José Alemán
El
siguiente trabajo aborda la producción académica elaborada sobre el pensamiento
ácrata en El Salvador durante las primeras tres décadas del siglo XX. En el
país sin duda existieron organizaciones de inspiración anarquista como es el
caso de la Federal Regional de Trabajadores, fundada el 21 de septiembre de
1924 donde se puede apreciar según las fuentes existentes del periodo un rico
debate entre las facciones anarcosindicalistas, marxistas, reformistas,
unionistas y anarquistas, estos últimos encontraran su lugar de expresión en el
Centro Sindical Libertario fundado en 1930. El objetivo es explorar las líneas
temáticas, y algunos vacíos y aportes que han desarrollado las investigaciones encontradas,
con el propósito de darle continuidad a la reflexión de las ideas ácratas en
nuestro país.
Debido a
que esta temática no ha sido un objeto de estudio de la historia en el país, se
plantea una síntesis de las principales líneas de análisis que se han elaborado
para Guatemala y Costa Rica, que incluyen de forma directa o indirecta el
transcurso de las ideas anarquistas en el ámbito local.
A guisa
de justificación por esta carencia, este inédito acercamiento plantea buscar
abrir la perspectiva de análisis que giran alrededor del tema del anarquismo
tomando en cuenta los estudios modernos desarrollados desde diversos ámbitos
como: la filosofía política, redes intelectuales y políticas, anarco-marxismo,
construcción de naciones, filología, redes transnacionales, historia, etc.
Asimismo, se incluyen trabajos de otros países latinoamericanos, que permiten
tener una perspectiva más amplia sobre las dimensiones de análisis que cruzan
los muy variados estudios donde se menciona el anarquismo.
La
mayoría de estudiosos del tema del anarquismo en la región (como movimiento
político y social), dan por hecho de que es en Europa donde este tiene su
primera formulación sistemática a mediados del siglo XIX. Antes de este
momento, se han identificado algunas ideas-fuerzas que nutrieron la forma y
contenido del anarquismo, pero que no pueden ser caracterizadas como tales.
Este contexto anterior, ha sido conceptualizado por el filósofo argentino Ángel
Cappelletti como prehistoria del anarquismo, en donde convergen algunas ideas y
personajes radicales que asumieron una postura crítica contra la vertiente
institucional de la cultura greco romana[1].
El hito
clave en la historia, que expresa una crítica radical a los sistemas
institucionales y religiosos de algunas partes de Europa se sitúa entre los
siglos XVII y XVIII. Estos movimientos han sido analizados sistemáticamente por
historiadores británicos y latinoamericanos como Eric Hobsbawn, George
Woodcock y Ángel Capelleti, de quienes se desprende conceptualizar estas
revueltas como herejías gnósticas o milenarismo. Este concepto puntualiza el
contenido de estas manifestaciones de descontento popular que buscaban
arrebatar espacios a la autoridad y reducir la riqueza del clero y los
gobernantes y volver a un estado de convivencia social más “armonioso”[2].
Siguiendo
el planteamiento de Cappelletti, es hasta mediados del siglo XIX donde se puede
identificar un corpus doctrinario, con una base social y una construcción
organizativa de un conjunto de sectores sociales que se auto identifican con
las ideas anarquistas, que Piot Kropotkin define como:
“un
principio o una teoría de la vida y de la conducta según las cuales la sociedad
es concebida sin gobierno (del griego An y Arche: sin autoridad), la armonía en
una sociedad así se logra no por la sumisión a la ley o por la obediencia a
cualquier autoridad, sino por los libres acuerdos concluidos
entre los numerosos y variados grupos, en base
territorial o profesional, constituidos libremente para las necesidades
de la producción y el consumo; tanto como para satisfacer la infinita variedad
de necesidades y aspiraciones de un ser civilizado”[3].
A partir
de esta época, se puede rastrear un proceso de circulación de ideas, símbolos y
prácticas, que transitan a través de diferentes continentes, por medio de
personas que migran, con el fin de propagar el ideal anarquista en diferentes
sectores populares e intelectuales.
Para
América Central se ha documentado la presencia de militantes anarquistas
franceses, españoles e italianos en países como El Salvador, Guatemala, Costa
Rica y Panamá.[4] En el caso colectivo, las principales
referencias están en los obreros anarquistas españoles que trabajaron en la
construcción del canal de Panamá entre 1904 y 1914 y desarrollaron una
importante red de militancia laboral y pedagógica en ese país,[5] para el caso de Costa Rica durante los
albores del siglo XX se dio una importante migración de obreros de la zona de
la Mantua en Italia, donde predominaba el anarcosindicalismo, conocidos como
“tutiles” y que pronto difundieron sus ideales entre los círculos obreros[6].
Para el
caso de El Salvador, se ha identificado que no será ajeno a estas oleadas y tal
como lo sugiere Capelletti con respecto a que es en nuestro país donde parece
haber muerto Anselme Bellagarige, un anarquista involucrado en la Revolución
Francesa, que en 1850 publicaba en París L´Anarchie-journal de l´Ordr.[7] Siguiendo las huellas trazadas por el
clásico historiador y militante del anarquismo mundial Max Nettlau en su escrito
“La anarquía a través de los tiempos” que representa un testimonio de primera
fila, del legado del pensamiento y la acción libertaria desde sus orígenes y a
lo largo y ancho del tiempo y el espacio. Desde sus más antiguas
manifestaciones, pasando por William Godwin; los iluminados; el anarquismo
individualista en los Estados Unidos, en Inglaterra y otras partes; Proudhon y
la idea proudhoniana en diversos países; la idea anarquista en Alemania, desde
Max Stirner a Eugen Dühring y a Gustav Landauer; Los orígenes anarquistas en
España, Italia, Rusia; Las ideas libertarias en la Internacional; la
comuna de Paris y el comunalismo; el anarquismo francés desde 1895
a 1914, entre otros[8].
Nettlau
en 1906 constató la existencia de un vástago de Bellagarige en el Pimental,
Departamento de La Libertad. Pero no es posible afirmar si durante su estancia
en tierras centroamericanas, escribió algo o difundió alguna manera sus ideas
anarquistas. Éste emigró a Honduras y luego a San Salvador después de haber
trabajado como maestro en el primero.[9] En el artículo titulado “El primer
pensador anarquista en El Salvador (1904)” estas ideas anarquistas se divulgan,
según Ricardo Argueta, dependiendo del momento histórico. A finales del siglo
XIX pudo ser a través de periódicos o revistas que tenían un público muy
inapreciable; pero también se podía divulgar cuando un sujeto viajaba a otro
país y ahí conocía nuevos enfoques teóricos sobre determinadas problemáticas,
por ejemplo si un joven salvadoreño iba a estudiar a Europa, allá se empapaba
de las teorías sociales, filosóficas, económicas en boga. Al volver a El
Salvador divulgaba entre sus connacionales las nuevas ideas. Otra forma de
divulgación era través de la adquisición de bibliografía por parte de las
instituciones universitarias, la cual era consultada por los estudiantes en su
proceso de formación[10].
Fue de
una u otra forma como Enrique Córdova el “primer anarquista de El Salvador” se
enteró de las teorías de Piot Kropotkin, León Tolstoi, Pablo Leroy, etc.,[11] y compartió algunos de sus postulados y
decidió elaborar una propuesta con la perspectiva teórica del anarquismo (1904)
para graduarse de abogado en la Universidad de El Salvador[12]. La tesis de Argueta radica en el hecho
de que existieron al inicio de siglo XX, autores que aprobaron o desaprobaron,
cómo categoría de investigación los postulados anarquistas para el análisis de
la realidad salvadoreña.
De este
trabajo se desprenden conceptos operativos básicos y esenciales, por lo cual
merece especial atención; ya que aporta un apartado teórico-metodológico
especializado para los tipos de corrientes dentro del anarquismo y los ricos debates
suscitados entre el liberalismo y el anarquismo, tema en especial fundamental
en la busqueda de los senderos trazados por el anarquismo en El Salvador.
En este
periodo de conformación de identidades, según Víctor Hugo Acuña Ortega las
clases populares que surgen simultáneamente en El Salvador y el resto de
Centroamérica (en menor medida Nicaragua y Honduras) oscilan entre
sociedades artesanales y gremiales impulsadas por artesanos propietarios de
talleres y bajo el auspicio y vigilancia de los gobiernos liberales, la
metodología del autor consiste en sistematizar y analizar el papel de los
sectores sub alternos en el proceso de creación de identidades nacionales a
partir de los escritos académicos de la región, partiendo de la transición
clásica del mutualismo a los sindicatos tan multireproducida y citada que a
jerarquizado las líneas investigativas en los investigaciones encontradas por
el autor[13].
El
movimiento obrero fue uno de los sectores privilegiados por los anarquistas
para desarrollar sus ideas políticas. La corriente predominante a principios
del siglo XX en la mayoría de los países de Latinoamérica y Europa fue el
anarcosindicalismo. Este unía las ideas del sindicalismo revolucionario
desarrollado en Francia con la estructura federalista propuesta por Proudhon en
el siglo XIX. El objetivo de esta corriente era establecer el sindicato
como núcleo de base de las reivindicaciones materiales del proletariado y
servir como escuela de formación para que la clase trabajadora tomara la
rienda de los medios de producción una vez desarrollada la revolución social[14].
El
desarrollo de esta corriente se dio a través de procesos de disputa con otras
formas ideológicas como el liberalismo, el reformismo y el marxismo. Para el
caso de América Central, esto ha sido poco estudiado, principalmente por la
escasez de fuentes, la rigidez teórico-metodológica y el ocultamiento explícito
de algunos historiadores de la presencia anarquista en la región.
El
historiador guatemalteco Arturo Taracena es el que más ha contribuido con
pistas para seguir el itinerario del anarquismo en el movimiento obrero en la
región. Traduce el manuscrito del historiador anarquista austriaco Max Nettlau,
sobre la presencia anarquista en Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Nicaragua.
Este texto es básico para cualquier investigación para ubicar a las
organizaciones y sus publicaciones entre 1906 y 1932. Las fuentes están
constituidas por periódicos, correspondencia y fuentes orales. Sobre estas
resaltan las referencias en publicaciones como: ¡Tierra y Libertad!, La
Revista Blanca, Continental Obrera y La Protesta[15]. Sobre el balance que hace Nettlau, menciona
que es El Salvador y Costa Rica donde se ubican las primeras publicaciones
anarquistas con la revistas Ritos (1908) y Renovación (1911)[16]; y que para la década de 1920 ya existen
organizaciones con influencia anarcosindicalista en Guatemala y El Salvador.
Para la
década de 1920, coinciden de forma más explícita diferentes corrientes
ideológicas dentro del movimiento obrero centroamericano, a través de la
experiencia de la Confederación Obrera de Centroamérica (COCA)[17]. Siguiendo a Taracena, la presencia
anarquista más importante dentro de la COCA, se dio a través de la Federación
Regional de Trabajadores de El Salvador (FRTS), mejor conocida como “La
Federal” que se alejaba- según él- de la influencia reformista, mutualista y
liberal de las demás federaciones, insistiendo en no participar en las
elecciones y mantenerse al margen de la colaboración con el Estado[18].
Para el
caso de Guatemala, la presencia anarquista se agrupó en el “Comité Pro Acción
Sindical”, fundado en 1928. En El Salvador, los anarquistas se reagrupan en el
“Centro Sindical Libertario” en 1930, luego de salir de la Federación Regional
de Trabajadores. En el mismo periodo en estos dos países se fundaron sus
respectivos partidos comunistas[19]. En Panamá, se fundó el Sindicato General
de Trabajadores en 1924, con la influencia de los anarquistas españoles José
María y Martín Blázquez de Pedro que llegaron al país y dieron continuidad a la
militancia que sus camaradas habían desarrollado anteriormente durante la
construcción del canal entre 1904 y 1914.
Los
señalamientos de Taracena y la lectura de la actividad anarquista en la región,
permite elaborar la hipótesis de que estas ideas tenían mayor tradición
histórica en Costa Rica que en los demás países, a excepción de Panamá que ya
tenía una actividad ligada a los obreros españoles en el Canal. Esto se
comprueba por la labor conjunta desarrollada entre el Centro de Estudios
Sociales Germinal, la Confederación General de Trabajadores (CGT) y la revista Renovación.
En estos
tres espacios coincidían obreros, artesanos e intelectuales en donde se
discutían abiertamente las ideas anarquistas. Este proceso tuvo su mayor apogeo
entre 1909 y 1923, año en que la CGT se disolvió para formar el Partido
Reformista. Los sectores que no concordaron con esta situación formaron la
Federación Obrera Costarricense (FOCR) que, según el historiador antes citado,
es el espacio que mantuvo las ideas anarquistas hasta la formación en 1928 del
“Comité Pro Acción Sindical” adherido a la Asociación Internacional de
Trabajadores (AIT), de carácter anarquista a la que también estaba unida la
F.R.T.S desde 1924.
El
trabajo de Taracena titulado “Presencia anarquista en Guatemala entre 1920 y
1932” aborda líneas temáticas que son la base angular de los actuales investigadores
del anarquismo en la región, constituyendo un material de referencia casi que
obligado, porque permite sentar las bases para la construcción de la
historia del anarquismo local a través del ejercicio comparativo de las
coyunturas entre ambos países, entre estas tenemos : historia política de los
siglos XIX y XX en las temáticas de región, Estado-nación, ciudadanía, memoria
e historia, relaciones interétnicas y movimientos sociales. Siendo esta
ultima rama de donde se desprende la justificación del tema ya que existe un
vacío histórico de Guatemala entre 1885 y 1944 y este marca su afán de
investigar las corrientes socializantes, en este caso aplicado en concreto al
anarquismo, durante la dictadura de Manuel Estrada Cabrera (1898-1920)[20].
El
objetivo del artículo es tratar de precisar e incorporar nuevos elementos para
el estudio de ideologías socializantes entre 1920 y 1932, para lo cual basó sus
preguntas de investigación e hipótesis, en que Guatemala, indudablemente como
en otros países latinoamericanos donde existieron grupos o asociaciones de
inspiración anarquista desde finales del siglo XIX, contó con similares
actividades en el seno de los movimientos sociales de la época, máxime su
posición de cercanía con México donde estas proliferaron[21].
El
trabajo está estructurado basándose en el marco judicial a partir de la ley de
extradición de actividades anarquistas firmada por 16 países en 1902 (El
Salvador se suscribió al tratado)[22]. A partir de esa fecha el trabajo se irá
articulando en las cartas, congresos y directrices que giran en torno los
programas emprendidos por el movimiento obrero internacional. De esta forma se
crea un espacio para la mayor comprensión del rol que jugaron los obreros
centroamericanos en las diferentes luchas que se dieron por la supremacía de la
dirección ideológica de los trabajadores a nivel local, regional y mundial.
Sin duda
uno de los aportes más importantes para nuestra investigación es el papel
organizativo del argentino Julio Díaz, que da cuenta de la importancia de la
FORA (Federal Obrera Regional Argentina) en el movimiento anarquista mundial,
específicamente en su vinculación a la Asociación Internacional del Trabajo que
mantenía una política de rechazo ante la III Internacional, está a la vez
proponía un distanciamiento con la Industrials Worker of the World
(colectivismo norteamericano) y sus planes organizativos en Centroamérica[23]. De aquí se desprende la mayoría de
contactos que el anarquista argentino hizo en tierras centroamericanas, siendo
oportuno una carta fechada en México con fecha 12 de agosto de 1925, en la cual
comunicó al secretario de la AIT, Diego Abad de Santillán, acerca de los
obreros interesados en estos contactos en El Salvador a través de la figura de
Virgilio Alvarado Chacón (hondureño, delegado plenipoteciario de la
F.R.T.S en San Salvador)[24].
Las
fuentes utilizadas por el autor son poco heterogéneas y muchas veces
privilegiadas. Entre ellas hay fuentes secundarias, correspondencia de La
Internationale Presse-Korrespondenz, periódicos, informes oficiales de los
congresos de la AIT, cartas de correspondencia personal entre los anarquistas
latinoamericanos y Diego abad de Santillán, artículos de revista y
publicaciones de la época.
Entre las
limitaciones que el autor encontró podemos señalar la ausencia de toda forma de
expresión pública de ideologías socializantes durante los periodos de 1989 a 1932,
ya que esto dificulta la precisión de los antecedentes del anarquismo
guatemalteco.
Para el
caso de El Salvador el tema de los trabajadores es tocado tangencialmente desde
las décadas de 1960 y 1970 por los intelectuales marxistas, los cuales no tuvieron
una especialización histórica ni mucho menos repararon en el tema de las
fuentes primarias. Entre estos tenemos la tesis de Arístides Larín “Los
sindicatos en El Salvador”, una breve descripción de la clásica transición del
mutualismo al sindicalismo antes señalada. Es de valorar el acceso que tuvo
este autor a dirigentes de la época de los cuales recoge testimonios además de
ofrecer una muy buena cronología de los congresos obreros de la Federal desde
1924[25].
Por otra
parte de Formación y lucha del proletariado industrial salvadoreño de
Rafael Menjivar Larín, nos ofrece un material rico en conceptos dialecticos
donde por primera vez se habla del “carácter utópico” (designación de carácter
peyorativo por parte de los marxistas) de las posturas anarquistas en la Unión
de Obreros Socialistas (UOS) y la Confederación de Obreros de El Salvador
(COES) en miras de los congresos obreros de 1911 y 1918 respectivamente[26].
De
capital importancia resulta el trabajo de Roque Dalton Miguel Mármol: Los
sucesos de 1932, ya que nos ofrece como fuente las memorias del militante
comunista, este nos permite tener un panorama amplio de la sociedad salvadoreña
de las primeras tres décadas del siglo del siglo XX[27]. Según López Bernal, lejos de presentar
a las masas populares como fácilmente dominadas y manipulables, Dalton (y
Mármol) llevan el problema a otro extremo; tratan de darle a las masas una
tradición política militante y revolucionaria que va más allá de lo que
evidencian la realidad histórico salvadoreña. Sin embargo, esta obra tiene un
gran valor histórico, pues registra el proceso de organización, politización y
radicalización de los obreros y campesinos en la segunda y tercera década del
siglo XX[28].
Este
testimonio ha sido de referencia obligatoria en los estudios modernos de
anarquismo por parte de todos los académicos centroamericanos, ya que muchas
veces la ambigüedad, los silencios y omisiones de Mármol nos muestran la
transición ideológica del anarcosindicalismo hacia el marxismo por parte de
este en el proceso organizativo dentro de la F.R.T.S[29].
El único
trabajo especializado en historia de la época que se diferencia de los demás
nos lo ofrece Everett Alan Wilson en The crisis of national integration in
El Salvador, 1919-1935, en este existe un nuevo replanteamiento del tema en
el cual se estudia los movimientos de artesanos y obreros como proceso de
movilización de las clases medias y no como antecedente inmediato a la
coyuntura política de la época tal cual lo plantean los demás autores
marxistas, la rigurosidad en la sistematización de fuentes asumiendo enfoques y
teorías novedosas constituye su principal aportación al tema[30].
Las
décadas de 1980 y 1990 van a marcar un resurgimiento de los estudios históricos
sobre el país tanto de investigadores nacionales e internacionales, estos han
abordado la temática de los trabajadores y anarquistas de manera más holística
con nuevas fuentes y nuevas cajas de herramientas entre las que tenemos:
movilizaciones, vida cotidiana, sociabilidad y los imaginarios de estos grupos,
ganando estos mismos nuevas dimensiones y espacios. Aunque los temas no se han
configurado como trama principal, han ocupado espacios en capítulos y temas
secundarios.
Se tiene
entre estas producciones el trabajo de Patricia Alvarenga Cultura y ética de
la violencia en El Salvador, 1880-1932, en el cual a través del estudio de
las dinámicas del Estado y los grupos sub alternos explica el papel de la
violencia en la construcción de los códigos morales que rigen la ética del
poder, una ética que surgió en el país a partir de la revolución liberal del
1885 y que moldeó la renovación de las relaciones de poder lo mismo que las
relaciones que organizaron la propiedad y las relaciones laborales, en donde se
generaron los marcos axiológicos para la nueva sociedad cafetalera que siempre
se enfrentó a la resistencia campesina en un conflicto sin solución. Las
fuentes presentadas en este trabajo han representado una guía de análisis y
comparación, en cuanto que aporta una diferenciación clara entre marxistas y
anarquistas en la F.R.T.S[31].
¿Qué
diferencias existían entre el liberalismo y anarquismo en El Salvador? En este
punto, es de capital importancia poner los ojos en este período,
específicamente en la obra Tradiciones Inventadas y Discursos Nacionalistas:
El Imaginario Nacional De La Época Liberal En El Salvador, 1876-1932, en
ella López Bernal aborda el tema de identidades nacionales desde las
perspectiva moderna de contruccion de naciones planteado en 1990 por el pionero
Steven Palmer de cuya tesis se desprende la relacion entre el liberalismo y el
nacionalismo como base popular al proyecto hegemonico y agregados culturales
propuesto por los ideologos liberales y marxistas en su interpretación de
proceso civilizatorio[32].
Además de
su propuesta teoríca y su rigurosidad y reintrepretación de las escasas
fuentes, el autor propone que es con la década de 1920 que las luchas y
radicalización en las relaciones urbano-rurales de los trabajadores evidencian
el deteriorado estado de desigualdad económica y social que arrastró el cultivo
del café y las élites intransigentes lo que conllevó a una polarización
política[33]. De aquí se desprende que existió una
élite intelectual liberal con una idea de progreso a la cual se opuso y jugó un
papel antagónico la super crítica de la “nueva intelectualidad” obrera y
artesana.
En las
producciones de actualidad, valiendonos de la interdisciplinaridad que impera
en los estudios históricos en boga y para poder dimensionar este visión de
nueva intelectualidad es necesario detenernos a meditar en la obra de Marta
Elena Casaús Arzú y Teresa García Giraldez: Redes intelectuales
centroamericanas: un siglo de imaginario nacionales 1820-1920, este
esfuerzo está dirigido a recuperar las corrientes sub alternas que influyeron
notablemente en la formación del espiritualismo nacionalista y en el socialismo
espiritual, en donde este sector social es re elaborado a partir de la visión
de los cambios operantes entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX
a partir de la ilustración.
Este
punto de partida se puede identificar especificamente en Europa a partir a
partir del affaire Dreyfus y el “yo acuso” o manifiesto de Emile
Zola de donde parte una nueva visión de los mismos ante la sociedad. Los
intelectuales europeos y latinoamericanos compartieron una serie de afinidades
y rasgos comunes que las autoras operativizan, ejemplo de ello representan las
redes tejidas y discursos en sus espacios de influencia donde pretendian llegar
a la “humanidad” a través de manifiestos internacionalistas, ligas unionistas,
apristas, marxistas, anarquistas, etc., en donde existia de trasfondo una
visión regeneradora y cosmopolita que nutrió estos “segmentos de red”[34].
Por otra
parte, siguiendo con el tema del anarquismo, los autores que se mencionaran a
continuación partieron de las siguientes preguntas de investigación ¿Qué
es el anarquismo? ¿Dondé y cómo surge? ¿Cómo llega a Centroamérica y a sus
respectivos países? ¿Quiénes son sus exponentes? ¿Cuáles son sus espacios
prioritarios de expresión? Y ¿Cuál es proyecto político y cultural? Tenemos un
trabajo harto ingenioso para abordar metodologicamente y de manera sistematica
el tema que nos atañe. Este es el caso de José Julían Llaguna Thomas La
semilla que germina: Anarquismo, cultura política y nueva intelectualidad en
Costa Rica (1900-1914), desde la perspectiva de la ciencia política
como herramienta teórica analiza el pensamiento político de los debates entre
anarquistas y el estado, sociedad, representación política y soberanía popular[35].
Una de
las limitantes que cruzan entre la experiencia investigativa y comparativa de
Costa Rica con El Salvador es el caso de las fuentes, LLaguno Thomas en su
primer corpus de análisis identifica entre sus fuentes la producción literaria
de autores de anarquistas locales y extranjeros, publicaciones de períodicos,
revistas y colecciones científicas. Enfrentadonos a una barrera muy díficil de
superar, para el caso nacional se cuenta unicamente con información
fragmentaria, aislada a veces y velada y abierta la mayor parte, en los
editoriales obreros de los unicos períodicos de la época. Pero de este trabajo
se desprende que hacer con estas fuentes luego de analizado su contenido.
Abstencionismo doctrinario, anticlericalismo y desarrollo político-cultural son
líneas temáticas para poder hacer un balance de la cultura política anarquista
en El Salvador. Esto nos permitira a su vez identificar regularidades y
discontinuidades del proceso a lo largo de los discursos producidos desde los
personajes en estudio y la Federal y El Centro Sindical Libertario.
Por
último cabe mencionar otro estudio de capital importancia para el tema en el
que cabalgamos como lo es la tesis abordada desde la científidad histórica más
contemporánea por parte de Lucas Omar Monteflores: “El anarquismo en Guatemala.
El anarquismo en la ciudad de Guatemala 1920-1932”. A la vez, también
considerar firmemente que se basa historiográficamente en el pensamiento
Anarco-marxista, acuñado por el Doctor Julio Castellanos Cambranes,[36] y el cual es considerado por él, el
pensamiento más adecuado para intentar reinterpretar la historia de Guatemala.
Este pensamiento no es más que “una forma de ver el mundo (y la historia)
diferente, en donde no existe la autoridad y el sometimiento ideológico y
académico.” Exponer una historia libre, sin ataduras y sin compromisos más que
con la misma ciencia.
“No se
trata de la invención de una nueva corriente histórica, una “historiografía
anarcomarxista”, pero sí una manera de escribir y darle vida a la Historia,
escribiendo claro y pelado, con constantes golpes contundentes al enemigo de
clase al servicio de intereses espurios, desmintiendo datos con el propósito de
falsear la historia, criticando análisis dogmáticos, ridiculizando
mitificaciones de carácter histórico, etc. No existe cátedra alguna donde se
enseñe tal corriente historiográfica, ni se conoce historiador alguno iniciado
en los que presenta la eventual ventaja de presentar (no crear) algo distinto
en el campo del pensamiento historiográfico de nuestra aldea nacional. Creo que
el anarcomarxismo tiene la posibilidad de creación histórica, que es en sí la
capacidad de pensar autónoma y libre, sin dialécticas aniquilantes y sin frases
anquilosadas”[37].
Este
trabajo nos transporta a la imperiosa necesidad de profundizar en el díalogo
permanente entre pasado y presente para legitimar la visíon del anarquismo en
la actualidad a través de las sub culturas musicales de la musica punk y
anarco-punk, los movimientos Skinheads, los sindicatos libertarios y los
núcleos ácratas que invaden los circulos intelectuales, obreros y juveniles en
nuestras sociedades, tratando de identificar si los militantes en la actualidad
son un remanente de las corrientes acratas diluidas a través del tiempo o si
son influencia foránea de el resurgimiento global de estos movimientos neo
anarquistas de corte mundial que buscan nuevas formas de vida libertaria anti
capitalista.
Corriendo
con la misma suerte que el caso costarricense en la busqueda de fuentes, lo
poco encontrado ha sido exhaustivamente interpretado, con su respectivo proceso
hermenéutico, cuestión que a nuestro juicio, no lograron hacer quienes han
escrito las pocas líneas sobre el anarquismo -exceptuando el caso ya citado del
Doctor Taracena-.
El
trabajo titulado “Breve bosquejo histórico del anarquimo en El Salvador” de
Wilfredo Ortíz es el único en su tipo en el caso local, pero está articulado
siguiendo la cronología de los estadios y procesos de las luchas anarquistas
durante el siglo XX, la primer limitante de este trabajo radica en que obtiene
sus supuestos en base de fuentes secundarias y no se encuentra por ningún lado
las fuentes primarias que permiten sentar bases para profundizar en el tema.
Además el autor no pertenece a la escuela de ciencias sociales y aborda la
temática desde el empirismo y el fetiche de buscar la verdad absoluta en los procesos
históricos[38]. Estos vacíos no se observan en las
investigaciones que han hecho los escritores anteriormente citados, el trabajo
de Ortíz no ha manejado la objetividad histórica necesaria, para hacer mención
del caso, como cuando escritores de vertientes socialistas o comunistas han
escrito sobre el movimiento obrero; por diferencias doctrinales que han
arrastrado por años entre comunistas y anarquistas, los escritores comunistas
han obviado o tergiversado la historia del movimiento obrero, y como parte de
este, el anarquismo.
Pero el
grado de desconocimiento acerca del anarquismo en El Salvador, Honduras,
Guatemala y Costa Rica es tal que no solo investigadores sociales de este país
o de la región lo ignoran, sino hasta los mismos anarquistas de Latinoamérica y
de Europa muestran un vacío referente al país. Tal es el caso del sitio
electrónico de la Federación Obrera Regional Argentina/Asociación Internacional
de los Trabajadores FORA-AIT,[39] quienes tienen un apartado sobre la
historia del anarquismo en Latinoamérica y estos brindan datos totalmente fuera
de lugar, en tiempo y espacio. Hasta el mismo historiador de anarquismo
mundial, Max Nettlau en sus investigaciones sobre Centroamérica proporciona
pequeños espacios y brinda datos erróneos sobre su existencia.
De esta
forma forma quedan sentadas las bases, metodologías, las distintas experiencias
y problemáticas, las limitantes y las potencialidades para los intelectuales
que dedicamos horas de esfuerzo al tema del anarquismo y que contemplamos absortos
dentro de la teoría y metodología con la que se va a investigar, pero también
se persigue acumular el conocimiento necesario sobre esta ideología, en la cual
como máximo objetivo se tiene el establecimiento de una sociedad de iguales en
una sociedad de opresores y oprimidos.
Las
principales hipótesis que se desprenden: los anarquistas y anarcosindicalistas
construyeron el andamiaje clandestino para la hegemonización del discurso
radical en el occidente de El Salvador por medio de un plan clandestino de sindicalización
y educación campesina el cual seria inacabado y “erradicado” por los militantes
comunistas en 1930, esto contribuiría a explicar las causas de por que el
comunismo ganó rápidamente adeptos entre los indígenas, campesinos y demás
sectores sub alternos, por lo que proponemos de que por si solos, los
comunistas no pudieron atraer gente a su causa sino más bien se “montaron” en
un proyecto que ya venia cabalgando desde principio de la década de 1920 por
parte de los anarquistas y anarcosindicalistas.
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CITAS
[1] Ángel Capelleti, Prehistoria del anarquismo (Madrid:
Quemaira, 1983).
[2] Eric Hobsbawn, Rebeldes
primitivos (Barcelona: Ariel, 1974). ;George Woodcock, Anarchism : A
History Of Libertarian Ideas And Movements (United States: The World Publishing
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[3] José Mourelo, “El anarquismo” (Universidad de Costa Rica, 1970). 19-20.
[4] Wilfredo Ortíz, “Breve bosquejo histórico del anarquismo “, (2013), http://www.anarkismo.net/article/13941.;Omar
Lucas Monteflores, “El anarquismo en Guatemala: el anarco sindicalismo en la
ciudad de Guatemala (1920-1932)” (Universidad de San Carlos de Guatemala,
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cultura política y nueva intelectualidad en Costa Rica (1900-1914)
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[5] Julie Greene, “Spaniards
on the Silver Roll: Labor Troubles and Liminality in the Panama Canal Zone,
1904–1914,” International Labor and Working-Class History 2004.
[6] Thomas, La semilla que germina: Anarquismo, cultura política y nueva
intelectualidad en Costa Rica (1900-1914). 24.
[7] Ángel Capelleti, El Anarquismo en América Latina, (Biblioteca de
Ayacucho, 1990), http://www.bibliotecaayacucho.com/fba/index.php?id=97&b…s=157.
[8] Max Nettlau, La anarquía a través de los tiempos, (México: Editorial
Vértice, 1970), http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/ana….html.
[9] Ibid., Cap. 6.
[10] Ricardo Argueta, “El primer pensador anarquista en El Salvador
(1904),” Análisis sociológico boletín(2014).
[11] Ibid., 14.
[12] Ibid., 3.
[13] Víctor Hugo Acuña ortega, “Clases subalternas y movimientos sociales en
Centroamérica (1870-1930) ” in Historia General de Centroamérica, ed.
Edelberto Torres Rivas (Madrid: Flacso, 1993).
[14] Carles Launed, El anarcosindicalismo en el siglo XX, (Barcelona:
Colección de formación e interpretación libertaria, 1978), http://www.uniliber.com/ficha/el-anarcosindicalismo-en-el-siglo-xx-launed-carles_1399319/.
[15] Arturo Taracena Arriola, “El manuscrito de Max Nettlau sobre el
anarquismo en Centroamérica (1906-1932),” Política y Sociedad 2009.
[16] Nettlau, La anarquía a través de los tiempos.
[17] Arturo Taracena Arriola, “La confederación obrera de Centro America
1921-1928,” Anuario de Estudios Centroamericanos 10 1984.
[18] Ibid.,83.
[19] Ortíz, “Breve bosquejo histórico del anarquismo “.
[20] Arriola, “Presencia Anarquista en Guatemala entre 1920-1932.” 1.
[21] Ibíd.
[22] Ibíd., 3.
[23] Ibíd., 4-5.
[24] Ibíd.
[25] Salazar, “Los sindicatos obreros.”
[26] Rafael Menjivar, Formación y lucha del proletariado industrial
salvadoreño (San José: Educa, 1982).
[27] Dalton, Miguel Mármol: Los sucesos de 1932 en El Salvador.
[28] Carlos Gregorio López Bernal, Tradiciones inventadas y discursos
nacionalistas: el imaginario nacional de la época liberal en El Salvador,
1876-1932 (San Salvador: Editorial e Imprenta Universitaria, 2007).
28.
[29] Entrevista personal con el Doctor Ricardo Argueta. Compartimos esta
posición del militante luego de platicas donde se ha reflexionado del
carácter y del bagaje ideológico que este va adquiriendo luego de que su
maestro Gumersindo Ramírez (para entonces anarcosindicalista) patrocinara sus
clases en la Universidad Popular “Joaquín Rodezno,” de donde se deriva que este
fue iniciado en las tareas organizativas y programas propios de la sociología
rudimentaria y el sindicalismo revolucionario con base en la formación
pedagógica y libertaria de los obreros que representaba este centro.
[30] Alan Everett Wilson, “The crisis of national integration in El
Salvador, 1919-1935” (Tesis doctoral, Stanford University, 1970).
[31] Alvarenga, Cultura y ética de la violencia en El Salvador, 1880-1932.
[32] López Bernal, Tradiciones inventadas. 28-28.
[33] Ibid., 32.
[34] Giraldez, Las redes intelectuales centroaméricanas.
[35] Thomas, La semilla que germina: Anarquismo, cultura política y nueva
intelectualidad en Costa Rica (1900-1914).
[36] Licenciado y doctor de la Historia de la Karl-Marx-Universitaet,
Leipzig, antigua República Democrática Alemana, correo electrónico con el autor
del 29 de septiembre al 3 de octubre del 2009.
[37] Monteflores, “El anarquismo en Guatemala: el anarco sindicalismo en la
ciudad de Guatemala (1920-1932).” 8-11.
[38] Ortíz, “Breve bosquejo histórico del anarquismo “.
[39] http://fora-ait.com.ar/ait/index.php?text=historiaEnAmerica
Consultado el: 01/08/15
[Tomado de https://josalemnh.wordpress.com/2017/01/10/el-anarquismo-en-el-salvador-un-balance-historiografico/.]
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