Armando Vergueiro
Por aca en Valencia nos llegó al comienzo del año, mas exactamente el domingo 8/1, la visita del inquilino de Miraflores (no de La Casona porquie las hijas del Occiso nada que se mudan de allí) fue para realizar una emisión del show dominical de TV que conduce, patético "remake" del que hacía con tanto éxito de rating su antecesor en la silla presidencial.
El momento cumbre de la emisión fue cuando lanzó al aire una promesa y una cifra: “Se generarán 85 mil empleos en la producción industrial”. Los aplausos fueron inmediatos, salieron de las manos de quienes acompañan a Nicolás Maduro en cada anuncio, especialmente si es televisado en cadena nacional. Están ahí para eso, aunque desconozcan de qué se trata. El entusiasmo de la entrenada y habitual claque pareció contagiar al presidente-showman, que parecía sentirse dando una muy bienvenida noticia en el lugar y momento apropiados. Pero desde Carabobo, el que fue el estado industrial del país, los cálculos son claros. Ese número apenas representa 21,25% de los puestos de trabajo que se requieren solo en esa entidad tras 18 años de chavomadurismo.
El presidente se equivocó en las cuentas. Son 400 mil los empleos que se deben crear solo en la región central (Carabobo mas Cojedes y Aragua), de acuerdo a organismis del sector y expertos en el tema. Para lograrlo se necesita de al menos 20 mil pequeñas y medianas industrias. Sin embargo, los planes son otros. La idea de Maduro y su gabinete, según dijo en ese programa dominical número 76 que su proyecto es la reactivación de apenas 51 obras públicas que se paralizaron “por la guerra económica de la derecha, la burocracia y la desidia de muchos funcionarios”. Pese a la verborrea genérica acerca del "socialismo" abundante aquí, como en tantas otras oportunidades, en ningún momento hubo referencia concreta a estimulo o apoyo a iniciativas productivas específicas de trabajadores, campesinos y comunidades. En cuanto al sector privado, ciertamente pueden alegar los capitalistas locales que también los deján por fuera como a la guayabera, pero los compinches transnacionales y la boliburguesía todas la$ razone$ para complacerse con estos anuncios.
Esos 400 mil empleos que se requieren en la región representan solo el arranque de su recuperación, tras la pérdida de cerca de un millón de puestos desde 1998, de los que 500 mil se cuentan a partir de 2013 cuando Nicolás Maduro asumió el poder. A ello se suman, solo en Carabobo, 50 mil personas que están bajo la figura de la suspensión laboral por la detención de líneas de producción y fábricas enteras, según sondeos no oficiales de instituciones gremiales.
Valencia, el ocaso de un emporio fabril
No tenemos la cuenta exacta. Pero no titubeamos al asegurar que más de la mitad de las factorías de Valencia han dejado de funcionar. Es fácil determinar que las industrias dedicadas a la fabricación de piezas hechas a la medida para modelos de vehículos específicos han sido las más afectadas. Casi todas han cerrado. En Carabobo está anclado 70% de las compañías del sector automotor, que ha mantenido como constante la paralización o el trabajo, de manera intermitente desde 2014, a menos de 10% de sus capacidades instaladas, un daño letal a la industria que más empleos genera en el país con más de 100 mil.
Haciendo estimaciones ajustadas a la realidad. podemos recordar que al inicio del gobierno de Chávez, en 1999, existían en el país alrededor de 12 mil industrias. Para esa fecha, en Carabobo se contaban alrededor de tres mil 600 empresas, el equivalente a 30% del total en el país. Era una población de dos millones 106 mil 265, de los que 0,75% eran considerados con un nivel de vida pobre por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Todo eso cambió. los números lo confirman. En 18 años de "socialismo bolivariano" ocho mil empresas en el país han desaparecido, solo sobreviven cuatro mil. Se trata de 66% menos industrias. En la entidad apenas mantienen sus operaciones mil 200 empresas en un contexto con un incremento de 36,4% de la densidad poblacional y del índice de pobreza, según el último registro del INE en 2013, que pasó a 26,9%.
Lo más grave está por darse. Las estimaciones apuntan a que este año, tras el receso decembrino, no abrirá entre 30% y 40% de las industrias aún activas porque no hay manera de mantener cadenas productivas como consecuencia tanto de los controles (que lindan con lo incomprensible, cuando no es con el matraqueo), además de la falta de insumos básicos para la manufactura. El desabastecimiento en los inventarios de la industria nacional es de 95%. Así es imposible darle continuidad a los procesos dentro de las plantas. Las pequeñas y medianas empresas son las más afectadas al no contar con el pulmón que tienen las grandes y transnacionales que pueden optar por reducir o eliminar horarios y suspender líneas.
De las cuatro mil compañías que aún luchan por mantenerse activas, dos mil 500 corresponden al sector privado, el resto (mil 500) están en manos del Estado tras la ola de expropiaciones, intervenciones y el mecanismo de acompañamiento en el proceso productivo. Esas dos mil 500 abastecen 92% de los anaqueles del país. El Gobierno se encarga solo del restante 8%. Eso revela la ineficiencia del sector público en el manejo de procesos productivos, con lo que no se ha hecho otra cosa que aniquilar la industria. Se trata de mil 500 empresas con grandes capacidades para la producción y colocación en el mercado de alimentos e insumos básicos para la gran industria. Son cada una de ellas evidencias del fracaso de estos años en los que se ha instaurado un modelo de capitalismo burocrático y estatista.
Volvamos al show dominical
Esa tarde del 8 de enero los aplausos eran la antesala y la celebración de cada anuncio. El presidente Maduro se sentía orgulloso de lo que decía, creía que premiaba a la población, pero realmente la castigaba. Aumentó el sueldo mínimo y rompió récord al hacerlo 15 veces en menos de cuatro años. Ahora los venezolanos cobrarán al mes 40 mil 638,15 bolívares, que representan un déficit equivalentes a 93,5% respecto a la canasta básica familiar. Ese es el primer punto en contra a esa medida.
Pero eso no es todo. Con el ajuste salarial al menos se incrementará el desempleo en 15%, alertó Froilán Barrios, coordinador nacional del Frente Autónomo en Defensa del Empleo, el Salario y el Sindicato (Fadess). Las empresas del país no tendrán otra alternativa para sobrevivir que hacer intensos recortes de personal, acción que contradice las aspiraciones del mandatario nacional de ganarle al presidente de Bolivia, Evo Morales, al plantearse como meta reducir hasta 4,5% el nivel de desempleo en Venezuela, tal como lo anunció en el mismo programa de televisión, en el que todos los aplausos estuvieron equivocados, como si se festejara la tragedia de un país con promesas que no se cumplirán y anuncios por debajo de las necesidades reales.
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