Darío Prieto (diario El Mundo, Madrid)
"Ni samples, ni teclados, ni sintetizadores fueron usados para la grabación de este disco". La frase se podía leer en el librero de aquel CD, al lado de dedicatorias a presos del IRA y de letras que hablaban de quemar a los terratenientes y de desobediencia radical. Aquello, mezclado con bien de 'riffs' metaleros y rapeos furiosos, incendió las impresionables cabecitas de millones de jóvenes en todo el mundo, deseosos de encontrar nuevos referentes musicales y morales.
Aquel incendio que supuso Rage Against the Machine queda representado en la portada de su primer disco, la fotografía del monje budista Thích Quảng Đức quemándose a lo bonzo en 1963 en Saigón como protesta a las políticas antibudistas del gobierno títere de EEUU. El mismo disco plagado de mensajes anticapitalistas y anarquistas que, paradójicamente, ahora es reeditado en España en un despliegue de jugoso consumismo en forma de cuatro diferentes ediciones (deluxe, especial, remasterizada y vinilo).
"Ni samples, ni teclados, ni sintetizadores fueron usados para la grabación de este disco". La frase se podía leer en el librero de aquel CD, al lado de dedicatorias a presos del IRA y de letras que hablaban de quemar a los terratenientes y de desobediencia radical. Aquello, mezclado con bien de 'riffs' metaleros y rapeos furiosos, incendió las impresionables cabecitas de millones de jóvenes en todo el mundo, deseosos de encontrar nuevos referentes musicales y morales.
Aquel incendio que supuso Rage Against the Machine queda representado en la portada de su primer disco, la fotografía del monje budista Thích Quảng Đức quemándose a lo bonzo en 1963 en Saigón como protesta a las políticas antibudistas del gobierno títere de EEUU. El mismo disco plagado de mensajes anticapitalistas y anarquistas que, paradójicamente, ahora es reeditado en España en un despliegue de jugoso consumismo en forma de cuatro diferentes ediciones (deluxe, especial, remasterizada y vinilo).
Rage Against the Machine hicieron más por la propagación del anarquismo y las teorías antisistema que toneladas de libros publicadas a lo largo de varias décadas. Y lo hicieron desde el corazón del imperio, la soleada y próspera California que se desperezaba del final de la era Reagan.
Nirvana ya habían probado a introducir los desgarros del metal en sus canciones, aunque el discurso de Kurt Cobain no tenía un mensaje más allá del nihilismo y la autodestrucción. Y los Red Hot Chili Peppers ya estaban introduciendo rap y funk sobre rock duro, como en 'Blood Sugar Sex Magik'. Sin embargo, a ambos grupos les faltaba la mala leche con la que Zach de la Rocha (voz) y Tom Morello (guitarra) entraron a matar en 1992.
Su fórmula tenía la violencia verbal de los Public Enemy y de los grupos de hardcore, el 'ethos' de estos últimos y del punk europeo, los ritmos de Ice-T (solo que con 'scratches' hechos con la guitarra, como en 'Fistful of steel'; recuerden la primera frase) y una sensibilidad melódica que trascendía el mero ruidismo metalero con referencias a The Clash y Led Zeppelin. Ahí está el 'riff' de 'Kashmir' en 'Wake up'.
"No haré lo que me dices"
Pero si Rage Against the Machine se convirtieron en las superestrellas anarquistas que finalmente fueron (con 16 millones de copias vendidas de solo tres discos de estudio y un álbum de versiones) fue por dos temas incluidos en este primer álbum. La primera era 'Bullet in the head', una burrada metalera que empezaba con Morello y terminaba con De la Rocha berreando cómo una bala se metía en tu cabeza. Leyendas urbanas que llegaban a la España pre-internet hablaban de que cuando el grupo la tocaba colgaban banderas estadounidenses invertidas o, directamente, las quemaban.
Pero, por encima de todo, estaba 'Killing in the name'. Una violenta diatriba contra las fuerzas del orden público y el control mental. Una canción que terminaba con la frase "jódete, no haré lo que me dices" repetida 17 veces y que en España era motivo de jocosas interpretaciones por uno de sus coros ("And now you do what they told ya", o lo que es lo mismo: "Y ahora haces lo que te dicen"), cuya pronunciación era cambiada por "que me chupes la polla", ante la estupefacción del propio De la Rocha, que en sus primeras visitas a España (aquel Festimad de 1996, la Cubierta de Leganés en 2000) escuchaba extrañado la versión local del tema.
Video de R.A.T.M. interpretando 'Killing in the name':
Curiosa también resultó la campaña iniciada en las navidades de 2009 por los fans del grupo para hacer que el tema superase en descargas a los productos del programa de televisión 'Factor X'. Una vez conseguida la proeza, el grupo ofreció un concierto en Finsbury Park en agradecimiento por el apoyo.
Entre las consecuencias negativas de aquel disco están la popularización de uno de los géneros más infaustos de finales de los 90 y comienzos del pasado siglo: el nu-metal y su 'heavy' de rastas. Sin embargo, pese al paso del tiempo y de las mutaciones de la formación, como Audioslave (en la que De la Rocha fue sustituido por Chris Cornell, de Soundgarden), el vigor de la revolución que iniciaron los 'Rage' queda patente en el éxito de su gira de reunión (que pasó por el festival Rock in Rio de 2010) y en la presencia de sus temas en diversos actos reivindicativos actuales como la campaña de Occupy Wall Street.
[Tomado de http://www.elmundo.es/elmundo/2012/11/27/cultura/1353978569.html.]
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