Humberto Decarli
El cierre del año en Venezuela ha sido dramático. Se despide este lapso con señales ominosas pudiendo presagiar los peores augurios para la historia nacional. Es un annus horribilis, el conocido cognomento del latín. No hay dudas que vivimos un período oscuro sin indicadores de alborada de un nuevo amanecer. Contrariamente, lo probable es la continuación de la actual distopìa en pleno apogeo.
El cierre del año en Venezuela ha sido dramático. Se despide este lapso con señales ominosas pudiendo presagiar los peores augurios para la historia nacional. Es un annus horribilis, el conocido cognomento del latín. No hay dudas que vivimos un período oscuro sin indicadores de alborada de un nuevo amanecer. Contrariamente, lo probable es la continuación de la actual distopìa en pleno apogeo.
MESES INICIALES DE 2016
Los primeros meses del presente año expresaban cierta esperanza de cambio luego de los resultados electorales de las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, exitosos para una coalición opositora beneficiadas por la polarización electoral clásica en Venezuela. En efecto, el triunfo rotundo en la Asamblea Nacional daba para pensar en el ejercicio de algunas iniciativas para equilibrar la situación y la MUD pensó en negociar con el ejecutivo para compartir cuotas del erario en varios planos. Empero, subestimaron la concepción absolutista del poder de la élite gobernante que no dio tregua y procedió, con el auxilio del máximo tribunal, a anular cada ley o iniciativa parlamentaria y dejar al órgano legislativo nacional como un objeto decorativo.
ANTECEDENTES DE LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
El modelo político nacional es eminentemente autoritario porque el funcionario y el factor de poder siempre han estado por encima de la institución. Sin embargo, había criterios de acuerdos para que las cúpulas compartieran responsabilidades en su desempeño. El puntofijismo fue diseñado para gobernar con una pentarquía y en el plano partidista se redujo a los dos partidos tradicionales, AD y COPEI, acompañados de comodines. Ambas organizaciones llevaron a cabo la materialización de la gobernabilidad fundada en la renta petrolera para el logro de la paz social aunque fuera ilusoria. El Estado, desde Juan Vicente Gómez, fue el alfa y la omega del devenir nacional, a su alrededor se elaboraban todos los planes acompañado siempre de grupos empresariales a la sombra de sus cometidos. Los petrodólares, luego de la guerra del Yom kippur, salvaron al cartabón de la conducción del país en el contexto de altibajos signados por bonanzas financieras circunstanciales con sus caídas de acuerdo con las fluctuaciones del valor del barril petrolero. De no haber acaecido este hecho hubiéremos sido seguramente una dictadura como las del cono sur.
El sistema comenzó a dar muestras de turbulencias cuando ocurrió el viernes negro y se produjo la devaluación del Bolívar. Posteriormente la insurrección social conocida como el Caracazo en febrero de 1989 y las dos tentativas golpistas del año 92 terminaron de demostrar el fracaso del acuerdo alcanzado luego de la caída de la dictadura perezjimenista. Equivalentes a varios planes Marshall se despilfarraron en el contexto de un esquema improductivo y clientelar. Literalmente se perdieron las dos bonanzas acontecidas en 1973 y 1978 por la incapacidad de los conductores.
EL CHAVISMO CONTINUÒ LA TRAMOYA POPULISTA
La segunda administración calderista finalizó sin pena ni gloria. Fue la expresión de un país deprimido con una pesada duda social y el fracaso significado en el déficit fiscal. La nación apostó a un sucedáneo mesiánico encarnado en la figura de un militar quien se esforzaba para presentar una imagen de cambio ante la frustración adeco-copeyana. No obstante, el clientelismo fue sucedido por una alianza de los militares con algunas fuerzas políticas con las mismas características precedentes: la corrupción, el nepotismo, el extractivismo, la enfermedad holandesa, el asistencialismo sin seguridad social, la improvisación, el manejo del resentimiento histórico del venezolano y la existencia de un Estado policial y militarizado.
Si algo repitió esta experiencia fue la de quienes derrocaron al gobierno de Medina, una coalición de uniformados con políticos con arrastre popular. Pero en esta ocasión, los militares fueron los ganadores porque estaban a la cabeza del Estado y no como se dio con el golpe de octubre de 1945.
EL CORPORATIVISMO MILITAR
El socialismo del siglo veintiuno es una ideología neofascista. Chávez tenía bien diáfano su proyecto político, era una visión corporativa militar. Esa perspectiva la tomó de Juan Domingo Perón y de Norberto Ceresole, personajes bien identificados con las ideas de Mussolini. La fuerza armada actúa con espíritu de cuerpo, no es un organismo al servicio del Estado sino es quien lo dirige. Es una entidad organizacional con fines propios y bien distanciados del mundo civil. Posee empresas agrícolas, mineras, petroleras, gasíferas y de transporte; dispone de alimentos, divisas, medicinas y múltiples funciones desde la cúspide del aparato de sumisión.
La tesis de la unión cívico militar no pasa de ser una ficción porque la concepción corporativista no permite una vinculación entre estos dos sectores de la sociedad, que no sea la manipulación de los civiles. Igualmente quienes piensan ver a los administradores de la violencia del Estado como parte afectada por la hiperinflación, el desabastecimiento y la escasez no comprenden la ideología militarista que coloca al uniformado por encima de la sociedad, es la encarnación de la patria y de la eficacia.
EL ESPECTÀCULO MONETARIO DECEMBRINO
Cuando el presidente Maduro anunció la salida de circulación del billete de cien Bolívares, pareció dar la imagen de desesperación y haber tomado una decisión apresurada. Pero no ha sido así, más bien se trata de una idea pensada por los laboratorios de inteligencia cubana y los asesores económicos españoles. Ya los sandinistas en Nicaragua en 1988 habían eliminado en tres días al córdoba como signo monetario y en Brasil y Argentina los cambios fueron múltiples pero inefectivos. Fue una iniciativa para distraer y ocupar a la población. Las personas durante varios días estuvieron formando largas filas para entregar el billete fuera de circulación, perdiendo miserablemente el tiempo. El gobierno prorrogó la salida de tales billetes hasta inicios de enero.
Asimismo, persiguió restringir en algo el circulante, ampliamente estimulado por la política de expansión del gasto público materializado por el madurismo, y de paso, contener el consumo y el valor del dólar paralelo. De la misma manera, esta maniobra dio lugar a la posibilidad del lavado y su invisibilizaciòn cuando desapareció la plataforma tecnológica de la empresa Credicard.
CONCLUSIONES
La dictadura postmodernista tiene ventajas en los actuales momentos. Una oposición sin base social, dependiente del exterior en demasía como lo demostró con los representantes del Vaticano y de Obama, Monseñor Celli y Thomas Shannon, respectivamente, accediendo a suspender las movilizaciones y al referéndum revocatorio y en general, es una coalición significante del pasado. Es un régimen absolutamente militarista con un Estado policial, con la promoción del delito en varios ámbitos (pranes en las cárceles, bandas criminales en las denominadas zonas de paz y los colectivos), una ingente corrupción que ha desbancado a Venezuela, personeros vinculados al narcotráfico y una estrangulación de la gente debido a la ausencia de resistencia organizada frente a tantos desmanes.
El año 2016 simbolizó la consolidación del régimen militarista a pesar de ser rechazado mayoritariamente por los hombres y mujeres del país. Tienen todo el poder, las armas, los entes públicos, el apoyo internacional determinante de Estados Unidos, Colombia, Cuba y el Vaticano, una oposición pret a porter y la pasividad y miedo de la gente.
Quizá podría pensarse en un reacomodo de los altos niveles de gobierno como por ejemplo sacrificar concertadamente la salida del presidente, dada su debilidad y torpeza de imagen, por el resto del período gracias a la eliminación del revocatorio antes del cumplimiento del lapso constitucional. Pero más allá no estimo se produzca rectificación alguna. Incluso pareciese provocar insurrecciones sociales para reprimirla despiadadamente. Darle un cambio a la actual coyuntura pasa por una reacción de la gente mediante una participación organizada que pudiese rescatar al país del despeñadero por el cual lo lanzaron, primero el puntofijismo y luego letalmente el chavomadurismo. Es la única opción distinta ante la tragedia nacional.
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