Periódico
anarquista Aquí y Ahora (Madrid)
* El aumento de la droga en los barrios más pobres de
las ciudades, ha reabierto el debate sobre la posible vuelta de la heroína y
demás sustancias. El terror de quienes sobrevivieron a la oscura época de los
años 80 se manifiesta con análisis estremecedores. ¿Droga para qué y para
quién?
Un poco
de memoria
El origen del problema se sitúa a finales de los 70
y principios de los 80. La heroína entró con enorme fuerza en los hábitos de
consumo de drogas de la juventud, especialmente en el País Vasco y de las localidades
con mayor movilización social. Muchos de estos jóvenes perdieron la vida por
sobredosis o tras infectarse de sida. A mediados de los 80 “la droga” ocupaba el
primer lugar entre las preocupaciones de la sociedad española, detrás del paro
y el llamado “terrorismo”.
La cuestión se hizo más visible cuando la necesidad
de consumo derivó en una cascada de atracos en bancos y cajas, joyerías,
boutiques... El otro, cuando los jóvenes empezaron a manifestar síndromes de
abstinencia en plena calle y ni siquiera sabían adónde acudir.
En estos años aparecen algunos casos en que agentes
de las Fuerzas de Seguridad del Estado son implicados e incluso condenados por
narcotráfico, pero fueron tapados prácticamente por la prensa y las penas que
se les impusieron resultaron simbólicas. Los datos objetivos o probados fueron
escasos, por un lado, y tuvieron muy poco seguimiento judicial y político por
otro.
La droga
como elemento de control social
La inmersión de la droga en la sociedad siempre cumple
un papel premeditado. Como hace años ocurría, estas sustancias con la
permisividad o simplemente con la omisión de atención del Estado, vienen a
terminar lo que los palos, detenciones y muertes provenientes del franquismo y
transición fueron incapaces de hacer: eliminar la combatividad social, las
huelgas, manifestaciones salvajes, toma de conciencia, politización de un
amplio sector de la sociedad y la solidaridad. Todo esto acrecentado por el
interés del Estado en la lucha contra el llamado “terrorismo” y todo lo que se
movía alrededor (especialmente en el País Vasco).
A día de hoy no podemos contar con un escenario como
el que describimos dado que el momento en el que nos encontramos en la
actualidad es de una generalizada calma social y pacificación de las luchas que
tanto prosperaron años atrás. Los partidos de la izquierda han absorbido todas
las luchas más radicales o que podrían tender a lo radical y se han adueñado de
muchas de las reivindicaciones y lemas que se adoptaban en la calle (que no en el
parlamento) para hacerlas propias, asumirlas y desvirtuarlas. Así, se canaliza
el descontento y se apaciguan los ánimos, que podrían haber derivado en otra
cosa dado que gran parte del mundo estaba sumergiéndose en distintos procesos
de revueltas, protestas y acontecimientos en la calle y España, podría ser la
siguiente.
Con este escenario de calma, siguen existiendo
distintas personas, colectivos, grupos y proyectos que continúan sin querer
participar de las instituciones para abordar la lucha por la libertad en su más
amplio sentido. Del mismo modo, la cada vez mayor presencia policial en las calles,
precarización laboral, paro, represión de la pobreza y gente sin casas, por
poner varios ejemplos, convierten a este país en un epicentro de lo que podrían
ser distintas propuestas de descontento social alejadas de los márgenes
democráticos, a pesar de la absorción que ha hecho Podemos, Cup y demás
partidos de la izquierda.
Ante este posible escenario que quizá podría
detonar en cualquier momento (aunque las circunstancias que lo hicieran posible
son muchas, variadas y bastante indeterminadas) el Estado utiliza la guerra
sucia a modo de prevención. Esto es endurecer las leyes, aumentar el control social
y las sanciones, incrementar la sensación de que cualquier hecho que se comenta
alejado de la legalidad va a ser duramente reprimido con castigos “ejemplarizantes”,
etc. pero lo más importante de todo esto, es su propósito de conseguir
adormecer las conciencias.
La droga viene a cumplir ese papel preventivo, el
de hacer que ni si quiera haya que poner en práctica el aparato de castigo y
que barrios enteros ahora mismo estén dedicando todas sus fuerzas a combatir un
problema que se ha introducido para desviar la atención. Lo cierto es que con
una actitud activa y con una conciencia e información sobre el mundo que nos
rodea, es más fácil tejer redes de apoyo, auto-organizarse y superar cualquier represión
que venga, como años atrás se ha hecho. Las personas convencidas de sus actos,
en solidaridad unos con otros y adoptando un papel activo en las luchas y en sus
vidas, son mucho más fuertes que cualquiera de los chantajes que el Estado
quiera aplicar sobre nosotros y es ahí cuando entra el papel de la droga como
un elemento potente de control social, especialmente en barrios pobres donde
existe una mayor posibilidad de generar todas estas relaciones y situaciones
que describimos.
Los “narcopisos”
El tema de los narcopisos está siendo una de las
conversaciones más usuales últimamente, ya sea a través de los medios de
comunicación de masas, como a través de medios de comunicación independientes y
también el motivo de algunas de las principales luchas que se están llevando a cabo
en algunos barrios muy afectados por esto.
Los narcopisos dicense lugares, en su mayoría ocupados
(con “c”) en el que se distribuye droga a diestro y siniestro o en el que se
permite la entrada a personas que quieren consumirla sin exponerse en la calle.
Lo cierto que tiene todo esto, es que evidentemente
son lugares detestables donde se permite el tráfico de muchas sustancias y
mediante los cuales los magnates de la droga, de la mano del Estado, se lucran
a cambio de muchísimos beneficios económicos.
Lo que conviene aclarar de todo esto, es que de
paso, el gobierno junto con los medios de comunicación, están intentando
relacionar las okupaciones de viviendas o centros sociales auto-gestionados con
el tráfico de drogas. El hecho de que confluya un elemento común en estas dos
situaciones completamente opuestas, ha llevado a quienes quieren tirar piedras
sobre la okupacion, a la conclusión de que son lugares propicios para realizar
esta actividad, así porque sí y sin más argumentos. No estamos planteando que
sean tontos ni mucho menos, todo lo contrario. Aprovechando que en líneas
generales la sociedad está en contra de los narcopisos, se desinforma a la
gente y se les enfrenta poniendo como argumento que la okupación va de la mano
de la droga y del tráfico de ésta. Otro ejemplo más de lo que podría suponer
tejer redes de apoyo mutuo con la problemática de la vivienda, podría
significar un enfrentamiento entre vecinos.
¿Una mentira repetida mil veces se convierte en una
verdad? ¿Divide y vencerás?
Luchar
contra la droga y sus consecuencias
La heroína como protagonista y el resto de drogas, dejaron
atrás generaciones y generaciones de personas muertas, especialmente aquellas
con una toma de conciencia determinada o con condiciones de vida propicias para
ello. Las muertes fueron tanto por el propio consumo de droga como de las
enfermedades derivadas de ello (sida, hepatitis, etc).
Los muertos se cuentan por miles y las consecuencias
son aún recordadas como una época negra por muchos de los supervivientes de
aquellos años así como de los
familiares y amigos que vieron como se arruinaban
las vidas de sus seres queridos y de una sociedad tan capaz de continuar
luchando contra las injusticias del sistema.
No queremos volver a ver como se aborrega a la
sociedad. Estamos notando como ha aumentando el consumo de heroína en plena
calle en Madrid y si hay heroína es
porque hay tráfico que está siendo permitido de
nuevo por el Estado, por su colaboración, por los beneficios económicos que
obtendrá de los acuerdos con las mafias, por los chivatazos encubiertos que
practican, porque obtienen el fruto de la alienación social.
Hay que emprender una lucha contra los narcopisos y
contra estas redes de tráfico pero siempre sabiendo señalar bien al enemigo, no
a quien sufre las consecuencias y ha generado la adicción, ni desvirtuando la
okupación para dividirnos entre nosotros, porque recordamos que la vivienda
sigue siendo otro de los grandes problemas que nos asola y la okupación es una
herramienta más para ofrecer soluciones reales. Sabemos quienes están detrás y
podemos seguir investigando sobre ello para apuntar más certeramente hacia los responsables
de todo esto. Así mismo, se sigue haciendo necesaria la comprensión para
aquellos que han caído en sus redes y no han podido afrontar las miserias que
se les han impuesto de otra forma. Ellos son la consecuencia, no el problema. Pero
podemos seguir informando y luchando para evitar que esta cifra aumente.
[Publicado originalmente en el periódico anarquista
Aquí y Ahora # 1, Madrid, abril 2018.
Número completo accesible en https://es-contrainfo.espiv.net/files/2018/03/aqui-y-ahora-n1.pdf.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.