Nelson Méndez
* Texto extraido del volumen colectivo CNT 1910-2010. Cien imágenes para un centenario; compilación a cargo de Juan Pablo Calero, publicada por la Fundación Anselmo Lorenzo de Madrid en el año 2010.
El inicio de la Segunda Guerra Mundial hizo aún más difícil la situación de los refugiados españoles que el Estado francés había recibido de mala gana, de modo que ello incentiva el flujo de exiliados al Nuevo Mundo. En los primeros momentos, esa migración va en especial a México, pero también son recibidos en República Dominicana, Cuba, Panamá, Argentina y Chile. En años posteriores, otros países del área les acogerán, pese a que no dejaron de presentarse resistencias, trabas y hasta abiertas prohibiciones o rechazos cuando se trataba de desterrados provenientes de las filas anarcosindicalistas, pues estaba fresca la huella de las memorables luchas sociales que el anarquismo había orientado en todo el continente durante las primeras décadas del siglo XX, donde se destacó la presencia de emigrantes de la Península formados en la tradición combativa de la CNT. Además, las posibilidades migratorias de los cenetistas se vieron afectadas tanto por las presiones del franquismo como por las maniobras de comunistas y otras facciones políticas del exilio. Lo cierto es que para el estimado de unos cuarenta a cincuenta mil españoles que llegaron a América Latina a consecuencia directa de la Guerra Civil, apenas entre un 5 y un 10 por ciento serían militantes o simpatizantes libertarios.
* Texto extraido del volumen colectivo CNT 1910-2010. Cien imágenes para un centenario; compilación a cargo de Juan Pablo Calero, publicada por la Fundación Anselmo Lorenzo de Madrid en el año 2010.
El inicio de la Segunda Guerra Mundial hizo aún más difícil la situación de los refugiados españoles que el Estado francés había recibido de mala gana, de modo que ello incentiva el flujo de exiliados al Nuevo Mundo. En los primeros momentos, esa migración va en especial a México, pero también son recibidos en República Dominicana, Cuba, Panamá, Argentina y Chile. En años posteriores, otros países del área les acogerán, pese a que no dejaron de presentarse resistencias, trabas y hasta abiertas prohibiciones o rechazos cuando se trataba de desterrados provenientes de las filas anarcosindicalistas, pues estaba fresca la huella de las memorables luchas sociales que el anarquismo había orientado en todo el continente durante las primeras décadas del siglo XX, donde se destacó la presencia de emigrantes de la Península formados en la tradición combativa de la CNT. Además, las posibilidades migratorias de los cenetistas se vieron afectadas tanto por las presiones del franquismo como por las maniobras de comunistas y otras facciones políticas del exilio. Lo cierto es que para el estimado de unos cuarenta a cincuenta mil españoles que llegaron a América Latina a consecuencia directa de la Guerra Civil, apenas entre un 5 y un 10 por ciento serían militantes o simpatizantes libertarios.
Sin duda que la derrota y sus circunstancias (con saldo de conflictos internos dolorosos e interminables), los avatares de huir al exterior y de sobrevivir a situación tan difícil, sumados a las urgencias de rehacer las vidas personales en un contexto social, político y cultural diferente, hacían más que complicada la constitución y pervivencia de la organización confederal en la otra orilla del Atlántico. Sin embargo pronto hay esfuerzos significativos; así, para 1941 se constituye la Delegación General de la CNT de España en México, país donde reaparecen desde 1942 los voceros impresos más conocidos del anarcosindicalismo y el anarquismo ibérico: Solidaridad Obrera, CNT y Tierra y Libertad. En 1945, se han constituido otras delegaciones de la CNT en Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Este último país y México serán los lugares con más insistentes y reconocibles iniciativas por mantener presencia orgánica como soporte a la acción clandestina en la Península, labor que en los más activos militantes cenetistas se combina con el esfuerzo por divulgar y activar en pro del ideal ácrata en los sitios donde ahora residen.
Al transcurrir los años y luego las décadas, se evidencian la casi inevitable asimilación al hogar de adopción, la pérdida de esperanzas por un pronto fin del franquismo, y el natural proceso de envejecimiento de los militantes, muchos de ellos fallecidos en el destierro. Ello tornó todavía más arduo mantener la CNT en el exilio americano, poniendo a prueba el compromiso y las convicciones de quienes asumieron esa tarea, mostrándonos la talla ejemplar de aquellos que supieron cumplirla sin desmayar.
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