Javier Vivas
Lo que durante la presidencia de Hugo Chávez intentó llamarse por asesoría de Heinz Dieterich, (aunque en la praxis nunca se llevó a cabo), como socialismo de este tiempo; derivó con Maduro en el totalitarismo del siglo XXI.
Desde que Maduro accedió al poder, la Constitución se convirtió en bazofia jurídica, no sólo porque sus efectos legales fueron reinterpretados conforme con las necesidades de un gobierno y su cúpula política, sino que ese mismo ordenamiento se constituyó en el excremento legal para acusar a los críticos y adversario políticos.
Lo que durante la presidencia de Hugo Chávez intentó llamarse por asesoría de Heinz Dieterich, (aunque en la praxis nunca se llevó a cabo), como socialismo de este tiempo; derivó con Maduro en el totalitarismo del siglo XXI.
Desde que Maduro accedió al poder, la Constitución se convirtió en bazofia jurídica, no sólo porque sus efectos legales fueron reinterpretados conforme con las necesidades de un gobierno y su cúpula política, sino que ese mismo ordenamiento se constituyó en el excremento legal para acusar a los críticos y adversario políticos.
De hecho, la reciente sentencia del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), en la cual ordena revisar la política exterior y "definir" los alcances de la inmunidad parlamentaria, cuando ambos criterios, en especial los relacionados con las funciones y acciones de los diputados en el ámbito de sus declaraciones y expresiones, son nomenclaturas que marcan el inicio de la llamada misión "justicia socialista", sobre la cual hizo mención Maduro en los propios aposentos del poder "judicial". En tal sentido, esta "sentencia", destruye las arterias de nuestra democracia, al suprimir el TSJ todas las facultades y competencias constitucionales del poder legislativo, cuya legitimidad de éste último se fundamenta en el voto popular.
Pero, ¿por qué ocurre lo anterior? El madurismo basado en la tesis de Weber (1992) en la cual señala que tanto en China como en India existían filósofos y escritores, pero carecían de juristas, es decir, lo contrario de Occidente, donde Roma contaba con una riqueza y estructura de juristas, siendo a partir de tal planteamiento, en donde se origina la economía burguesa.
Verbigracia, al tener un poder "burgués", o sea, una Asamblea Nacional que no está bajo su control político, todas las leyes que deriven de este poder también serán "burguesas", y por ende, se verá beneficiada la economía capitalista, razón por la cual, poco le importa al madurismo la legitimidad de origen del parlamento, porque para ellos, como lo señala Linz (1996), lo unipersonal de la presidencia de la República, el carácter plebiscitario de la elección, aunado con el clientelismo, son factores que pueden aumentar los abusos del poder de un mandatario que no estaría dispuesto a asumir las voces de un poder legislativo que no responda sobre la base de sus designios, más aún, cuando la realidad socio-económica en sus años de gobierno sólo ha generado aumento en los niveles de pobreza, miseria y delincuencia.
Por ello, el madurismo, es el espejo del totalitarismo del siglo XXI. En un sistema político-jurídico- militarista cuyo eje se sustenta entre tres cúpulas convertidas en un trinomio de inmoralidades. La cúpula política es la quien ejecuta y ordena las acciones insensibles en contra de la sociedad. O sea, son un cenáculo, un reducto de individuos que viven como jerarcas de una "familia real", mientras la población sufre los rigores del hambre y las enfermedades por no encontrar alimentos y medicinas.
La cúpula jurídica es la que controla el poder del TSJ. En ese espacio no importa lo que se dictamine o ejecute como dictamen. Su única función es servir al cumplimiento de los mezquinos intereses que ordena la cúpula política. El planteamiento del bien común es una deposición humana en la "jurisprudencia" de los magistrados "constitucionales". La "justicia socialista", no puede ser burguesa, mientras no toque los intereses de quienes firman tales "sentencias".
La cúpula militar "refrenda" su apoyo "Institucional" en lo más alto de su torre. Su desplazamiento se integra tal cual sobre un tablero de ajedrez. Se mueven horizontalmente conforme sean los movimientos que decidan hacer quienes controlan el poder político al momento del enroque. El desplazamiento vertical lo ejecutan sobre las fichas que controlan con el propósito de liberar sus movimientos sobre el espacio que tengan frente a sus anchas. En otras palabras, la cúpula militar responde con movimientos horizontales al paso que les impongan las analogías honestas o corruptas de sus "jefes civiles", y los movimientos verticales dependerán del nivel de moral y ética que sustenten las bases humanas del efectivo castrense en relación con su amor patrio.
El totalitarismo del siglo XXI es un triste referente de nuestra historia. Pretender hacer ver que este sistema de gobierno, aunque se apoye en su "legitimidad", es "democrático, cuando en su praxis, además de violar el derecho al voto, nos conculca con su ineptitud e ineficacia el derecho a la alimentación, la salud y hasta el de la vida, representan el oxigonio de un gobierno por intentar esconder ante la sociedad venezolana, una evidente realidad.
El madurismo ha pasado a la historia como el primer totalitarismo del siglo XXI. Como todo régimen totalitario no sólo empobreció a la población, sino que a diferencia de otros sistemas similares, éste destruyó en muy pocos años, los avances sociales que se generaron en tiempos de Hugo Chávez.
Ningún régimen totalitario ha logrado sobrevivir en el decurso del tiempo. El totalitarismo del siglo XXI no será la excepción. Sus horas de sobrevivencia política están en cuenta regresiva.
[Tomado de https://www.aporrea.org/actualidad/a243384.html.]
Verbigracia, al tener un poder "burgués", o sea, una Asamblea Nacional que no está bajo su control político, todas las leyes que deriven de este poder también serán "burguesas", y por ende, se verá beneficiada la economía capitalista, razón por la cual, poco le importa al madurismo la legitimidad de origen del parlamento, porque para ellos, como lo señala Linz (1996), lo unipersonal de la presidencia de la República, el carácter plebiscitario de la elección, aunado con el clientelismo, son factores que pueden aumentar los abusos del poder de un mandatario que no estaría dispuesto a asumir las voces de un poder legislativo que no responda sobre la base de sus designios, más aún, cuando la realidad socio-económica en sus años de gobierno sólo ha generado aumento en los niveles de pobreza, miseria y delincuencia.
Por ello, el madurismo, es el espejo del totalitarismo del siglo XXI. En un sistema político-jurídico- militarista cuyo eje se sustenta entre tres cúpulas convertidas en un trinomio de inmoralidades. La cúpula política es la quien ejecuta y ordena las acciones insensibles en contra de la sociedad. O sea, son un cenáculo, un reducto de individuos que viven como jerarcas de una "familia real", mientras la población sufre los rigores del hambre y las enfermedades por no encontrar alimentos y medicinas.
La cúpula jurídica es la que controla el poder del TSJ. En ese espacio no importa lo que se dictamine o ejecute como dictamen. Su única función es servir al cumplimiento de los mezquinos intereses que ordena la cúpula política. El planteamiento del bien común es una deposición humana en la "jurisprudencia" de los magistrados "constitucionales". La "justicia socialista", no puede ser burguesa, mientras no toque los intereses de quienes firman tales "sentencias".
La cúpula militar "refrenda" su apoyo "Institucional" en lo más alto de su torre. Su desplazamiento se integra tal cual sobre un tablero de ajedrez. Se mueven horizontalmente conforme sean los movimientos que decidan hacer quienes controlan el poder político al momento del enroque. El desplazamiento vertical lo ejecutan sobre las fichas que controlan con el propósito de liberar sus movimientos sobre el espacio que tengan frente a sus anchas. En otras palabras, la cúpula militar responde con movimientos horizontales al paso que les impongan las analogías honestas o corruptas de sus "jefes civiles", y los movimientos verticales dependerán del nivel de moral y ética que sustenten las bases humanas del efectivo castrense en relación con su amor patrio.
El totalitarismo del siglo XXI es un triste referente de nuestra historia. Pretender hacer ver que este sistema de gobierno, aunque se apoye en su "legitimidad", es "democrático, cuando en su praxis, además de violar el derecho al voto, nos conculca con su ineptitud e ineficacia el derecho a la alimentación, la salud y hasta el de la vida, representan el oxigonio de un gobierno por intentar esconder ante la sociedad venezolana, una evidente realidad.
El madurismo ha pasado a la historia como el primer totalitarismo del siglo XXI. Como todo régimen totalitario no sólo empobreció a la población, sino que a diferencia de otros sistemas similares, éste destruyó en muy pocos años, los avances sociales que se generaron en tiempos de Hugo Chávez.
Ningún régimen totalitario ha logrado sobrevivir en el decurso del tiempo. El totalitarismo del siglo XXI no será la excepción. Sus horas de sobrevivencia política están en cuenta regresiva.
[Tomado de https://www.aporrea.org/actualidad/a243384.html.]
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