César Romero
¿Cómo es posible que ante un escenario de crisis donde el hambre, la desnutrición infantil, la inseguridad, la pobreza y la desigualdad se acrecientan a diario, este gobierno aún se mantenga en el poder? ¿Dónde quedan las incontrolables ansías de cambio del 80% de la población? ¿Nadie las canaliza?
Se hace necesario hacer una pausa y visualizar el resto de los sectores políticos del país. Una de las cosas que hace la ciudadanía al momento de vincularse a la política, a través de la discusión y/o el accionar directo, es la caracterización de las agrupaciones que marcan pauta en el escenario. No por nada hasta los gobiernos más poderosos toman en cuenta la opinión pública nacional e internacional. Caracterizar al gobierno de turno siempre es más sencillo. Se evalúa gestión y sirve para ubicarse si se está a favor o no del cómo se llevan a cabo las cosas. En seguida estarían los sectores opositores, a los que en general se les podría evaluar gestión a través de cargos de elección popular, pero la Venezuela de inicios de 2017, presenta varias particularidades. Con una de las constituciones más avanzadas del mundo, en cuanto a garantía de derechos, la misma ha sido desechada para instalar una institucionalidad totalmente funcional al ejecutivo. La división de poderes quedó en el olvido, y prácticamente todas las instituciones quedan directamente supeditadas a la decisión del Tribunal Supremo de Justicia. Este escenario dificulta aún más la evaluación de la oposición, y aunque es inmensa la diversidad que hoy expresa, todo el aparato de medios públicos y privados se han encargado de visualizar a la MUD como el único sector que se "opone" al gobierno.
¿Cómo es posible que ante un escenario de crisis donde el hambre, la desnutrición infantil, la inseguridad, la pobreza y la desigualdad se acrecientan a diario, este gobierno aún se mantenga en el poder? ¿Dónde quedan las incontrolables ansías de cambio del 80% de la población? ¿Nadie las canaliza?
Se hace necesario hacer una pausa y visualizar el resto de los sectores políticos del país. Una de las cosas que hace la ciudadanía al momento de vincularse a la política, a través de la discusión y/o el accionar directo, es la caracterización de las agrupaciones que marcan pauta en el escenario. No por nada hasta los gobiernos más poderosos toman en cuenta la opinión pública nacional e internacional. Caracterizar al gobierno de turno siempre es más sencillo. Se evalúa gestión y sirve para ubicarse si se está a favor o no del cómo se llevan a cabo las cosas. En seguida estarían los sectores opositores, a los que en general se les podría evaluar gestión a través de cargos de elección popular, pero la Venezuela de inicios de 2017, presenta varias particularidades. Con una de las constituciones más avanzadas del mundo, en cuanto a garantía de derechos, la misma ha sido desechada para instalar una institucionalidad totalmente funcional al ejecutivo. La división de poderes quedó en el olvido, y prácticamente todas las instituciones quedan directamente supeditadas a la decisión del Tribunal Supremo de Justicia. Este escenario dificulta aún más la evaluación de la oposición, y aunque es inmensa la diversidad que hoy expresa, todo el aparato de medios públicos y privados se han encargado de visualizar a la MUD como el único sector que se "opone" al gobierno.
La MUD y su complicidad con el gobierno
Refugiar la caracterización en el discurso es muy limitado, y al no poder valorar gestión directa, el "Accionar Político" y las propuestas se transforman en el factor fundamental para evaluar a la MUD como sector político en el país. De esta manera, llegamos a preguntas fundamentales como ¿Qué ha hecho la MUD para enfrentar al gobierno?
No cabe duda que el actual gobierno es neoliberal, entreguista, clientelar, y aunque en mi opinión aún no es una dictadura, este presenta claros símbolos autoritarios, represivos y de limitación de libertades. Aunque tiene características propias, este no es el único de su tipo en el mundo. Las organizaciones y movimientos sociales internacionales fortalecen su pelea contra el autoritarismo en la lucha política y social, alzando su voz por los reclamos más sentidos de la población. En ningún momento, la disputa en la superestructura del estado es el centro de apoyo de dichas agrupaciones.
Ciertamente, con un gobierno que no permite el registro e ilegaliza sindicatos, consejos comunales o cualquier tipo de organización popular, que controla las instituciones a su antojo, que amedrenta a los sectores disidentes, que no permite la legalización de partidos políticos y que maneja la organización y fecha de los comicios electorales pasando por encima de la carta magna, no cabe la lucha meramente institucional, el cual ha sido el centro de la supuesta lucha de los partidos de la MUD. Desde las elecciones del 6-D de 2015, en las que el PSUV-GPP recibió una derrota aplastante, los diputados de la MUD han enfocado toda su "lucha" desde los curules de la Asamblea Nacional. Todo su accionar se ha limitado a vagas interpretaciones de la constitución para "destituir el gobierno", como si dicha mafia fuera a desprenderse fácilmente del manejo de la renta petrolera.
Han optado por la enmienda constitucional, constituyente, juicio político al presidente y, por último, el abandono del cargo. Propuestas cuyo único fruto han sido desmovilizar y desorientar el descontento del pueblo venezolano. El accionar de la MUD es tan descarado y cómplice del gobierno, que además de firmar un documento en el que reconocen que existe la "guerra económica", la propuesta de Referéndum Revocatorio (RR), que fue una exigencia democrática de un sector importante de la población, la traicionaron de la manera más cínica posible. Inicialmente maniobraron con el derecho de la ciudadanía al pedirlo fuera de lapso o meter firmas falsas (que solo daba elementos discursivos al gobierno) y, luego tomaron la iniciativa de abandonar el RR, al momento que fue suspendido por instituciones no competentes, para incorporarse al Dialogo (de cúpulas), con el gobierno, el vaticano y los enviados de EEUU.
La MUD ha sido la garantía de desmovilizar a la población y de que la cúpula del PSUV se fortaleciera, luego de que toda la población venezolana intuía que Maduro no llegaba a diciembre del año pasado. A principios de 2016, había incertidumbre en el escenario político y sobre como terminarían las disputas que se avecinaban. Hoy, principios de 2017, podemos afirmar que, de no surgir una referencia política distinta, la MUD es el mejor sostén del gobierno hasta el 2019, cuando correspondería un cambio de gobierno producto de unas supuestas elecciones que se deberían llevar a cabo en el 2018.
El ocultamiento del "Proyecto Nacional"
Aunque la MUD, se ha debilitado mucho, en menos de un año, el discurso cómplice aún le es funcional. Se podría intuir que la Mesa de Unidad Democrática apuesta a que el gobierno se siga desgastando con las medidas catastróficas que viene tomando, y a prolongar la polarización para mantener desplazados a las millones de personas que desconfían de ambos sectores. Esto no es del todo falso, pero es apenas la punta del iceberg. En el fondo esa dirigencia lo que pretende es ocultar los gravísimos problemas estructurales que afronta hoy la sociedad venezolana, y ocultar el debate de fondo que surge con el fallecimiento de Hugo Chávez y que hoy se hace más urgente que nunca: EL PROYECTO NACIONAL.
Todo el discurso de la MUD está dedicado a polarizar con el gobierno entorno a temas que están completamente alejados de las acentuadas problemáticas sociales: Juicio político al presidente, desacato de la Asamblea Nacional, abandono del cargo, Maduro es colombiano, Mesas de Dialogo, solo por nombrar algunos.
Pero en ningún momento se ve a voceros de esa facción activando y pronunciándose fehacientemente sobre: el proyecto del Arco Minero del Orinoco, el pago sostenido de la Deuda Externa, el hambre y la desnutrición, la violencia de género y los femicidios, el endeudamiento de PDVSA, la fuga de capitales, el desfalco de 500.000 millones de dólares en menos de 13 años, la limitación de los derechos democráticos (legalización de tarjetas electorales, sindicatos, consejos comunales), contaminación indiscriminada producto de la actividad petrolera, la situación de para-estado que se viene instalando en una región importante del estado bolívar, la minería ilegal, la "pranización" del estado venezolano, el tráfico de drogas y sus vínculos a las instituciones y a los partidos políticos, la consolidación de los organismos de seguridad para reprimir y criminalizar la pobreza, las masacres de Barlovento, Cariaco y los Valles del Tuy, la situación en las cárceles, los servicios públicos y la ciudad… Para ambas cúpulas estos son temas irrelevantes. Secundarios. Estas prefieren invertir semanas en los medios explicando quién interpreta mejor la constitución.
Se trata de construir una nueva referencia política…
No se trata de hablar de la crisis, denunciar esos problemas y quejarse de que el gobierno es malo y no deja legislar. Varios diputados ya se han hecho profesionales en esas tareas, y ya los venezolanos estamos cansados de las excusas y la inercia. Se trata de organizar a los sectores descontentos entorno a las problemáticas planteadas, de unirnos entorno a la reconstrucción del país y no solo por el cambio de presidente, se trata de reconocer y respetar la diversidad de los millones que nos oponemos a las políticas de este gobierno, se trata de debatir y acordar propuestas y políticas con métodos democráticos. Se trata de construir un músculo lo suficientemente fuerte y organizado que mueva los cimientos de la sociedad venezolana y la impulse en un rumbo claro y de mejoría para el país. Por ello la tarea de construir una nueva alternativa se hace urgente para los que apostamos a un proyecto soberano, ecológico, democrático y de justicia social. No hay tiempo que perder.
[Extraido de post originalmente publicado en http://www.aporrea.org/actualidad/a239792.html.]
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