Snayder Santana
Los movimientos sociales como manifestación popular de la lucha de clases han constituido históricamente un eslabón importante en el accionar político de los partidos, los sindicatos y los grupos campesinos que desde estas plataformas de confrontación han canalizado por años sus demandas de tierra y trabajo. Así conocimos los movimientos sociales y sus vínculos con las instituciones políticas principalmente de izquierda y el desarrollo de la praxis de los frentes de masas, los cuales fungían como espacio de acción focalizada a temas o sectores sociales específicos, estos servían como base desde las cuales los actores de los movimientos accionaban, esto fue así en toda América Latina desde la década pos dictadura de los 60 hasta la década de los 90 cuando entraron en acción nuevas formas de organización de la mano de instituciones internacionales de cooperación e injerencia política continental, lo cual planteó nuevas demandas ya no las tradicionales y nuevos escenarios para la movilización social.
Tanto en nuestro país como en la mayoría de los países de América Latina hemos visto el desarrollo de un movimiento social de nuevo tipo radicalmente diferente al antiguo movimiento de resistencia que partía ya fuera desde los movimientos campesinos, del sindicato o del partido. Hoy estamos frente a un nuevo movimiento con sujetos sociales nuevos, propios, con un lenguaje propio y una fisionomía nueva. El nuevo movimiento social que se desarrolla en la coyuntura actual a resinificado si se quiere el concepto de territorio en tanto ha delimitado su accionar en un espacio propio y nuevo tanto en el terreno virtual con el uso de la tecnología y las redes sociales, así como en el terreno físico desde nuevas formas de organización y acción novedosas. Los nuevos actores, muchos de ellos los jóvenes que son parte determinante del cuerpo social que conforman los movimientos de hoy, le imprimen una cosmovisión diferente y diferenciadora a la gama de acciones que se llevan a cabo desde estas nuevas plataformas, menos cuadradas, con más de espontaneidad y vida, dando a luz una nueva definición de la acción colectiva, los movimientos sociales.
Una característica digan que distingue al movimiento social de nuevo tipo es su autonomía, su más o menos independencia del movimiento político. Una vez inició el proceso de fraccionamiento y desaparición del movimiento sindical como contra poder en muchos países y en especial en el nuestro, donde no solo se ha dado este fenómeno de fraccionamiento y división, sino también de coaptación por parte del Estado.
Entre los años 60 y hasta mediado de los 90 la línea del poder era de persecución y asedio a los dirigentes y sindicatos, luego con la llegada al poder del PLD inicio una política más sutil pero peligrosa frente al movimiento sindical, fue la política de persuasión compra y coaptación, hasta que hoy día es difícil encontrar un gremio, asociación, sindicato profesional o de trabajadores sea cual sea la especie que no esté atravesado por el Estado y el PLD. Esto sin dudad forza al nuevo movimiento a mantenerse alejado y autónomo con relación al Estado y a las fuerzas política que antes le servían de base y sustento.
Esta autonomía que señalamos implica o ha implicado la construcción de una nueva identidad colectiva expresada en las formas de organización y difusión de las ideas y demandas de este nuevo movimiento. Identidad que se construye desde ese lenguaje propio que hemos mencionado, esas nuevas dimensiones en que se difunden los mensajes y esas nuevas formas de interacción e integración de la gente alrededor de demandas concretas y puntuales a través de nuevos interlocutores y actores de la acción social, donde la diferencia es un elemento de convergencia.
La experiencia local reciente nos obliga a citar tres grandes movimientos sociales que cuentan con las características de un movimiento de nuevo tipo, o más bien la experiencia de una ola del movimiento social que ha tenido varios momentos y expresiones. Luego de agotado el proceso de las grandes huelgas nacionales y regionales encabezadas por los movimientos sindicales fuertes y los partidos políticos, hemos visto desde la primera década de este siglo como se ha fraguado esta ola de acción colectiva a la que hacemos referencia.
La lucha en contra del establecimiento de una cementera en el área del parque nacional de Los Haitises permitió el crecimiento y desbordamiento de este nuevo movimiento social que mostraba su nacimiento en los largos meses de lucha y manifestaciones contra la cementera, allí se expreso el país y venció. Esto afianzó las fuerzas y permitió el surgimiento de otros momentos para la acción colectiva. Luego vimos la Coalición por una Educación Digna y con ella la lucha por el 4% del PIB para la educación, hasta llegar al momento actual y en el que vemos desplegar sus fuerzas al movimiento Marcha Verde y su movilización en contra de la corrupción y la impunidad.
Destacamos estos tres momentos del movimiento social nuevo y vigoroso ya que en estas tres expresiones distinguimos elementos que le son comunes, la autonomía, la convergencia de organizaciones y cuadros políticos, las formas de organización, el leguaje y el sentido de identidad expresado en el uso de colores y prendas asumidas prácticamente como uniforme de lucha, que dan ese sentido de pertenencia y territoriedad del que hablábamos antes.
Este nuevo movimiento social como hemos visto no nace de cero ni de manera espontanea, sino que encuentra su origen como negación dialéctica del viejo movimiento, por eso encontramos cuadros políticos de la vieja guardia que aun convergen con fuerza dentro de estas nuevas manifestaciones colectivas, este movimiento hereda esas grandes luchas libradas por el viejo movimiento sindical, por tanto, es pertinente el análisis del momento actual para entender hacia donde podría devenir este proceso
Como diría el sociólogo español Manuel Castell los movimientos sociales siempre mueren ya sea por represión, por coaptación o por integración. La importancia aquí sería que tanto pueda el movimiento profundizar la lucha y cuanto pueda aportar al necesario cambio en la manera de ejercer el poder, tomando en cuenta que el cambio que se procura en la institucionalidad se da por presión desde afuera pero en última instancia este cambio es hecho por políticos que asumen y procesan las demandas y la presión social.
Un posible pero utópico devenir
Lo mejor que podría pasar con el actual movimiento social es que las demandas específicas de este sean atravesadas por otras demandas sociales y económicas que pueda provocar una universalización del movimiento que provoque un movimiento político anti sistémico fuerte; como expresión de la voluntad de cambio de toda la población, que en consecuencia pueda impulsar transformaciones fundamentales en la relaciones sociales que afecte la institucionalidad y con esta la calidad de vida de todos y todas.
[Tomado de http://hoy.com.do/el-devenir-de-los-movimientos-sociales.]
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