J. R. López Padrino
La Fuerza Armada Nacional (FAN) desde su fundación ha jugado el papel de garante del orden interno al margen del contenido democrático o no del gobierno de turno. Sus integrantes han sido entrenados y preparados para garantizar la continuidad del proyecto hegemónico y la paz de los sepulcros mediante el poder de sus armas. Hablar del carácter democrático de la FAN, no es más que una quimera.
La FAN históricamente ha estado al servicio de los peores intereses de la nación. Su gloria se reduce el haber aplastado sin misericordia toda forma de protesta social, sembrando el terror y la muerte entre los venezolanos. Han sido coparticipes del terrorismo de Estado, no tan solo impuesto por la barbarie facho-bolivariana, sino también durante los gobiernos adeco-copeyanos.
La Fuerza Armada Nacional (FAN) desde su fundación ha jugado el papel de garante del orden interno al margen del contenido democrático o no del gobierno de turno. Sus integrantes han sido entrenados y preparados para garantizar la continuidad del proyecto hegemónico y la paz de los sepulcros mediante el poder de sus armas. Hablar del carácter democrático de la FAN, no es más que una quimera.
La FAN históricamente ha estado al servicio de los peores intereses de la nación. Su gloria se reduce el haber aplastado sin misericordia toda forma de protesta social, sembrando el terror y la muerte entre los venezolanos. Han sido coparticipes del terrorismo de Estado, no tan solo impuesto por la barbarie facho-bolivariana, sino también durante los gobiernos adeco-copeyanos.
Para algunos cortos de memoria, vale recordar las sistemáticas violaciones de los derechos humanos cometidas por los integrantes de la FAN en las zonas rurales y los Teatros de Operaciones (La Pica, Yumare, Cocollar) durante la década de los años 60. Igualmente, las desapariciones forzosas de hombres y mujeres a manos de los uniformados.
Obviamente, el cáncer del militarismo opresor se metastizó con la llegada al poder del ya fallecido teniente coronel, el estafador de Sabaneta y continuado por el binomio de la perversión “Maduro-Cabello”. Estos forajidos han profundizado la participación de la FAN en tareas de intimidación, de represión, y de tortura. Acciones orientadas a imponer una obediencia absoluta mediante la propagación del pánico por todo el tejido social.
El pretorianismo opresor bolivariano no ha sido una irrupción abrupta, sino que se ha insertado en estos últimos años en una cultura política caracterizada por prácticas de violencia estatal y paraestatal orientado a la imposición de un modelo de país autoritario, económicamente regresivo y socialmente injusto.
Con la ayuda de la FAN, el pranato bolivariano se ha empeñado en disciplinar a la sociedad venezolana y en eliminar todos los vestigios de disidencia ideológica. Intentan “tutelar con las armas” el descontento y conflictividad laboral y social que existe en el país. Mediante el uso de la violencia militar pretenden acallar el descontento popular generado por la escasez, la inflación, la inseguridad, el desempleo, etc.
El objetivo es eliminar al activismo social, desmantelar la organización popular, disciplinar a la sociedad y vaciarla hasta de su propia memoria, y poner a la totalidad de las instituciones del Estado al servicio del terror. La sistemática designación de uniformados verde oliva para ocupar cargos en la administración pública evidencia la magnitud del cáncer que carcome a la sociedad venezolana.
Los militares han invadido prácticamente toda la administración pública, abandonando sus funciones de defensa de la soberanía nacional. Estas sabandijas uniformadas pretenden construir un Estado totalitario unificado y centralizado que conlleve a la destrucción del tejido social, a la subordinación jerárquica absoluta del ciudadano, a la destrucción de instituciones de intermediación (sindicatos, movimientos sociales, asociaciones profesionales, partidos, etcétera) y a la desaparición de las ideologías distintas al facho-chavismo en el poder.
Buscan a través de estos métodos malévolos lograr la desmovilización, frustración y finalmente la resignación de los venezolanos al Estado totalitario. El militarismo represivo y parasitario le ha resultado por demás costoso al Estado venezolano. En el 2016 el presupuesto del Ministerio de Defensa alcanzó la cifra de Bs 85.377.082.544; es decir, ocupó el cuarto lugar en la asignación del presupuesto nacional.
Además, Venezuela es el único país latinoamericano en el top 20 de los que más gastaron en armamento entre 1999-2015 (puesto 18) de acuerdo al Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz. En ese periodo Venezuela gastó más de 5.620 millones de dólares en compra de armas a países como Rusia ($4.005 millones), China ($597 millones) y España ($290 millones).
La eliminación de esta institución parasitaria-represiva permitiría que se destinen más recursos públicos al desarrollo del país, especialmente en materia de educación, salud, ciencia, deporte y cultura. La FAN se ha convertido en una poderosa maquinaria productora de milicos genuflexos, represores, corruptos y hasta de narcotraficantes.
Los venezolanos nos preguntamos: ¿Para que nos sirve una institución como esa? ¿Qué beneficios le generan al país? Ojalá los venezolanos tengamos más temprano que tarde un día como el 1/12/1948, fecha en la cual la Junta de Gobierno de Costa Rica presidida por José Figueres Ferrer resolvió eliminar el ejército de su país y podamos celebrar al igual que los ticos el “Día de la abolición de la pestilente y represiva plaga militar”.
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