Unidad Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional
Miles de trabajadores
venezolanos cruzan todos los días a pie las fronteras con Colombia y Brasil,
huyendo de la miseria y el hambre a las que el gobierno venezolano les condena
mediante un plan de ajuste que ha reducido el salario promedio a menos de 5
dólares mensuales. Entre 2015 y 2018 se estima que han salido del país
alrededor de dos millones de personas, un 6% de la población. Según algunas
encuestas, alrededor de un tercio de la población quiere emigrar para escapar
de la hiperinflación, la criminalidad violenta y la represión.
Venezuela hasta hace pocos años
no tuvo una tradición significativa de emigración. Durante la segunda mitad del
siglo XX Venezuela más bien recibió inmigrantes de Europa y América Latina, un
importante número de ellos de la vecina Colombia. Como parte de la polarización
política y social en el marco del golpe de 2002 se da una primera oleada de
emigración, fundamentalmente limitada a la clase media alta y la burguesía.
Pero a partir de la crisis económica de 2013 y hasta la actualidad, con la
contracción brutal de la economía y el ajuste inflacionario que liquida los
salarios, se genera una ola de emigración cada vez mayor de la que participan
sobre todo los asalariados y cuentapropistas, en condiciones cada vez más
precarias.
El gobierno venezolano niega a
la población la posibilidad de acceder de manera oportuna a pasaportes y otros
documentos, alentando el pago de sobornos para obtenerlos, tan elevados que la
mayoría de las personas no pueden pagarlos.
Como parte de esta ola de
emigración, miles de venezolanos se encuentran en el norte de Brasil y el
oriente colombiano en condiciones de miseria y extrema vulnerabilidad, hay
casos de esclavismo en el norte brasileño en haciendas de los que han sido
víctimas trabajadores venezolanos, incluso han sido víctimas de ataques
xenófobos en la ciudad de Cúcuta, abundan las denuncias de feminicidios contra
venezolanas en Perú, y crece una industria de trata de mujeres venezolanas con
fines de explotación sexual en toda Latinoamérica. Muchos se embarcan en naves
precarias hacia las Antillas bajo el yugo holandés o a Trinidad y Tobago, país
donde las autoridades encarcelan a centenares de inmigrantes venezolanos y los
amenazan con sentencias de hasta dos años de cárcel.
Ante toda esta situación el
gobierno venezolano no brinda ninguna asistencia a los venezolanos en el
exterior.
Según el discurso oficial,
presente en los medios de comunicación del gobierno y los discursos de Maduro,
los emigrantes son "blancos, descendientes de europeos, de clase
media" y personas "que no aman a su patria", que la abandonan en
momentos de dificultades. Demostrando una vez más el talante ultra reaccionario
del gobierno. La oposición de derecha agrupada en la MUD, también
instrumentaliza la crisis de la emigración, como se refleja en las declaraciones
de Julio Borges, quien advirtió que Latinoamérica se puede
"contaminar" de problemas que sufre Venezuela como la criminalidad
violenta, debido al flujo de inmigrantes venezolanos. Una declaración que
estigmatiza a los inmigrantes venezolanos y alienta medidas restrictivas por
parte de los gobiernos de la región.
Las transnacionales petroleras
se benefician con la superexplotación de los asalariados venezolanos. Llamamos
a los trabajadores de EEUU, Estado español, Noruega, Francia, Italia, etc., a
denunciar que Chevron, Repsol, Total, ENI, y las demás transnacionales en las
empresas mixtas petroleras pagan salarios de menos de 5 dólares mensuales a los
trabajadores venezolanos.
Ante la destrucción del nivel
de vida de la clase trabajadora venezolana por parte del gobierno, a tal punto
que es imposible subsistir con el salario promedio, los trabajadores migrantes
venezolanos deben ser considerados refugiados, desplazados forzados por la
debacle económica, y los países que los reciben deben brindarles toda la
asistencia necesaria, incluso recibirlos aunque no dispongan de pasaporte, en
vista de que el gobierno de Maduro le niega la documentación a sus ciudadanos.
Los gobiernos de la región deben adoptar medidas para impedir que los
trabajadores que huyen de la esclavitud en Venezuela sean nuevamente sometidos
a condiciones de explotación esclavista en los países a los que migran, debido
a su situación vulnerable.
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