Rubén Hernández
En uno de los sectores en los que se manifiestan con más gravedad los efectos de la terrible crisis que azota actualmente a Venezuela, es en el de la salud pública. Falta de insumos, reactivos y medicinas básicas; deterioro de equipos y herramientas; corrupción; escasez de recursos financieros; desatención a los enfermos; mal estado de las instalaciones de hospitales y ambulatorios; bajos sueldos de médicos y enfermeras/os; entre otras carencias y anomalías, caracterizan a la salud pública venezolana.
Ya es normal, por ejemplo, que los propios pacientes tengan que llevar a los centros de salud guantes, jeringas, medicinas y todo tipo de materiales para tratar afecciones leves, ni que hablar de cirugías mayores. En realidad es un contrasentido llamar público a un sistema de salud si los pacientes tienen que costear la atención ambulatoria u hospitalaria, salvo las consultas.
En uno de los sectores en los que se manifiestan con más gravedad los efectos de la terrible crisis que azota actualmente a Venezuela, es en el de la salud pública. Falta de insumos, reactivos y medicinas básicas; deterioro de equipos y herramientas; corrupción; escasez de recursos financieros; desatención a los enfermos; mal estado de las instalaciones de hospitales y ambulatorios; bajos sueldos de médicos y enfermeras/os; entre otras carencias y anomalías, caracterizan a la salud pública venezolana.
Ya es normal, por ejemplo, que los propios pacientes tengan que llevar a los centros de salud guantes, jeringas, medicinas y todo tipo de materiales para tratar afecciones leves, ni que hablar de cirugías mayores. En realidad es un contrasentido llamar público a un sistema de salud si los pacientes tienen que costear la atención ambulatoria u hospitalaria, salvo las consultas.
Una verdadera desgracia, considerando que debido a la situación anteriormente descrita miles de venezolanos al mes mueren o viven en una constante agonía, no tanto por las consecuencias de las enfermedades como tal, sino por la ineficiencia de la salud pública. De ahí las preguntas siguientes:
¿Qué se puede esperar de un sistema que no facilita a los enfermos medicamentos importantes como los antihipertensivos,los antibióticos, la insulina y los empleados para tratar el cáncer y el SIDA?,
¿qué garantías tienen de salir vivos o recuperados quienes son operados, por lo general en quirófanos sin la asepsia debida?,
¿cómo se diagnostican enfermedades potencialmente mortales si no hay aparatos de rayos X y tomógrafos en buen estado, y además no hay los reactivos necesarios para llevar a cabo los exámenes pertinentes?,
¿cómo hacen los pobres para acceder a materiales e insumos costosos, indispensables para salvar sus vidas?
Y como es bien sabido millones de venezolanos no pueden ser atendidos por la salud privada, considerando obviamente los altos costos de ésta, aún simples consultas y atenciones de emergencia. De manera que la mayoría del pueblo se encuentra en un callejón sin salida, deseando no se le presente algún problema de salud relevante, porque eso equivaldría en buena medida a morir, aunque sea lentamente. Al respecto sentencian los cristianos: ¡Que Dios nos agarre confesados si llegamos a enfermar en este país!
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