Rubén Hernández
En medio de las numerosas protestas sociales que se viven en Venezuela debido a la crisis económica, la delincuencia común ha aprovechado para actuar a diestra y siniestra contra los ciudadanos, especialmente contra los más pobres, que a duras penas si tienen para medio satisfacer las necesidades alimentarias diarias. Además del terror infundido por las fuerzas policiales-militares contra quienes están protestando, numerosos malandros callejeros nos tienen en zozobra de día y de noche, aprovechando en parte que los cuerpos armados están bien ocupados en intentar controlar la molestia social a como dé lugar.
En medio de las numerosas protestas sociales que se viven en Venezuela debido a la crisis económica, la delincuencia común ha aprovechado para actuar a diestra y siniestra contra los ciudadanos, especialmente contra los más pobres, que a duras penas si tienen para medio satisfacer las necesidades alimentarias diarias. Además del terror infundido por las fuerzas policiales-militares contra quienes están protestando, numerosos malandros callejeros nos tienen en zozobra de día y de noche, aprovechando en parte que los cuerpos armados están bien ocupados en intentar controlar la molestia social a como dé lugar.
En tal contexto valga exponer el caso de quien esto escribe. Y es que la noche del día de ayer, estando en casa de mi señora madre, ocurrió un episodio bien desagradable, en el que pasamos un buen susto. Aproximadamente a la medianoche unos sujetos irrumpieron en la casa mencionada, seguramente con la intención de robar e intentar algo más, acción que no lograron gracias a que llamamos la atención de los sujetos y de los vecinos mediante gritos y silbatazos. En el acto, y un poco nerviosos, llamamos a la policía local, y desde allí se nos informó que lo más rápido posible enviarían una comisión para detener a los individuos. Para nuestra “sorpresa” la dicha comisión policial jamás llegó al lugar, y pensando que esos sujetos volverían a la vivienda, prácticamente no pudimos dormir el resto de la noche.
En realidad no debe sorprendernos lo que pasa en Venezuela en materia de seguridad pública, considerando que en medio de la compleja crisis que vivimos, reina la impunidad para los más variados delitos. Y mientras que los delincuentes comunes aterrorizan a la ciudadanía de a pie día tras día, los cuerpos policiales-militares, al servicio del Estado burgués que cobija a los “revolucionarios” y a los dizque opositores de la MUD, se concentran para someter a sangre y fuego a quienes protestan en las calles. ¿Acaso quienes manifiestan con justa razón si merecen ser tratados como delincuentes?
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