Pelao Carvallo
He
hablado con muchxs compas anarkxs entre viernes 31/3 y sábado 1/4 y acá les
presento una síntesis de lo que plantean respecto a lo del quilombo congresil.
Como
síntesis no pretende dejar satisfecho a ningunx anarcx en particular ni menos
en lo colectivo. Ya sacarán, o no, sus comunicados donde dirán las cosas a su
gusto, esto que va es al gusto mío:
-Dicen
que estuvo muy bien que la gente, el pueblo, expresara su rabia quemando el
Congreso. Que se afectó un símbolo muy fuerte de la opresión que vive Paraguay
y que afectar lo simbólico represor es un aprendizaje liberador (y que lo
simbólico es el meollo de lo cultural y social, así que es requeteimportante
-Dicen
que mienten quienes dicen que la quema del Congreso fue hecha por barrabravas
pagados, o porque les azuzaran congresistas o periodistas. Qué era pueblo y
nada más que pueblo lo que había en ese momento y aprovechó un descuido de la
policía que había quedado von la cadena corta después de lo de los
parlamentarios heridos. Que era puro pueblo con indignación, rabia y hartazgo,
con alguno que otro cheto mezclado en la turba, Y que fue muy bueno y no se
hirió a nadie, ni a policías ni a civiles.
-Dicen
que si no había tanta policía en el lugar era porque todos los políticos se
habían retirado del lugar, quedaban solo trabajadorxs y a ellxs la policía no
tiene orden de cuidarles
-Que en
cuanto se fue la televisión le soltaron la correa a la policía y le dejaron
cazar como jauría de perro a cualquiera que se les cruzara delante, haya estado
o no en la manifestación. Que robaron, abusaron, secuestraron, amenazaron a
mucha gente por toda la ciudad estableciendo de hecho un toque de queda. Para
la una de la mañana de un sábado, la ciudad estaba muerta. Muerto estaba
también el joven Rodrigo Quintana asesinado por la policía, con alevosía,
ventaja y premeditación.
-Que
mucha otra gente se salvó de morir porque la policía detenía con armas, tendía
a la gente en el piso y les amenazaba con matarles, en las calles, o donde
fuese.
-Dicen
que al pueblo le tiene harto la clase política, y que es muy bueno que la gente
se haya expresado, aunque no les interesa la compañía de políticos
profesionales que va a hacer show y selfies
-Dicen
que esto ha servido para que la gente se entere que, llegados al poder, todos
los políticos son iguales y se pelean por quedarse con el soquete para ellos y
sus familias. Que en el parlamento son todos iguales, que no hay derecha ni
izquierda solo hay intereses económicos disfrazados de políticos.
-Dicen
finalmente que ojalá la gente se autoorganice para cambiar las cosas que
realmente les afectan y queme el poder.
Más cosas
dicen pero esto es un resumen nada más.
Anexo:
Paraguay: “Que se vayan
todos”
Carlos Aznárez
¿Qué
pensarían Fernando Lugo y sus senadores a la hora de reunirse una y diez veces
con quienes hasta ayer parecían sus enemigos irreconciliables? ¿Quizás
creerían, desde el desprecio hasta de sus propios seguidores, que todo iba a
pasar sin que el pueblo paraguayo no reaccionara? ¿Tan ciego y ambicioso de
poder está el ex presidente -que para colmo contaba con gran apoyo en las
encuestas- como para no entender que hay límites que no conviene traspasar? Ni
estas ni otras preguntas entran en la cabeza de alguien que se equivocó de cabo
a rabo generando con el presidente Horacio Cartes y su banda derechista un
acuerdo vergonzoso y nauseabundo, para de esa manera poder presentar -ambos- su
candidatura. Con Cartes, léase bien, ni más ni menos, con el responsable de
convertir al Paraguay en una neocolonia donde portavoces y asesores de EE.UU,
Israel y hasta de los ingleses, son parte del quehacer político del
oficialismo. Un territorio donde la militarización del norte campesino es
moneda corriente y las cárceles de alta seguridad son el antídoto para quienes
se rebelen.
Solo
25 senadores luguistas y cartistas asistieron al conclave y como si hubieran
sido aliados “de toda la vida” violaron una Constitución que ya estaba muerta
desde hace años. Lo hicieron a puertas cerradas pero no se negaron a entregar
una foto patética donde se los ve votarse a sí mismo. Desde esa instancia
solitaria aprobaron el proyecto de enmienda para incluir la reelección y
supusieron que el gran ausente, el pueblo paraguayo, iba a tirar fuegos de
artificio de alegría. Lo hizo, pero como un acto de salud pública apuntó
precisamente hacia esa clase política corrupta y despojada de todo sentimiento
patriótico. Como en otras ocasiones trascendentales, Lugo no se hizo presente y
operaba desde las sombras.
Cartes,
su socio, también arrullado por la codicia, suponía que todo iba a andar entre
ruedas y que con el apoyo del Frente Guasú del padrecito Lugo, su camino hacia
la reelección iba a ser una pista de hielo sobre la que solo faltaba era deslizarse.
Sin
embargo el glorioso pueblo paraguayo de Francisco Solano López y Gaspar de
Francia, pero también de tantos mártires asesinados por su corazón insurgente,
decidieron parar la mano a tanta miserabilidad politiquera y salieron en masa
hacia la calle, demostrándole al mundo y a ellos mismos que ya están cansados
de que los engañen. Primero llegaron -hace 48 horas- decenas de miles de
campesinos y campesinas reclamando reforma agraria y repudiando la enmienda de
la reelección, pero luego miles de jóvenes (25 mil por lo menos) de todas las
condiciones sociales, abandonaron sus barrios y se dirigieron al centro de
Asunción a gritar, como en el 2001 en Argentina, “que se vayan todos”. Todos:
los que se burlan de los de abajo y entregan el país a Estados Unidos. Todos:
los que hacen de la política una farsa insoportable de tolerar y se llenan la
boca de la palabra “democracia” pero abonan el autoritarismo y la represión.
Todas y todos los que están en el Congreso, dándole la espalda a las mayorías.
Congreso al que la bronca popular incendió e invadió, dando una señal
transparente de enfrentamiento con esa “institución sacrosanta” de la
democracia burguesa.
Las
calles se convirtieron en un pandemónium, y la policía brava de Cartes, como
hiciera décadas atrás su padre putativo, el dictador Alfredo Stroessner,
tiraron a matar a los manifestantes. Estos no se arredraron y una y otra vez
embistieron contra los uniformados obligándolos a retroceder.
Mientras
tanto, la pueblada se extendía a otras zonas del país, se cortaba el
estratégico “Puente de la amistad” y más manifestantes exigieron la renuncia de
Cartes y a Lugo le dedicaban gruesos epítetos.
Para
quienes imaginaron que encerrándose en una oficina del Congreso y levantando la
mano para la foto, ya tenían todo resuelto, la situación se vuelve a partir de
ahora casi sin retorno. Ni Cartes ni Lugo pueden esgrimir como argumento que la
decisión de imponer la enmienda va en consonancia con lo que el pueblo quiere.
Todo lo contrario, de esta manera aceleran y potencian aun más la radicalidad
con que los paraguayos y paraguayas de a pie están decididos a enfrentarlos.
Lugo,
el gestor de la ley antiterrorista y el hombre que perdió la gran oportunidad
por sus debilidades y falencias ideológicas, hoy queda expuesto como un traidor
al mandato popular y un correveidile de las ambiciones del actual mandatario.
Cartes,
mientras tanto, quiere negar la realidad y sigue echándole la culpa a “cuatro
revoltosos” y a los medios, sin querer darse cuenta que esos medios son los que
él mismo alineó verticalmente. Lo mismo ocurre con su visión estrecha sobre lo
que piensan las mayorías populares.
En
Paraguay el problema no pasa por la reelección de ninguno de los que ya
arruinaron el país sino por reivindicar un camino diferente a los de esta
partidocracia que pacta por detrás de la población. En un país, en que la
realidad golpea a diario, cuando se toma conciencia de que solo el 2,5% de los
propietarios son los que poseen el 90% de la tierra. Es por ello, que en las
calles se aboga por el retiro forzado de ambos jefes de componenda y se plantea
la necesidad urgente de una nueva Constitución.
Entre
las barricadas y las llamas de los incendios, entre el rumor ensordecedor de
“que no vuelva ninguno” se confirma que cuando un pueblo se dispone a decir
¡Basta! se convierte en imparable. O por lo menos, opta por no arrodillarse
ante los que habitualmente lo maltrata.
[Tomado
de http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/04/01/paraguay-que-se-vayan-todos-por-carlos-aznarez.]
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