[Nota
previa de El Libertario: El apodo de
"Coto" era dado en la época a quien padecía de la enfermedad que hoy
conocemos como bocio, que conlleva la permanente inflamación de la glándula
tiroides en el cuello.]
Sobre "Coto" Paúl
Rodolfo Montes de Oca
El
uso de la palabra “Anarquía” en Venezuela tiene sus orígenes en el proceso
político, económico y social de vida republicana11. En épocas tan tempranas
como 1811, cuando la Sociedad Patriótica discutía la dirección política que
debía tener la naciente República, en sesión presidida por Francisco De Miranda
y con asistencia de Simón Bolívar (1783-1830). En momentos que Antonio Muñoz
Tébar (1792-1814) pronunciaba un discurso abogando por la forma conservadora y
centralista que debería tener el nuevo estado, el conjurado Francisco Antonio
“Coto” Paúl (1773-1821)12 le usurpa
la palabra y dirá:
«¡La
Anarquía! Esa es la libertad, cuando para huir de la tiranía desata el cinto y
desnuda la cabellera ondosa. La Anarquía! ¡Cuando los dioses de los débiles, la
desconfianza
y el pavor la maldicen, yo caigo de rodillas a su presencia. Señores: que la
anarquía, con la antorcha de las furias en la mano, nos guíe al Congreso para
que
su humo embriague a los facciosos del orden, y le sigan por calles y plazas,
gritando Libertad!» [13]
Sobre
el mismo hecho el historiador Caracciolo Parra Pérez escribirá:
«En
ese día, Antonio Muñoz Tebar, discípulo amado de Miranda, joven admirable por
su energía y lucidez de espíritu, cuyas opiniones sobre la naturaleza del
gobierno no desdeñara Bolívar compartir, pronunció una arenga inflamada: “Hoy
es el natalicio de la revolución. Termina un año perdido en sueños de amor por
el esclavo de Bonaparte: ¡que principie ya el año de la independencia y la
libertad! ¡Confederación de estados o gobierno central, una asamblea o muchas,
por todo podemos comenzar como comencemos por la independencia…! Francisco
Antonio Paúl lanzó también entonces con voz estorba sus famosos apostrofes,
acentuados por la insigne pluma de Juan Vicente Gonzáles: “Coto” invoca, en
nombre de la “santa demagogia”, la anarquía salvadora que “embriague a los
facciosos del orden”
y reanime “el mar muerto del Congreso”» [14]
Durante
la Primera República, Coto Paúl representó una de las figuras más avanzadas de
la gesta. Era un connotado orador, redactor junto a Guillermo Pelaron y García
de Sena del periódico republicano El
Publicista Venezolano. El historiador Caracciolo Parra lo describe como un
hombre “dantoniano”, en honor al revolucionario francés Georges-Jacques Danton
(1759-1794).
Sobre
su persona el historiador marxista, Domingo Alberto Rangel relata:
«A
Coto Paúl, que era muy radical, lo acosaban los moderados de 1810 recordándole
que el extremismo a la larga precipitaría el retroceso político. Coto Paúl
despreciaba tales advertencias engendradas, según quería hacer sobre la montaña
de la santa anarquía y allí esta nuestra mayor garantía. Nadie, ni antes ni
después de Coto Paúl, ha llamado santa a la anarquía. Como debería notar, la
anarquía tiene la rara característica de ser lapidada o atacada por la derecha
lo mismo que por la izquierda.» [15]
Pero
hay que acotar que cuando Coto Paúl se expresa, con toda la opulencia propia de
la época, Pierre Joseph Proudhon, llamado el padre de la anarquía, tenía tan
sólo un año y Mijail Bakunin nacería cuatro años más tarde. Es de suponer que
Coto Paúl había leído el libro del precursor libertario inglés William Godwin, Investigación
acerca de la Justicia Política, publicado en 1793, para expresar tan clara
identificación con el sentido que ha tomado con posterioridad la palabra
anarquía.
Notas
[13]
Citado en GIL FORTUE, José (1967). Historia Constitucional de Venezuela.
Caracas, Librería Piñango.
[14]
PARRA PÉREZ, Caracciolo. (1992) Historia de la Primera República de
Venezuela. Biblioteca Ayacucho.
[15]
RANGEL, Domingo Alberto (2010). “Coto Paúl, el olvidado 1810”. Semanario Quinto Día. 29 de enero.
[Párrafos
extraidos del libro Contracorriente: Historia del Movimiento Anarquista en
Venezuela 1811-1988, Madrid, LaMalatesta - El Libertario, 2016.]
¿Por qué los historiadores han matado a
Coto Paúl?
Semanario
Quinto Día
Hay
un personaje olvidado en la historia de Venezuela que como esos muñecos
conocidos como “porfiados” tiene la particularidad de caer, cuando se tiran al
suelo, de caer siempre de pie.
Un
“porfiado” jamás cae de barriga o de nalgas, a esa posición erguida, aun cuando
se le arroje al suelo de cabeza, debe el porfiado su nombre. En nuestra
historia abundan los “porfiados”, como en la historia de cualquier otra
colectividad.
Así
como no hay ser humano que no tenga inconfesable en su vida, algún episodio que
el interesado mantendrá sustraído a la mirada o al escritorio ajeno, asimismo
no hay pueblo o comunidad sin algún secreto importante, guardado por los perros
mastines del misterio. Venezuela no es y no podía ser, excepción a esa regla de
oro de la historia.
El
personaje en el cual es secreto al que quiero referirme es Coto Paúl, líder de
la Sociedad Patriótica de 1810 y líder de lo que pudo ser el ala izquierda más
consecuente de la independencia.
Estamos
aludiendo a Coto Paul, legendario orador quien desde las barras del Congreso de
1811 emplazó a los tibios patriotas del momento a declarar a independencia.
Cada
época tiene su clase social más representativa que sintetiza, en su momento, la
visión más audaz, la posición más osada y la ambición más denodada. Entre 1810
y 1811, el líder más brillante y más intrigante, el verdadero faro de la
insurgencia fue Coto Paul a quien se debe en gran parte el clima restallante de
alzamiento que prevaleció en aquellos dos años. Los “clubes” de la Revolución
Francesa hacían rugiente historia entre nosotros, eran la vanguardia de la
revolución de independencia. La sociedad patriótica era la traducción a la
lengua española del Club de los Jacobinos. En la Sociedad Patriótica, como en
el Club de los Jacobinos de París, había tres tendencias. En la matriz francesa
del Club había una derecha encarnada en Jorge Danton, una izquierda que radicó
en el Graco Babeuf y un centro donde se ubicó Robespierre. En Caracas, dentro
de la Sociedad Patriótica hay, como es evidente una derecha donde se ubica
Francisco de Miranda, un centro donde se coloca Simón Bolívar y una izquierda
que tiene como principal vocero a Coto Paúl.
El
progreso hacia la independencia va ubicando a los personajes en la medida que
la historia lo llama a comparecer.
Miranda
no solo es un anciano que ya no puede echarse encima las tareas ciclópeas que
demanda un proceso de liberación nada pacífico y en el cual la Corona española,
la población rural del país o Mandinga depositan la simpatía de las masas
populares. La independencia fue empresa de jóvenes, con un viejo como líder,
Francisco de Miranda en 1810 y 1811, después cautivó Miranda, la bandera de la
insurgencia pasaría al ala centrista de la Sociedad Patriótica y vendría, con
ese deslizamiento, la hora de Simón Bolívar, de Diego Ibarra y de otros muchos
más a quienes discernió el honor de llevar el proceso de la insurgencia hasta
su culminación vertebral.
La
suerte de los diversos personajes de aquella época es conocida. Unos parecen en
combate que es el caso de José Félix Rivas, muerto en Zaraza hacia 1814 o
emigran a Oriente y luego emigran a las Antillas y comienzan de nuevo a
juntarse en dos polos de atracción que arrojan para siempre a la dominación
española de nuestra tierra: Casanare y Guayana. El dominio de esas dos regiones
ricas ambas en provisiones de boca teniendo ambas una opulenta ganadería
aseguraba el eventual triunfo republicano como ocurrió, Guayana y Casanare
garantizaron la liberación de Caracas y Bogotá cuando las cosas empezaron a
alcanzarse en el campo republicano.
Los
historiadores venezolanos siguen, con fidelidad de perro faldero, a cada
personaje para narrar, con diligencia de escribanos, suerte de cada quien.
Bolívar
muere en San Pedro Alejandrino, atendido y alojado por un español, lo cual no
deja de ser paradójico, Antonio José de Sucre, cae en Berruecos. Yo vi una
noche en sueños al Mariscal anciano, las balas de Berruecos no hicieron mella
en él, dijo Andrés Eloy en unos versos que en este momento me vienen de repente
a la memoria. José Antonio Páez murió en Nueva York agasajado y respetado por
la muy conservadora sociedad norteamericana.
No
se sabe cómo y dónde murió Coto Paúl no se conoce tampoco por qué abandona el
estrado de la historia para sumirse en el silencio y en la muerte. ¿Por qué no
se sabe qué aconteció con esta rutilante figura, sin duda el más capaz en las
jornadas de 1810 y 1811, dotado de carisma histórico, caudillo de multitudes,
orador flamígero, radical intransigente? ¿Desertó de la causa insurgente y
contrariado consigo mismo fue a morir olvidado? ¿Pereció en algún lance menudo
de los muchos que circundaban las guerras en nuestro país? Hasta donde yo sé,
ningún historiador se ha tomado la molestia de plantearse estas preguntas.
Coto
Paúl no es un personaje secundario, fue el más destacado líder independentista
en la jornada de inaugurar nuestra lucha por la independencia. Todos callan
respecto de él. Nada dicen Baralt y Díaz, nada dice Gil Fortoul, todos vibran
de admiración al describir la oratoria de Coto Paúl, pero luego callan como si
este personaje no hubiera existido. ¿Por qué callan al mismo tiempo Baralt y
Díaz y Brito Figueroa? ¿Qué mecanismo de agonía mortal embarga los cinco sentidos
de nuestros historiadores profesionales.
Los
historiadores suelen ser, con honrosas excepciones, muy alcahuetes.
El
hecho de que la tiranía de Gómez haya tenido historiadores que alcanzaron
cifras mayoristas en sus filas, nos indican el origen del silencio que oculta
hoy a Coto Paúl. Él es como un personaje molesto, un importuno que estorba aun
los planes veleidosos o cretinos de hoy. Los personajes más o menos destacados
que incidieron de alguna manera sobre el proceso histórico del país son acompañados
por los historiadores hasta la tumba donde con lágrimas abundosas o parcas se
les despide y se les bendice. A Coto Paúl nadie le acompaña. Fue el gran
tribuno de 1810 y 1811. Le cantó a Venezuela el villancico heroico en la hora
augural del parto independentista y luego lo sumen en el mutismo y el arcano,
por algo será.
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