Costa del Sol FM
En el archipiélago más hermoso del Caribe no se escucha el mar. El rugir de las plantas eléctricas encendidas noche y día lo impiden, como reseñó Valentina Quintero en su cuenta de Instagram hace pocos días. Y las plantas eléctricas están encendidas porque en Los Roques se va la luz con demasiada frecuencia y los millones que se gastó la administración de Nicolás Maduro para adquirir “la mayor planta fotovoltaica de Venezuela con 4.400 paneles de luz solar” – como vendieron la noticia el año 2015-, es hoy un cementerio de paneles solares sepultados en arena y desidia. Un negocio que hizo el gobierno con la empresa china Yingli Green Energy y la española Vico Export Solar Energy y cuyo costo, como todos los negocios que realiza el Estado, permanece en la penumbra.
“La primera planta de energía fotovoltaica del país, que contiene más de 4.400 paneles solares policristalinos, generará más de 1.400 megavatios/hora por año, energía suficiente como para abastecer 400 casas típicas venezolanas. El sistema está operativo desde mayo de 2015”, anunciaba de lo más orgullosa la empresa china. Pero los paneles nunca entraron en funcionamiento y la ineficacia gubernamental, con su ruin mezcla de corrupción y viveza criolla, han transformado a Los Roques en una pequeña muestra del país completo: los posaderos perdiendo sus alimentos cada vez que se va la luz, la basura destruyendo el medio ambiente, los nuevos ricos ensuciando las playas mientras los funcionarios del gobierno disfrutan de buena comida y bebida desde la terraza de la posada Vista al Mar, una de las cuatro expropiadas por el Territorio Insular Miranda en mayo de este año.
De hecho, las posadas expropiadas se han destinado a alojar a la policía o a determinados empleados públicos y en esa repartición, la más bella de las posadas, “Vista al Mar”, le fue concedida a la máxima autoridad del Territorio Insular Miranda, Stella Lugo, ahora también Ministra de Turismo y quien suele llegar a la isla en dos enormes helicópteros directo a la posada y sus privilegios.
“Ellos se instalan en la terraza, frente al mar, y desde lejos se escucha lo bien que lo pasan allá arriba”, dicen algunos pobladores. Terraza desde donde la jefa y Ministra Lugo no ve ni la humareda de combustible quemado por las decenas de plantas eléctrica encendidas. Y parece que tampoco se ha percatado, como bien lo describió Valentina Quintero, que la recolección de basura está paralizada porque el único camión que cumplía ese trabajo se dañó, así como la lancha que buscaba la basura isla por isla, está anclada ahora en Cayo Pirata. Ante semejante paisaje, el gobierno envió un camióncito 350, que a duras penas recoge los desechos, pero luego los llevan y los queman indiscriminadamente, transformando el basurero de Los Roques en un peligro ambiental.
Y ni hablar de los desechos tóxicos, porque las aguas negras son lanzadas a escondidas al mar desde el Gran Roque sin ningún tipo de tratamiento previo, mientras los dueños de los yates -la boliburguesía nada ilustrada-, no solo lanzan la basura al mar sino que han puesto de moda comer tortuga – lo que está prohibido porque son especies en extinción-, pero cuentan con la palanca y el dinero suficiente para contratar pescadores locales para que les llevan el manjar a la puerta de sus lujosas embarcaciónes.
“Los catamaranes los dejaron perder, nos dice Valentina Quintero, y el Archipiélago se ha llenado de perros callejeros que defecan en plena playa sin que ninguna autoridad se preocupe en atender debidamente ese tema”.
Y si bien el nuevo terminal aéreo ya está casi listo – luego de siete años de construcción-, nadie es capaz de responder adónde fue a parar el avión más importante de Aerotuy, un Dash 7 canadiense que tenía capacidad para 48 pasajeros y podía aterrizar perfectamente en la pista de Los Roques. Solo se sabe que la empresa Aserca lo usó solamente un mes y de allí en adelante el avión desapareció, al menos del archipiélago.
[Tomado de http://www.costadelsolfm.net/2018/07/03/hasta-el-archipielago-los-roques-ha-llegado-la-destruccion-chavista.]
En el archipiélago más hermoso del Caribe no se escucha el mar. El rugir de las plantas eléctricas encendidas noche y día lo impiden, como reseñó Valentina Quintero en su cuenta de Instagram hace pocos días. Y las plantas eléctricas están encendidas porque en Los Roques se va la luz con demasiada frecuencia y los millones que se gastó la administración de Nicolás Maduro para adquirir “la mayor planta fotovoltaica de Venezuela con 4.400 paneles de luz solar” – como vendieron la noticia el año 2015-, es hoy un cementerio de paneles solares sepultados en arena y desidia. Un negocio que hizo el gobierno con la empresa china Yingli Green Energy y la española Vico Export Solar Energy y cuyo costo, como todos los negocios que realiza el Estado, permanece en la penumbra.
“La primera planta de energía fotovoltaica del país, que contiene más de 4.400 paneles solares policristalinos, generará más de 1.400 megavatios/hora por año, energía suficiente como para abastecer 400 casas típicas venezolanas. El sistema está operativo desde mayo de 2015”, anunciaba de lo más orgullosa la empresa china. Pero los paneles nunca entraron en funcionamiento y la ineficacia gubernamental, con su ruin mezcla de corrupción y viveza criolla, han transformado a Los Roques en una pequeña muestra del país completo: los posaderos perdiendo sus alimentos cada vez que se va la luz, la basura destruyendo el medio ambiente, los nuevos ricos ensuciando las playas mientras los funcionarios del gobierno disfrutan de buena comida y bebida desde la terraza de la posada Vista al Mar, una de las cuatro expropiadas por el Territorio Insular Miranda en mayo de este año.
De hecho, las posadas expropiadas se han destinado a alojar a la policía o a determinados empleados públicos y en esa repartición, la más bella de las posadas, “Vista al Mar”, le fue concedida a la máxima autoridad del Territorio Insular Miranda, Stella Lugo, ahora también Ministra de Turismo y quien suele llegar a la isla en dos enormes helicópteros directo a la posada y sus privilegios.
“Ellos se instalan en la terraza, frente al mar, y desde lejos se escucha lo bien que lo pasan allá arriba”, dicen algunos pobladores. Terraza desde donde la jefa y Ministra Lugo no ve ni la humareda de combustible quemado por las decenas de plantas eléctrica encendidas. Y parece que tampoco se ha percatado, como bien lo describió Valentina Quintero, que la recolección de basura está paralizada porque el único camión que cumplía ese trabajo se dañó, así como la lancha que buscaba la basura isla por isla, está anclada ahora en Cayo Pirata. Ante semejante paisaje, el gobierno envió un camióncito 350, que a duras penas recoge los desechos, pero luego los llevan y los queman indiscriminadamente, transformando el basurero de Los Roques en un peligro ambiental.
Y ni hablar de los desechos tóxicos, porque las aguas negras son lanzadas a escondidas al mar desde el Gran Roque sin ningún tipo de tratamiento previo, mientras los dueños de los yates -la boliburguesía nada ilustrada-, no solo lanzan la basura al mar sino que han puesto de moda comer tortuga – lo que está prohibido porque son especies en extinción-, pero cuentan con la palanca y el dinero suficiente para contratar pescadores locales para que les llevan el manjar a la puerta de sus lujosas embarcaciónes.
“Los catamaranes los dejaron perder, nos dice Valentina Quintero, y el Archipiélago se ha llenado de perros callejeros que defecan en plena playa sin que ninguna autoridad se preocupe en atender debidamente ese tema”.
Y si bien el nuevo terminal aéreo ya está casi listo – luego de siete años de construcción-, nadie es capaz de responder adónde fue a parar el avión más importante de Aerotuy, un Dash 7 canadiense que tenía capacidad para 48 pasajeros y podía aterrizar perfectamente en la pista de Los Roques. Solo se sabe que la empresa Aserca lo usó solamente un mes y de allí en adelante el avión desapareció, al menos del archipiélago.
[Tomado de http://www.costadelsolfm.net/2018/07/03/hasta-el-archipielago-los-roques-ha-llegado-la-destruccion-chavista.]
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