Federación Anarquista Centroamericana y del Caribe (F.A.C.C.) e
individualidades autónomas
DESDE
DÓNDE Y CON QUIÉN ESTAMOS
Para
nosotrxs anarquistas que habitamos tierras aledañas a Venezuela, lo que está
ocurriendo en ese país no nos resulta distante ni indiferente. Nuestras
dependientes economías han recibido durante casi dos décadas los subsidios
dadivosos en combustibles de los convenios de PetroCaribe. Es por eso que casi
todos los Estados y buena parte de los actores de la sociedad civil de la
región caribeña ofrecen ahora su silencio cómplice frente a la apoteosis
neoliberal, autoritaria, represiva y militarista en que finalmente ha derivado
el gobierno de Nicolás Maduro Moros.
No
negaremos el valor de tales convenios para nuestras sociedades, pero no vamos a
cerrar los ojos frente a las inmensas contradicciones sobre las que se
asientan. La proyección internacional de la revolución bolivariana ha
favorecido a sectores sensibles de nuestros países, no desconocemos los
beneficios de los servicios que se han generado bajo los acuerdos como el
ALBA-TCP, pero no sólo somos clientes de asistencias gubernamentales,
partidarixs de la unidad de la región o anti-imperialistas; también nos
sentimos anti-autoritarixs, anticapitalistas, anarquistas, proletarixs y gente
de pueblo. Es así, que no queremos ser cómplices de un silencio pagado con
petróleo.
Nuestras
afinidades y simpatías son para el pueblo anónimo venezolano que no esperó por
las “condiciones objetivas favorables”, ni se tomó en serio el llamado “fin de
la historia”, y protagonizó en 1989 el Caracazo, la primera gran revuelta
popular en el mundo contra la consumación de las políticas neoliberales que
luego se implementarían en todos lados.
Cuando a
inicios de los 90 el Movimiento V República emergió en el mercado de ofertas de
representación política, sus voceros no escatimaron elogios y dádivas al pueblo
rebelde y auto-organizado. Pero hoy, cuando el chavismo ha llegado a su óptima maduración neoliberal, militarista, represiva,
aquel mismo pueblo es descalificado con epítetos de “terrorista”, “criminal”,
“ultraderechista”; acusaciones que pretenden esconder la mutación grotesca que
han sufrido todos los profesionales de la política revolucionaria en el poder. Estamos
con los protagonistas de las movilizaciones en barrios populares como El Valle,
Coche, 23 de Enero, Baruta y 5 de Julio en Petare, Caracas; con el
levantamiento generalizado que ha ocurrido en la zona sur de la Valencia
popular y obrera. Nuestros corazones están en las ocupaciones y recuperaciones
de supermercados, en los violentos choques con la policía en La Isabelica, San
Blas, Los Cedros, los Guayos, Tocuyito, Estado Carabobo, los cuales se han
replicado en los Estados de Táchira, Mérida, Maracaibo, Barquisimeto, Falcón, testimoniado
por compas venezolanos afines a nuestras perspectivas de lucha.
Estamos
contra la Policía Nacional Bolivariana, la Guardia Nacional Bolivariana,y el
Servicio Bolivariano de Inteligencia Militar, que por incorporar el adjetivo de
“bolivarianos” a sus nombres, no han dejado de ser soportes esenciales del
Estado autoritario y asesino. Estamos contra los “colectivos” paramilitares,
engendros creados con el Plan Zamora, alimentados por la degradación del
auténtico movimiento organizativo popular de los años 90, de la mano de la
burocracia y el militarismo chavista. Estamos contra el violentismo mediático de
los políticos opositores, que sólo buscan atizar la polarización entre las
maquinarias políticas para forzar un simple recambio de opresores como supuesta
salida a la crisis en curso.
Estamos
con los miles de detenidos sin amparo legal que son enviados como terroristas a
tribunales militares y a cárceles súper pobladas. La Constitución Bolivariana
de 1999 establece que la justicia militar se circunscribe a los delitos de
naturaleza militar, pero como vemos es letra muerta, como todas las
regulaciones legales si de sostener los intereses dominantes se trata.
Estamos
con los familiares de las decenas de muertxs, en su mayoría jóvenes, los más de
mil heridxs. Estamos con la juventud estudiantil y popular barrial que han
armado sus propias instancias de autodefensa en avenidas y en las calles de los
barrios. Estamos con esos jóvenes que en Maracay enarbolaron un cartel que decía
“Ni MUD Ni PSUV, Somos los de abajo que venimos por los de arriba”, porque solo
con un cambio de gobierno no se resuelve la situación.
LA HOJA
DE PARRA DEL ANTIIMPERIALISMO DE SALÓN
El
anti-imperialismo que hoy esgrime la maquinaria mediática chavista es una burda
hoja de parra que pretende ocultar hechos muy concretos:
Grandes
buitres del sector energético y megaminero (Chevron, Schlumberger, Halliburton
y Barrick Gold) ya tienen jugosas concesiones por 40 años en Venezuela, lo que
les otorgará un protagonismo crucial en el diseño de la nueva Constituyente. El
presidente Nicolás Maduro giró instrucciones a sus medios de comunicación para
que no criticaran al electo Donald Trump a quien calificó de “amigo” y
“camarada”. A través de la empresa estatal Citgo, Maduro donó medio millón de
dólares para tender puentes de diálogo con la nueva administración yanqui. El
gobierno venezolano ha venido pagando prioritariamente la inmensa deuda externa
del país al capital financiero internacional y se mantiene como fiel socio del
llamado Consejo Nacional de Economía Productiva, cuya máxima expresión es la
íntima relación con el oligopolio mediático Organización Cisneros, garantía de
apoyo de la mayoría de los medios de comunicación privados. Es un gobierno que
cada día se viste mejor a la medida de los intereses de Wall Street, pero no
quiere que lo dejen de catalogar de “bolivariano”, de “izquierda” y
“anti-imperialista”.
Se trata,
otra vez, de los frustrantes límites de las revoluciones de “liberación
nacional”, “socialistas”, “participativas”, “anti-imperialistas”, etc., basadas
en los altibajos en los precios internacionales de las materias primas. Es otra
vez la crisis de la “Venezuela Saudita”, ahora con rostro bolivariano, de la
cual emerge nuevamente una tenebrosa estela de hambre, desintegración
comunitaria, incapacidad de generar medios autónomos de vida, caos existencial
de millones de personas, violencia entre los de abajo. Y todo esto promovido
por la combinación de fetichismo nacionalista petrolero (“Venezuela potencia”),
clientelismo político, caudillismo mesiánico, culto machista al hombre fuerte,
capaz de hacer magia desde lo alto de la pirámide del poder, que siempre ha
inhibido la solidaridad popular, la convivencia, el trabajo fraterno y la celebración
entre los de abajo.
PAZ ENTRE
LOS DE ABAJO, GUERRA SOCIAL CONTRA LOS DE ARRIBA
Ninguna
Asamblea Constituyente será solución para tan graves y profundos problemas
sociales, culturales y psicológicos que afectan a nuestros pueblos. Entre el
humo tóxico, el fuego aterrador de las armas, las acciones de destrucción y
reabastecimiento popular violento, las autodefensas barriales para enfrentar a
los cuerpos represivos, los miles de heridos, la muerte y el dolor por los
seres queridos, emerge algo mucho más útil y liberador que una nueva
Constitución del Estado venezolano. Algo que los ideólogos de la no-violencia y
los incondicionales del pacifismo no quieren ver: la posibilidad práctica de
una comprensión vivencial e intelectual sobre quiénes son nuestros antagonistas
y nuestros aliados en la lucha por una vida
sin opresiones, que permita la paz entre
los de abajo y sostener la guerra social contra los de arriba y sus cómplices.
Esté
quien esté en el poder en Venezuela en el futuro inmediato, sea chavista o
antichavista, no tendrá más opción que reeditar el camino del “Paquetazo
Económico” del gobierno de Carlos Andrés Pérez de 1989 e indicado por el FMI,
la probada fórmula para ahorrar gastos en dominación y mantener a flote lo
esencial del Estado: su atuendo íntimo de corrupción piramidal, autoritarismo,
militarismo, y represión a lxs de abajo. Detrás de Venezuela los gobiernos de
nuestra región seguirán, con ritmos y dinámicas ligeramente diferentes, el
mismo camino. Solidarizarnos con el gobierno venezolano de turno ahora sería la
crónica anunciada de una traición a nuestrxs compañerxs y a nosotrxs mismxs.
Ni PSUV,
ni MUD: organización barrial, obrera y popular.
¡La lucha
continúa!
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