Carlos Crespo
La autonomía[1] en Bolivia se ha convertido en el campo de batalla del gobierno y la oposición, pero, en general tales discusiones en ningun caso ponen en duda su articulación con el dominio estatal. ¿Es posible construir comunidad, cohesión social, ciudadanía, autogestión fuera del Estado? ¿Es compatible la autonomía como parte del aparato estatal? Estos temas históricamente han sido discutidos por el anarquismo, como parte de una visión antiestatal de la autonomía.
La historia indígena boliviana es la de su autonomía frente al Estado, y hoy asistimos a diversas prácticas sociales, estrategias económicas autonómicas que cuestionan las nociones estadocéntricas del término. Tal es la perspectiva del presente texto.
La autonomía[1] en Bolivia se ha convertido en el campo de batalla del gobierno y la oposición, pero, en general tales discusiones en ningun caso ponen en duda su articulación con el dominio estatal. ¿Es posible construir comunidad, cohesión social, ciudadanía, autogestión fuera del Estado? ¿Es compatible la autonomía como parte del aparato estatal? Estos temas históricamente han sido discutidos por el anarquismo, como parte de una visión antiestatal de la autonomía.
La historia indígena boliviana es la de su autonomía frente al Estado, y hoy asistimos a diversas prácticas sociales, estrategias económicas autonómicas que cuestionan las nociones estadocéntricas del término. Tal es la perspectiva del presente texto.
Autonomía y estadocentrismo de las ciencias sociales y la política boliviana
Las ciencias sociales en Bolivia han estado dominadas por el liberalismo, el marxismo y el indigenismo, en sus distintas versiones y matices. A pesar de sus diferencias, existe una pauta común que los conecta, su apuesta por el Estado. Ven en el Estado el dispositivo a crear, intervenir y/o fortalecer para resolver la cohesión en el “ch‘ajchu” étnico social que es este territorio. Hay quienes buscan su fortalecimiento, otros su (re)creación, y están aquellos que apuntan a crear “otro” estado al actual, pero todos ellos desearían que el Estado funcione. El darwinismo social, el liberalismo modernizante, el nacionalismo revolucionario, el indigenismo estatolatra, el “gonismo”[2] son paradigmas de las ciencias sociales que, en la historia larga boliviana, han producido realidad, construyendo o legitimado poderes dominantes y el estado corrupto y racista. Propuestas generadas desde la intelectualidad y la academia, convertidas en políticas públicas, normas, instituciones, decisiones estatales. En suma, las ciencias sociales que operan en el país son estadocéntricas, pues sus campos de conocimiento parten y/o tienen como referente e ideal al Estado[3].
Hoy, en el marco de las transformaciones emergentes del gobierno de Evo Morales, particularmente con la introducción del llamado régimen autonómico, nuevamente el estadocentrismo de las ciencias sociales y sus intelectuales está dando la línea a seguir o legitimando prácticas y decisiones políticas: la autonomía es pensada e implementada en el marco del estado-nación; en el caso de la autonomía indígena, por ejemplo, su mayor preocupación es cómo articularla (o no) al estado plurinacional. Al mismo tiempo, en la medida que la forma estado se consolide, la autonomía se transforma en un derecho, por tanto un ideal a seguir u obtener, un objetivo a largo plazo.
Argumento que la constitución política del estado plurinacional a través del régimen autonómico, en general busca reproducir el Estado desde su escala micro, incorporando criterios de descentralización, delegación de responsabilidades y competencias. En el caso de la autonomía indígena, esta es garantizada, legitimada por la constitución del estado plurinacional como libre determinación (art. 2), “que consiste en su derecho a la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus entidades territoriales”. El derecho al autogobierno indígena es reconocido “en el marco de la unidad del Estado” y “conforme a esta Constitución y la ley”, es decir subordinada a la razón estatal. Mientras esté sometido a la forma estado-nación, la autonomía indígena corre[4].
El anarquismo frente a la autonomía en Bolivia
El pensamiento anarquista hunde sus raíces en una profunda convicción antiestatalista y al mismo tiempo, junto con el federalismo, en una reivindicación de la autonomía fuera del horizonte estatal, por tanto base de la relación entre pueblos y sociedades (Ward, 2004)[5]. Más aún, la autonomía es el fundamento de la libertad y el soporte para resistir toda forma de dominación[6]. Otro rasgo fundamental del anarquismo son las políticas prefigurativas, es decir hacer realidad hoy, desde la práctica, el mundo que se desea construir mañana; por ello, defender cotidianamente la autonomía, individual y colectiva es central en la práctica anarquista.
El anarquismo es un pensamiento capaz de entender y practicar las prácticas autónomas en Bolivia fuera, contra o paralelo a la forma Estado, reconociendo que la autonomía no es un ideal a conseguir, sino una práctica cotidiana de los pueblos, comunidades y grupos de afinidad en el territorio denominado Bolivia, cuya defensa y/o ampliación ha sido una constante de sus prácticas sociales y políticas en su relación con el estado y los poderes dominantes, aún desde el incario, atravesando por los periodos coloniales y poscoloniales contemporáneos. Veamos tres expresiones.
El pacto de reciprocidad Estado-comunidad
Según Tristan Platt (1982), los ayllus y comunidades de origen aymara establecieron un pacto de reciprocidad con el estado colonial, aunque cuyos orígenes se hallan ya en su relación con el estado inca, que establecía “la obligación de los indios de pagar el antiguo tributo (o tasa) y la obligación correspondiente del estado criollo a reconocer los derechos de los ayllus a disponer colectivamente de sus terrenos tradicionales” (Platt, 1987:65). Tal pacto se ha reproducido a lo largo del estado republicano, y su ruptura ha sido motivo de múltiples formas de resistencia indígena, incluyendo la revuelta.
Desde una lectura anarquista se podría afirmar que el pacto colonial de la sociedad aymara con el estado colonial y luego republicano, no fue por obtener derechos de ciudadanía (Irurozqui, 2001), sino fundamentalmente para mantener y reproducir la autonomía de los ayllus[7], no solo en el acceso a la tierra, sino reducir al máximo la influencia de poderes externos en sus formas organizativas y de cohesión social, la posibilidad de auto organizar su vida como sociedad, tener un mayor control de sus vidas y su cultura; tener el dominio de sus interacciones, ser capaces de reproducir y transformar en forma independiente, sin coerción externa, su identidad cultural, social, económica.
La guerra del agua y los sistemas comunitarios de agua y riego
Desde lecturas estadocéntricas, se dice que la revuelta del agua cochabambina el 2000 fue una lucha por derechos ciudadanos de consumidores, o por la aplicación del DDHH al agua. La base material, organizativa y de movilización contra la privatización y mercantilización del agua y sus servicios eran los diversos sistemas comunitarios y/o asociativos, de riego en zonas rurales y de provincia, y agua potable en la ciudad. El rasgo común de estos sistemas, que fundan su cohesión y prácticas sociales es que deciden colectivamente, en mayor o menor escala, sobre el acceso, manejo, disponibilidad del agua y sus servicios, diseñan normas, su forma organizativa, estructuran mecanismos de administración de justicia interna (los “usos y costumbres” que llaman los regantes) y definen con quien se alían y/o interactúan, es decir son autónomos[8]. Su autonomía la practican ahora, con o sin la presencia estatal;
Los regantes y los diversos sistemas comunitarios de agua potable (las más comunes comités, cooperativas, asociaciones de agua) no reivindicaron derechos ni ciudadanía, estos se movilizaron por defender su preciada autonomía colectiva que iba a ser vulnerada a través de la privatización y mercantilización del agua y sus servicios, reproduciendo la larga duración del funcionamiento del estado boliviano contra los comunes, y apoyada con un sistema regulatorio que permitía intervenir en el funcionamiento de los sistemas comunitarios[9].
Prácticas autonomistas hoy
Existen varias y diversas experiencias de emprendimientos, grupos que desde su práctica cotidiana están practicando, con mayor o menor éxito, formas de autonomía en el país; desde emprendimientos económicos comunitarios, asociativos, basados en el apoyo mutuo, autogestionados o con un ideal autogestionario, que participan del mercado, aún de exportación, pero manteniendo formas colectivas de redistribución y gestión, hasta centros sociales autogestionados, desde donde se realizan actividades culturales y activismo, verdaderas zonas liberadas del estado[10].
El gobierno de Evo Morales y la autonomía
Un amigo anarquista argentino que entonces radicaba en el país, me decía “en Bolivia no hay Estado”, y consideraba un excelente ambiente para las prácticas autónomas, autogestionarias. Comparaba con su país, donde la intervención, vigilancia y control estatal de la sociedad y los individuos son cotidianos y permanentes, vulnerando totalmente el dominio de sus vidas e interacciones. Eran los inicios del gobierno de Evo Morales.
La visión del gobierno de Evo, más allá de la retórica nacional indigenista, es fortalecer el estado, su capacidad de intervención, regulación y de construir los consensos en la sociedad, afectando directamente la autonomía y sus diversas prácticas, como experiencias comunes fuera, paralelas o contra el estado. La intervención directa y la cooptación, son dos dispositivos por los cuales el estado interviene sobre estos comunes.
Como hemos visto en la autonomía indígena, la CPE subordina la autonomía dentro el horizonte estatal. El medio por excelencia de intervención directa sobre la autonomía es la implementación de los derechoscomo política de estado. Hoy se trata de otorgar derechos, fortaleciendo el rol del estado y sus dispositivos de control y vigilancia para “hacer cumplir los derechos”. En el caso del agua, el DDHH al agua obliga al estado boliviano a intervenir en todos los sistemas, incluyendo los comunitarios, incorporarlos al horizonte regulatorio institucional y normativo del estado.
Pero, la cooptación es otro brazo de la intervención estatal sobre las prácticas autónomas. Un mecanismo esla participación y control social, por el cual se incorpora a organizaciones sociales, incluyendo pueblos indígenas, sistemas comunitarios, a la gestión público estatal, como fiscalizadores del funcionamiento y en algunos casos legitimando decisiones estratégicas de un estado que en su larga duración ha mostrado una identidad corrupta. En territorios indígenas la compensación por obras de megainfraestructura, en el marco del gran salto industrial, constituye un mecanismo de cooptación de la autonomía indígena, dividiendo la cohesión interna y debilitando el sistema de toma de decisiones. Más aún, en la medida que el estado interviene en el régimen autonómico, las autoridades autonómicas se estructuran dentro la lógica estatal, y se transforman en nodos de las redes del poder estatal.
Para concluir, el “proceso de cambio” como estrategia estadocéntrica reproduce la larga historia del estado boliviano contra la autonomía de los pueblos indígenas y las prácticas autónomas cotidianas. La estrategia del MAS y Evo Morales está orientada a vulnerar y destruir las diversas formas y escalas de autonomías que operan en las sociedades indígenas, urbanas y rurales, fuera, paralela o contra el estado. Busca incorporar a los pueblos indígenas al horizonte estatal, creando el escenario de resistencias en defensa de su autonomía, pero este es otro tema.
Notas:
[1] La Autonomía (del griego auto, "uno mismo", y nomos, "norma") se refiere a darse uno sus propias leyes, por tanto la capacidad de tomar decisiones no coercionadas. El libertario Juán Perez define la autonomía como el dominio de las interacciones (comunicación personal), acepción que es recuperada en el presente texto.
[2] Sobre el rol de los intelectuales gonistas en la década del 80’-90’s, gran parte de ellos provenientes de la izquierda nacional y marxista, ver Crespo, 2007.
[3] Aún los especialistas en movimientos sociales tienen como horizonte al Estado; el actual vicepresidente es un experto en movimientos sociales.
[4] Todo el capítulo de la autonomía indígena (arts. 289-296), junto a su reconocimiento se hallan tiene tales complementos de sometimiento al régimen estatal: “de acuerdo a la Constitución y la ley”, “en armonía con la Constitución y la ley”, “de acuerdo a lo establecido en esta Constitución y la ley”, “según la Constitución y la Ley”, “conforme a los requisitos y condiciones establecidos por la Constitución y la ley”, “previo cumplimiento de requisitos y condiciones conforme a la Constitución y la ley”, “según corresponda y conforme a los requisitos y condiciones establecidos por la Constitución y la Ley”, “en sujeción a la Constitución y a la Ley”.
[5] En 1869, Mijaíl Bakunin proclamaba en un discurso en la Asociación Internacional de Trabajadores durante el VI congreso de la Internacional: “Queremos la autonomía absoluta de cada individuo, cada federación de trabajadores, cada asociación de federaciones, y cada pueblo para ser lo que quiera ser, organizándose desde abajo hacia arriba de acuerdo con el principio intocable de la libertad. (pp.2). Más aún, el reconocimiento de la autonomía “para toda nación, grande o pequeña, de todo pueblo, débil o fuerte, de toda provincia, de toda comuna”, tiene su límite en la autonomía y libertad de los otros países y pueblos (Bakunin, 1868:10). La autonomía es medio y fin al mismo tiempo.
[6] La importancia de la autonomía en el pensamiento y práctica anarquista ha sido enfatizada por Paul Goodman:“para mí, el principio fundamental del anarquismo no es la libertad, sino la autonomía, la capacidad de iniciar una tarea y hacerlo en la manera de uno. La debilidad de "mi" anarquismo es que el ansia de libertad es un poderoso motivo para el cambio político, mientras que la autonomía no lo es. Las personas Autónomas se protegen a sí mismas obstinadamente, pero por otros medios menos vigorosos, incluyendo un montón de resistencia pasiva. Lo hacen a su manera de todos modos. El pathos de los pueblos oprimidos, sin embargo, es que, si se liberan, no saben qué hacer. No habiendo sido autónomos, ellos no saben cómo es, y antes que aprendan, tienen nuevos gerentes que no tienen prisa en abdicar”
[7] La relación del pacto de reciprocidad con la autonomía es reconocida por Platt, enmarcada en el proceso de negociación permanente sobre los límites del ejercicio del poder, y por tanto parte “de un esfuerzo constante de mantener un margen de autonomía ‘por debajo’ de las instancias políticas superiores que, incluso antes del Tahuantinsuyo, pero con más insistencia después, se han constituido en extractores privilegiados de los excedentes aymara” (Platt, 1987:99).
[8] Sobre la importancia de los regantes en la guerra del agua de Cochabamba, ver Crespo, Fernández y Peredo, 2004.
[9] Para una crítica del enfoque de derechos en el agua, durante el gobierno de Evo Morales, ver Crespo, 2010.
[10] Sobre las prácticas autonómas en colectivos libertarios en Bolivia, ver Crespo, 2009.
Referencias
- Bakunin, Mijail (1869) Discurso de Mikhail Bakunin en la Asociación Internacional de Trabajadores durante el sexto congreso de la Internacional en 1869. pp.2.
- Bakunin, Mijail (1868) Federalismo, Socialismo y Antiteologismo; 79 pp. http://sovmadrid.cnt.es/textos/Mijail%20Bakunin%20-%20Federalismo,%20Socialismo%20y%20Antiteologismo.pdf
- Crespo, Flores Carlos (2010) “El DDHH al agua en la práctica. La política de agua y RRNN del gobierno de Evo Morales”; Ponencia al V Congreso Nacional de Sociología; Cochabamba, 29-30/IX y 1/X, 2010; 21 pp.
- Crespo, Flores Carlos (2009) “Vivir anárquicamente. Comunidad en el anarquismo hoy”. Decursos; Año XI, No 19; pp. 156-170.
- Crespo, Flores Carlos (2007) “Gonismo y ciencias Sociales en Bolivia. Los usos prácticos del discurso de la crisis del estado del 52 y el Nacionalismo Revolucionario”; Sociedad de Amigos contra el Estado, No 1; pp 3-4.
- Crespo, Carlos & Fernández, Omar Peredo, Carmen (2004) Los Campesinos Regantes de Cochabamba en la Guerra del Agua: Una Experiencia de Presión Social y Negociación, Cochabamba: CESU/FEDECOR & IDRC.
- Irurozqui, Marta (2001) ““La guerra de civilización” La participación indígena en la revolucióin de 1870 en Bolivia”. Revista de Indias, vol. LXI, núm. 222; pp 407-432.
- Platt Tristan (1982) Estado y Ayllu Andino; Lima: IEP.
- Platt, Tristan (1987) “Entre ch’axwa y muxsa. Para una historia del pensamiento político aymara”. En Thérèse Bouysse-Casagne et al., Tres reflexiones sobre el pensamiento andino. La Paz: HISBOL; pp 61-132.
- Ward, Colin (2004) Anarchism: a very short introduction. Oxford: Oxford University Press, pp. 126.
[Tomado de http://lasoli.cnt.cat/2011-2015/secciones/internacionall/236-estado-y-autonomia-en-bolivia-una-interpretacion-anarquista.html.]
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