Siriarte
* Centenares de mujeres mapuches se han organizado en una Marcha
por el Buen Vivir, que está recorriendo Chile y
Argentina para denunciar los abusos a su pueblo
Mari mari
kom pu che! Éste es
el saludo mapuche con el que se comienzan los encuentros, conversaciones y
conferencias con mapuches.
En el mes de noviembre, en el contexto de la breve
gira que la weichafe Moira Millán llevó a cabo en territorio ibérico, nos
facilitó conocer de primera mano las voces de las mujeres mapuches, así como la
red de apoyo civil con que cuenta.
Pero hagamos un poco de historia ¿quién es el
Pueblo Mapuche? Preparándonos para la visita de Moira, tuvimos la suerte de
conocer y escuchar a Nélida y Stéphanie, portavoces de Xawunche, la Coordinación
de Apoyo al Pueblo Mapuche en España, quienes nos pusieron al día sobre su
historia, territorio, objetivos de lucha y ejemplo de resistencia.
El wallmapu o territorio mapuche, se extiende en el
continente sudamericano a través de los actuales países de Chile y Argentina. Y
decimos, actuales países, porque antes de que se constituyeran, el pueblo mapuche,
como pueblo nación, ya tenía una presencia constatada a través de los restos
arqueológicos encontrados con más de 12.000 años. Dando un inmenso salto en el
tiempo desde entonces y hacia el presente, alrededor del año 1400 el wallmapu
se extendía desde el río Limarí (Norte Chico, Coquimbo) hasta la Isla Grande de
Chiloé por el sur, desde la cordillera de los Andes al mar Pacífico.
Pero el pueblo mapuche es un pueblo guerrero que ha
sobrevivido a numerosas invasiones desde bien antes de la invasión hispana. La
primera gran invasión de la que se tiene constancia fue la invasión inca que
fija su límite en el río Maule. Posteriormente, se nombra como segunda invasión
a la hispana, iniciada por Diego de Almagro en 1541.
A estos hombres blancos y a las poblaciones
sucesoras, se las llamarán “weinkas”, quienes se apropiarán de la tierra como
recurso proveedor de bienes, en particular de oro, y de las personas indígenas
para utilizarlas como mano de obra para la explotación minera. Avanzando muy
rápido en el tiempo, en el año 1810 la República de Chile ignora a los
Parlamentos de la soberanía territorial del pueblo mapuche (wallmapu) y en el
año 1881 se consolida el despojo y usurpación del 95% del territorio en la
denominada 3ª Invasión del Estado de Chile. Después de un periodo de
pacificación de la Araucanía, actualmente, nos encontramos con una 4ª invasión
a través del capital chileno y las trasnacionales (desde 1973 hasta nuestros
días).
¿Qué hacen estas grandes empresas? Continúan con la
expropiación y división de las tierras, controlan el territorio a través del
proteccionismo estatal a las empresas madereras y de explotación forestal
(Benetton), instalan centrales hidroeléctricas inundando terrenos para la explotación
energética, también agotan y matan los ecosistemas a través de la explotación
minera, carreteras: caso Ralco, caso Mehuín, Panguipulli, Hidroaysén (con
capitales de Endesa España y ENAL Italia, SN Power de Noruega, Austria...).
Para el pueblo mapuche la defensa del territorio es
vital porque estructura sus vidas. Un ejemplo: las personas mapuches se nombran
en función de lo que la fuerza interior dice de ellas, el “gnen”. Esta fuerza
vital no le es rentable al mercado, por eso nos aliena para explotarla según
sus ritmos y lógicas capitalistas.
Consecuentemente, este conflicto no se puede
resolver desde un sistema social weinka, ni desde el reparto equitativo marxista.
El pueblo mapuche propone amasar “un nuevo pan”, cuyos ingredientes no
destruyan el planeta y se haga en reciprocidad con los demás pueblos. Los pueblos
originarios pueden ser solidarios tejiendo la resistencia, pero las demás
deberíamos repara el daño que las transnacionales le hacen al planeta y a las personas
problematizando la invasión, apropiación, explotación y contaminación que
producen allí.
Por su parte, la resistencia mapuche organizada
ancestralmente:
° Lucha por sobrevivir, por mantener su cultura y
cosmovisión, por los derechos de un pueblo ancestral, su dignidad, su reconocimiento
y las posibilidades de un desarrollo político, económico, social y cultural
autónomo.
° Recuperación del territorio usurpado para hacerlo
productivo y antener sus espacios sagrados.
° Impedir que la expansión del capital nacional y
trasnacional siga introduciendo mayor daño ambiental, empobrecimiento y deterioro
cultural al mapuche.
° Cambiar la relación política del Estado hacia el
pueblo mapuche.
Los principales impactos ambientales y culturales
de esta última invasión son:
1. Disminución y pérdida de los recursos hídricos:
Lumaco, Ercilla, Traiguén, Angol, Galvarino, Tirúa, Lebu, que poseen concentración
de plantaciones exóticas. Los esteros, manantiales y ríos disminuyen
notablemente su caudal o se han secado. Impiden labores agrícolas de
subsistencia.
2. Contaminación por pesticidas como consecuencia
de la expansión forestal. Enfermedades de la piel, afectación a los embarazos
en las mujeres, diarreas en niños y niñas.
3. Pérdida del bosque nativo: extinción de plantas,
hierbas medicinales.
4. Alteración cultural, ya que la relación con el
entorno territorial es de equilibrio entre las fuerzas del universo y forma de
vida.
5. Cosmovisión: ocupación de los espacios que tienen
sus propias fuerzas espirituales (gnen).
En 2002, las movilizaciones mapuches lograron que
se aprobara una Ley por el Buen Vivir, que no se ha desarrollado. Es por ello
que ahora centenares de mujeres mapuches se han organizado en una Marcha por el
Buen Vivir, que está recorriendo Chile y Argentina para denunciar los abusos a
su pueblo y por el reconocimiento mundial de su Pueblo-Estado así como el
respeto a sus vidas, tal y como ellas desean vivirlas, en armonía y respeto con
la naturaleza, con la vida.
Desde 2002, ¿cuáles han sido los resultados/consecuencias
de las movilizaciones del pueblo mapuche?
° Aplicación de la Ley Antiterrorista por parte del
Estado, con numerosas detenciones, asesinatos, desapariciones.
° En respuesta a esta dura represión, ha habido
diferentes huelgas de hambre de los presos y presas políticas mapuches.
° Y a pesar de las acciones represivas, la
recuperación productiva de territorios entre 17 y 20.000 hectáreas por parte de
las mapuches.
Cabe señalar que las mujeres mapuches no distinguen
su lucha como feministas, porque luchan en comunidad y para la comunidad que
incluye al medioambiente, a los seres humanos y no humanos. Pero a pesar de
ello, el papel de las mujeres organizadas es fundamental, no solamente como
sostenedoras de la vida, sino también como weichafes valientes y luchadoras,
sanadoras o machis, educadoras, portavoces y amigas.
Una de ellas, Moira Millán, nos ha visitado
recientemente, para informar, por una parte, a la sociedad civil de que nuestro
silencio cómplice con las grandes empresas con capital español tiene
consecuencias devastadoras
en el wallmapu. Y por otra parte, para denunciar la
criminalización por parte del Estado a las personas mapuches y weinkas que les
apoyan por la resistencia y recuperación de sus tierras.
Como señalábamos antes, las empresas
con capital occidental contaminan sus ríos, talan sus árboles, destruyen las
reservas medicinales de las plantas, construyen presas inundando terrenos
fértiles de vida, imponen la escolarización y asistencia médica occidental,
deslegitimando los consejos y modos de autogobierno del pueblo mapuche... En fin,
podríamos resumir todas estas acciones afirmando que lo que se pretende entre
las empresas, los gobiernos que las protegen y el silencio de las demás personas
y colectivos es el exterminio de este pueblo-nación, de su territorio, de su
historia y de su identidad. Pero lejos de mostrar una visión pesimista de su situación,
tanto la Coordinación como la propia Moira, nos repiten: “Marichiweu (mil veces
venceremos)”, “por cada mapuche que asesinen, 10 mapuches se levantarán”.
Pero no nos confiemos, no hay tiempo, si nos
dormimos en los laureles, cuando despertemos no habrá planeta que defender ni donde
habitar.
Las weichafes como Moira Millán lideran a
centenares de mujeres referentes mapuches por la autoorganización, el derecho a
su identidad y el territorio en el que habitan. Es importante que las apoyemos
y visibilicemos sus acciones, en un proceso histórico de reparación de la
reciprocidad entre los pueblos y con la naturaleza.
Chaltumay... gracias.
[Publicado originalmente en el periódico
Rojo y Negro # 318, Madrid, diciembre
2017. Numero completo accesible en http://rojoynegro.info/sites/default/files/rojoynegro318%20diciembre.pdf.]
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