Consejo
Federal de la F.O.R.A.-C.I.T.
La cumbre del G-20 del año
pasado, los acuerdos con el FMI y la represión en la votación del presupuesto
2019 no podían ser otra cosa que la antesala de una nueva crisis económica en
argentina, que si vamos al caso, de nueva tiene poco. Vale aclarar, dicho sea
de paso, que “crisis” es un concepto engañoso que utilizan siempre los
gobiernos y los medios de comunicación masiva para convencernos de que la nefasta
situación que estamos atravesando no es culpa de nadie en particular, sino la
consecuencia de variables ajenas al gobierno actual y que éste hace lo mejor
que puede con los recursos que tiene.
En este marco es que ya se
empiezan a vislumbrar los distintos discursos de los distintos arcos políticos
de cara a las próximas elecciones, todos queriendo captar nuestros votos con
mentiras y falsedades. Sabemos de sobra que ningún gobierno puede solucionar
los problemas que nos genera el capitalismo una y otra vez, ya que el Estado
mismo se encarga de garantizar y sostener este sistema.
Ahora mismo somos testigos de
decenas de conflictos en todo el país de distinta índole: Sindicales, de
género, educativos, ambientales, etc. Las industrias y servicios están cayendo
en todas las provincias provocando cientos de despidos, suspensiones y
recortes. Algunas despiden a mansalva negociando con el sindicato y otras
utilizan artimañas típicas de las patronales, como los procedimientos
preventivos de crisis. De estos hubo 55 en 2016 y 108 en 2018, es decir, el
doble en dos años. Hace poco se quiso sumar a la lista Coca-Cola, pero
realmente, ¿alguien cree que Coca-Cola dé perdidas y esté por cerrar? Ni
siquiera el gobierno puede encubrir tamaña mentira y les negó el pedido, por lo
cual la empresa acudió al plan B, que es negociar con el sindicato, concretando
decenas de despidos y traslados.
Este papel de los sindicatos
dirigidos por la burocracia sindical no es novedoso. Ya lo anunciábamos en el
número anterior cuando comparábamos el papel histórico de la CGT con sus
antecesores a principios del siglo XX. Esta burocracia sindical, que más que
“burocracia” son empresarios del sindicalismo, perfeccionó y aceitó su
capacidad de conciliación de clases. No es solamente la manipulación de
asambleas para que no triunfen las posturas más radicales en las fábricas, sino
que es una estructura constante que intenta evitar por todos los medios la
participación de los trabajadores y trabajadoras en sus puestos de trabajo. Es
impedir que haya otras listas opositoras, es impedir que se hable abiertamente
en una asamblea, es no respetar el voto de una asamblea, es arreglar una
cantidad de despidos aceptable, es desmovilizar a los compañeros y compañeras
constantemente, ya sea con la palabra del miedo o por la fuerza con las
patotas.
Y a mayor escala este papel se
hace más evidente. La CGT y las CTA amenazan con amenazar a un paro y cuando
éste se concreta en lo formal, no deja de ser una especie de feriado dominguero
sin ningún tipo de confrontación ni plan de lucha. Sirve únicamente como
válvula de escape para liberar la tensión social. Y así y todo a veces se
conquistan medidas de fuerza y se realizan huelgas, piquetes, movilizaciones y asambleas tratando de organizar
la bronca acumulada. En ese caso el sindicato acompaña aunque de mala gana y
tratando de cooptar y absorber el conflicto, como es el caso del ASIMM
(motoqueros) a raíz de los 430 despidos en PedidosYa!, que todavía está sin
resolución.
La
respuesta del gobierno
Es tan evidente el papel del
gobierno que a grandes rasgos cualquiera lo puede descubrir: Cuidar y proteger
el interés de las empresas a como de lugar.
Algunos gobiernos son más
evidentes que otros. El peronismo también busca lo mismo pero utiliza
herramientas más sutiles y lo hacen a través de la cooptación del Estado de
bienestar. Así es que cuando se agotan los mecanismos conciliadores para evitar
conflictos, como las mentiras de los medios de comunicación, el miedo a perder
el trabajo o la vida, o las traiciones dentro de los movimientos sociales, los
gobiernos apela a su recurso más básico como monopolizadores de la violencia,
es decir, la cruda represión policial.
Les pasó a los trabajadores de
Coca-Cola y la comisión de mujeres que los apoyan, a lxs trabajadorxs de
Madygraf, al feriazo de la UTT, y muchos casos más que no nos alcanzarían las
hojas para nombrar. La represión está a la orden del día y sabemos que esto va
a recrudecerse en la medida en la que no puedan contener el descontento por
otros medios.
El camino
a seguir
Este panorama aparenta ser
bastante desolador. La clase obrera pareciera que tiene todo en contra:
empresas, gobierno, sindicatos, medios de comunicación y organismos
internacionales. Y realmente es así, tenemos todo en contra. Pero también
sabemos que somos mayoría, y de a poco vamos descubriendo formas para enfrentar
esta situación.
Tenemos el caso de los “feriazos”
de verduras de la UTT como respuesta a los precios inauditos debido a la
inflación, más allá del interés partidario que pueden tener algunas de sus
internas. Esta forma de vincularse, directamente de productor a consumidor,
puede recuperar un poco el vínculo entre trabajadorxs demostrando lo inútil que
resulta el Estado cuando la clase trabajadora se lo propone. Además de poner en
relieve lo ridículo de las ganancias que obtienen todos los patrones que hacen de intermediarios en esta
cadena económica.
Tenemos a lxs
docentes y estudiantes luchando por la educación pública, sabiendo de sobra que
cuanta menos educación haya, más fácil manejan a los pueblos. La paritaria
docente que Vidal intenta utilizar (nuevamente) para desprestigiar a lxs
docentes, manteniéndola en suspenso hasta el inicio de clases.
Tenemos a lxs docentes y
estudiantes luchando por la educación pública, sabiendo de sobra que cuanta
menos educación haya, más fácil manejan a los pueblos. La paritaria docente que
Vidal intenta utilizar (nuevamente) para desprestigiar a lxs docentes,
manteniéndola en suspenso hasta el inicio de clases.
Tenemos al movimiento feminista
en general derrumbando todo un entramado social de estructuras de poder,
llamado patriarcado, que sostiene y reproduce opresiones milenarias. Y dentro
del amplio movimiento feminista, hay una porción enorme de la clase trabajadora
luchando por sus propias reivindicaciones como el derecho al aborto, el cupo
laboral femenino, la no discriminación salarial por igual trabajo, detener el
acoso y las violaciones y muchas otras reivindicaciones más.
Tenemos sobrados ejemplos de
lucha y organización con muchas cosas en común, que nos marca , aunque en
cuenta gotas, el camino a seguir: la importancia y lo fundamental de la
participación y la decisión colectiva en espacios como las asambleas; las
acciones directas, es decir, la voluntad, el compromiso y la iniciativa para
ponerle el cuerpo y la cabeza a resolver todos estos problemas sin esperar
dádivas del gobierno, ni soluciones mágicas de distintos Partidos políticos; la
solidaridad para ir codo a codo con nuestrx hermanx de clase, compartiendo el
dolor y las ganas de transformar la realidad sabiendo realmente cual es la
institución o quién es la persona que nos quiere en silencio y bajo la eterna
explotación.
Tenemos la huelga que las
compañeras están ejerciendo en la calle aún a pesar de la CGT que brilla por su
ausencia. La huelga que muchas comisiones internas, cuerpos de delegados y
asambleas de base llevan a cabo aún teniendo a la burocracia en contra. Tenemos
los piquetes, cortes de calle y movilizaciones donde manifestamos el
descontento y nos encontramos. Tenemos muchas formas de lucha y hay muchas
otras que todavía no descubrimos, pero que vamos a ir encontrando en el calor
del debate y la búsqueda de la solución colectiva.
Porque si hay algo que tenemos en claro es que esta situación no
es consecuencia de variables ajenas a las personas, sino el resultado de
decisiones políticas concretas que solo buscan sostener y reproducir el sistema
de explotación y opresión en el que vivimos. Sabemos que estos son problemas
generados por el sistema en el que vivimos y que por eso la solución tiene que
ser colectiva y no individual. Sabemos que la clase obrera es la que hace
funcionar al capitalismo con nuestro sudor y sangre, y por eso es la clase
obrera la única que puede detenerlo si se organiza de forma horizontal y
federalista.
Es momento de seguir resistiendo
y de a poco ir avanzando en una organización propia de la clase obrera que no
se deje manipular por políticos o burócratas sindicales. Tenemos que seguir
fortaleciendo los lazos solidarios entre trabajadores y trabajadoras,
realizando asambleas y ganando las calles.
¡Asambleas para decidir!
¡Acción directa para ganar!
¡Solidaridad entre
explotadxs!
[Publicado
originalmente como Editorial del periódico Organización
Obrera # 78, Buenos Aires, marzo-abril 2019. Número completo accesible en https://mega.nz/?fbclid=IwAR2zDe0MUVk_0v73lgVP0egLQTfNWCebJ9u_806iEbFdauHO7MPizLbYThA#!dUA0WISB!hI2ArbuirbVhDY8a7sNnd19EQHHdD5ExZZH_rxZyNoI.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.