Las Comadres Púrpuras
Yo no me quiero ir, pero ¿Cómo hago?
Bueno, pero pongamos a vender algo, no sé.
Mi quincena fueron 190 mil bolívares.
Yo te ayudo, busquemos formas de ganar dólares por internet.
No me quiero ir, además, como voy hacer con el perro, no le puedo hacer el cambio de aceite al carro, me le robaron el retrovisor y el caucho de repuesto, además, Alejandra va vender el apartamento –de Ciudad Tiuna- en 35 mil dólares. No quiero volver a donde mi mamá.
Yo no me quiero ir, pero ¿Cómo hago?
Bueno, pero pongamos a vender algo, no sé.
Mi quincena fueron 190 mil bolívares.
Yo te ayudo, busquemos formas de ganar dólares por internet.
No me quiero ir, además, como voy hacer con el perro, no le puedo hacer el cambio de aceite al carro, me le robaron el retrovisor y el caucho de repuesto, además, Alejandra va vender el apartamento –de Ciudad Tiuna- en 35 mil dólares. No quiero volver a donde mi mamá.
Está muy jodido todo, es verdad.
Termino el posgrado y me voy
Cruzó la frontera un 11 de Enero, es licenciada en química. Aquí tenía un trabajo en PDVSA.
En el país se conoce, y no por fuentes oficiales, sino por encuestadoras particulares que una gran cantidad de personas ha decidido emigrar. Se estima que aproximadamente cuatro millones de venezolanxs han salido Venezuela. La mayoría de los países que lxs venezolanxs han tomado como destino son: Argentina, Chile, Ecuador, Perú, Colombia, España, Costa Rica y Panamá. Solo en el 2017 entre Febrero y Julio 12.174 venezolanos solicitaron al Estado Peruano la tramitación de su permiso temporal de permanencia, mientras que en Chile, se convirtieron en la cuarta comunidad en solicitudes de visa de residencia, aprobando hasta Junio del 2017 79.781 visas para venezolanxs. Situación que se repite en los demás países mencionados.
Pareciera no alarmar a la cúpula gubernamental. Los líderes del gobierno, en ningún momento han tomado este tema seriamente, o dentro de su agenda política, al menos que sea para generar comentarios peyorativos hacia las personas que deciden irse y que el mismo Gobierno impulsa a marcharse. Calificativos de “vende patria” “arrastrados” o “les gusta la vida fácil” o la peor “aquí no hacen faltan” son algunos de ellos.
Recuerdo hace años un video “Me iría demasiado”. Estos jóvenes se convirtieron en una especie de profecía que nadie quería vivir. La realidad que atraviesa el país ante la migración forzada es terrible. Terrible desde todos los planos: económico, social y sobre todo, para mí el más fuerte: el emocional.
Históricamente, quienes han emigrado, pertenecen -en su mayoría- a la clase social más favorecida. Puede ser que vivir y desarrollarse en el primer mundo formaba parte de su plan de vida. Pero hoy la realidad nos pinta otro panorama. Son lxs del barrio lxs que están emigrando. La clase menos privilegiada también se está viendo forzada a salir del país, debido al alto costo de la vida. Como siempre a lxs pobres les toca emigrar en las peores condiciones. Desde salir caminado por la frontera, no tener papeles, someterse a cualquier escarnio, hasta robo y humillación, son las situaciones a las que se han tenido que enfrentar. Llegar a cualquier país con tal de salir de Venezuela y vender su mano de obra al mejor postor, algunos con papeles otros sin papeles, en un mercado laboral que se aprovecha de su necesidad, del dolor de reunir 5 dólares para que la familia en Venezuela tenga algo que comer. Inclusive se ha incrementado la prostitución de mujeres muy jóvenes en el Caribe y en la frontera con Colombia. Las familias están fragmentadas. Aquí se quedan madres y padres adultos mayores sin sus hijxs.
El dolor y la tristeza son constantes sentimientos encontrados entre los que se van y los que se quedan. Esta separación de los cuerpos, de los afectos, trae insatisfacción, frustración, rabia... Pudiera ser atrevido aseverar, pero no difícil de imaginar, que quienes leemos esto sabemos que por lo menos uno, o más miembros de una familia, en Venezuela han partido al exterior. Los de mayor poder adquisitivo parten por Maiquetía. Y los de menor poder, los sin poder, les toca hacer su cola en Rutas de América y durar 7 días sentado en un autobús que lo lleve a cualquier destino lejos de Venezuela, ya que así sea trabajando de cualquier oficio, sus condiciones de vida momentáneamente van a estar mejores para él y su familia. Mejor eso, que quedarse aquí.
Es una realidad frustrante que la cúpula gubernamental pretende invisibilizar, o peor aún, negar. Se lavan las manos, se les acusa de traidores y vende patria aquellos y aquellas que se van y que “escogen el camino más fácil” y perdón, mi intención no es heroizar a nadie pero creo que hay que tener muchas agallas para irse a otro país que ni conoces, que ni sabes cómo es a simplemente empezar de cero, a dejar familia, casa, olores, amigxs, el perro. No debe ser nada, nadita fácil. Pero, ¿Por qué la gente se va? Nadie se pregunta eso. ¿Es un capricho simplemente o una moda quizás? pero el hecho es que la gente sale en estampida de una realidad aplastante y agobiante que no mejora con el pasar de los días, simplemente empeora.
Tengo unas primas que viven en un barrio, ambas con hijos, parieron a los 15 años, le dejaron los hijos a sus mamas y se fueron a Colombia a trabajar como mesoneras, en quince días enviaron cinco millones de bolívares ya que al cambio no les resulta nada.
La gente del barrio está emigrando. El pueblo. Ese pueblo que bastante utilizan a conveniencia en campañas políticas, es el que está huyendo desaforadamente, Esto es inédito en Venezuela. Nunca antes había habido un éxodo de venezolanxs. Por el contrario, siempre fuimos un país con baja tasa de emigración. La intención no es realizar comparaciones, porque cada realidad concreta es particular, pero en los contextos sociales donde las tazas de emigración son tan elevadas: Colombia, Guatemala, Honduras, México nos indican que las personas emigran porque existe una realidad social desfavorable para que los individuos de una sociedad se puedan desarrollar. El mexicano no contrata un coyote o el hondureño no se trepa en un tren porque sea desleal a su país y le guste “el camino más fácil”, sino al contrario, son Estados que no generan las condiciones sociales y económicas para que sus habitantes decidan quedarse en sus países, y tienen que convertirse en mano de obra barata de todo el capital salvaje de Estados Unidos.
Los líderes del gobierno actúan de la misma forma que estos países, un silencio cómplice que oculta todo el dolor y padecimiento que pasan sus ciudadanos y ciudadanas al emigrar, es invisibilizar una realidad que cada vez nos golpea más y que el Estado no se ha hace responsable. Es impredecible a dónde va a parar toda esta situación. Mientras tanto, unxs nos quedamos aquí fantaseando entre irnos a otro país o que la situación económica, social política, cultural y espiritual de este país mejore.
Volverse de tierra
Un ejercicio que retomamos en cada una de nuestras escrituras es ver como paulatinamente vamos desaprendiendo una hegemonía de pensamiento, a dejarnos de ver desde el ojo de la coyuntura, desde el Estado e ir aproximándonos a la construcción de otras realidades.
Tuvimos la oportunidad de asistir a varios encuentros de discusiones políticas-sociales sobre como saldar la herida improductiva en nuestro país. Vimos saltos impresionantes de experiencias que buscan cambiar al mundo, acá mismo desde la tierra, desde lo que son. Hace rato le seguimos los pasos al sueño colectivo de CECOSESOLA (Central Cooperativa de Servicios Sociales de Lara) constituida originalmente en Barquisimeto, capital del Estado Lara, región centro occidental de Venezuela, como un organismo de integración cooperativa a partir del 17 Diciembre del año 1967. Es una de las experiencias de cooperativismo, producción y autogestión más importantes de Venezuela debido a que han logrado desarrollar una red cooperativa que ha integrado y asociado hasta 20.000 personas en diversas ramas de servicio y producción. CECOSESOLA ha demostrado la viabilidad y la eficiencia de una forma horizontal, autónoma y comunitaria para un desarrollo económico distinto al capitalismo ya sea privado o estatal. De la misma manera que sus servicios establecen un vinculo directo y solidario con la comunidad también han logrado establecer mecanismos internos para el trabajo eficiente sin la necesidad de supervisores o directivos o cualquier forma jerárquica de trabajo.
El desarrollo de CECOSESOLA a lo largo del tiempo y abarcando cada vez más servicios de distintas índoles, son una gran prueba de que otro mundo es posible. Conocer esta experiencia sinceramente llena de una sensibilidad, amor y calma indescriptible, sobre todo la posibilidad de escuchar a los productores tratando de organizarse sin intermediarios para alimentar a las ciudades. Estas experiencias rompen en sí con los limites y anteposiciones de los Estados mediante sus fronteras. Sí, están inmersos en la crisis, pero no son la crisis en sí misma por su propio cimiento colectivo permiten mediante mecanismos solidarios, cooperativos y asamblearios crear formas independientes, así lo han hecho durante 50años.
Este tipo de experiencia transcienden las miserias de los gobernantes de turno y nos invitan a construir otra sociedad. Ya sea que nos toque irnos o quedarnos, lo importante es llevar siempre con nosotrxs un mundo nuevo en nuestros corazones.
[Tomado de https://venezuela-centro.contrapoder.net.ve/spip.php?article796.]
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