Consejo Federal F.O.R.A. (Federación Obrera Regional Argentina)
Llegamos
a marzo con grandes planes de ajuste estatal y empresarial y el reacomodo de
las figuras de la burocracia sindical de acuerdo a la billetera prometida y
también a la impunidad en cuanto a los “trapos sucios” que esconden por su
manejo de los sindicatos. También llegamos a marzo con despidos masivos y
cierres de empresas estatales y privadas. Enero y febrero fueron meses de
manifestaciones masivas contra los despidos en todo el país, sin olvidar las
provincias donde los trabajadores están sufriendo la falta de pago de sus
salarios y el congelamiento salarial, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Fueron
meses de gran resistencia del pueblo trabajador, que no se quedó de brazos
cruzados ante el desastre que está
generando la política de Cambiemos. Claros ejemplos de esto sonFanazul,
el ingenio San Isidro en Salta, las minas en Río Turbio, son un claro ejemplo
de cómo avanzan sobre el pueblo y lo que responden al momento de encontrar una
resistencia: la represión.
Para
poder avanzar con la entrega de la economía a las grandes corporaciones y el
abaratamiento de la mano de obra, el gobierno dispuso una cuántas medidas económicas
y ventiló algunos planes que tiene para poder llegar a buen puerto sin mucho
sobresalto, por supuesto, contando con aliados imprescindibles (impresentables
si se lo quiere ver desde nuestro lado) como son los burócratas sindicales.
A
principios de enero, nos abrochó con un DNU que modificaba y empeoraba las condiciones
en que como trabajadores nos desarrollamos a lo largo de nuestra vida tocando
puntos como el dinero recibido en materia de aportes jubilatorios, el
endeudamiento en que todos, de una u otra forma, nos movemos debido a la inflación
y a la pérdida de poder adquisitivo del salario que día a día se acrecienta
más, la autorización para que las empresas puedan seguir importando productos.
Es un avance que continúa con el saqueo y el deterioro ya planteado desde las
esferas del Estado y consensuado con los empresarios y burócratas. Insisten en
la especulación financiera como forma de ingreso de dinero a las arcas del
Estado, arriesgando el dinero que le corresponde a los trabajadores pasivos y
los beneficiarios de planes sociales al autorizar la creación de fideicomisos
con la plata que descuentan a fin de mes del sueldo (a los que por suerte están
en blanco); los bancos tienen autorización para cobrar las deudas metiendo mano
en las cuentas sueldo, sin necesidad ya de la autorización de un juez; la
habilitación de las importaciones continúa la sangría de trabajadores en las
multinacionales que pueden vender más pagando cada vez menos a cada vez menos
trabajadores.
El
estrangulamiento económico del pueblo trabajador para ponerlo más ymás de
rodillas suma este nuevo avance como preludio de lo que será la reforma laboral
tan mentada y anunciada en diciembre. Una flexibilización laboral que a raíz de
las manifestaciones contra la reforma provisional y la represión subsiguiente
encontró un escollo en su camino y obligó al Estado y a la burocracia sindical
a replantearse la forma en que estaba haciendo las cosas. No porque vayan a
echarse para atrás, sino porque necesitan consensuar más de lo que ya estaban
haciendo y reacomodarse para generar la
menor resistencia posible. Por eso allanó el camino con el decreto, para tener
el terreno listo para las cuatro leyes en que decidió dividir el proyecto de
flexibilización laboral en 4 partes y reorganizar su aprobación con los puntos
prioritarios primero, como la “capacitación laboral” y las pasantías.
En medio
de todo esto, y en una puja entre un sector de la burocracia y el Estado, el
secretario de Camioneros convocó a una marcha el 21 de febrero. Marcha en la
cual, a pesar de que muchos burócratas pegaron el faltazo en vistas de su lugar
entre favoritos del oficialismo (algunos habían llamado a participar y luego se
bajaron), se pudo ver una multitud de trabajadores y trabajadoras que mostraron
su rechazo a las políticas económicas del gobierno y que dan claras señales de
la dificultad que tendrán para avanzar con el ajuste previsto, sobre todo para
educación y salud.
Después
de diciembre, las figuras en el mapa sindical se fueron realineando y configurando
un “sinceramiento” de las posiciones que cada burócrata ya tomó, al menos en
estas circunstancias. La mentira de la unidad de la CGT se fracturó con el paro
frustrado que se convocó el 18/12 y con la movilización del 21 de febrero se
terminó de romper del todo, justo a las puertas del comienzo de las paritarias
de la mayoría de los trabajadores y de los docentes en particular. Prevén un
máximo de aumento salarial de 15% (en cuotas obviamente) y sin la cláusula
gatillo que algunos dirigentes quieren dejar por si arreglaron poco, para
adaptarlo a la estimación de la inflación que dicen será del 15% (a los jubilados,
por su parte, les aumentarán sólo 5%). En vistas de esta situación y en
reconocimiento a su labor, además de mostrar públicamente respecto a lamarcha,
el ministro de trabajo llevó de paseo a Europa a los sabuesos de la patronal en
las empresas, estos son: Caló (UOM), West Ocampo (Sanidad), Pignanelli (SMATA),
Barrionuevo (Gastronómicos), Martínez (UOCRA), Moser (Luz y Fuerza), Ayala
(UATRE), Fernández (UTA), Hlebowicz (Pasteleros) y Cavalieri (Comercio). Además
de los reconocidos aliados del gobierno, se encuentran las burocracias
presentes en automotrices y autopartistas (beneficiarias predilectas de la
flexibilización y el DNU de enero), del transporte (un gremio clave a la hora
de paralizar el país en caso de una huelga general), energía y construcción y
al burócrata de comercio, que contiene a uno de los gremios más grandes que hay
en el país. Es claro que al llevarlos a pasear, están forjando las cadenas con las
que nos querrán someter para poder llevar a cabo su política anti obrera.
La
represión juega un factor clave en estos planes, ya que en caso de no poder contenernos,
vendrán con palos a aplacarnos. Ya sea en la toma contra los despidos en INTI,
la de Desarrollo Social, la militarización del hospital Posadas (luego del
enfrentamiento de los trabajadores con la burocracia) y las represiones
salvajes en Salta contra la población que resiste el cierre del Ingenio San
Isidro son una clara muestra de que no titubean a la hora de enfrentar a los
trabajadores y trabajadoras en resistencia. Los acuerdos con EEUU para la
instalación de una base en el país y la gigantesca compra de balas de goma, gases
lacrimógenos nos hablan de que no les importa nada a la hora de conseguir lo
que quieren, como dijeron en su “nueva doctrina” policial. Además de esto, el
embargo de hasta $ 200.000 a los detenidos en la cacería del 18/12 y a los que
siguen presos desde el 14/12, habla de la complicidad de un Poder Judicial que,
sin sorprendernos, actúa como ejecutor de una política de persecución constante
a aquellos que se manifiestan y luchan por sus derechos.
Está más
que clara la posición de nuestros enemigos de clase. Estado, patronal y
burocracia sindical, buscan mantener el robo de derechos y la ganancia a costa
de los trabajadores y trabajadoras. No tienen empacho en quitar oportunidades
de recibir educación o de empeorar y reducir las prestaciones de salud al pueblo.
Será todo para aquellos que puedan pagar y los demás a arrastrarse para poder
conseguir un poco. No permitamos que sigan esquilmándonos y reduciéndonos cada
vez más en la pobreza. Organizándonos para seguir desarrollando y potenciando
la defensa de nuestros derechos, es como podremos detener este saqueo al
pueblo.
Los
grandes negocios no pueden ser motivo de hambre y miseria para la inmensa
mayoría del pueblo, los trabajadores y trabajadoras tenemos que pararlo y
avanzar hacia la mejora de nuestras condiciones
de vida.
[Artículo
publicado originalmente en el periódico Organización
Obrera # 73, Buenos Aires, marzo/abril 2018. Número completo accesible en https://mega.nz/#!FFpkiDaa!bCYID8_dLvTq6QhZKgOV-AN1CU4OKjKmNY3a4058OHg.]
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