T.
Kaczynsky
(periódico Acracia, Chile)
Casi todo el mundo estará de acuerdo en que vivimos en una sociedad
profundamente molesta. Una de las manifestaciones más extendidas de la locura
de nuestro mundo es el izquierdismo, así que una discusión sobre la psicología
del izquierdismo nos puede servir de introducción al debate de los problemas de
la sociedad moderna en general.
El izquierdista no es típicamente la clase de persona de la que sus
sentimientos de inferioridad hacen de ella un bravucón, un egoísta, un
valentón, un promotor de sí mismo, un competidor cruel. Esta clase de persona
no ha perdido totalmente su confianza. Tiene un déficit en su sentido de poder
y en su valor, pero aún se puede concebir teniendo capacidad para ser fuerte, y sus esfuerzos por fortalecer producen su comportamiento
desagradable.
Alegamos que TODOS, o casi todos, los fanfarrones y los competidores
despiadados sufren sentimientos de inferioridad.. Pero el izquierdista: sólo
puede sentirse fuerte como miembro de una organización grande o un movimiento
de masas con el cual identificarse.
El izquierdista del tipo sobresocializado trata de huir de su correa
psicológica y reafirmar su autonomía rebelándose. Pero normalmente no es
suficientemente fuerte como para rebelarse contra los valores más básicos de la
sociedad. Generalmente hablando, las finalidades izquierdistas de hoy NO están
en conflicto con la moral establecida. Antes bien, la izquierda toma un
principio de la moral establecida, lo adopta a su manera y entonces acusa a la
corriente mayoritaria de la sociedad de violar ese principio. Ejemplos:
igualdad racial y de los sexos, ayudar a la gente pobre, paz como opuesto a la
guerra, generalmente pacifistas, libertad de expresión, amabilidad a los animales.
Aún más fundamental la obligación de la persona de servir a la sociedad y la
obligación de la sociedad de hacerse cargo de la persona. Todos estos han sido
valores profundamente arraigados de nuestra sociedad (o al menos por mucho
tiempo de su clase media y alta).
Hay bastantes personas de la clase media y alta que se resisten a
algunos de estos valores, pero normalmente su resistencia está más o menos
encubierta. Tal resistencia aparece en los medios de masas sólo con una
extensión muy limitada. El principal impulso de propaganda en nuestra sociedad
es en favor de los valores declarados. La principal razón de que estos valores
hayan resultado, por así decirlo, como los valores oficiales de nuestra
sociedad es que le son útiles al sistema industrial. La violencia se desaprueba
porque trastorna el funcionamiento del sistema. El racismo se desaprueba porque
los conflictos étnicos también lo trastornan, y la discriminación malgasta el
talento de los miembros de un grupo minoritario que pueden ser útiles para el
sistema. La pobreza debe ser <<curada>> porque la clase baja causa
problemas al sistema y el contacto con ésta abate la moral de las otras clases.
Las mujeres son animadas a tener carreras porque su talento es valioso para el
sistema y, aún más importante, por medio de trabajos regulares las mujeres
están mejor integradas en el sistema y se atan directamente a él antes que a
sus familias. Esto ayuda a debilitar la solidaridad familiar. Los líderes del
sistema dicen que quieren fortalecer la familia, pero lo que realmente quieren
decir es que procuran que la familia sirva como herramienta eficaz para socializar
a los hijos de acuerdo con sus necesidades.
Razonamos que el sistema no puede permitir a la familia o a otro grupo
social de pequeña escala ser fuerte y autónomo. Estos valores son
explícitamente o implícitamente expresados o presupuestos en mucho del material
presentado por los medios de comunicación de corriente de opinión mayoritaria y
por el sistema educativo. Los izquierdistas del tipo sobresocilizados,
normalmente no se revelan ante estos principios, sino que justifican su
hostilidad a la sociedad afirmando (con algún grado de verdad) que está
viviendo conforme a ellos.
Los izquierdistas más peligrosos, que son, aquellos que están más
hambrientos de poder, están frecuentemente caracterizados por la arrogancia o por
un enfoque dogmático de la ideología. No obstante, lo màs peligrosos de todos
pueden ser ciertos tipos de sobresocializados quienes evitan despliegues irritantes
de agresividad y se refrenan de hacer publicidad de su izquierdismo, pero
trabajan rápido y discretamente promoviendo valores colectivistas, técnicas
psicológicas <<ilustradas>> para socializar a los niños, la dependencia
del individuo al sistema, y todo eso. Estos cripto-izquierdistas (como los
podemos llamar) están próximos a ciertos burgueses en lo que atañe a acciones
prácticas, pero difieren de ellos en psicología, ideología y motivación. El
burgués corriente intenta llevar a la gente bajo control del sistema para proteger
su modo de vida, o lo hace simplemente porque sus actividades son
convencionales. El cripto-izquierdista intenta llevar a la gente bajo el
control del sistema porque es un verdadero creyente en una ideologìa
colectivista. Se diferencia del izquierdista medio del tipo sobresocializado
por el hecho de que su impulso de rebeldía es más débil y está más firmemente
socializado. Se diferencia del burgués corriente bien socializado por el hecho
de que hay una profunda carencia en su interior que le hace necesario
consagrarse a una causa y sumergirse en una colectividad. Y puede que su
impulso (bien sublimado) por el poder sea más fuerte que aquel del burgués
medio.
[Tomado de periódico Acracia # 64, Valdivia, marzo 2017. Número completo accesible en https://periodicoacracia.files.wordpress.com/2017/03/acracia64-online.pdf.]
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