Periódico El Amanecer
Desde el anarquismo siempre rechazamos las elecciones como algún tipo de vía de cambio social, si bien en el pasado estuvieron quienes lo intentaron por ese medio, fracasaron ya que la estructura de la cual se constituye el poder no permite movimientos revolucionarios, sobre todo si el gobierno como construcción jurídica/política responde al capital y no a su población. A pesar de eso, con vergüenza fui a votar en secreto, la idea del ritual ciudadano parece tener algún tipo de significado social y ante eso, no podemos permitirnos estar ajenos, sobre todo si elegimos mantener una vida politizada y no en apatía de la población o de lo que algunos aún siguen llamando románticamente, el pueblo. No se trata de creer en el voto, sino simplemente de ir a rallarlo un día donde el tiempo es mas libre que otros, no votar por nadie, aunque exista la tentación de votar para impedir que salga el representativo mas genuino del fascismo en chile: Piñera. Votar o no hacerlo, era lo mismo, no me confundo, esa conclusión esta clara desde hace mucho tiempo, pero el espectáculo seduce.
Desde el anarquismo siempre rechazamos las elecciones como algún tipo de vía de cambio social, si bien en el pasado estuvieron quienes lo intentaron por ese medio, fracasaron ya que la estructura de la cual se constituye el poder no permite movimientos revolucionarios, sobre todo si el gobierno como construcción jurídica/política responde al capital y no a su población. A pesar de eso, con vergüenza fui a votar en secreto, la idea del ritual ciudadano parece tener algún tipo de significado social y ante eso, no podemos permitirnos estar ajenos, sobre todo si elegimos mantener una vida politizada y no en apatía de la población o de lo que algunos aún siguen llamando románticamente, el pueblo. No se trata de creer en el voto, sino simplemente de ir a rallarlo un día donde el tiempo es mas libre que otros, no votar por nadie, aunque exista la tentación de votar para impedir que salga el representativo mas genuino del fascismo en chile: Piñera. Votar o no hacerlo, era lo mismo, no me confundo, esa conclusión esta clara desde hace mucho tiempo, pero el espectáculo seduce.
En todo caso lo interesante es la conclusión del día de hoy, lo que las elecciones chilenas dejaron claro es que el pobre no se piensa así mismo como pobre, por eso vence el concepto de “clase media” que el triunfador impuso, el pobre vota por las promesas de policías, el pobre vota por el negocio, la empresa y el respeto por la propiedad privada, el pobre es un sujeto desclasado y ese es el gran fracaso de los revolucionarios, no otro. Aunque hubiese perdido Piñera, el capitalismo en chile seguiría consolidándose como hasta ahora ha sucedido, el sistema no depende de jefes de turnos, el poder es el movimiento de las instituciones coercitivas que a su vez entran en absoluta cohesión con los poderes económicos que mueven el país, las cuales ambos candidatos o fuerzas político/espectacular defienden y representan.
La guerra social debe radicalizarse en contra del posible perfeccionamiento del estado policial y de los poderes represivos que promete el gobierno triunfador, mostrando que quienes sonríen hoy, son los mismos que construyeron o fueron cómplices de la dictadura.
[Tomado de https://periodicoelamanecer.wordpress.com/2017/12/18/elecciones-en-chile-pais-desclasado/#more-3383.]
Anexo: La votación es la muerte
Manuel de la Tierra
Y yo pienso que toda votación es una pequeña muerte. Que no importa si es para escoger presidente, alcalde o delegados estudiantiles. Que no me va ni me viene si nace desde la institucionalidad estatal o de mi grupúsculo de acción, pues todas funcionan utilizando como criterio excluyente el peor de los argumentos: ¡el número!
El número, la masa, la generalidad. El mito del pueblo. Las mayorías mandan, las minorías acatan, y encima deben sonreír porque tuvieron el derecho de opinar ¿Pero qué modo de solucionar problemas es ese?
Si mil cristianos dicen que la tierra es triangular y uno que es redonda. ¿Será el segundo el equivocado? El número no garantiza la efectividad, o la veracidad de las propuestas. Solo nos habla de probabilidades, de tendencias de opinión, que en el fondo no son más que sumas de legítimas subjetividades individuales. Es decir, son ante todo un agregado de opciones personales, tan dignas de ser consideradas o desechadas como cualquiera otra que entre en el juego. ¿Qué sentido puede tener entonces el que la “razón” sea aprobada por una arbitrariedad tan descarada como el número?
Y cuando escribo esto no solo lo hago pensando en los coyunturales periodos electorales. Que los políticos sean unos corrompidos, que traicionen a sus electores, que no vengan “del pueblo”, que las elecciones no cambien nada en el fondo, todo eso y mucho mas, son ya cuestiones sobradamente consabidas.
Pero la cosa está más incrustada de lo que parece.
El mismo problema surge a la hora de elegir un representante o tomar una decisión colectiva. Naturalmente no siempre andamos buscándonos delegados o amos (de hecho, hace mucho que debimos abandonar ese oscuro ritual), pero muy a menudo debemos salir al paso de dudas o problemas de diversa índole que requieren respuestas en conjunto, dado que no estamos solitos en el mundo. Y en ambos casos solucionamos la cuestión de la misma forma en que lo hemos venido haciendo desde pequeños, con urna o sin ella: votando, siempre votando.
Y es que es el método solucionador de problemas más imbécil que se nos pudo ocurrir. Lo tenemos en todas partes. Acá adentro, en la casa, con nuestros amigos, en las vetustas carreras politiqueras o en las mitificadas asambleas.
Y no se trata de acabar el dialogo y la confrontación de ideas. De hecho, es todo lo contrario. Es quitarnos esos límites tan burdos como el triunfo o la derrota por la aleatoria dictadura de la mano alzada.
¿Y cómo nos ponemos de acuerdo entonces? Discutiendo. Intercambiando opiniones. Evitando anularnos. En fin, cada cual como estime, a mi no me pregunten. Pero votando ni a misa. La votación es la muerte.
[Tomado de https://periodicoelamanecer.wordpress.com/2012/10/10/la-votacion-es-la-muerte.]
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