Carlos Solero
Los apologistas del capitalismo sostienen que es un sistema con ganadores y perdedores. Por cierto que esto significa que una masa considerable de seres humanos padezcan, sufran el escarnio de la explotación para que una élite disfrute y despilfarre.
Lo grave, lo terrible es la aceptación mansa y sin cuestionamientos a semejante perversión.
Los apologistas del capitalismo sostienen que es un sistema con ganadores y perdedores. Por cierto que esto significa que una masa considerable de seres humanos padezcan, sufran el escarnio de la explotación para que una élite disfrute y despilfarre.
Lo grave, lo terrible es la aceptación mansa y sin cuestionamientos a semejante perversión.
Si de perversión hablamos corresponde señalar la reciente decisión del gobierno argentino de recortar u hasta en algunos quitar las pensiones a personas con discapacidad.
Además de ser una medida artera que provocará daños que podrían ser irreversibles está la falacia que es el Estado el que desembolsar esos recursos.
En efecto, cabe marcar que el Estado detenta el monopolio fiscal, la imposición de tributos y también la excepción a una multiplicidad de capitalistas y banqueros.
Otra vuelta de tuerca en el proceso de empobrecimiento masivo. Esta otra expresión de la represión cotidiana. Castigar a los más vulnerables arrojando al abismo y al oprobio a crecientes contingentes de población.
Sólo una sociedad anestesiada puede permanecer indiferente y legitimar con su pasividad este escarnio.
Es preciso accionar colectivamente. Salir a las calles y actuar solidarios.
No lo harán los burócratas ni los demagogos. Si lo haremos nosotros.
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