 1918,
exclusivamente realizado para la región catalana, solo se reseña la asistencia
de unos pocos sindicatos de ramo, entre los cuales están trabajadores de
mercados, fideeros, semoleros, pescadores y agricultores. Un año más tarde es
el Congreso de la Sala de La Comedia, en Madrid, primer congreso con
participación real desde todo el país, se evidencia el avance en la
constitución de sindicatos por ramo, lo que en el sector de nuestro interés se
deja ver con la presencia desde diversas
localidades y regiones de sindicatos únicos del ramo de alimentación, como los
de Badalona, Manresa, Bilbao, Zaragoza, Barcelona, Valencia y Gijón; aparte se
cuenta con gremios de camareros, cocineros y similares. de reposteros, de
pescadores, de trabajadores del campo, de obreros azucareros, de trabajadores
de fábricas de conservas, de cocineros y camareros marítimos, de trabajadores
de mercado, de trabajadores en el transporte de alimentos, y otros que están
afiliados a través de sindicatos de base territorial y de oficios varios.
Pese
a tener que soportar feroz persecución y represión en los años siguientes, esa
presencia no solo se conservó sino que siguió expandiéndose, lo que se
evidencia cuando la CNT sale de la clandestinidad y puede realizar sus
siguientes Congresos, en Madrid en 1931 y especialmente el de Zaragoza en mayo
de 1936, que significó una clara muestra de la fortaleza y el gran peso
político-social de la Confederación. Registremos asimismo que para el congreso
de Madrid ya es evidente el avance en el establecimiento de sindicatos únicos
del ramo de alimentación en muchas localidades, y además se indica la presencia
de sindicatos de trabajadores gastronómicos en Madrid y Albacete, así como de
una Federación de Trabajadores Gastronómicos con sede en Madrid.
En
cuanto al Congreso de Zaragoza en mayo de 1936, el acucioso reporte de Juan
Pablo Calero apunta 887 sindicatos y núcleos sindicales afiliados por entonces
a la Confederación, de los cuales 422 son sindicatos por ramo presentes en una
localidad (generalmente urbana) y 465 sindicatos únicos de en una determinada
población (por lo general las más pequeñas) y sindicatos de oficios varios, que
agrupan trabajadores de distintos oficios para los que no hay sindicato del
ramo en su ámbito. Entre los sindicatos por ramo, se mencionan 12 sindicatos de
alimentación, 8 sindicatos gastronómicos, 4 sindicatos de panaderos, 2
sindicatos de conserveros, 2 de trabajadores del azúcar, 1 de carniceros, 1 de
matarifes, 1 de confiteros, 1 de hoteles y cafeterías, y 1 de cervecerías,
además de 2 sindicatos de trabajadores y trabajadoras del hogar y un sindicato
femenino (en Melilla), donde asumimos una porción significativa de personas
laborando en el área de alimentación. Además, puede suponerse con certeza que
en los numerosos sindicatos de oficios varios y de base territorial habría
gente trabajando en el ramo gastronómico, mientras que considerando los datos
que anota Calero sobre los sindicatos del ramo gastronómico y afines previamente
referidos, estos se ubicaban en 28 centros poblados del Estado español y tenían
la afiliación de 26.270 personas trabajadoras. [2]
La
Revolución Libertaria y el reto de los fogones y las mesas
Ante
el estallido de la Guerra Civil en julio de 1936 provocado por el alzamiento
militar fascista, la CNT anarcosindicalista y la instancia ácrata específica
Federación Anarquista Ibérica (FAI) responden no solo aliándose a fuerzas
republicanas y de izquierda marxista para enfrentar a los sublevados, sino
también impulsando en profundidad un proceso de cambio revolucionario en las
regiones en que se logró frenar al golpe castrense y donde el anarquismo era
fuerza mayoritaria, como Cataluña, gran parte de Aragón y del Levante, pues en
esta coyuntura era de esperarse que los libertarios ibéricos empezaran de
inmediato a llevar a cabo esa Revolución Social que soñaban, discutían,
ensayaban y para lo que se preparaban desde hacia tantos años.
Profundizando
en lo que para el nexo entre gastronomía y anarcosindicalismo representó la
Revolución Libertaria impulsada por el anarquismo ibérico a partir de julio de
1936, siempre es posible espigar la información pertinente en la amplia
bibliografía sobre la experiencia de colectivizaciones anarquistas en aquella
coyuntura; por ejemplo hay un relato acerca de la situación del ramo de la
alimentación en Barcelona para aquella época incluida en el muy citado libro Colectivizaciones:
la obra constructiva de la revolución española. La exposición acerca del
sector gastronómico está basada en una entrevista hecha en aquel entonces al
secretario (no identificado de nombre) del Sindicato de la Alimentación de la
ciudad, afiliado a CNT, donde se aportan datos de interés pero se centra más en
las circunstancias y problemas coyunturales relacionados con el desarrollo de
la Guerra Civil para 1937, año en que se escribe la obra. [3] Siendo así, Acá
optamos por remitirnos al resumen de los aspectos ligados al tópico de nuestro
interés recogidos en el texto “Alimentación de Barcelona colectivizada”, [4]
con una muestra de acciones y realizaciones de aquel proceso que entendemos es representativa:
* Los trabajadores de restaurantes
tomaron el control de 36 locales de alimentación, que en su mayoría se
convirtieron en restaurantes populares a precio fijo. Relatan crónicas de la
época que en esos sitios colectivizados se hizo cuestión de dignidad y
compromiso para construir una nueva sociedad no aceptar propinas de la
clientela, pues ello era sentido como un resto de relaciones y conductas
capitalistas que debían superarse.
* La industria cervecera Damm, principal
empresa del ramo en Cataluña, fue colectivizada.
/ A falta de gerentes y profesionales que se marcharon, mantuvo
operaciones con un mecanismo de gestión asamblearia controlado por sus 610
trabajadores afiliados a CNT;
/ Se garantiza el sueldo al centenar de trabajadores que decidieron ir
como voluntarios al frente de guerra, y se aportan recursos a las milicias
organizadas por CNT-FAI;
/ Para asegurar la cebada necesaria, se establece contacto directo con
colectividades del campo –de similar inspiración libertaria- a las que se dota
de semilla y herramientas;
/ Hay mejoras en los equipos de la fábrica, así como en la seguridad
social y la atención a necesidades del personal que allí labora.
*
El caso de la industria láctea socializada:
/ Se procura unificar un sector antes muy atomizado, creando 7 centros
de refrigeración y pasteurización;
/ Se da atención especial a la higiene y salubridad (lo que no había
sido de igual cuidado para los patronos capitalistas), por lo que se reparan y
modernizan equipos;
/ Se compra y opera una granja modelo, además de estrechar lazos con
proveedores del campo, en especial de las colectividades afines;
/ Se rechazan los intentos gubernamentales de control burocrático.
La
fuente que estamos siguiendo en relación a estas circunstancias no alude al
sector de la panificación, pero al respecto fue posible ubicar un interesante
párrafo sobre tal punto que se transcribe a continuación:
La mayoría de
los 745 hornos-panaderías de Barcelona se vio envuelta en dificultades
financieras a causa de la escasa racionalización, la dispersión administrativa
y la falta de conocimientos económico-contables. En esta rama se decidió desde
un principio la socialización, es decir, la fusión orgánica de todas las panaderías
de Barcelona en una única gran empresa. La consecuencia de esto fue el cierre
de varios pequeños establecimientos. A principios de septiembre [de 1936] ya
estaban dispuestos los planes para una reestructuración del sector. Los
establecimientos pequeños e improductivos debían ser cerrados, había que erigir
grandes fábricas, reducir la amplia gama de variantes de pan y modernizar la
maquinaria y el equipo envejecido. Pero el plan de apertura de grandes fábricas
sólo pudo realizarse al final de la guerra civil. [5]
Al
anotar un balance global de la colectivización en el ramo de la alimentación
para la ciudad de Barcelona, la página web que estamos citando señala que duró
casi hasta el término de la Guerra Civil Española, garantizando en general el
suministro de productos alimentarios a la urbe. La experiencia finalizó no por
fallas inherentes a la idea global, errores en su aplicación o ineficiencia de
quienes la propugnaban, sino por el triunfo franquista (abril 1939).
Otro
testimonio de necesaria mención y donde se enlazan anarcosindicalismo con
gastronomía por aquellos años en España, es lo contenido en el libro La
cocinera de Buenaventura Durruti, [6] basado en un manuscrito anónimo cuya
autora sería una mujer con responsabilidades en los servicios de alimentación a
las milicias de la CNT-FAI, obra que hace un peculiar relato donde se combinan
las vivencias y apreciaciones de la narradora ante las circunstancias que le
tocaba vivir, junto con la presentación de una buena cantidad de recetas que
reflejan tanto lo que era la tradición culinaria popular, como la
disponibilidad de recursos accesibles en esa difícil coyuntura, e incluso el
aporte gastronómico de los voluntarios internacionales que se unieron a la
causa de los pueblos ibéricos.
Para
finalizar este apartado, un reporte de prensa divulgado cuando estábamos en
plena redacción final de este artículo, nos ha permitido conocer otro dato
relevante en torno a la relación que nos ocupa en el contexto de aquellos años
en España. La crónica periodística en cuestión [7] hace alusión a dos
publicaciones periódicas anarcosindicalistas que se editaron en Barcelona en
pleno periodo revolucionario y atestiguaban el nexo
anarcosindicalismo-gastronomía: Fraternidad,
vocero de la Federación Regional de la Industria de la Alimentación de la CNT,
y Gastronomía, difundida bajo la
responsabilidad de CNT-FAI y que se identificaba como “revista gráfica de la
industria gastronómica”. [8]
El
artículo de Ana Vega Pérez se centra en glosar el contenido del N° 1 de Gastronomía que al declarar su objetivo
afirmaba comprometerse con el triunfo de la revolución y cómo conciliarlo con las
exigencias bélicas de aquel momento. En tal sentido, recalca la importancia que
para los hosteleros asociados al sindicato debían tener la solidaridad y el
ahorro de recursos indispensables para el esfuerzo militar, por lo que se
detiene a explicar la experiencia de socialización de hoteles y restaurantes
cuyas riendas habían sido tomadas por los trabajadores, resaltando el caso del
Hotel Victoria en Barcelona. Siendo tal su propósito y teniendo preocupación
central en el área de la alimentación, incluye la propuesta de un menú de
guerra, afirmando – según cita que toma Pérez de esa edición de Gastronomía – que “'en tiempos de guerra
nuestra posición de cocineros nos obliga, más que nunca, a suplir la falta de
alimentos con habilidad y buen gusto, debiéndonos esforzar para que la comida
resulta grata al paladar y a la vista […] las materias primas que escaseen serán
sustituidas por otras afines, también nutritivas y agradables’”, de manera que
la revista propone recetas de platos que hacen posible dar de comer a muchas
personas con recursos escasos, que en esta oportunidad son una escudella camperola para 300 comensales,
un arroz con bacalao para 500 y una sopa vegetariana para 100.
Epílogo
Al cierre de este esbozo de
investigación, es pertinente aseverar que la relación de lo gastronómico - en
tanto proceso sociocultural integral y complejo - con el anarcosindicalismo en
el período considerado para la Península Ibérica apunta a un papel nada
despreciable sobre el que cabría ahondar en los pistas que acá se asoman,
particularmente en la Revolución Libertaria de 1936, donde hemos podido avizorar
como se asumió que hacer la Revolución Social era también impulsar la
Revolución en lo gastronómico. Por supuesto, es necesario profundizar en las
pesquisas sobre el tema, pero entendemos que ya es posible exponer hipótesis
generales en torno al proceso como las que presentamos acá.
La imposición a sangre y fuego de la
dictadura franquista a partir de 1939, que se mantendría en las décadas
siguientes, significó una durísima prueba para el anarcosindicalismo ibérico y,
aún cuando pudo sobrevivirla reapareciendo activo en suelo peninsular tras la
muerte del dictador en noviembre de 1975, no ha sido aquella presencia prominente
en el movimiento laboral que tenía para 1936. Sin embargo, entendemos que no
cabe suponer este declive como definitiva liquidación del anarcosindicalismo,
ni como algo que convierte a su relación con lo gastronómico en una mera curiosidad
histórica, apenas merecedora de atención para estudios eruditos y para quienes se
regodean en temas exóticos, pues, pese a la mengua del anarcosindicalismo, para
nada se puede afirmar tal cosa sobre otras vertientes o interpretaciones
anarquistas, que en la actualidad hallan temas y orientaciones en la rica
experiencia anarcosindicalista del pasado. En tal sentido, si tenemos en cuenta
el interés actual que en medios ácratas y afines hay por cuestiones de
alimentación en tanto relacionadas con la acción político-social, ello lleva a considerar
como significativo lo que cabe aprender de lo dicho y hecho en otros tiempos
por expresiones del movimiento libertario tan aleccionadoras como las que hemos
registrado en estas páginas.
Notas:
[1] Los datos que se exponen de seguidas
son tomados para los primeros congresos de CNT según se apuntan en veuobrera.org,
“Diccionari de Sindicats, Sindicalistes i de la Història del Moviment Obrer de
Catalunya (dels orígens fins l'any 1939)”, http://www.veuobrera.org.
Para el Congreso de Zaragoza de 1936 nos basamos en la exhaustiva compilación
sobre la afiliación de entonces a la
central anarcosindicalista recogida por Juan Pablo Calero, “Vísperas de la
revolución. El congreso de la CNT (1936)”, Germinal
7, (abril 2009) p. 97-132.
[2] El informe prolijo de sindicatos
afiliados a la CNT en 1936 se ubica en J.P. Calero, op. cit., p. 108 a p. 132.
{3] Cfr. Agustín Souchy y Paul Folgare, Colectivizaciones:
la obra constructiva de la revolución española. Fontamara, Barcelona 1977
Se trata de un texto fundamental en torno a las colectivizaciones libertarias
de aquel momento, pues los autores recogieron en 1937 testimonios y datos que
luego han sido referencia obligatoria para todas las investigaciones sobre el
tema. La entrevista mencionada se halla en p. 115-124.
[4] Cfr. Páginas Web Anarquista,
“Alimentación de Barcelona Colectivizada”, http://paginaswebanarquista.blogspot.com.es/2014/10/alimentacion-de-barcelona-colectivizada.html.
[5] Walter Bernecker, Colectividades
y Revolución Social. El anarquismo en la Guerra Civil Española 1936-1939,
Crítica-Grijalbo, Barcelona 1982. 1982, pp. 284-285.
[6] Obra de autoría anónima, publicada
el año 2013, por la editorial Los Amigos de Ascaso, Almería. Una reseña amplia
es accesible en http://www.weeky.es/la-cocina-anarquista-durante-la-guerra-civil.
[7] Cfr. Ana Vega Pérez, “Gastronomía
anarquista y de guerra”, https://www.hoy.es/culturas/gastrohistorias-gastronomia-anarquista-guerra-20190831185719-ntrc.html.
[8] Se tiene acceso a una muestra
representativa de esta publicación en http://www.graficaanarquista.com/publicacio/gastronomia.
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