Juan Brodersen (diario Clarín, Buenos Aires)
─¡Alemán, culo de pan!
Cuando escuchó el apodo, se puso mal. Se enojó mucho, pero fue después que entendió qué era lo que más le molestaba: que considerasen que no era argentino.
─¡Alemán, culo de pan!
Cuando escuchó el apodo, se puso mal. Se enojó mucho, pero fue después que entendió qué era lo que más le molestaba: que considerasen que no era argentino.
Osvaldo Jorge Bayer nació el 18 de febrero de 1927 en Argentina, y su apellido original era “Payr”. Sucede que cuando su abuelo llegó al país, se cansó de que lo escribieran mal. “Bayer, como las aspirinas”, dijo en el Registro Civil de la Ciudad de Buenos Aires y los Territorios Nacionales.
De chico le decían Oswald, cosa que nunca le gustó por las mismas razones. Lo hacía sentir demasiado extranjero.
Ya desde pequeño mostraba interés por la cultura. Le gustaba tocar el piano, y pasaba tardes leyendo en familia los domingos, rodeado de una pila de libros en alemán. Su hermano Rodolfo, “un segundo padre”, lo llevó una vez a una biblioteca popular del barrio de Belgrano, en La Pampa y Vuelta de Obligado, y allí empezó a perfilar sus intereses.
Considerado uno de los historiadores y escritores más importantes de la cultura popular y el anarquismo en Argentina, tuvo varios trabajos antes de dedicarse a las letras. Llegó a ser, incluso, bañero en el club Comunicaciones y aprendiz de timonel.
Más tarde, junto a Rodolfo Walsh y Rogelio García Lupo, conformó la tríada de periodistas e intelectuales formados bajo el primer peronismo y durante las interrupciones democráticas posteriores al 55. Los tres, a su modo, construyeron una forma nueva de ejercer el oficio para revisar la historia y cuestionar, mediante sus investigaciones, a los poderes de turno.
“La historia de Osvaldo Bayer es la historia de la Argentina. En todo momento tuve presente que no sólo estaba reconstruyendo la vida de uno de los periodistas e intelectuales más importantes de la historia contemporánea, sino que también recorría los distintos hechos históricos del país”, cuenta a Clarín el periodista Germán Ferrari, quien ordenó en un libro la vida de una de las grandes figuras del siglo XX argentino.
Bayer saltó a la cultura popular con su investigación sobre el anarquista Severino Di Giovanni, y empezó a tener más reconocimiento masivo con la película "La Patagonia rebelde".
Aquí, Ferrari -quien también es docente y ha escrito varios libros- repasa los principales conceptos de El rebelde esperanzado (Sudamericana, 528 páginas, 549 pesos), un libro al que le dedicó dos años de trabajo, pero que incubó desde hace muchos años: “Cuando estudiaba periodismo tenía carpetas con artículos. Allí nació una llamada ‘Osvaldo Bayer’, con muchísima información”, cuenta.
Así retrató a una de las personalidades que más defendió los derechos humanos en la Argentina.
(J.B.)─ ¿Cómo era Schwaz, el pueblo de los abuelos paternos de Bayer? ¿Dónde se instalaron en Argentina?
(G.F.)° Schwaz es un pueblo del Tirol austríaco, en el que se habla alemán. Es un paisaje muy distinto al de Colonia, Humboldt, en el centro de la provincia de Santa Fe. Allí se instalaron los abuelos paternos de Bayer y nacieron sus padres. Si bien en Humboldt predominaban los alemanes, también había inmigrantes de otras zonas de Europa.
─ Su abuelo fue muy importante para la familia Bayer, según contás en el libro. ¿Por qué?
° Josef Georg Payr era un herrero que empleaba su oficio en la agricultura. Bayer no lo conoció, pero admiraba su espíritu rebelde, de acuerdo con la descripción del relato familiar. Según cuentan, Josef propuso a las autoridades santafesinas construir dos mil arados para sembrar la Pampa. Estaba convencido de que así podría “alimentar al mundo”.
─ ¿Cuáles eran sus pasiones de chico, además del piano y la lectura?
° Jugaba al fútbol con los chicos de su barrio, Belgrano. Era simpatizante de Colón de Santa Fe y luego de Rosario Central, e iba seguido al por entonces recién inaugurado estadio de River. También había aprendido a jugar al ajedrez. En la niñez se despertó también su pasión por la escritura y recuerda que llegó a escribir un cuento largo con la historia de Tizón, un niño hijo de esclavos durante el Buenos Aires colonial. Luego, ya de adolescente, descubriría la poesía.
- Fue fervientemente antinazi, en un ambiente donde la comunidad alemana instalada en Argentina apoyaba al nazismo. ¿Cómo se movió con esta idea en los ambientes que frecuentaba?
° En ese barrio de Belgrano había “porteños bien porteños”, pero la colonia alemana era numerosa. Bayer calculaba que podía dividirse en un 80 por ciento de nazis o, al menos, seguidores sin cuestionamientos de la política fijada por la Embajada alemana en Buenos Aires. Un 15 por ciento era antinazi, entre ellos su padre, un socialdemócrata. Después había un bajo porcentaje de católicos de Baviera y los restantes eran “locos totales”, como Roberto Arlt.
─ Eso cuenta un poco su novela Rainer y Minou.
° Claro, está la relación entre los distintos sectores. Allí cuenta que una vez, sin saberlo, fue al Club Alemán, un reducto nazi, junto con sus hermanos, por invitación de un amiguito alemán, justo el día del cumpleaños de Hitler, donde se habían preparado espectáculos para chicos, pero también un festejo nacionalsocialista.
─ Si tuvieses que definir su forma de pensar, ¿qué sería su socialismo libertario?
° En una entrevista que le hicieron en 1983, al retornar al país, dijo que el socialista libertario era “una persona que quiere vivir en un mundo sin violencias, donde cada uno pueda llenar sin más trámites sus necesidades básicas: techo, pan, educación, en libertad”. Para él, el socialismo libertario estaba basado en el antiautoritarismo, la defensa de la naturaleza, los derechos de las minorías y la reivindicación del rol de la mujer. Incluía también al cristianismo primitivo, el del Sermón de la Montaña.
─ ¿Cómo influyeron los eventos de Los vengadores de la Patagonia trágica en su vida?
° El rescate del olvido de las masacres patagónicas, un hecho ocultado por la historia oficial, fue fundamental para su consolidación como investigador. Las páginas de la revista Todo es Historia, dirigida por Félix Luna, le permitieron mostrar su trabajo a un público especializado y lector de temas históricos. Luego, la aparición de los primeros tomos de Los vengadores de la Patagonia trágica se convirtió en un suceso de ventas y de inmediato llegó la posibilidad de llevar esos hechos al cine, gracias al interés mostrado por los directores Héctor Olivera y Fernando Ayala.
─ ¿Qué lugar ocupa La Patagonia Rebelde en el periodismo argentino?
° La exhibición de La Patagonia Rebelde permitió a un público masivo acercarse a un acontecimiento histórico silenciado. Sin lugar a dudas, los cuatro tomos de Los vengadores… figuran entre las investigaciones más valiosas de historia del género.
─ ¿Cómo fue su relación con el peronismo?
° Siempre expresó una postura opuesta al peronismo, desde su llegada al poder en 1946. Tanto el socialismo de su juventud como el anarquismo de su adultez pusieron distancia frente a ese movimiento. Sin embargo, Bayer reivindicó medidas del kirchnerismo, como la política de derechos humanos contra el terrorismo de Estado y la Ley de Medios Audiovisuales.
─ ¿Por qué titulaste al libro El rebelde esperanzado?
° Alguna vez Bayer afirmó que su encuentro con el Che en Cuba lo había hecho comprender que él no era un revolucionario. En ese sentido, hay toda una tradición anarquista sobre el concepto de “rebeldía”, que Bayer retoma y, por ejemplo, utiliza como título de uno de sus libros: Rebeldía y esperanza. Otro ejemplo: a fines de los ’80, en un artículo aparecido en la revista Fin de Siglo, profundizó sobre la “reivindicación de la rebeldía”.
─ ¿Cuál es el legado de Osvaldo Bayer?
° Bayer es un referente ineludible a la hora de hablar de ejemplos éticos, de compromiso, de rebeldía frente a las injusticias y la opresión, de defensa de los derechos humanos y de los pueblos originarios. Muchos sectores de la juventud descubrieron a un intelectual que no les hablaba desde un púlpito sagrado o una tribuna inalcanzable, sino que estaba junto con ellos, en la misma vereda, con humildad, generosidad y firmeza, a quien podían llamar por teléfono, tocar el timbre de su casa, pedir que les escribiera un prólogo, o les presentara un libro.
[Tomado de https://www.clarin.com/cultura/osvaldo-bayer-gringuito-termino-contando-argentina-pocos_0_BkqM7Sbfm.html.]
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