Apenas un error en el año, no _1984_ sino "2019"

Naiz (Euzkadi)

Imaginemos una sociedad donde se manipula la información, se practica la vigilancia masiva y la represión política y social. No tenemos que realizar un gran esfuerzo por que es lo que hoy, en 2019, vivimos cada día. Sin embargo, esa fue la sociedad que George Orwell imaginó en 1948, cuando escribió su novela de ficción distópica 1984 –aunque fue publicada el 8 de junio de 1949–.

Han pasado 70 años desde su publicación y no puede ser más actual, aunque el escritor no pudo asombrarse de lo certero de su augurio pues murió solo un año después a los 46 años de edad.

Vivimos en un una sociedad hipervigilada, con cámaras observándonos en todo momento, e incluso las llevamos encima. Orwell mencionaba un Partido regente en un país totalitario observado constantemente por el Gran Hermano.

A su vez, podemos comparar nuestras redes sociales, donde la gente vierte su odio constantemente con el ritual «dos minutos de odio» descrito en la novela, donde la población es incitada a odiar al Enemigo del Pueblo.

Del mismo modo, en 1984 el pasado ha sido reescrito y ha surgido una nueva lengua que impide el pensamiento crítico. En nuestro tiempo todavía queda mucho por hacer para recuperar la memoria, que algunos sectores intentan empañar, a la vez que la constante censura apacigua las ganas de opinar.

Con más de 30 millones de ejemplares vendidos, durante siete décadas el texto del novelista británico no ha perdido actualidad y cíclicamente se pone de moda. En 2017 el hecho de que una consejera de Donald Trump utilizase la expresión «hechos alternativos», término empleado en 1984, le hizo una enorme publicidad.

A su vez, en Gran Bretaña se dispararon sus ventas tras las revelaciones de Edward Snowden sobre la vigilancia del Estado. 1984 ha dejado de ser una novela de ficción para dar paso a un relato de terror donde todo se torna muy real.

Ya estamos en el futuro orwelliano

Estas son algunas de las «predicciones» que Orwell hizo en su libro y hoy en día tendrían su equivalente:

-Micrófonos que escuchan: ¿A qué no le ha pasado hablar de algo con un amigo y al día siguiente le aparezca publicidad relacionada en el teléfono móvil?

-Se nos olvida escribir: Ya casi no se escribe a mano pues vivimos pegados a un ordenador o tablet. En redes sociales como Whatsapp esto es aún más acusado por el uso cada vez mayor de los mensajes de voz.

-La telepantalla: Orwell imaginó unas pantallas colocadas en las casas que eran capaces de ver y oír a las personas. Hoy en día tenemos los asistentes inteligentes como Alexa, de Amazon.

-Frases modelo para responder: En 1984 el Estado enviaba postales con frases predeterminadas entre las que el ciudadano debía elegir para comunicarse. Actualmente Gmail te propone qué responder a los emails.

-El Ministerio de la Verdad: Es la institución que se encarga en la novela de ofrecer versiones oficiales de los hechos y también la que los cambia según le convengan al Estado. En 2019 las Fake News se han convertido en arma política. [En Venezuela el Estado tiene un Viceministerio de la Suprema Felicidad.]

-La neolengua: Si tenemos que hablar de una nueva lengua intuitiva y universal, esa es sin duda la de los emoticonos, capaz de transmitir sentimientos mediante una cara redonda y amarilla, aunque a veces produzca malentendidos.

[Tomado de https://www.naiz.eus/es/actualidad/noticia/20190608/la-distopia-del-gran-hermano-hecha-realidad.]

[Nota final de El Libertario: Solamente para recordar, pues hay gente que suele pasarlo por alto al reflexionar sobre este tema: una muy grotesca expresión de lo denunciado acá la vemos en esos regímenes de extremo autoritarismo que se autotitulan "socialistas" y de "izquierda", como los de Corea del Norte, China, Cuba o Venezuela,, donde hay múltiples ejemplos de control y manejo totalitario de la información que hasta empequeñecen a lo previsto por Orwell, cuya obra está en la práctica vetada para leerse o circular en varios de esos países, además que quienes defienden o publicitan esos regímenes ciclicamente repiten acusaciones calumniosas contra la memoria de Orwell, calificándole de "agenta encubierto y lacayo del imperialismo".]