Armando Vergueiro
La Federación Anarquista
Uruguaya (FAU) es una agrupación de nombre conocido en la historia del
anarquismo latinoamericano, aunque ya hace tiempo dejó de ser fundamental o
mayoritaria expresión ácrata en ese país. Sin embargo, se mantiene como
colectivo que expresa la perspectiva denominada especifismo o plataformismo
dentro de lo que se reclama como anarquismo en el área latinoamericana. Es por
tal condición de voz reconocida para esa corriente que vale ocuparse de un
reciente documento emanado de ese grupo, en el cual se propone una interpretación de la actual
coyuntura venezolana.
Resulta de partida curioso
que ese documento no se dé a conocer como directamente remitido por la FAU,
pues ni siquiera hay referencia al mismo en el sitio web oficial de la
organización. Se publica desde un grupo argentino con el que tiene estrechos
lazos y similar orientación político-ideológica: la Federación Anarquista de
Rosario, quien lo divulga a través de la lista de información A-Infos (ver http://www.ainfos.ca/ainfos336/ainfos84907.html).
Pese a este peculiar modo de difusión, entendemos que no hay porque dudar en
que la FAU es la fuente del texto en cuestión, que además coincide –como
veremos más adelante- con previos pronunciamientos suyos sobre el tema, reincidencia
a la cual alude el título de esta nota.
Conviene advertir que
cabría un examen aún más exhaustivo de los errores, omisiones, adulteraciones y
medias verdades de los que está repleto ese pretendido “análisis anarquista” de
la situación venezolana actual, desmontando los supuestos esenciales en torno a
los que se articula. Afortunadamente, esa evaluación meticulosa de los
fundamentos del discurso de la FAU y sus correligionarios de otras regiones ya
ha sido expuesta por el Colectivo Editor de El
Libertario en el documento titulado “Funerales de Estado, Amnesia y
Anarquismo” http://periodicoellibertario.blogspot.com/2013/05/funerales-de-estado-amnesia-y-anarquismo.html,
en el que además hay amplia referencia a diversos materiales con la crítica amplia
y contundente a lo que la corriente especifista-plataformista expone como
verdades irrebatibles para erigirse en única perspectiva anarquista posible. Ya
hace más de 4 años que se divulgó ese documento de El Libertario, pero parece que tan acuciosa réplica no hizo mayor
mella en la FAU, que ahora vuelve con similar discurso, ante lo cual va esta
refutación de lo que se percibe como los más evidentes dislates del susodicho
“análisis”:
* Se asume de partida que
toda información o análisis que critique o cuestione al gobierno de Maduro es
obra de aviesos enemigo del país y la
sociedad entera, y lo que es más, todo el que lo haga de un modo u otro se
presta al juego del enemigo imperialista. Es un conocido recurso de la
propaganda del autoritarismo estatal marxista-leninista, que acá aparece en
manos de sedicentes libertarios que proclaman escandalizados: «Hoy presenciamos
una campaña sistemática de toda la derecha y de todos los consorcios
informativos contra Venezuela», lo que deja sentado que adversar a Maduro y su
pandilla en el poder solo es posible desde “la derecha” y hacerlo es, por
definición, un ataque “contra Venezuela”. No hay diferencias con lo que se
argumentaba desde las dictaduras del extinto bloque soviético –y aún hacen sus
sobrevivientes- ante lo cual el anarquismo consecuente siempre ha respondido
con razonadas y enérgicas condenas, algo totalmente ajeno a estos
especifístas-plataformistas que, por ejemplo, aún hoy son elocuentemente
silenciosos a la hora de caracterizar y denunciar a dictaduras de izquierda
como la cubana.
* Con una mesura que sólo
podría explicarse por desinformación o complicidad, se afirma que en Venezuela
hay «cierto descontento popular con el gobierno» minimizando o menospreciando
el profundo malestar que sectores mayoritarios de la población venezolana
tienen hoy contra el régimen chavomadurista, con el que no cabe sentirse menos
que profundamente iracundo al padecer la más alta inflación del planeta, una
desesperante carestía y desabastecimiento en alimentos y medicinas, la feroz
represión a las protestas que ha cobrado más de 100 vidas desde abril pasado,
la saña criminal de los delincuentes con uniforme y los grupos parapoliciales
que se hacen llamar “colectivos”, el descarado latrocinio e inenarrable
incapacidad de militares y civiles a cargo de la administración pública, sin
olvidar lo que la gente de a pie siente al presenciar la mascarada torpe que
cotidianamente se representa desde unas instituciones políticas que están
logrando que para la mayoría se hagan odiosas o burlonas expresiones como
socialismo, revolución, comunas y poder popular. En ese contexto, calificar
tibiamente lo que es el sentir actual de tantos venezolanos como “cierto
descontento” es del todo incomprensible, por decir lo menos.
*
En las retorcidas explicaciones que intentan darse a la evidentemente
conflictiva situación venezolana (dichas en un lenguaje donde la mala redacción
se da la mano con la expresión ininteligible), se elude del todo referirse al
autoritarismo militarista que siempre fue un rasgo esencial del chavismo y que
con Maduro ha llegado a los claros extremos de un gobierno que orgullosamente
se proclama “cívico-militar” (aunque el humor popular lo ha bautizado como
“cínico-militar”). De hecho, el apoyo –que más apropiadamente es complicidad
pagada a muy alto precio- militar siempre ha sido elemento esencial para
sostener al chavomadurismo en el poder, y ahora le resulta del todo vital pues
se ha perdido el soporte de sectores populares con el que en otro tiempo podía
contar, hoy solo existente en fraudulentos cómputos de elecciones a gusto de un
gobierno cada vez más repudiado por la sociedad venezolana, a pesar de lo que
determine alguien desde Montevideo.
*
El documento de la FAU se extiende en largas elucubraciones sobre las sombrías
acciones del imperialismo en Latinoamérica (que en este relato es
exclusivamente el imperialismo yanqui), con lo que sugiere que la principalísima,
por no decir casi única, responsabilidad en las dificultades que puedan
presentarse en la sociedad venezolana, y obviamente para el gobierno que la
rige, vienen de ese tenebroso origen. Semejante atribución es bastante dudosa
en el caso venezolano y sobre ello hay detallada explicación en la réplica de El Libertario antes indicada. A lo que
allí se expone, agregaremos que bajo Maduro no ha hecho sino reforzarse la
entrega de recursos petroleros y mineros de Venezuela al gran capital
transnacional, así que el imperialismo (no solo yanqui, sino también chino,
europeo, ruso y hasta canadiense y brasilero!) tienen asegurado lo que les
interesa con los actuales gobernantes, que siguen graznando un falaz discurso
antiimperialista, que solo resulta convincente para el que quiera comulgar con
semejante bodrio.
Como
era de esperar, un argumento estelar para presentar al intervencionismo gringo
como causa estelar y abrumadora de los males que pudiesen afectar a Venezuela
es citar declaraciones amenazantes de algunos de sus voceros, lo que vendría a
reforzar la reciente pirotecnia verbal del actual payaso que mora en la Casa
Blanca; pero frente a esos desplantes discursivos para impresionar a la galería
están las pruebas de la sumisión estratégica del gobierno venezolano a los
intereses que Mandan en Washington, bien explicados en su momento por el texto
de El Libertario y que bajo el
gobierno de Maduro no han hecho sino reforzarse como prueban la disciplinada
obediencia a los dictados de la banca internacional y la entrega de los
recursos del Arco Minero y de la Faja Petrolífera del Orinoco a la voracidad
del capital transnacional.
* Para
la abrumadora corrupción, burocratismo e incapacidad administrativa que han
sido rasgo fundamental de estos 18 años de gestión chavomadurista apenas si hay
apurada referencia en este supuesto “análisis”, como si se quisiese desestimarla
o atribuirle el rasgo de inevitable efecto secundario que no ha afectado en lo
básico a la pureza y buenas intenciones de la “revolución bolivariana”. La
mentada pretensión olvida convenientemente la descomunal magnitud de esos
males, reflejada por ejemplo en la denuncia, surgida de las propias filas
chavistas, del gigantesco robo (¡se estima podría ser de unos 50.000.000.000 de
dólares en 15 años!) defraudado a los recursos públicos a través de las
llamadas empresas de maletín, cifra ante la cual lo que se califica de grave
corrupción en el resto de Latinoamérica queda como simple hurto menor o
tropelía de robagallinas (para más detalles, ver http://bit.ly/2vuH9nM). Este
descomunal peculado, en combinación con la ineptitud galopante que ha sido
norma de gobierno del chavomadurismo, explica cómo se evaporó el gigantesco
volumen de recursos que el Estado venezolano recibió en la primera década del
siglo XXI –que en 10 años fue más que el total del ingreso nacional en la
historia previa -. Si bien alguna parte de ese ingreso sirvió para lubricar el
clientelismo estatal y la demagogia populista, presentados por la propaganda
oficial como “redistribución de la riqueza social”, ello solo fue solo un
mecanismo oportunista y de ocasión que no modifico para nada la estructura de
desigualdad social en Venezuela, siendo prueba de esto que tan pronto cesó el
auge de precios petroleros, la miseria y el hambre como experiencia de vida
esencial para amplios sectores de la población no solo reaparecieron, sino que
se han hecho presentes de un modo que hace mucho tiempo se desconocían en un
país que por tanto tiempo disfrutó de aparente riqueza.
*
Como en esa lacrimógena proclama que emitió a la muerte de Chávez, la FAU sigue
glosando elogiosamente elementos positivos que estarían presentes en su
propuesta y acción, pretensión falaz sobre la cual ya fue suficientemente
contundente aquella réplica de El
Libertario. Ahora, aún cuando precavidamente no deja apuntarse la obvio
objeción crítica a la intervención burocrática que desde el anarquismo se debe
hacer frente a una propuesta de organización social impulsada desde arriba por
el Estado, se sigue sosteniendo la errada afirmación de que «En el caso venezolano el proyecto de
Poder Popular y de Comunas contó con participación y respaldo popular
importante». Esto supone que de alguna manera esa iniciativa
gubernamental conectó con lo que previamente venía gestándose desde las
iniciativas colectivas, lo que es falso pues si de algo tuvo cuidado la
burocracia de este flamante “poder popular” fue de eliminar toda posibilidad
previa de organización autónoma que escapase a su control. Por otro lado, el
“análisis” de la FAU expresa un cándido optimismo porque, de alguna manera, el
ejercicio de “poder popular” ocurrido en las comunas venezolanas ha contribuido
a crear una experiencia positiva para nada desdeñable en “el imaginario del
mundo plebeyo”. Tal presunción solo es posible cuando se está a miles de
kilómetros, solo se atiende a la imagen que vende la propaganda chavomadurista,
y se elude a lo que es la cotidiana realidad de burocracia, corrupción y
clientelismo que ha sido la norma en la desdichada experiencia de las comunas y
el “poder popular” en Venezuela, cuya excrecencia más tétrica ha sido el
surgimiento de esas pandillas parapoliciales y semidelictivas que tristemente
se conocen como “colectivos”. Poco o nada de semejante “imaginario” perverso
sería de utilidad en cualquier esfuerzo consistente por construir desde abajo
organización social basada en la autogestión, acción directa, apoyo mutuo y
autonomía.
Con
lo anterior se estima dar respuesta a lo esencial que sostiene ese aventurado
“análisis” que se soporta –por decirlo con cortesía- en una visión sesgada y
desinformada de Venezuela, donde además se debe cuestionar la insistencia en
errores ya bastante rebatidos, y la prepotencia de quienes titulándose
anarquistas pontifican sobre una realidad que conocen poco o nada, sin prestar
la menor atención o credibilidad a quienes desde esa realidad nos asumimos como
ácratas y hemos procurado actuar en ella e interpretarla siendo consecuentes
con el ideal libertario.
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