Carlos Solero
No hay revolución de la felicidad. Hay globos pinchados.
Transcurridos varios semestres no sólo no se concretó la revolución de la felicidad sino que los globos que flotaban en torno a los burgueses resultantes se fueron pinchando uno a uno pero no para ellos sino para la masa de votantes que los entronizó en el gobierno.
No hay revolución de la felicidad. Hay globos pinchados.
Transcurridos varios semestres no sólo no se concretó la revolución de la felicidad sino que los globos que flotaban en torno a los burgueses resultantes se fueron pinchando uno a uno pero no para ellos sino para la masa de votantes que los entronizó en el gobierno.
Hay si exclusión social, creciente violencia institucional, aumento de la militarización de la sociedad, persecución y encarcelamiento a luchadoras y luchadores sociales. Brutal asedio contra quienes resisten por la Tierra y contra el capital. La Patagonia es uno de los ámbitos de mayor despliegue policial y de fuerzas federales hostigando a maestros en lucha y pobladores mapuches. También las ciudades de la región Argentina padecen la constante circulación de uniformados para intimidar a quienes protestan. El Estado argentino, responsable de crímenes encubre a los verdugos vía el poder judicial.
Ejemplo de esto la desaparición forzada del militante anarquista Santiago Maldonado y su posterior muerte. El asesinato del joven mapuche Rafael Nahuel. El enjuiciamiento del lonko Facundo Jones Huala y mantenimiento en prisión. Las constantes amenazas de represión explícita. No vamos a decir que todo esto nos sorprende. Es un capítulo más de la historia de infamias que pasará con los años a engrosar la colección de slogans preelectorales.
Recordemos: "la Argentina potencia, el salariazo, la pobreza cero" y un largo etcétera que mantiene viva la ilusión en la democracia delegativa.
Nosotros sabemos que sólo la lucha y la autoorganización autónoma nos podrán emancipar del yugo del capital y del Estado.
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