Carlos González R.
“Sánchez era un muchacho flaco, desgarbado, que frecuentemente tenía hambre y frío. Sus ojos negros, entornados, de mirada dolorosa y sin luz, impresionaban. Recuerdo, todavía, la impresión amarga que me hizo cuando lo oí hablar con su labio colgante y su aspecto de hombre ajeno a todo lo que lo rodeaba”. Así describía el político socialista Alfredo L. Palacios a quien había nacido en Montevideo el 17 de enero de 1875.
Era hijo de Olegario Sánchez y de Josefa Mussante, y tuvo once hermanos. Tras abandonar sus estudios secundarios, aunque fue un incansable lector, alternó su vida entre Montevideo, Buenos Aires y Rosario. Fue en estas ciudades donde desarrolló una intensa labor periodística (La Voz del Pueblo, El Siglo, La Razón, El Nacional, El País) y teatral.
“Sánchez era un muchacho flaco, desgarbado, que frecuentemente tenía hambre y frío. Sus ojos negros, entornados, de mirada dolorosa y sin luz, impresionaban. Recuerdo, todavía, la impresión amarga que me hizo cuando lo oí hablar con su labio colgante y su aspecto de hombre ajeno a todo lo que lo rodeaba”. Así describía el político socialista Alfredo L. Palacios a quien había nacido en Montevideo el 17 de enero de 1875.
Era hijo de Olegario Sánchez y de Josefa Mussante, y tuvo once hermanos. Tras abandonar sus estudios secundarios, aunque fue un incansable lector, alternó su vida entre Montevideo, Buenos Aires y Rosario. Fue en estas ciudades donde desarrolló una intensa labor periodística (La Voz del Pueblo, El Siglo, La Razón, El Nacional, El País) y teatral.
En 1897, al estallar la guerra civil en Uruguay, se incorporó a las filas de Aparicio Saravia en seguimiento de la tradición partidaria de su familia, ocasión en que mantuvo contacto con algunas destacadas personalidades de la intelectualidad, como Eduardo Acevedo Díaz. Consternado por el clima que rodeaba al alzamiento, desertó y pasó a Brasil. De este período surgirá su desencanto por las posturas políticas tradicionales, reflejado en sus Cartas de un flojo, y comienza su activa militancia en el anarquismo. Escribió en La Protesta y en la revista El Sol, dirigida por Alberto Ghiraldo. Sus obras “Ladrones” y “Puertas Adentro” se inscriben dentro del modelo anarquista.
El anarquismo
En Montevideo ingresó en el Centro Internacional de Estudios Sociales (principal local anarquista de la ciudad). Declarándose anarquista, ofrece varias conferencias en las que lee su Cartas de un Flojo. Se desempeña como bibliotecario de la recientemente inaugurada Biblioteca Obrera, colabora con algún texto con el periódico del Centro, Tribuna Libertaria y crea un cuadro filodramático, junto con Edmundo Bianchi y Eulogio Peyrot, donde pretenden extender la arenga, el discurso libertario, por vías de comunicación más entretenidas.
La experiencia es un éxito y de allí nacen obras de Florencio que se presentan hasta el día de hoy como “Puertas adentro” o “Ladrones y Pilletes”, que un tanto modificadas son lo que hoy conocemos como “Canillita”. Será también Florencio el principal impulsor de un proyecto: la edición de El Trabajo, que constituirá el primer diario anarquista del Uruguay. Las conferencias se sucedían y el asunto molestó tanto al jefe de policía que se ordenó detenerlo. Prófugo de la policía se fue rumbo a Rosario.
Escritor comprometido
En Rosario fue secretario de redacción de La República, publicación dirigida por Lisandro de la Torre. Se involucra con el movimiento obrero y anarquista local, frecuenta la Casa del Pueblo, principal centro de agitación, y cuando estalla la huelga de la refinería de azúcar, principal centro industrial de la provincia, se pone al servicio de la misma.
Posteriormente funda un periódico junto a otros colegas llamado La Epoca. También escribe una nueva obra teatral llamada “La gente honesta”, donde se burla de un personaje del Gobierno que es a su vez su antiguo jefe y dueño de La República. El día del estreno el Sr. Schniffer, que era la persona aludida, logró hacer suspender la obra. Y la policía la policía la prohibió. Florencio es perseguido y apaleado en plena calle, mientras los ejemplares de La Epoca que anunciaban el texto de la obra prohibida se venden como pan caliente. Fue necesario sancionar una ley de censura para hacerlos dejar de circular.
En Buenos Aires
Florencio se va a Buenos Aires, donde tras una importante huelga se impone la Ley de Residencia que permite echar del país a todo extranjero que se crea inconveniente. La Federación Obrera Regional Argentina, de tendencia anarquista, responde con la huelga general, mientras que el gobierno decreta el estado de sitio y la censura. Ante esto La Protesta, principal vocero del anarquismo porteño es asaltada y prohibida. Florencio Sánchez junto a otros compañeros logran sacarla clandestinamente.
Continuó tratando en todas sus obras problemáticas y contradicciones sociales de las que el anarquismo siempre había hecho énfasis. Y finalmente, en 1909 cuando su fama estaba totalmente consagrada tras la brutal represión del 1º de mayo de 1909 tomó nuevamente a cargo la redacción del diario anarquista La Protesta, nuevamente prohibido y clandestino.
Uno de sus éxitos
En 1903 escribe “M’hijo el dotor”, que se estrena con gran éxito en Buenos Aires. El 25 de septiembre de 1903 se casó con Catalina Raventos y sus padrinos fueron José Ingenieros y Joaquín de Vedia. También en 1903 escribió el sainete “La gente honesta” y su primera obra teatral “Canillita”, que se representó por una compañía española de zarzuelas. Solidario con los obreros gráficos en huelga, pierde el empleo. A su vez la policía impide el estreno de "La gente honesta". Sin embargo, Sánchez no declina su compromiso ideológico.
En 1906, se instaló en La Plata, donde trabajó en la Oficina de identificación Antropométrica, que había sido fundada por el policía Juan Vucetich. Tuvo como temas preferidos para sus obras de teatro la vida proletaria, la familia, el conventillo, los inmigrantes; representó diversos tipos sociales en ambas orillas del Río de la Plata, mostrando miserias y esperanzas del mundo del trabajo a través de la vida cotidiana de sus personajes.
Muerte en Milán
El 25 de septiembre de 1909 embarcó hacia Europa en el barco italiano “Príncipe di Udine” como comisionado oficial del presidente uruguayo, Claudio Williman, para informar sobre la conveniencia o no de que el gobierno uruguayo participara en una proyectada exposición artística en Roma, llegando a Génova el 13 de octubre de 1909. Después de pasar unos meses derrochando una importante suma de dinero como anticipo de los derechos de representación de sus obras en Europa, murió de tuberculosis a las 3 de la madrugada del 7 de noviembre de 1910 en el Hospital de Caridad “Fate Bene Fratelli” de Milán (Italia), donde había estado internado cinco días antes por una bronquitis en el pulmón izquierdo. El 21 de enero de 1921 sus restos mortales llegaron a Montevideo y fueron llevados al Panteón Nacional.
El legado
Florencio Sánchez no se limitó a escribir un grupo de buenas obras. Su mérito principal consistió en introducir en la escena rioplatense las estructuras del drama moderno. Una corta vida de 35 años le bastó para escribir unas veinte piezas teatrales que significan la consolidación de la dramaturgia rioplatense y marcan el ingreso del teatro argentino y uruguayo al canon occidental.
Le dio el nombre a los Canillitas
A partir de la obra teatral “Canillita”, comenzó a denominarse así a los vendedores de diarios, porque en ese libro el personaje principal es un chico de 15 años de piernas flacas al que llamaban “Canillita”, quien cumplía cada día esta tarea para poder mantener a su familia. El Día del Canillita comenzó a festejarse desde el 7 de noviembre de 1947, en memoria de la muerte de Florencio Sánchez. En Uruguay, sin embargo, se los recuerda el 26 de mayo, fecha que corresponde al día de la muerte de Adrián Troitiño [activista sindical también anarquista], fundador del sindicato de canillitas del Uruguay.
[Tomado de https://www.lacapitalmdp.com/florencio-sanchez-el-dramaturgo.]
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